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Elige tu propia aventura (periodística)

9 de mayo de 2022 10:16 h

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Hoy les propongo un juego. Un juego para ustedes, lectores y lectoras de Gracias por venir, y una despedida para mí. Este es un ejercicio de los talleres de periodismo que solía dar y al que llamo “Supongamos que...”. El Supongamos que... plantea una situación ficticia pero posible y la idea era debatir (¡y cómo debatíamos!) acerca de qué camino tomar. Algo así como “Elige tu propia aventura (periodística)”. Es un juego para ustedes y una despedida para mí porque cuando reciban este correo nunca más volveré a trabajar con este ejercicio de taller. Boom: listo, desapareció.

Los y las periodistas tomamos decisiones, muchas y todo el tiempo. Desde qué nota hacer hasta elegir las palabras “más justas” para llevar la idea inicial al texto que va a publicarse. De todo el proceso de producción y escritura, la toma de decisiones son las que quedan en un ciego: nadie se entera salvo el cronista y su editor, en el que de que hubiera. Algunas de esas decisiones -voy a usar a repetición la palabra decisiones, porque no hay otra para este caso- son muy muy muy chiquitas, pero fundamentales, al punto de que pueden cambiar la historia. Hay decisiones éticas y hay decisiones “por la métrica”. Otras son decisiones incómodas y gordas como nubes, nubes de esas que aparecen cuando el cielo está por desarmarse en lluvia. Todas “hacen” al texto. ¡Vamos!

Sabés que tenés una primicia y que tu nota puede ser el título del día, pero... ¿qué hacés?

Un editor te encarga la cobertura de la previa de un partido de fútbol. Es un evento importante: el clásico que define el torneo. El editor te pide que elijas a una de las dos hinchadas que irán a alentar a su equipo. No preferís a ninguno así que te quedás con la más accesible. Te ponés en contacto con el referente de la barra del equipo X. El referente de la barra acepta que los acompañes en el viaje en micro que harán desde la sede del club hasta el estadio donde se jugará el partido. 

Llega el día. Te acercás al lugar en el horario pautado. Hacés contacto con el referente. El referente te presenta a sus pares. Subís al micro, ocupás una butaca. Durante el recorrido una de las personas que conociste te pide que lo acompañes, quiere que mires algo que está en el portaequipajes del fondo. Te levantás, caminas con él y al llegar, el hombre descubre un arsenal. 

-Hay una interna en la barra -te dice tu contacto-. Está todo armado. Llegamos y los hacemos mierda.

Te quedás callado. Volvés a tu asiento. 

Sabés que tenés una primicia y que tu nota puede ser el título del día (y del día siguiente). Pensás que te hicieron cómplice de su plan al contarte de qué se trata y mostrarte el armamento. Registrás que podés salir lastimado (o peor). Suponés que, al no estar identificado como periodista, podés ser detenido (y perder el día y la nota y el título). 

Entonces: ¿Qué hacés?

1. Sacás el teléfono del bolsillo y le envías un wasap a tu editor:

1a. “Tengo algo FUERTE atento”

1b. “Estoy enfermo. Hoy no podré trabajar”.

1c. “No pude hablar ahoga. Tofo mal. Llega20 min. Llamapolicía”. (Que sería: “No puedo hablarte ahora. Todo mal. Llegamos en 20 minutos al estadio. Llamá a la policía”. Pero escribís mal porque lo haces a escondidas y estás nervioso).

2. Sacás el teléfono del bolsillo pero no envías ningún mensaje. En cambio:

2a. Tuiteás un enigmático.

2b. Tirás una storie en Instagram para que tus seguidores sepan cuál es tu tarea del día, con filtro, y sticker, toda customizada, así, bien pipi.

3. Pensás que sacar el teléfono no es una buena idea, así que:

3a. Entablás una charla con el hombre que te mostró las armas. Le preguntás cuál es el problema con la otra facción, cuántas y qué tipo de armas llevan, si todos los que van en el micro piensan disparar, desde cuándo planean el enfrentamiento, dónde será el cruce…

3b. Decidís que lo mejor es bancarte el viaje y que, al llegar, buscarás la manera de separarte del grupo.

4. Hacés silencio todo el viaje y al bajar del micro: 

4a. Hacés contacto visual con un policía: de alguna manera te las arreglás para que el tipo entienda que algo anda mal.

4b. Llamás a tu editor, le contás rápidamente la situación, le pedís que te indique qué hacer.

4c. Buscás la mejor posición para ver la masacre.

4d. Acompañás a la hinchada. Sabés que de un momento a otro chocarán con la facción con la que tienen el problema. Decidís que lo mejor es ser uno de las últimos del grupo porque en una situación de peligro no quedarías “mezclado”.

5. ¿Hay otras opciones? ¿Cuál se te ocurre? Te leo: vdemasi@eldiarioar.com

VDM

Hoy les propongo un juego. Un juego para ustedes, lectores y lectoras de Gracias por venir, y una despedida para mí. Este es un ejercicio de los talleres de periodismo que solía dar y al que llamo “Supongamos que...”. El Supongamos que... plantea una situación ficticia pero posible y la idea era debatir (¡y cómo debatíamos!) acerca de qué camino tomar. Algo así como “Elige tu propia aventura (periodística)”. Es un juego para ustedes y una despedida para mí porque cuando reciban este correo nunca más volveré a trabajar con este ejercicio de taller. Boom: listo, desapareció.

Los y las periodistas tomamos decisiones, muchas y todo el tiempo. Desde qué nota hacer hasta elegir las palabras “más justas” para llevar la idea inicial al texto que va a publicarse. De todo el proceso de producción y escritura, la toma de decisiones son las que quedan en un ciego: nadie se entera salvo el cronista y su editor, en el que de que hubiera. Algunas de esas decisiones -voy a usar a repetición la palabra decisiones, porque no hay otra para este caso- son muy muy muy chiquitas, pero fundamentales, al punto de que pueden cambiar la historia. Hay decisiones éticas y hay decisiones “por la métrica”. Otras son decisiones incómodas y gordas como nubes, nubes de esas que aparecen cuando el cielo está por desarmarse en lluvia. Todas “hacen” al texto. ¡Vamos!