“El risitas” era el cómico Juan Joya Borja, que murió el año pasado, y se hizo famoso en España por su participación en el programa de Jesús Quintero, donde sufrió (y provocó a su anfitrión) un ataque de risa contando una anécdota que si contara cualquiera de nosotros, no provocaría ni una elevación de ceja.
Años más tarde, en 2014, los usuarios de YouTube lo encontraron y empezaron a subtitularlo en otros idiomas con cualquier pretexto, de modo parecido como se hace aquí con la famosa escena de Hitler en “El hundimiento”. “El risitas” se convirtió en un meme para la posteridad.
Sabemos que la risa es contagiosa y, los ataques de risa, esos episodios en los que la risa es incontrolable, aún más. El estudio de la risa se llama gelotología, y es un área fascinante en la que todavía queda mucho por descubrir.
Tipos de risa
En general hay dos tipos de risa: voluntaria y espontánea. La risa voluntaria ocurre por término medio cinco veces en una conversación de 10 minutos. Son los toques de humor que usamos para que la conversación sea más fluida y amena, y está relacionada con la actividad en la corteza prefrontal de cerebro, donde se planifica y reside el lenguaje. Es decir, es una risa “pensada”.
La risa espontánea es un reflejo, casi como el hipo. Está relacionada con las emociones y controlada por estructuras más profundas en el cerebro, como la amígdala y el hipotálamo. Se podría decir que la risa es una expresión sonora de una emoción. Puede expresar alegría y felicidad, la pueden provocar las cosquillas y también sustancias como el óxido nitroso, el bien llamado “gas de la risa”. Los bebés empiezan a reírse alrededor de los cuatro meses de edad, mucho antes de aprender a hablar, y está presente en todas las culturas.
Como sabe cualquiera que se ríe de un chiste, la risa surge de crear una tensión para luego liberarla de forma inesperada. Es como si el cerebro experimentara un miniorgasmo por haber resuelto el acertijo. Por eso no nos hacen gracia los chistes confusos que necesitan explicación.
Lo interesante es que la mayoría de las personas, gracias a la empatía, somos capaces de distinguir casi sin fallos una risa emocional, más auténtica, de una risa social. Es como si la risa, además de una relajación de la tensión, fuera también un lenguaje.
La risa que nos une
Los humanos no somos los únicos animales que reímos. En un estudio se ha podido comprobar la similitud de las formas de risa inducidas por las cosquillas entre varios tipos de primates, lo que sugiere que es algo que compartimos y comparte un origen común con nuestros primos evolutivos.
Lejos de ser un simple reflejo, parece que la risa tiene un papel importante en la comunicación y forma parte de la conversación. La risa se asocia con la formación de lazos con otras personas, llegar a acuerdos, el afecto y la regulación emocional. No en vano una de las frases más usadas en Tinder es “busco alguien que me haga reír”.
La risa también es esencial para el aprendizaje. En concreto, el humor mejora el rendimiento de los estudiantes porque consigue atraer y mantener la atención, reducir la ansiedad, mejorar la participación y aumentar la motivación. Pero no vale cualquier tipo de risa. Para conseguir estos efectos, es importante utilizar un humor que tenga que ver con el contenido que se enseña y que no sea despectivo hacia nadie.
La risoterapia está de moda desde hace años para tratar el estrés, la depresión y la ansiedad. La risa hace disminuir los niveles de hormonas del estrés, como el cortisol y la adrenalina, y aumentan la activación del sistema de recompensa por la dopamina.
Los ataques de risa
Pero ¿qué ocurre cuando la risa es incontrolable? Los ataques de risa como el provocado por “El risitas” pueden describirse como una risa intensa y espontánea que sigue produciéndose a pesar de que no hay un desencadenante claro. Desde el punto de vista fisiológico se producen contracciones rítmicas del diafragma, se altera la respiración, lloran los ojos y es casi imposible hablar.
Los expertos comparan estos ataques de risa con pequeños ataques epilépticos, ya que se detectan señales eléctricas similares en el cerebro, rítmicas, sincronizadas y de alta intensidad. Los ataques de risa son altamente contagiosos. Precisamente se ha visto que los adolescentes con riesgo de psicopatía no se ríen con los demás.
Los ataques de risa suelen ir acompañados de una mejora del sentido del humor (encontramos todo gracioso) y del estado de ánimo. Un ataque de risa es el equivalente para el cerebro de tomar ciertas drogas recreativas y, al revés, las drogas psicodélicas como el LSD, la psilocibina y el óxido nitroso tienen como efecto secundario habitual los ataques de risa.
Sin embargo no hace falta ingerir ninguna sustancia para ser víctima de un ataque de risa. Solo hace hay que dejarse llevar.
¿En qué se basa todo esto?
- Neural correlates of laughter and humour. Correlatos neuronales de la risa y el humor.
- High emotional contagion and empathy are associated with enhanced detection of emotional authenticity in laughter. El alto contagio emocional y la empatía se asocian con una mayor detección de la autenticidad emocional en la risa.
- Reconstructing the Evolution of Laughter in Great Apes and Humans. Reconstrucción de la evolución de la risa en los grandes simios y los humanos.
- Laughter Punctuates Speech: Linguistic, Social and Gender Contexts of Laughter. La risa puntúa el discurso: Contextos lingüísticos, sociales y de género de la risa.
- The social life of laughter. La vida social de la risa.
- Humor, laughter, learning, and health! A brief review. Humor, risa, aprendizaje y salud. Una breve reseña.
- Laughter-inducing therapies: Systematic review and meta-analysis. Terapias de inducción de la risa: Revisión sistemática y meta-análisis.
DP