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Rusia, Francia, China, es oficial: Netflix repite temporada

29 de abril de 2022 12:19 h

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En el avance de las operaciones militares de Rusia en Ucrania, en las presidenciales de Francia, en el sempiterno covid de China, la idoneidad de las tramas para dotarse de nuevos desenlaces ratifica síntomas de fatiga crónica. Sin repetir las vías ni los cauces, y enfrentando resistencias mayores y mejores, la dinámica de los acontecimientos, antes que innovar, fluye hacia estuarios narrativos ya bien explorados y de antemano reconocidos, spoilers para los cuales toda alerta es tediosa por supernumeraria. Algunos motivos que justificarían la frustración de ese público ahora distraído y que antes había encontrado en Netflix panacea en la pandemia, son el asunto de los diez episodios de esta temporada única del jueves 23 de abril de 2022 de El mundo es azul como una naranja, la Newsletter Semanal de Política Internacional de elDiarioAR, que hoy les llega aquí y así.

1. Colita de rana, sanará mañana

Por orden del Kremlin, las bombas vuelven a caer sobre Kiev. La artillería y la aviación continúan o resitúan sus ataques, dos meses después de la decisión del presidente Vladimir Putin de recurrir a la violencia armada contra el gobierno de Ucrania. Antes que alevosa estrategia o coordinada puntería, esta prolongada operación militar rusa ofrece el espectáculo de la rutinaria indiferencia con que sigue un curso que tolera errores en sus métodos guerreros pero no extravíos en sus objetivos políticos definitorios. El bombardeo causa estragos, desinteresado de la interesada visita pacificadora a la capital ucraniana del Secretario General de las Naciones Unidas.

2. Tom y Jerry, gatos y ratones y hombres

Como en una aggiornada tira de la década de Mafalda, toca al político portugués António Guterres desempeñar el papel de su predecesor U-Thant, aquel franciscano y simplista maestro de escuela primaria birmano y budista colocado al frente de la ONU cuando la guerra de Vietnam. Y toca estar al frente de la Iglesia Católica con el nombre de Francisco I, pontífice romano y vicario de Cristo en la tierra, al argentino Jorge Mario Bergoglio. Coterránea del jesuita peronista entronizado en el Vaticano, la eterna Mafalda había convivido con Paulo VI. El aristocrático cardenal italiano Giovanni Battista Enrico Antonio Maria Montini Alghisi escogió ese nombre al ser votado papa en 1963; en 2018, fue canonizado por Francisco.

El limpio linaje de estas organizaciones universales, tan globalmente oídas como selectivamente escuchadas a lo largo del último medio siglo, cuyas autoridades son elegidas por sendos colegios electorales (asamblea y cónclave), parece solitario en su común clamor por una paz urgente. Por un armisticio inmediato: un alto-el-fuego que no sea demorado subproducto de la guerra.

3. Otra vez sopa

Joe Biden siempre anheló gobernar para la Historia: los libros de texto del futuro lo compararían con Lyndon B. Johnson, el presidente demócrata que hizo de la Great Society su slogan y fue dispendioso militante de los derechos civiles afroamericanos y del gasto estatal para erradicar la pobreza. En el último jueves de abril de 2022, es difícil rehusarle una validez plenaria a la comparación retrospectiva del octogenario demócrata Biden con el sexagenario sucesor del asesinado JFK. Pero ha querido una ironía de la Providencia que esta similitud con quien fuera vicepresidente del primer presidente católico de EEUU, se nos imponga por la agresividad demostrada en la política exterior por el segundo presidente católico (y dos veces vicepresidente del primer presidente negro), antes que por una pareja contribución perdurable y suya al bienestar social. 

Como durante la presidencia y media del texano Johnson (1963-1969), hoy los demócratas son más halcones que los republicanos. Este jueves el actual inquilino de la Casa Blanca aleccionó en Washington al país y al Congreso, que fue urgido para convertir en ley el pronto desembolso al gobierno de Volodímir Zelenski de 33 mil millones de dólares. Casi el triple que el desembolso de 13 mil 600 millones sancionado el mes pasado por el Capitolio y ya firmado por Biden.

4. Autócratas y demócratas, el juego de los roles

Victrix causa diis placuit, sed victa Catoni, es uno de los versos más renombrados de la literatura romana. Cita citable, compendiada entre las locuciones griegas y latinas de las páginas rosadas que en todo Pequeño Larousse Ilustrado separaban la sección de las palabras en minúscula de la segunda sección con palabras en mayúscula. Los dioses preferían la causa triunfante, al contrario Catón la causa perdida. La línea pertenece a una epopeya cuyo título es una batalla y su autor, Lucano, un poeta épico menos evocado que su cita estelar. La Farsalia narra la guerra civil que perdió Pompeyo, líder republicano, y ganó Julio César, aristocrático caudillo populista. En términos aún más anacrónicos, pero hoy predilectos, un duelo entre democracia y autocracia.

Jamás “serán baratos”, lamentó el presidente Biden este jueves en su arenga para apurar el trámite legislativo de su paquete de ayuda ucraniana, los costos de estas luchas. “Siempre ha sido así”, siempre resultan enormes las cifras que el Tesoro Nacional del pueblo norteamericano debe pagar para que en otro continente esos dólares paguen a pueblos extranjeros en el trance de defender la democracia contra la autocracia: hogaño el pueblo ucraniano contra el imperialismo ruso, antaño el survietnamita contra el comunismo soviético.

5. El zar Putin, o Moscú no cree en las lágrimas

El objetivo final del presidente ruso con su operación militar en Ucrania emerge ahora menos borroso,  y más asequible. Según uno de sus generales, se trata de dominar el sur, el Donbás en el este, y hacia el oeste, apoyándose sobre la tierra firme de la península de Crimea, ya anexada en 2014, extenderse hasta Moldavia, un país donde también medra un conflicto entre una minoría rusófona y una mayoría rumano-hablante. El plan de Vladimir Putin puede demorarse, pero, reconoce el premier británico Boris Johnson, es una “posibilidad realista” que se vea coronado por el buen éxito. Y las tropas rusas ya ocuparon 42 ciudades en Ucrania oriental, según admite el gobierno de Kiev.

Desde el miércoles, Rusia cortó el suministro de gas a Bulgaria y Polonia, que se negaron a pagar en rublos la tarifa del servicio, y Alemania se preparaba el jueves a racionar el consumo de energía. Cada año, Rusia celebra solemnemente el Día de la Victoria, fecha de la rendición incondicional alemana ante la Unión Soviética en 1945; este lunes 9 de mayo, Putin encontrará derrotas nazis que cantar.

6. Ni más caras ni máscaras, o la comédie française del amor, el odio y el azar

Las bodas de conveniencia entre causas débiles e invencibles azares que hicieron que el balotaje presidencial francés de 2017 enfrentara a Emmanuel Macron y Marine Le Pen no podría ser más diferente al laberinto de uniones inciviles y divorcios inconvenientes que un quinquenio después obligó nuevamente al electorado francés a decidirse por uno solo entre los dos mismos nombres.

Sería mucho menos exacto decir que la elección del domingo 24 de abril fuera una opción entre las dos mismas figuras que cinco años antes. En 2017, una y otro rival estaban en la oposición, y ni una ni otro habían gobernado; en la segunda vuelta de 2022, Macron había ejercido una autoridad ejecutiva que el coronavirus no mitigó y que la gestión de la pandemia tonificó. Presidente en funciones,  se reveló programático, decidido gestor neo-liberal de la economíaen 2017, cuando el candidato Macron a sus 39 años era apenas menos joven que el candidato presidencial chileno  Gabriel Boric triunfante en 2021, el de modernizador del Estado lucía sólo como uno entre muchos trajes a medida en su vestuario de la renovación y el cambio.

7. Autócratas y demócratas bis, o el duelo entre Bruselas y Vichy

Hay que reconocer que, en la prensa francesa, sería arduo detectar signos de pereza en el operativo de transfigurar el voto del este domingo de 2022 como un duelo a muerte entre el demócrata de origen controlado y la autócrata arribista y destituyente. Entre Bruselas y París (o Vichy), entre el internacionalismo (o cosmopolitismo) y el patrioterismo, entre la generosa y pluralista solidaridad eurocrática y el mezquino solipsismo cicatero que piensa y calcula en viejos francos y que se queja de que en el PSG juega un Messi ‘versión Erasmus’. 

El decidir entre la reelección de Macron o la elección de la primera mujer a la presidencia de Francia fue representado como la fácil, como inequívoca, opción entre el centro y la ultraderecha, entre la tolerancia ilustrada y el racismo xenófobo. Como ya en 2017 se había esculpido esa grieta –esa gran zanja, según título del libro de 1980 entre los de la serie de Asterix el galo. Como ya antes, en 2002, entre el gaullista Jacques Chirac, y Jean-Marie, el fundador del Frente Nacional, el papá de Marine. Como entonces, pedían el voto por la derecha como salvación contra la ultra derecha, como un cordón sanitario contra el nazionalismo extremista, colonialista, golpista. El operativo fue más forzado que esforzado y bastaba el piloto automático para poner en marcha a los clichés en fila.

En 2022, la abstención de 28,2% fue récord para un balotaje presidencial francés. Por octava vez, sintetizó sin benevolencia el también vencido candidato ultranacionalista Éric Zemmour, la derrota llevó el apellido Le Pen. Pero quienes votaron por Marine, votaron por ella, mientras que el 58,6% que hizo vencedor a Macron, no había votado por él, había votado contra la derecha extrema. Y en esta elección, la prestidigitación fue menos exitosa que en 2017 para escamotear y apartar de la luz y de la vista el clivaje clasista de un balotaje cuyos hostiles contrincantes eran el candidato de los ricos y la candidata de los pobres.  

8. Los silogismos de la amargura y la tentación de existir del comunista aguafiestas

Ceder a una hipótesis contrafáctica nunca es una tentación impune, ni un vicio solitario. Actividad ociosa, pero no siempre inocua. En la primera vuelta presidencial francesa del 10 de abril, Jean-Luc Mélenchon, el candidato de izquierda radical de la coalición Union Populaire, que había hecho campaña con una plataforma electoral más rica en armonizadas minucias prácticas que todas las anteriores troskistas, ganó más votos de los esperados. Muchos más. En un instante ebrio del recuento nocturno, antes de que las burbujas del Alka Seltzer remplazaran a las del champagne, había quedado a 0,88% de distancia de Marine Le Pen, y pasar a segunda vuelta no pareció imposible. Finalmente, la brecha volvió a ensancharse, y la candidata derrotada en el balotaje de 2017 pasó al de 2022 con 23, 15% de los votos, y el tercero quedó tercero con 21, 95 por ciento. Aunque casi tocándose: la ventaja de Le Pen fue de apenas 420 mil votos. Ah, si el Partido Comunista Francés (PCF) se hubiera unido a la Unión Popular, como se había aliado a Mélanchon en 2012 y en 2017: el candidato comunista Fabien Roussel obtuvo el 2,2 % de los votos.

9. La Tercera Guerra Mundial, líquida, sólida y gaseosa

Se ha dicho que la presidencia francesa es también una monarquía electiva. A diferencia del Palacio de Vidrio neoyorquino o del Trono de San Pedro vaticano, el poder temporal del Palacio del Eliseo es mayor que su irradiación espiritual, cada vez más tenue. Marine Le Pen hacía las preguntas justas, pero su soberanismo la llevaba a respuestas equivocadas. Sin la Unión Europea, sería todavía peor la carestía de la vida francesa y los ahorros perderían aún más su valor. Fuera de Europa, Francia sería más pobre y contaría menos en el mundo. Después del Brexit, Francia es una superpotencia que detenta un privilegio sin par dentro de la Unión: único país europeo continental en acumular un arsenal nuclear, es el único que como Rusia ocupa una de las cinco bancas permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU junto a EEUU, China y Gran Bretaña.

A Francia corresponde este primer semestre de 2022 la presidencia rotativa de la Comisión Europea, y en esa condición ha sido Macron en Moscú o desde París o Bruselas un intenso interlocutor de Putin en los últimos tres meses. El mediador por la paz, al mismo tiempo, ha aumentado el nivel de alerta bélico, y ordenado que submarinos nucleares franceses de ataque, con carga misilística, salieran de los puertos y patrullaran los mares.  

Si las palabras de París o Washington o Kiev desmienten al canciller ruso Serguei Lavrov cuando este previene que la escalada militar del conflicto conduce al umbral de una Tercera Guerra Mundial, menos rotunda resuena la desmentida que pronuncian  las acciones de estos y otros gobiernos occidentales.

En Washington, primero el Senado por unanimidad y hoy jueves la Cámara de Representantes por aplastante mayoría (sólo hubo diez disensos) votaron a favor de resucitar una ley sancionada contra Adolf Hitler ochenta años atrás que otorga a Biden facultades extraordinarias para ceder o prestar armamento a cualquier gobierno “cuya defensa el Presidente considere vital para la defensa de EEUU”. “El presidente Zelenski dijo que necesitaba armas, y Biden se las va a dar como Franklin Delano Roosevelt se las dio a Winston Churchill en la Segunda Guerra Mundial para frenar al nazismo”, resumió Jamie Raskin, representante demócrata de Maryland.

Si ahora el Congreso aprueba pronto los 33 mil millones de dólares extra del nuevo paquete de emergencia pedido hoy jueves por Biden para apuntalar al gobierno de Kiev (que refuerza el de 13 mil 600 millones del jueves 10 de marzo), en sólo ocho semanas habría gastado EEUU en el conflicto ruso-ucraniano más de lo que según el Pentágono destinaba por año a la guerra de Afganistán cuando las tropas norteamericanas estaban comprometidas en el terreno.  La suma de los dos jueves da 46 mil 600 millones de dólares, lo que equivale a dos tercios del presupuesto anual de defensa ruso, que es de 69 mil 500 millones.

10. Obsesivos días circulares del presidente Xi, o las tribulaciones de un chino en China

Según un estudio de 2014, en EEUU sólo una de cada seis personas escolarizadas encuestadas (sobre un total de 2000) era capaz de ubicar en un planisferio, con razonable cercanía, dónde quedaba Ucrania. China es más fácil de ubicar, y el republicano Donald Trump durante dos años de su presidencia insistió en señalar dónde había se había originado el coronavirus, dónde se había labrado la partida de nacimiento de la pandemia. Donde tuvo inicio sin hallar fin, porque en 2022 se cierra un círculo que encierra a China en la prisión de 2020 castigada por delito inexcarcelable de covid.

En el país más poblado del mundo, una de las ciudades más pobladas del mundo, Shanghai, entró hace cinco semanas con sus 27 millones de habitantes en una cuarentena sofocante, un Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO) cuyos conatos de transgresión son abortados con eficacia. Casi tantas semanas de confinamiento domiciliario como las ocho que han transcurrido desde que las tropas del país más extenso del mundo entraron en suelo ucraniano. Ninguno de estos países aliados saldrá rápido de donde entró.

En el proyecto de ley que hoy jueves presentó el presidente Biden en el Congreso, se conjetura que las operaciones militares especiales rusas se extenderán sin retirarse de Ucrania al menos hasta septiembre. El presidente Xi Jinping ve un horizonte mucho más lejano, o ninguno, si de lo que se trata es de retirarse de la doctrina profiláctica que ya se asocia con su nombre, la de la ‘tolerancia cero’ con el covid. Decenas de miles de personas que testearon positivo fueron conducidas a centros de internación donde duermen en decenas de miles de camas una a lado de la otra iluminadas por lámparas eléctricas encendidas día y noche. Desde el último mes, más de 340 millones de personas viven en zonas para las que se ha decretado el ASPO. Según Shan Weijian, fundador de una de las financieras más importantes con base en Hong Kong, las acciones de las empresas chinan tienen la cotización más baja de los últimos treinta años, y el descontento de la población china sube a la cotización más alta de los últimos treinta años.

Mientras tanto, en calles y plazas céntricas de Shanghai, por donde nadie camina, empezó a crecer el pasto.

AGB

En el avance de las operaciones militares de Rusia en Ucrania, en las presidenciales de Francia, en el sempiterno covid de China, la idoneidad de las tramas para dotarse de nuevos desenlaces ratifica síntomas de fatiga crónica. Sin repetir las vías ni los cauces, y enfrentando resistencias mayores y mejores, la dinámica de los acontecimientos, antes que innovar, fluye hacia estuarios narrativos ya bien explorados y de antemano reconocidos, spoilers para los cuales toda alerta es tediosa por supernumeraria. Algunos motivos que justificarían la frustración de ese público ahora distraído y que antes había encontrado en Netflix panacea en la pandemia, son el asunto de los diez episodios de esta temporada única del jueves 23 de abril de 2022 de El mundo es azul como una naranja, la Newsletter Semanal de Política Internacional de elDiarioAR, que hoy les llega aquí y así.

1. Colita de rana, sanará mañana