Estoy en Buenos Aires por unos días. El domingo volveré a Dolores para presenciar la audiencia del día siguiente, lunes, en la que se conocerá el fallo contra los ocho acusados por el crimen de Báez Sosa. Retomo en esta entrega un tema que tenía producido pero que dejé en suspenso porque las cosas cambian, a veces muy rápido, y quise escribir sobre esto. Volví a postergarlo porque la última vez preferí escribir sobre esto. Pero ya es hora: estoy en casa, es febrero y además este tema me fascina.
Resulta que entre todos los rankings que se hacen en diciembre -el libro más leído (?), la palabra más buscada (??), los clubes de fútbol con mayor convocatoria (Boca, según un informe que la AFA posee en sus oficinas)- hay uno -un ranking, digo; vuelvo al punto de partida porque tengo tendencia a las subordinadas- que espero ansiosísima. Lo espero cada diciembre como espero que pase el señor del agua caliente a las cinco de la tarde en cualquier playa de la Costa Atlántica.
Me refiero al top ten de periodistas que hace la consultora privada Poliarquía: “Los periodistas más respetados”. No saben lo que me costó que me dieran pelota los de Poliarquía. Los nombres de los más respetados estaban a mano. Pero yo quería saber el cómo: cómo se hace la encuesta. Quiero decir: cuál es la formulación de la pregunta, quién responde, a qué se dedica el que responde, si la lista de respondedores es fija… En fin, el método. Y costó. Algo tan sencillo costo bastante.
Antes de llegar a ese punto -el del método- hago un pequeño análisis sobre quienes ocuparon tal o cual posición en el último ranking, el del año pasado. Voy rápido porque, la verdad, la variación hay que encontrarla con lupa, al menos de 2017 para acá. Carlos Pagni y Marcelo Longobardi se alternan el primer y segundo puesto. Hugo Alconada Mon se mantiene en el puesto tres. Jorge Lanata sube y baja entre los puestos cuatro y seis. Hay nombres -siempre de hombres- que aparecen un año y desaparecen después: Jorge Fontevecchia, José del Río, Diego Cabot, Nelson Castro, Pablo Rossi. Mario Wainfeld aparece en el último relevamiento en el puesto diez: un verdadero outsider. El ranking 2022, entonces, quedó así, de mayor a menor: Pagni, Longobardi, Lanata, Tenembaum, Alconada Mon, Liotti, Fernández Díaz, Morales Solá, Novaresio, Wainfeld. Van a acusarme de edadista, pero es notable: el promedio de edad de los colegas que coparon los primeros diez puestos es de casi 62 años.
Entre que se publicó el resultado, el 27 de diciembre, y el 30 de ese mes hablé con… a ver, saco la cuenta… Hablé con dos periodistas que aparecen entre los primeros diez puestos y con seis que ocupan un lugar entre el 10 y el 25. Les pregunté qué sensación les generaba figurar en el ranking de “periodistas más respetados”, les pregunté qué era “ser respetado”, les pregunté para qué sirve un ranking de periodistas y si los rankings de este tipo eran, digamos, inocentones. Recopilé las respuestas porque pensaba trasladarlas a este Gracias por venir como declaraciones entrecomilladas, como “textuales”. Pero cuando empecé a escribir me di cuenta de que no era por ahí. Las respuestas de los colegas son valiosas, pero a mí lo que me interesaba era saber el cómo de la encuesta. Es decir: ¿Quiénes son los que dicen “éste es respetable”, “éste no tanto”, “éste no”? Y por qué una consultora privada está interesada en confeccionar un ranking y difundirlo.
Me detengo en esta obviedad: el top ten está conformado por varones. De acuerdo al sondeo de Poliarquía, el trabajo de las mujeres periodistas (o la identidad que sea, digo: quienes no somos varones cís) no es tenido en cuenta por los tomadores de decisiones ni por los “influencers” de la opinión pública. El caso de María O’Donnell es particular. Ella se metió en el top ten tres años consecutivos (entre 2017 y 2019) y en 2021, pero esta vez se quedó afuera y lejos. Es la única periodista mujer en veinte puestos. O’ Donnell, 52 años, trabajó en Página/12 y en La Nación, y fue vicedirectora de la revista TXT, todo un emblema en los dos mil. Tres Martín Fierro en la categoría “Mejor Labor Periodística Femenina”, dos premios Konex. Cuatro libros de No Ficción. Ocho canales de televisión, casi dos décadas de radio. Y con todo eso -como si la trayectoria de un periodista pudiera medirse en volúmenes y cantidades- le ofrecieron conducir la primera mañana en radio hace apenas seis años. ¿Por qué le costó tanto? ¿Por qué “no la vieron” antes?
Vuelvo al método de la encuesta, que es lo que me interesa. Al mismo tiempo que contactaba a periodistas que aparecían en la lista, el 27 de diciembre me puse en contacto con Alejandro Catterberg, presidente y co-fundador de la consultora Poliarquía para “molestarlo con una consulta”. Una fecha difícil, entre Navidad y Año Nuevo, lo sé. Propuse que me derivara si él no podía responder. Igual no llegué a hacer las consultas porque Catterberg me mandó el pdf con el informe completo, me pidió que no lo publiquemos y me avisó que “ahí hay mucha información más allá de ranking que supongo encontrarás interesante. Saludos”. Quedé mirando el chat de WhatsApp, queriendo saber algo muy sencillo: cómo se había formulado la pregunta, quienes respondían la pregunta... Para el director era suficiente: “En el informe está la metodología. No hay mucho más que seguir (sic). La pregunta a la qué haces referencia se trata de una pregunta abierta y espontánea”.
Me mandó a leer, que está bien porque es parte de mi trabajo. Busqué la metodología. Resulta que entre el 2 y el 19 de diciembre de 2022, 161 líderes (¿qué es un líder en la Argentina?) participaron del monitoreo. Fue una encuesta online a dispositivos móviles y fijos (¿compu con CPU? ¿Teléfono de línea?). La encuesta se hizo por primera vez en 2008. “Los líderes de opinión son aquellas personas que por su posición, conocimientos o recursos poseen la capacidad de ejercer influencia sobre las actitudes y las conductas de la opinión pública”, dice el informe. Igual, no me alcanza. Dos cosas. 1) Todo eso ya lo había leído. 2) Yo seguía con mis dudas.
¿Qué “posición, conocimiento y recursos” hay que tener para influenciar a la opinión pública? ¿“Recurso” es tener la prepaga al día? ¿“Posición” es ser dueño de la prepaga? ¿Qué es hoy, dónde está, “la opinión pública”? Insisto vía WhatsApp el 28: nada. Vuelvo al día siguiente, 29. Catterberg me dice que le pase las preguntas por escrito. Entiendo que no quiere hablar. Lo de las “preguntas por escrito” es una práctica cada vez más habitual que va en desmedro de la práctica periodística. Es cómodo, sí, pero es incompleto: no hay posibilidad de repreguntar, ni de profundizar, ni re-chequear, ni de hacer la misma pregunta de una manera diferente para, en el mejor de los casos, obtener la misma respuesta; no hay tono, no hay gesto. Y no hay, como le hubiese gustado a Catterberg, posibilidad de “conocerse” (ya verán). Lo de “mandame por escrito” es un problema siempre, salvo que se trate de una cuestión de dato puro y duro, como una estadística, donde la respuesta por escrito achica el margen de error para el periodista.
Pero está bien, antes que nada me conformo con eso. Paso las preguntas, son siete. Le pregunto cuándo cree que podré contar con las respuestas. Catterberg ahora me pregunta cómo conseguí su teléfono. La cosa se pone tensa. Su pregunta me parece un poco boba, así que mi respuesta es boba: “Soy periodista, Alejandro”. Como no hay respuesta sobre los tiempos que manejan para pasarme la información, lo llamo por teléfono. La conversación, es obvio, empieza mal y termina peor. “Ni siquiera te conozco”, me dice Catterberg y yo creo que tiene todo el derecho del mundo a no conocerme. Entonces empezamos a no escucharnos: ambos estamos reafirmando posiciones a uno y otro lado de la línea.
Catterberg no lo sabe, pero yo deseo, deseo intensamente en ese momento, que a Poliarquía se le ocurra hacer el ranking de les periodistas más rompehuevos del año. Quiero decírselo y decirle, además, que quiero el puesto uno, el dos y el tres. Quiero una fiesta de premiación, una corona de laureles y un ramo de flores y un trofeo dorado. Y quiero decirle también que puedo mandarle una foto mía en alta y la minibio y aclararle que mi apellido va con la de en alta y una sola ese. Pero como está absolutamente harto de mí y además al parecer desconoce que parte del trabajo de un periodista es conseguir información -rarísimo, dado que hacen un ranking de periodistas desde 2008, es decir, 14 años- me dice que alguien que no es él responderá mis preguntas.
Al día siguiente, el 30 de diciembre, Lucas Klobovs, director de Cuentas de Poliarquía, me envía las respuestas al cuestionario que había enviado por WhatsApp. Gracias, Lucas. Copio y pego, tal cual envié y tal cual devolvieron:
1. Respecto de la forma en la que se hizo el relevamiento: ¿cuál era exactamente la pregunta con la que se formó el Top 25 de periodistas 2022?
La pregunta era la siguiente: “Indique quién es el o la periodista argentino/a que más respeta”. Se trata de una pregunta abierta y espontánea.
1b. Entre los 161 líderes que respondieron, ¿figuran los periodistas que terminaron en el Top25?
De los 161 líderes que respondieron, 22 son periodistas. Dado que se trata de una encuesta confidencial, no podemos revelar quiénes respondieron y cómo lo hicieron.
2. ¿Quiénes son los 161 líderes? Me refiero a los nombres o lugares de pertenencia, algo que explique el mapa que se armó respecto de los periodistas.
Por cuestiones de confidencialidad, no podemos revelar los nombres de quiénes respondieron. Sí podemos indicar el sector al cual pertenecen los encuestados: academia e investigación, periodismo, consultoría, sector empresario y financiero y dirigencia política y social.
3. ¿Qué es para Poliarquía ser “respetado/a”? Recuerdo que en otros años se usó la palabra destacado.
Siempre se preguntó en el cuestionario por respeto, siendo éste un indicador de confiabilidad. De todas maneras, lo que importa es la mirada de los líderes sobre este aspecto.
4. ¿Qué les sugiere que en el Top 25 solo figure una colega mujer y en el puesto 17, María O’ Donnell?
No tenemos ningún comentario para hacer.
5. ¿Por qué resulta de interés para Poliarquía elaborar un ranking de periodistas? ¿Para qué “sirve”?
Este estudio se realiza desde 2008. A nosotros nos interesa conocer la opinión de los líderes de opinión sobre diversos temas. Uno es el tema de los periodistas pero no es el único. Además, teniendo una serie histórica, ver las evoluciones a lo largo del tiempo. En síntesis, estamos conociendo la opinión sobre este segmento en diversos aspectos de la realidad.
6. ¿Cada cuando se renueva la lista de 161 líderes de opinión? ¿Cuál es el criterio para elaborarla? ¿Qué porcentaje de masculinidades compone esa lista?
La lista se actualiza permanentemente, incorporando nuevas personalidades a la base que tenemos. Las invitaciones a responder se envían aleatoriamente a dicha base. La base es muy amplia y no tenemos especificado el género de la persona por lo que ahora no disponemos del tiempo para responder esa pregunta.
Este que viene ahora es el párrafo final. El definitivo. El remate. El lugar para cerrar la idea. Debe ser redondo. En todos los talleres de escritura te dicen lo mismo: el final se hace con energía porque son las líneas que tienen que quedar rebotando en la cabeza del lector, de la lectora. Es la parte total. La diatriba. No tengo más para decir que esto: el Poder al que consulta Poliarquía es macho y porteñocentrista, y además goza del privilegio de la “confidencialidad”, características que sesgan por completo el criterio de “respetabilidad” de un periodista. Un ranking de periodistas hecho de esa manera no sirve para nada.
VDM
Nota de la redactora: este texto fue escrito el martes 31 de enero y enviado a los suscriptores del newsletter Gracias por venir, el 1° de febrero. Podés suscribirte haciendo click aquí.