Las organizaciones y empresas que abogan por el progreso social han estado luchando por cambiar la realidad de la profunda desigualdad de género en el mundo de la informática. Los datos del IBGE (Instituto Brasileño de Geografía y Estadística) indican que sólo dos de cada 10 profesionales de la tecnología son mujeres en Brasil. Sin embargo, la igualdad de género en el sector informático se considera esencial para contratar y retener a un personal diverso y permitir así que las empresas tengan una visión más amplia y precisa del mundo.
Desde 2016, existe una nueva arma en esta lucha: {reprograma}, una startup social brasileña que ofrece formación, tutorías y contactos profesionales sobre todo a mujeres negras, travesti y transexuales que no tienen los recursos ni las oportunidades para estudiar programación informática.
Según su directora general, Nadja Brandão, las estudiantes están cualificadas para los puestos de trabajo una vez que completan con éxito un curso de 18 semanas. Hasta la fecha, unas 3.000 mujeres han participado en los talleres de selección de {reprograma} y la mitad de ellas se han convertido en estudiantes. Más del 60% se identifican como negras o mulatas y un 6% como trans o travesti.
Brandão cuenta que, al principio, el 99% de las alumnas eran mujeres blancas. Sin embargo, para que todo el mundo entendiera que la informática es un mercado accesible como cualquier otro, se animó a mujeres negras, madres solteras, mujeres trans y travesti, así como a mujeres desfavorecidas económica y socialmente, a que presentaran su solicitud.
“Las mujeres blancas siguen participando, pero la idea es abrir las puertas para que todo el mundo pueda verse reflejado en este mercado; eso anima a otras mujeres”, explica Brandão.
El expediente de cada estudiante se revisa minuciosamente para que las mujeres que necesiten ayuda económica para completar la formación puedan obtenerla. “No todas tienen ordenador o acceso a Internet, otras pierden su trabajo durante el curso o necesitan aceptar un segundo empleo para mantener a sus familias”, dice Brandão. “Así que buscamos acuerdos institucionales y empresariales para ayudarlas y evitar que abandonen”.
Según RAIS (Relación Anual de Informaciones Sociales), la participación femenina en el mercado laboral de la informática en Brasil ha crecido en los últimos años, pasando de 65.800 mujeres en 2015 a 92.800 en 2021. {reprograma} está trabajando para aumentar esas cifras y este año espera formar completamente a más de 440 profesionales.
Brandão señala que más del 85% de las estudiantes encuentra trabajo a los seis meses de graduarse. Aunque estos resultados son alentadores, no se hace ilusiones: sabe que hacen falta muchos más años de duro trabajo para acabar con la desigualdad racial y de género en el ámbito laboral.
Su propia experiencia como mujer negra en puestos directivos de grandes empresas la llevó a abogar por una mayor diversidad. “Hay una sensación de soledad porque no ves a otras mujeres negras. Por eso acepté la invitación de trabajar en {reprograma} y acercar a las mujeres a los puestos de liderazgo. Aquí adquieren conocimientos pero también aprenden que pueden representar y fomentar la diversidad dentro de una gran empresa”.
Eso es lo que le ocurrió a Josiane Santiago, de 56 años, que trabajó como fisioterapeuta durante 25 años antes de buscar un cambio profesional. “{reprograma} fue un gran punto de inflexión para mí. Allí desarrollé habilidades personales y profesionales pero también compartí la experiencia con otras mujeres y aprendimos unas de otras. Me empoderé, me valoré”. Hizo el curso de programación en 2019, a los 53 años y ahora trabaja en su segunda empresa de informática donde la han ascendido a ingeniera de software.
Para ser contratada, Santiago tuvo que competir con 120 candidatos en un programa diseñado para promover la inclusión de empleados negros. Fue una de los 20 seleccionados, de los cuales sólo tres se convirtieron en trabajadores indefinidos. Hoy es la única mujer en un equipo de ocho personas. “No podemos dar por sentado ningún avance; tenemos que luchar para reclamar nuestro lugar”.
Otra historia de éxito es la de Beatriz Ramerindo, de 25 años. En agosto de 2021, tras realizar el curso de {reprograma}, se trasladó de Río de Janeiro a São Paulo, donde ahora trabaja como profesora e ingeniera de software en la empresa que quería. “Pasé de tener unos ingresos casi nulos a ganar tres veces el salario mínimo más beneficios en una empresa asociada a {reprograma}”.
Ramerindo cuenta que vivió la mayor parte de su vida con su familia en el Complexo do Chapadão (en la zona norte de Río de Janeiro). Los bajos ingresos familiares y otros factores hicieron que abandonara los estudios después del sexto curso, pero en 2014, terminó la escuela gracias a EJA (Educación para Jóvenes y Adultos). Cinco años después, al comienzo de su transición de cambio de género, se graduó en el instituto.
En 2020, una amiga le habló sobre {reprograma}. Ella ya tenía nociones de JavaScript, así que participó en el taller de selección para apoyar a su amiga. Al final, ambas fueron seleccionadas para el curso de {reprograma}.
Para Keila Simpson, presidenta de ANTRA (Asociación de Travestis, Transexuales y Transgéneros de Argentina, que defiende los derechos de las personas trans), las iniciativas que permiten la inserción de la población trans en el mercado laboral son positivas y espera que haya otros programas de este tipo que generen más oportunidades. “Es muy importante que se contrate a mujeres negras, transexuales y travestis*, porque estas personas sufren una gran exclusión”.
Junto con {reprograma}, otras instituciones y empresas ofrecen ahora formación para ayudar a más mujeres a introducirse en el mercado brasileño de la informática. Entre ellas están PretaLab, Microsoft, Softex, Mais Mulheres em Tech (Más mujeres en la tecnología), Olabi, Assespro-PR, PrograMaria y TechGirls.