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Cuidar y maternar no garpa: cinco razones por las que la desigualdad económica no es un invento del feminismo

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“Si las mujeres fueran más baratas, todas las empresas las contratarían”. Esta frase del economista y presidente Javier Milei dicha en el debate presidencial y repetida una y otra vez, resume el negacionismo respecto a la brecha salarial de género. 

El argumento parece sólido y con sentido, ¿por qué las empresas van a perder plata contratando varones si pueden contratar mano de obra aún más barata? Y si bien, a priori, la sociedad le perdonó el despiste y lo eligió Presidente de la Nación, hay múltiples razones argumentativamente consistentes para sostener que la afirmación es fake.     

En el año 2023 la economista Claudia Goldin fue galardonada con el Premio Nobel de Economía por su investigación sobre la brecha laboral de género. En su análisis, Goldin demostró que una de las principales causas de la desigualdad salarial es la segregación ocupacional: las mujeres tienden a concentrarse en trabajos peor remunerados (educación, salud, tareas de cuidado), mientras que los hombres predominan en sectores mejor pagos (tecnología y finanzas).

Si bien Goldin señaló que estas diferencias están influenciadas por factores estructurales, sociales y culturales, algunos sectores tergiversan su trabajo para argumentar que las mujeres simplemente “eligen” esos empleos por preferencia personal. Sin embargo, la investigación de Goldin no sostiene que esta elección sea libre de condicionamientos, sino que está profundamente moldeada por normas de género, expectativas familiares y las barreras que enfrentan las mujeres en el mercado laboral, especialmente tras la maternidad.

En otras palabras, el estudio de Goldin no niega la existencia de la brecha, al contrario, revela cómo las decisiones laborales están influenciadas por el contexto social y económico. 

Preguntas y respuestas

En épocas en las que el dinero es protagonista y el sistema capitalista está en crisis, hablar de brecha salarial parece un trabajo difícil pero necesario. ¿Por qué aseguran que la diferencia salarial alcanza hasta el 30%? ¿Por qué organismos internacionales sostienen que para cerrar esta brecha nos hacen falta más de 200 años de políticas de igualdad? 

Las fake news alrededor de este tema son muchas y razones de la brecha aún más. Para poder contraargumentar al menos las cinco principales, las miradas de dos especialistas: Fabiana Solano, socióloga especializada en género y análisis de discursos políticos y Lucía Cimid Obon, economista especializada en desigualdad de género en el mercado laboral y economía del cuidado.

1- “Las mujeres eligen carreras peor pagas” 

Apela al desconocimiento de los sesgos de género. Si bien los movimientos feministas en esta década insistieron y alcanzaron cambios, la sociedad continúa profundizando estas diferencias en la crianza entre varones y mujeres. Los juguetes, las expectativas familiares y la representación en los medios refuerzan esta división. En Argentina, según la UNESCO, solo el 34% de quienes estudian carreras STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) son mujeres. 

A su vez, el valor económico también está sesgado por el género. Los sectores feminizados se pagan menos porque se consideran una extensión del rol doméstico. Podríamos decir que casi todo se desprende del concepto de “vocación”, las mujeres no hacen las tareas del hogar, del cuidado o de la enseñanza porque ganan un salario sino porque tienen la “vocación” de hacerlo a cualquier precio. 

Si miramos al sector de servicio doméstico, conformado casi íntegramente por mujeres, registra una tasa de informalidad del 75,6%. Casi ocho de cada diez empleadas domésticas se encuentra fuera del mercado laboral formal y lejos de sus derechos. 

Además, la relevancia de este sector para la estructura ocupacional es tan clave que, si se registrara al total de trabajadoras de casas particulares, la tasa de informalidad de la economía argentina se reduciría en 6,7 puntos porcentuales (caería del 36,7% al 30%). 

2- La maternidad interrumpe las carreras laborales de las mujeres

Otra vez, la cuestión de los cuidados como eje principal de la brecha. El problema no es tener hijes, sino que las tareas de cuidado recaen desproporcionadamente sobre las mujeres. A su vez, las licencias parentales desiguales refuerzan esta brecha.

“Hace más de 30 años que existen proyectos de ley para modificar las licencias parentales y nunca avanzan por falta de compromiso de los varones en el poder. No se trata solo de un problema de género, sino de política social. Los niños y niñas que crecen con ambos progenitores presentes tienen mejor desarrollo y mejores niveles educativos. La falta de licencias equitativas refuerza la idea de que la maternidad es un problema laboral”, sostiene Lucía Cimid Obon.

Por su parte, Solano refuerza: “El problema no es la maternidad sino que el sistema interpreta la maternidad como un problema. Por eso tantas mujeres postergan la maternidad o directamente deciden no tener hijes. Y eso se ve en las estadísticas. Al no tener un acompañamiento institucional nos interrumpe nuestro desarrollo laboral”. 

Las empresas, por otro lado, penalizan a las madres y no a los padres. Las mujeres que crían enfrentan más dificultades para ser contratadas, promovidas y acceder a mejores sueldos. Lo contradictorio es que la paternidad suele estar asociada a mayor estabilidad y confiabilidad laboral. Un estudio de la CEPAL muestra que las madres ganan, en promedio, un 25% menos que las mujeres sin hijes, mientras que en los hombres la paternidad no afecta sus ingresos.

3- Las mujeres trabajan menos horas por responsabilidades de cuidado

Desarmemos esta afirmación compleja: “Las mujeres trabajan menos horas por responsabilidades de cuidado”. Por un lado, hay mujeres que sí eligen cuidar pero, por el otro, la falta de licencias parentales equitativas, guarderías accesibles y horarios flexibles obliga a muchas mujeres (las que quieren y las que no quieren cuidar como única tarea) a reducir su jornada laboral. 

El trabajo a tiempo parcial tiene menos beneficios laborales y menor cobertura de seguridad social. Además, quienes trabajan menos horas, cotizan menos para su jubilación y tienen menos oportunidades de ascenso. 

En Argentina las mujeres dedican el doble que los varones a las tareas del cuidado. El 52,4% de las mujeres ocupadas trabajaban en puestos de media jornada, en comparación con el 25,4% de los hombres. 

Es muy loco (no) pensar que si bien el trabajo de cuidado y del hogar sostienen a la economía, ese trabajo está invisibilizado. Si se valorara económicamente, equivaldría a un 16% del PBI.

Estas labores permiten que otros (mayoría varones) puedan trabajar a tiempo completo. El cuidado tiene valor: si alguien necesita limpiar su casa o cuidar a adultos o a infancias, tiene que pagar para conseguirlo. 

4- Si fueran más baratas, solo contratarían mujeres

Volvamos a la frase de Milei: “Si fueran más baratas, solo contratarían mujeres”. Las decisiones de contratación no se basan únicamente en costos. Los sesgos y los estereotipos de género inciden. Las mujeres suelen ser vistas como “más propensas a faltar”, lo que lleva a que no sean la primera opción. 

Un informe de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo (SRT) destaca que las mujeres enfrentan mayores tasas de desempleo, subocupación e informalidad en comparación con los hombres. Y eso que en esta nota no hablamos sobre la segmentación horizontal y vertical que dificulta el acceso a puestos de liderazgo.

Según Lucia Cimid Obon, gracias a los estereotipos, el mercado cree que las mujeres somos más caras y no más baratas. “Si hacen la cuenta completa, piensan en la posibilidad de que nosotras faltemos o nos embaracemos con una licencia de 90 días cuando los varones no la tienen”, sostiene. 

En Argentina, las mujeres representan solo el 35% del empleo registrado en el sector privado, a pesar de ganar menos que sus colegas varones (Fuente: Ministerio de Trabajo, 2023).

5- El mercado es “neutral” y no discrimina por género

El mercado está atravesado por normas sociales, culturales y de poder. Los sesgos de género persisten en todos los ámbitos pero particularmente el económico. Las decisiones de contratación, ascenso y remuneración se basan en percepciones sesgadas sobre la capacidad de las mujeres y la de los varones.

Un ejemplo de esto es un estudio que se llevó a cabo en el Instituto de Políticas Laborales de EE. UU. Este análisis mostró que, con currículums idénticos, los hombres recibían un 30% más de respuestas de entrevistas que las mujeres. 

Desde entonces, algunas empresas comenzaron a implementar sistemas de selección “a ciegas”, es decir, sin incluir nombre ni género en los CVs, con el objetivo de reducir posibles sesgos en la primera etapa del proceso. No se trata de una norma general ni de una política extendida, pero sí de una práctica creciente que busca evidenciar cómo incluso un dato mínimo —como el nombre— puede condicionar una oportunidad laboral.

Además, el pluriempleo, fenómeno contemporáneo, también tiene cara de mujer. En nuestro país esta forma agotadora de vincularse con el terreno profesional tiene a las mujeres de rehenes en un círculo vicioso de precarización. Mientras que el casi el 12% se mueve en el terreno de los múltiples empleos, solo el 6,2% de los varones lo atraviesa. 

Al respecto, Solano finaliza: “Debido a todo esto, es que es tan importante la construcción de estos espacios libres de sesgos para transformar el mercado. Que una empresa tenga una mirada piola al respecto no modifica en absoluto la reproducción sistémica, que ese es el gran problema en la actualidad. Se necesitan políticas públicas, una discusión permanente y una conversación social acorde a este nuevo paradigma para poder modificar al mercado”.

PG / MA

“Si las mujeres fueran más baratas, todas las empresas las contratarían”. Esta frase del economista y presidente Javier Milei dicha en el debate presidencial y repetida una y otra vez, resume el negacionismo respecto a la brecha salarial de género. 

El argumento parece sólido y con sentido, ¿por qué las empresas van a perder plata contratando varones si pueden contratar mano de obra aún más barata? Y si bien, a priori, la sociedad le perdonó el despiste y lo eligió Presidente de la Nación, hay múltiples razones argumentativamente consistentes para sostener que la afirmación es fake.