1. Octubre en la niebla del Riachuelo y en el otoño del Moscova. En la República Argentina se alzó en el gabinete de ministros una voz cantante, aunque al fin no prevaleciente, que encontraba connatural, para no entorpecer los festejos domésticos del Día de la Madre (que hay una sola), cancelar el domingo toda conmemoración masiva del acontecimiento de masas movilizadas el 17 de octubre de 1945 que hizo posible la ocupación como propias de la calle y el espacio público por el actual y tradicional partido en el poder.
En Rusia las cancelaciones anunciadas rara vez se detienen en su avance revolucionario. De hecho, la Federación Rusa debe su partida de nacimiento a una cancelación. En 1991 los tanques extinguieron a sangre y fuego en la Duma a las últimas autoridades electivas (y autoacuarteladas) de la URSS, que se extinguió cuando este Poder Legislativo dejó de sesionar. La Unión Soviética era el Estado de la Revolución, asentado en suelo euroasiático: el territorio soberano más extenso del mundo. Según el calendario juliano, en octubre de 1917 el comunismo había arrebatado el poder militar a la monarquía y el económico a la burguesía, para entregárselo al proletariado. En esa entrega del poder, el Partido retuvo para sí su ejercicio centralizado, más idóneo para el gobierno moderno que mujiks analfabetos y que obreros famélicos y rencorosos de ser carne de cañón en las guerras, menos anárquicos que asambleas y soviets donde antes de bajar la línea general había que oír otras opiniones predestinadas al tacho de basura de la Historia. Pero los cuadros del Partido Comunista iban a ser una carrera abierta a los talentos, una meritocracia abierta sin restricciones, como supo serlo el PRI burocrático, nacionalizador y monopólico en México antes del consenso de Washington y de la insolencia de los narcos.
Hoy el centralismo del Kremlin no ha erosionado en absoluto su vigor y vigencia. Como el padrecito Zar derrocado -y fusilado- por el comunismo, también el Ejecutivo post-soviético vela por las pobres gentes. El compasivo presidente considera naturales las dificultades de la ciudadanía para salir de sus casas a votar en días fríos que serán más gélidos en un futuro de crisis energéticas menos inesperadas pero más crueles. Donde hay una necesidad, encuentra un derecho. En el Kremlin hallan que el voto online pondrá fin a esos frustrantes sufrimientos de sufragantes a quienes secuestra en sus domicilios un General Invierno de las cuatro estaciones. Y con este nuevo método popular, cuánto más simples, cuánto más veloces que serán el cierre de las actas y el anuncio del triunfo en la próxima jornada electoral que consagre la próxima reelección presidencial de Vladimir Putin.
2. Cumbre sin clímax. Filosóficas aunque ante todo quieran mostrarse muy científicas, las clases dirigentes progresistas prefieren disolver o difuminar la agencia humana, hacerla a un lado de un panorama que insisten en que conviene ver como cinematografía catástrofe, espectáculo de la tragedia, el desastre y el cataclismo que dejan los movimientos de readecuación cósmica de fuerzas de la naturaleza vivientes y desencadenadas. Como con el efecto invernadero y la crisis de los combustibles. Esta última, sin embargo, ya angustia más a la política que los nobles esfuerzos por enlentecer la calentona voracidad que el Clima pone en Cambiar. La cercanísima Cumbre de Glasgow es cada día más anticlimática desde hace al menos un mes. De las ilusiones de poner en marcha reformas de aquellas que hacen diferencia, como de la expectativa golosa por oportunidades fotográficas aunque fuera por zoom, que hacían segregar jugos gástricos al magisterio ético y ecológico de gobernantes muy científicos y muy comprometidos con el mundo que les dejamos a las generaciones del milenio y de la centuria, sólo parece restar una esperanza minimalista. No ha desaparecido la confianza en que esta reunión internacional en el nivel de Jefes de Estado, cuya organización la ONU dejó en manos de la anfitriona Gran Bretaña y de la telonera Italia no se cancelará, y empezará y terminará sin indecorosa deserción o escándalo. Mutis en el foro y desapariciones en el aire operadas por sólidos dinosaurios con los pies bien en la tierra.
3. Inglaterra me deshizo así. Falta en Occidente a las élites políticas y autoridades -legítimamente elegidas o espontáneamente auto designadas- toda energía e incluso inercia o inclinación para conmutar o indultar las penas y condenas que las sociedades pronuncian, sumarias, contra la vigencia y trascendencia de instituciones y formas de convivencia democráticas establecidas. Que sufren asedios y asaltos a su legitimidad porque las castas políticas se declaran concesionarias exclusivas de la vida republicana. De las acusaciones contenidas en esos expedientes, esas mismas clases dirigentes gustan decir que ellas han sido liberadas de toda culpa y cargo, absueltas si no sobreseídas de toda participación o complicidad o siquiera encubrimiento en los crímenes que ahora mejor nutren el elaborado antagonismo de las buenas conciencias. Al primer ministro tory le urge ahora mismo conseguir combustible para que los camiones arranquen rumbo a destino con los suministros que alimentan las mesas, los cuerpos y el dickensiano espíritu navideño y para que en las fiestas los particulares puedan desplazarse a celebrar animosos sentados frente al volante que está en el asiento de la derecha en sus automóviles. Para que la puedan beber está dispuesto a contaminar sin asco todo lo que sea necesario para lograrlo. Si es que con ello cumpliera con su cometido de entibiar el invierno del descontento que se viene encima.
4. Pero eran cinco puñales y tuvo que sucumbir. Con el hedor de muerte tantos malos agüeros revueltos a la intemperie en los pucheros de las ollas malolientes que recalientan tantas brujas macbethianas, el asesinato de un diputado de su propio partido conservador, desangrado por las heridas abiertas por cinco puñaladas que le clavaron en su lugar de trabajo, es un cadáver muy poco exquisito que Boris Johnson habría ocultado -por un tiempo, por el bien común- sin remordimiento. Fueron discretas, sin cuerpo ni relieve, rebuscadamente anodinas, deliberadamente medidas, las palabras de Boris Johnson para expresar dolor y duelo por la muerte de un diputado de su propio partido conservador, asesinado con cinco puñaladas fatales por un joven de 25 años, al que Scotland Yard detuvo, identificó como ciudadano británico de origen familiar somalí y calificó como terrorista islamista. La decisión de privar de patetismo al lento homicidio con arma blanca de Sir David Amess, que había ganado en 1983 su primera banca en la Cámara de los Comunes, y de no prolongar su significación más allá de la funesta anécdota, sólo tuvo gusto a poco para la derecha que exige los honores fúnebres máximos para este servidor del Estado que perdió la vida por su puntualidad en presentarse a the line of duty. En The Telegraph consagraron el artículo editorial del viernes a calibrar el ataque terrorista a la “esencia de la democracia” británica. Comparable, en escala y con la debida proporción, al derrumbe de las Torres Gemelas: por las sospechas que hará brotar entre representantes y electorados, por la eficacia para engendrar cambios en la vida. El diario tory hace ver lo visible. Con un cadáver no muere nuestra fruición pastoral de la representación popular -escriben los editorialistas conservadores- pero nos hemos vuelto más avaros, menos manirrotos, más renuentes antes de soltarle a esa fantasía democrática la cotidiana limosna de nuestra voluntaria suspensión de la incredulidad.
5. Platero y yo. En la democracia parlamentaria británica, cada representante en los Comunes debe ofrecer en cada circunscripción al electorado cuyos votos le obtuvieron su escaño horarios de consulta y comunicación cómodos y accesibles en oficinas abiertas a las que se puede acudir sin fijar citas previas. Esta presencia conocida de antemano, y descontada en el caso del conservador difunto que jamás canceló estas citas, no está acompañada de protección policial. Ya el Parlamento ha reconocido que deberá cambiar los protocolos de seguridad. El premier quiere evitar que se le abra un nuevo frente de demandas.
La izquierda, los liberales y el laborismo ya se han ocupado de que asfixiar conatos de “Somos todes Amess”. Su colega en los Comunes, el ex diputado laborista Jim Fitzpatrick, hizo ver por televisión el tamaño de su desconsuelo. Pero no omitió comunicar la moraleja que él extrajo de este disgusto, que enseña que uno no puede andar usando como antes sin fijarse con quien habla palabras como ‘negro’ o ‘gay’. Casado desde 1983 con Julia Arnold -que lo sobrevive con sus cuatro hijas y un hijo-, católico creyente y observante, dedicado a obras de caridad, y objetor de conciencia sobre el aborto, Amess fracasa en generar empatía chic. Buscando qué destacar de él en su tuit de condolencia necrológica, Carrie Johnson, esposa del primer ministro, dedicó sus caracteres a escribir “qué feo que lo maten, su amor por los animales era enorme”.
6. Krautrock, Kraftwerk, Kanzler. Olvídense por un instante de ABBA, las coreografías del futuro Gobierno Semáforo alemán son más tecno, más retro y con hologramas vivientes. El grupo sueco sigue siendo el más disco, pero el alemán esconde más vicios secretos. Hacen falta tres colores que se enciendan a la vez para una coalición Ampel (semáforo), denominación pop de una de las fórmulas de componenda partidaria posibles en el Bundestag (Parlamento) después de las elecciones. El domingo 26, 46 millones de votantes, de un padrón de 61 millones, eligieron a quienes elegirán la composición de un nuevo gobierno para la República Federal, país más poblado de la UE con 83 millones de habitantes y locomotora del Eurogrupo. Y que será el primero en dieciséis años sin Angela Merkel, que no se postuló a reelección, en la Cancillería, y sin su partido, la democracia cristiana, que desde luego se presentó, pero salió segundo.
El viernes 15, la diputada Annalena Baerbock, líder de los Verdes ecologlgistas, Olaf Scholz, aún ministro de Economía en funciones y capitán de una socialdemocracia de un rojo cada vez menos escarlata que salió primera en estas parlamentarias, y el líder liberal amarillo alimón el abogado Christian Lindner, ya pudieron exhibir en Berlín cuán sincronizados están. Un documento con su acuerdo preliminar para la formación de un gobierno. Que promete durar. Están de acuerdo en casi todo, incluso en cuestiones que no llegaron a incluir, como la legalización del consumo recreativo de la marihuana. Y el electorado también. En la última década y media, la centro derecha gobernó en matrimonio de conveniencia con la centroizquierda. Scholz sigue actuando al frente de las Finanzas del gobierno que se va, mientras coordina el que viene, y que presidirá él. Banda sonora, “Autobahn”, de Kraftwerk. A la industria automotora alemana no le va tan bien como querría. Y la pandemia no depuró lo suficiente las franjas etarias mayores de la demografía, en una potencia química y farmacéutica mundial que sin embargo no desarrolló ni una sola vacuna contra el Covid-19. Los cálculos varían, pero en 2030 casi el 40% del presupuesto deberá ir al pago de jubilaciones y pensiones.
7. No hacen falta dos para el vals. De que el acuerdo entre los gobiernos centroeuropeos puede ser duradero, terco, desesperado y sin embargo legal es prueba la situación del gobierno austríaco. Como el coranavirus con sus olas alfanuméricas de adultos mayores perecidos, las revelaciones de la corrupción traen sus alzas y sus agudos en la letalidad política. Estas no se detienen ante los más jóvenes, como el derechista Sebastian Kurz, que a sus 31 años era el jefe de gobierno más joven de Europa y del mundo. No está entre las víctimas de los Pandora Papers, sino de los subproductos de una investigación por corrupción anterior. Su anterior socio en la coalición era la extrema derecha, de ese tipo de partido nacionalista con resonancias estilísticas del nazismo que en Alemania de momento no puede aspirar a recibir invitaciones al baile sincronizado. La investigación llamada ‘Ibiza’ había descubierto que el partido ultra y xenófobo recibía financiación rusa. Los derechistas formaron una nueva alianza, esta vez con un partener a la izquierda del centro, los ecologistas. El control de las comunicaciones entre ultraderechistas y derechistas llevó a descubrir, esta última semana, que estos últimos habían abusado del poder, o del privilegio, en su relación con los medios, en temas de pauta y favores cruzados. Lo que motivó la salida de Kurz, y la formación precaria de un gobierno, en minoría y en solitario, de los Verdes. Que prefieren esta debilidad a elecciones, o un gobierno de Concentración, como se llama en Austria, donde su poder se licuaría. La opinión pública los sostiene, por ahora. Estos ecologistas saben que no pueden tomar iniciativas pro-migrantes, y no lo harán. A lo sumo, dos o tres centenares de niños, si son huérfanos de padre y madre.
8. Mejor que Bush y mejor que Trump. Hay dos países a cuyos vértices y círculos rojos apenas rasguñan los picos y garras del águila en ascenso de los Pandora Papers. Son las dos hiperpotencias, China y EEUU. De los muchos coralarios de esta constatación, elegiremos uno, lateral. Que tanto China como EEUU son los dos mayores paraísos fiscales legales bien establecidos, el primero sólo para propios, el segundo cada vez más profesional y organizadamente también para ajenos. En China, esta semana el Banco Central y las autoridades económicas y políticas demostraron más celeridad y pertinencia ante la crisis inmobiliaria que en EEUU el presidente republicando George W. F al final de su segundo mandato en 2008, cuando Wall Street relevó al Pentágono como protagonista de las catástrofes nacionales e internacionales. Van a rescatar de la quiebra en dominó a bancos y empresas fautoras de la burbuja del crédito y la especulación en megaproyectos de construcción y viviendas, entre las cuales aquella bautizada sin ironía spanglish como Evergrande, es el más incómodo y paquidérmico elefante. En EEUU, el presidente demócrata Joe Biden, desganado y septuagenario antihéroe de cada entrega de esta Newsletter, avanza pasos más firmes y sin mirar atrás en cumplir con el slogan de su antecesor republicano Donald Trump: (My) America First! Para ello, su misión declarada en esta tierra es hacer votar por el Congreso un paquete de medidas de gasto social por 3,5 billones de dólares. No lo ha conseguido, le faltan incluso votos de su propio partido. Y todavía las voces refractarias en el Ejecutivo sin votar ese mega gasto, se demoraron en votar otros, más pequeños, pero urgentes, como subir el techo de la deuda. Finalmente lo concedieron, a este, in extremis. Biden sigue en lo alto la mirada, sin desviarse hacia los engorros exteriores. Distraído de Latinoamérica, Afganistán, Medio Oriente. Sin mirar hacia el Líbano, donde esta semana volvió a las calles la violencia, cuando shiitas de Hizbolá en una protesta por sentírse víctimas de lawfare por una investigación judicial sobre la explosión de un año atrás en el puerto de Beirut, fueron doblemente víctimas al ser blanco del fuego de milicias cristianas maronitas -la religión del ejecutivo jefe de gabinete argentino Juan Manzur-, históricamente en consonancia espiritual con el Estado de Israel.
9. Bolsonaro íntimo. Signo del interés del ecologismo austríaco por la pureza del paisaje verde fue la noticia, conocida esta semana por el diario vienés Kurier, de que una ONG ambientalista había hecho oír en el Tribunal Internacional de La Haya una demanda acusando al presidente brasileño por ecocidio en el Amazonas. Sin embargo, en escándalo marca registrada ‘Jair Bolsonaro’, esta semana un veto presidencial superó a la acusación judicial. Fue su decisión, fundada en la ausencia de recursos presupuestarios, de vetar la disposición legal planificaba distribuir toallas sanitarias y tampones gratuitos a niñas y mujeres desfavorecidas. En Brasil, la pobreza mantiene a una de cada cuatro niñas fuera de la escuela. La medida descartada buscaba distribuir productos sanitarios sin cargo a grupos que incluían a personas sin hogar o en la cárcel, y a adolescentes en escuelas públicas. Se esperaba que beneficiara a 5,6 millones de mujeres y era parte de un paquete más amplio de leyes para promover la salud menstrual, que ha sido aprobado por los legisladores.
10. Arrastrando las alas. Un viejo ícono, argentino, eurocomunista, setentista, nacido en el Mediterráneo, cayó como caen los viejos ídolos, sin un bang explosivo. Tampoco sin sollozos, al menos según un editor de Reuters impertérrito ante la novedad relativa, sorprendente pero no inesperable, del hecho. Un vuelo de Cerdeña a Roma, que no sólo llegó puntual sino antes de tiempo, fue el último de Alitalia, la aerolínea de bandera italiana, que con él pasó a no existir.
Tradicionalmente, desde la segunda posguerra, en la flota de Alitalia empezaron a hacer los Papas sus viajes internacionales. El Estado del Vaticano es un enclave romano, en la otra orilla del Tíber que el centro histórico de la capital romana. En los próximos días, en avión militar oficial llegará a Europa una visita esperada por el papa Francisco, el católico Joe Biden. En el ambiente conservador del catolicismo norteamericano, una cuestión ha agitado estos meses a la Iglesia local. La de si a un presidente que es católico práctico, que nunca falta a misa los domingos, pero que defiende públicamente el derecho al aborto -como en la batalla federal que en tiempo presente está librando contra la legislatura del estado de Texas que limitó el acceso de las mujeres a este derecho-, no debería negársele la eucaristía, no debería salteárselo el oficiante cuando le llega su turno de hostia en la fila de comulgantes. Esta cuestión no le importa, parece ser, al pontífice romano. Y el arzobispo de Washington, que cree en la libertad de conciencia católica, le da su comunión a Biden. Más católico es el Papa, y menos Biden, a sus ojos, en lo que toca al Evangelio, y a la desenvuelta indiferencia por la pobreza y el sufrimiento sin alivio de quienes menos y menos tienen.
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