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Milei logró unir a los feminismos: en contra

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“Queremos que la consigna sea corta y contundente”. “No podemos dejar de nombrar a Milei y a sus cómplices”. “Las representantes de la Intersindical de Mujeres y de la economía popular deben ir adelante”. “Las que efectivamente están en lucha también…”

El intercambio de estas frases apenas constituye una muestra minúscula de lo que se discutió en las semanas previas al 8M. Tras más de seis años de marchar por separado, este 8 de marzo de 2024 confluyeron en una sola columna todas las organizaciones feministas de Córdoba, a las que se sumaron organizaciones estudiantiles y partidos políticos; pero sobre todo gente suelta, miles y miles que llegaron sobre la hora, con sus pañuelos y sus carteles artesanales, para confluir en una de las manifestaciones más grandes y diversas de las que se tenga memoria.

Las más optimistas hablan de 80 mil, otras dicen 50 mil. Lo cierto es que por las anchas avenidas Colón y General Paz, entre 9 y 10 cuadras compactas de mujeres de todas las edades, travestis y trans, se unieron para corear una vez más las consignas que les son propias y la más popular por estos días: “Milei, basura, vos sos la dictadura”. 

Feministas al frente

En cualquier caso, los feminismos volvieron a mostrar que no hay ningún otro movimiento político con semejante nivel de convocatoria. Y que aun en la Provincia en la que 7 de cada 10 votos fueron para Javier Milei -–como antes lo habían sido parar Macri– la calle sigue siendo de la protesta por los derechos aún no conquistados y por los amenazados; de la alegría de estar vivas, de la bronca por las que ya no están, de la militancia y de la fiesta.

Una compañera le dijo a otra: “¿Viste? Valió la pena tanto trabajo, ¡esta marcha es espectacular!”. La respuesta fue: “Sí, valió la pena, pero me parece que la marcha del 8M ya no les pertenece a las organizaciones. Es patrimonio colectivo, se hace sola”. Un debate interesante puesto que lo mismo se dice del 24 de marzo: que son marchas que salen solas; que aunque nadie organice la gente sale a la calle y marcha. 

Posiblemente tengan razón las dos. Estas manifestaciones son el resultado del trabajo de las precursoras, muchas de las cuales ya no están; de los 37 Encuentros Nacionales; de la obstinación de un pequeño grupo y de la masividad del Ni Una Menos; de las múltiples organizaciones y colectivos feministas que se dejan la piel para llegar a acuerdos, para hacer prensa y propaganda, para organizar la seguridad, consensuar las consignas y escribir los documentos. Y lo mismo vale para el 24M, que comenzó con las Madres y las Abuelas, después HIJOS y cantidad de organismos de Derechos Humanos; desbordó a la política partidaria y terminó por convocar a cientos de miles a lo largo y ancho del país. Quizás entre las conquistas está esa sensación de espontaneidad. Ir a estas marchas es al mismo tiempo cumplir con un compromiso político y participar de un lugar de encuentro con mucha gente a la que hace meses que no ves, o que ves seguido, y es hermoso reconocerse en convicciones y complicidades. Es como si esa idea de salió sola fuera un efecto, una consecuencia del gran trabajo y de la experiencia de las principales organizadoras.

El amor y el espanto

Es probable que el espanto haya pesado más que el amor. Que el plan de exterminio de Javier Milei –que viene apuntando a las feministas y a las políticas de género desde hace años, pero que desde que asumió la presidencia barrió ministerios y desfinanció las políticas públicas de protección y promoción de las mujeres y diversidades- haya limado las diferencias. Desencuentros menores comparados con la violencia de las ollas vacías, de los salarios de hambre, del desempleo, del ajuste y de la pulverización de toda esperanza de futuro.

Consultadas acerca de este proceso de unidad, dirigentas de los feminismos cordobeses responden con contundencia. Leticia Medina está al frente de la CTA-Córdoba y es secretaria adjunta del gremio de docentes universitarios (ADIUC). Fue una de las “negociadoras” –en representación de Alerta Feminista– que protagonizaron largas reuniones en las jornadas previas al 8M. “Las conversaciones entre Alerta Feminista y las representantes de la asamblea NUM partieron de una certeza, de una convicción que compartimos desde el inicio: teníamos que hacer una marcha unificada y de eso no podíamos bajarnos”, recuerda Leticia, así como que el eje central de esta marcha tenía que ser “la denuncia de las políticas de ajuste y de hambre del gobierno nacional, que está atentando contra la vida de una gran mayoría del pueblo argentino”.

Para Alerta Feminista el balance de la marcha es muy positivo: “Esta es la unidad que pudimos construir”, dice Leticia, aunque no desconoce “las diferencias de lecturas políticas, de posturas, que tenemos entre los diferentes sectores de los feminismos. Pero más allá de eso –y de algunos inconvenientes que hubo durante la movilización– hay certezas que compartimos, como que el feminismo está vivo, que es un movimiento que tiene capacidad de reorientar sus acciones, de recrear sus consignas leyendo el escenario político y que además tiene, sigue teniendo, una enorme capacidad de movilización”.

Negociaciones que sientan un precedente 

Pate Palero, referente histórica de colectivos de mujeres, dice que “La unidad es siempre un desafío porque requiere trabajos de consenso y de negociación que suelen ser desgastantes”. Pate es la directora ejecutiva de Católicas por el Derecho a Decidir (CDD) y está organizada en Alerta Feminista, el colectivo que impulsó la negociación para que esta vez –tras años de marchar en columnas separadas– se concretara un acuerdo con las compañeras nucleadas en la asamblea Ni Una Menos (NUM). “Lo que estaba claro para Alerta Feminista era que el contexto ameritaba ese esfuerzo, nos obligaba a priorizar las coincidencias por sobre las diferencias. Nos unió la conciencia de estar siendo atacadas como colectivo global. Por eso nuestras respuestas debían ser también unificadas”, afirmó.

Piensa Palero que la unidad es siempre un desafío que requiere trabajos de consenso y de negociación que suelen ser desgastantes. Y sobre esta situación, reconoce: “hay diferencias ideológicas y metodológicas –además de rasgos personales- a sortear, estableciendo acuerdos internos muy específicos para que todos los sectores propios se sientan representados. Y a su vez defendiendo espacios colectivos que son atacados por la derecha, pero a veces también debilitados por la crítica de izquierda”.

Juntas para defender derechos

Laura Vilches, docente, concejala del PTS-FITU y referente de la agrupación Pan y Rosas, piensa que “Lograr una convocatoria unificada en un contexto de ataque de los gobiernos nacional y provincial fue importante. En cuanto a derechos de las mujeres y diversidades, crucial, porque así fue como conquistamos nuestros derechos –como el derecho al aborto– y así tenemos que defenderlos”.

En relación a las principales tensiones para lograr la unidad, la concejala piensa: “no fue sólo por la unidad en sí, sino porque pudimos levantar claramente quiénes son los responsables de esos ataques a las mujeres, tanto Milei como sus cómplices provinciales, y en el caso de Córdoba esto es central: Llaryora viene atacando sistemáticamente a un sector de trabajadoras altamente feminizado como somos las docentes”. Y destaca la importancia de que las trabajadoras en lucha encabezaran la marcha. Este fue otro de los puntos debatidos, pues para Alerta Feminista estos conflictos estaban suficientemente representados por las dirigentes sindicales (de la Intersindical de Mujeres de Córdoba) y las compañeras de la economía popular. Finalmente se llegó a un acuerdo y la marcha fue encabezada por éstas, junto a referentes políticas y de agrupaciones en conflicto como las docentes. En tal sentido Laura Vilches considera que “fue clave que encabezaran las trabajadoras en lucha, como las docentes, pero también de prensa, que están en el centro del ataque. Abrazar sus causas y rodearlas de solidaridad para que las luchas triunfen es clave y por eso otra demanda central fue la exigencia de paro general a las centrales sindicales”.

Naty Di Marco, histórica de Ni Una Menos, se centra en el contexto político nacional e internacional: “Frente a este gobierno fascista, autoritario, ultraconservador, que está atacando a todo el pueblo pero que se ha ensañado con el feminismo, el transfeminismo y el movimiento de la diversidad de los últimos años, frente a esa crueldad, no cabe ninguna fisura en la resistencia en la unidad”. En referencia a los movimientos de mujeres de Honduras, Bolivia, Brasil, Perú, entre otros, destaca el papel central de los feminismos, a los que considera en muchos casos inspirador y referencia para los pueblos que luchan contra gobiernos autoritarios. Por ello en Argentina, y en particular en Córdoba, sostiene: “hay plena conciencia de la responsabilidad política, motor de esa unidad para que no sin dificultades, sin ocultar las identidades e historias políticas de cada una, asumiéramos la tarea de hacer una marcha de unidad”.

Mujeres (y) trabajadoras 

La del 8 de marzo fue una marcha enorme en todo sentido. Miles y miles de personas, organizadas o no, de todos los sectores de la política y de la economía marcharon divertidas y desafiantes. Las participantes celebraron la unidad en las calles, por su potencia contestataria y por el reencuentro en un movimiento tan atacado por la ola conservadora y al mismo tiempo tan masivo y contundente en la defensa de los derechos conquistados y en la oposición a las políticas de hambre y ajuste de los gobiernos. En ese marco, Debora Koraj, del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) sabe que la unidad no fue fácil, que siempre hay algo en lo que no se está totalmente de acuerdo. “Era muy importante para ambos sectores del feminismo cordobés [Alerta Feminista y Asamblea NUM ] mostrar esta unidad. Una unidad en contra de este gobierno y sus políticas de ajuste y eso siempre se mantuvo como objetivo. Además en Córdoba, donde hubo tantos votantes de Milei, era importante mostrar a quienes se habían creído lo de la casta que estamos luchando en unidad, que podían sentirse acompañadas, aunque muchas vecinas y vecinos sean todavía indiferentes. Fuimos una gran marea demostrando unidad en la lucha contra el ajuste”, dice Debora. Pero además afirma que los feminismos tienen que llegar a los barrios: “Tienen que escuchar y compartir las demandas del pueblo trabajador, de nuestras compañeras de la economía popular y también de la gente que no está organizada y son quienes peor la pasan”.

La dirigente del MTE milita “un feminismo popular, que incluya a todas las trabajadoras, a las mujeres de la construcción, de los comedores y también a las que cuidan y no son remuneradas” e insiste en que la organización es central para pelear contra el ajuste, el hambre y la violencia. “Los sectores excluidos tienen que ser abrazados por el feminismo”, dice Debora. “Nosotras –desde el MTE- venimos con una agenda compleja, laburando sin parar en los barrios, porque nos están hambreando y criminalizando por todos lados”.

Ni troskas ni peronchas

Ayelén Altamirano, una de las fundadoras de Alerta Feminista, se suma a la reivindicación del acuerdo, considerando que “el trabajo por la unidad fue clave e implica una lectura correcta de la etapa política que estamos viviendo. El ataque del gobierno nacional a las mujeres y a las disidencias nos tiene que hacer replantear la necesidad de la unidad en la acción; tenemos diferencias, por algo durante muchos años nos costó encontrarnos; hacemos diferentes lecturas del Estado, pero la mirada estratégica de lo que se necesita hoy sí es común”. Además, reflexiona sobre el sentido profundo de la unidad: “No sólo es importante para las organizaciones. Es fundamental para la sociedad, porque se ha roto el tejido social y tenemos que poder plantear algún horizonte. Reivindicar la necesidad de la unidad, el poder construir con otro, ejercer y demostrar el valor de lo colectivo. La sociedad nos necesita hoy unidas con una agenda común, con reivindicaciones comunes. Eso lo aprendimos también en el 2018, en la lucha por el aborto legal, seguro y gratuito. Cuando vamos todas por algo, lo conseguimos”.

Con un origen común –la Asamblea Ni Una Menos–, a posteriori se bifurcaron los caminos. Sin embargo Ayelén y el resto de las entrevistadas coinciden en que los feminismos siempre han estado activos. Que la historia no empezó en el 2015 y que antes y después ha ido creciendo la voluntad de organizarse, de participar de la disputa de poder. “Pensar en un proyecto político a largo plazo, que en Córdoba nos ponga a las mujeres y a las disidencias como protagonistas, no me parece algo tan lejano.”, resume Ayelén Altamirano.

Leer correctamente la etapa es también acabar con las simplificaciones ofensivas: no son “las troskas”, no son “las peronchas”; tampoco las asamblearias frente a las burócratas, o las débiles ideológicamente frente a las revolucionarias. Es una sociedad golpeada y dividida por arriba que necesita la unidad desde de abajo. 

El desencuentro de tantos años parece ir cicatrizando. Este 8M ha sido un punto de partida, un ejemplo para la sociedad cordobesa que volverá a manifestarse el 24 de marzo. Todo indica que esta vez, en la Córdoba contradictoria del Cordobazo y del triunfo aplastante de Milei, el 24M será una gran marcha, unitaria y diversa. Ese es el Pacto que se necesita con urgencia.

GW

“Queremos que la consigna sea corta y contundente”. “No podemos dejar de nombrar a Milei y a sus cómplices”. “Las representantes de la Intersindical de Mujeres y de la economía popular deben ir adelante”. “Las que efectivamente están en lucha también…”

El intercambio de estas frases apenas constituye una muestra minúscula de lo que se discutió en las semanas previas al 8M. Tras más de seis años de marchar por separado, este 8 de marzo de 2024 confluyeron en una sola columna todas las organizaciones feministas de Córdoba, a las que se sumaron organizaciones estudiantiles y partidos políticos; pero sobre todo gente suelta, miles y miles que llegaron sobre la hora, con sus pañuelos y sus carteles artesanales, para confluir en una de las manifestaciones más grandes y diversas de las que se tenga memoria.