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Cuatro clases magistrales de Ricardo Piglia sobre Jorge Luis Borges, gratis y online

Sofía Leibovich

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Ricardo Piglia fue uno de los escritores y críticos literarios más importantes del país, autor de novelas como Plata quemada (1997), Respiración artificial (1980) y los libros de cuentos Los casos del comisario Croce (2018), El pianista (2003) y Cuentos morales (1995). Estudió en la Universidad Nacional de La Plata y fue profesor en Harvard y Princeton. Entre sus libros de ensayos más conocidos están Las tres vanguardias (2016), Crítica y ficción (1986), El último lector (2005) y Teoría de la prosa (2019), este último publicado póstumamente.

Recibió el Premio Konex de Brillante en Letras, el Premio Planeta, el Premio Hammett y el Premio Formentor de las Letras, entre otros reconocimientos. Escribió guiones de películas como El astillero, una adaptación de la novela homónima del escritor uruguayo Juan Carlos Onetti, y el guión de la serie Los siete locos y los lanzallamas, basada en los libros de Roberto Arlt. Sus últimas publicaciones en vida fueron Los diarios de Emilio Renzi —el nombre de su alter ego literario—, compuestos por tres tomos que escribió durante su juventud y adultez. 

Además de analizar los textos de Roberto Arlt y Juan José Saer, Piglia centró gran parte de su obra crítica en Jorge Luis Borges. A lo largo de las cuatro clases magistrales, disponibles en YouTube, Piglia se dedica a derribar algunos mitos en relación a la figura de Borges —como la creencia de que era una especie de alienígena o aerolito—, y piensa en por qué su obra significó un antes y un después para la literatura argentina.

Entre los libros más célebres de Borges están Historia Universal de la infamia (1935), Ficciones (1944) y El Aleph (1949), además de sus ensayos El idioma de los argentinos (1928), Discusión (1932) y Otras inquisiciones (1952). Su producción poética empezó en 1923 con Fervor de Buenos Aires, y después le siguieron El hacedor (1960), Elogio de la sombra (1969) y El oro de los tigres (1972), entre otros poemarios.

En la primera charla, Piglia explica que Borges inventó la “ficción especulativa” o la “literatura conceptual”, donde lo que predomina son las ideas, similar al arte conceptual de Marcel Duchamp. Piglia dice que el aspecto más revolucionario es que Borges “creó un procedimiento para que otros también lo hicieran, que es lo máximo a lo que puede llegar un escritor”. Después remarca que el autor se especializó en las formas breves —ensayos, poemas y, sobre todo, cuentos— y que nunca escribió un texto que superara las diez páginas porque “le parecía demasiado vulgar”. 

La obra de Borges se centró en ver cómo la ficción actúa en la realidad, entendiendo a la ficción como algo que no es verdadero ni falso y, por lo tanto, no se puede verificar. El escritor argentino trabajó en esa zona inestable que, como dice Piglia, “en la vida real se suele dejar de lado”. 

La charla también trata sobre la vida personal de Borges. Intenta refutar la idea de que era un burgués que tuvo una vida fácil, un “personaje que bajó de no se sabe qué altura”. Al respecto, Piglia dice: “Borges trabajó como trabajamos los escritores en Buenos Aires: hizo de todo”. Fue periodista, dirigió el suplemento cultural de Crítica, escribió en la revista Hogar, fue profesor universitario y dio conferencias en todo el mundo.

Piglia explica que Borges redefinió lo que en ese momento se consideraba literatura nacional, al establecer un mito de origen compuesto por dos tradiciones opuestas. Por un lado, el linaje materno: una familia tradicional argentina con héroes militares y estacioneros; por el otro lado, la familia paterna con ascendencia inglesa, formada por lectores e intelectuales.

Borges se piensa como heredero de estas dos tradiciones aparentemente contradictorias: de un lado está el cuerpo, la barbarie y el deseo y, en el otro, la inteligencia y la biblioteca. Piglia dice que Borges “está fascinado por la barbarie” y mantiene los dos extremos en tensión. En sus cuentos, “siempre hay un lugar donde los opuestos terminan por identificarse”.

Justamente, en su ficción se manifiestan “todos los elementos de su vida pero cambiados un poco de lugar”. Según Piglia, tanto la memoria como la biblioteca son máquinas de construir ficciones. Las historias de cuchilleros, como el cuento de 1927, “Hombre de la esquina rosada”, se basa en la herencia de la familia de su madre. El cuento “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”, publicado en 1940, se nutre de los saberes letrados del lado paterno, al abordar el descubrimiento de una versión apócrifa de la Enciclopedia Británica.

Otro aspecto que remarca Piglia es el uso que hace Borges de la lengua popular. Dice que es el primer escritor, después de la gauchesca, que le da voz a un narrador de clase baja. En la literatura borgeana “hay una fascinación por el habla popular porque el habla popular pone en cuestión el estereotipo de la lengua literaria”.

Un rasgo distintivo de sus textos es que “la erudición funciona como sintaxis”, es decir, permite articular una cosa con otra. Piglia dice que es posible reconocer las influencias de muchos campos del arte y del saber; Borges era un lector apasionado de biografías, enciclopedias, de filosofía, ciencia y matemática. Piglia hace énfasis en cómo, en sus textos, la erudición es una forma de narrar que le permite manejar la cultura de distintas maneras, ya sea mezclándola con la ficción o poniéndola en duda.

Ante la pregunta acerca de cómo escribir si todo ya está escrito, los textos de Borges permiten vislumbrar dos alternativas: incendiar la biblioteca o copiar. Piglia dice que copiar es el “gran ejercicio borgeano”, así como resumir, citar, reducir y crear textos nuevos a partir de los anteriores, como en el cuento “Pierre Menard, autor del Quijote”.

En la tercera clase, Piglia afirma que Borges es un gran lector de vanguardia porque “abre caminos, crea situaciones de lectura nuevas y pone en relación textos que no existen”. Siguiendo a Macedonio Fernández, Borges crea nuevas formas de leer: en “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius” muestra cómo la ficción entra en la realidad, cómo la perturba y la cambia.

Por último, Piglia hace énfasis en el papel de Borges para redefinir las ideas en torno a la literatura argentina, así como las formas de leer establecidas. Desde la perspectiva borgeana, “la tradición nacional es un modo de usar la cultura extranjera. Siempre lo que nos viene está descolocado, no está en la tradición que dice ser”, expresa Piglia. La literatura de Borges evidencia esa incongruencia y pone en tensión dos linajes opuestos, mezclando “barbarie” y “civilización”. 

SL