Lo más destacado del año en la literatura argentina: doce libros entre el riesgo, el retrato y el humor
Un repaso personal de publicaciones editadas este año, escritas por autores y autoras de Argentina. De qué se tratan y los sellos que los lanzaron.
Como se ha señalado en este mismo espacio otros años, los balances siempre implican sesgos, omisiones, arbitrariedades, decisiones que no le hacen justicia a todo lo que ocurrió en un determinado período y un recorte obligado por el tiempo o, mejor, por su falta.
Sin embargo, también pueden llegar a ser un espacio de cierto refugio: el año se va y tuvimos la posibilidad de leer libros arriesgados, graciosos, estimulantes e inteligentes que vale la pena repasar.
En este caso, fueron seleccionadas doce publicaciones muy diversas (hay novelas, libros de cuentos, textos híbridos y retratos) en las que se destacan el humor, algunos personajes inolvidables, la sensibilidad, la escritura que piensa más allá de la época y el riesgo. Todos ellos, además, fueron escritos por autoras y autores de Argentina. En próximas entregas del balance 2024 tendrán lugar los rescates literarios con reediciones, regresos y joyas recuperadas del olvido.
Hechas todas las aclaraciones del caso, va a continuación una lista con grandes libros publicados a lo largo de 2024.
1. La Circunstancia, de Jorge Consiglio. Una mujer larga una carcajada en una comisaría. La acaban de detener por un delito que todavía no se revela. La risa la retuerce, la hace mirar a su alrededor y también hacia atrás, hacia su pasado. Se ríe como si lo insólito de la escena presente –los agentes que van y que vienen, el olor a comida que ella describe como “comida de pobre”, el perfume atolondrado de algún policía y la acusación en su contra– imantara otras escenas previas de su historia igual de insólitas. Un hilo disparatado que la llevó hasta ahí, un misterio que necesita desentrañar y, para eso, volver relato. Lo inoportuno, entonces, se hace sucesión; lo inaudito se abre paso como signo vital.
La protagonista de La Circunstancia (Eterna Cadencia Editora), de Jorge Consiglio, fue una niña mimada, hija de un hacendado, una figura inquietante que se mueve entre la estancia de su familia en un pueblo de la llanura pampeana y el barrio porteño de Recoleta. Con una narración repleta de peripecias, de detalles encantadores y una voz construida a la perfección, la novela –que en las últimas semanas acaba de quedar entre los diez libros finalistas del Premio Finestres de narrativa en castellano 2024– sigue los pasos de esta mujer por momentos cruel, por momentos hilarante, y su vínculo con los demás. Una vida que, como buena parte de la literatura argentina en la que se inscribe con firmeza y lucidez esta obra de Consiglio, se ve tironeada entre dos zonas que se atraen y se repelen: el campo y la ciudad.
La Circunstancia, de Jorge Consiglio, fue publicada por Eterna Cadencia Editora. En este enlace, una entrevista con el autor.
2. Diario de una mudanza, de Inés Garland. A mi cuerpo le pasaba algo que tardé años en dilucidar. Los síntomas parecían desordenados, no se me ocurrió al principio que respondieran a nada específico. Nadie me había hablado de la menopausia. Di con algo que no encontraba en recuerdos puntuales. Escribir es dejar que emerja una verdad que parece estar por debajo de lo que pasó“, describe la narradora de esta historia. De verdades a punto de salir a la luz, de síntomas, de desórdenes, de silencios o palabras no dichas y de cuerpo, mucho cuerpo, está hecho Diario de una mudanza (Alfaguara) de Inés Garland.
Se trata de una novela hipnótica que tiene a una mujer en el centro, alguien que escribe y que pasa sus días dándole vueltas a varios cambios en su vida: los que llegan con el climaterio, los que se producen cuando decide mudarse a las afueras de la ciudad, los que se arman cuando escribe y busca palabras que intenta traducir.
El talento de Garland, autora de varios libros para adultos, jóvenes y niños, traductora y coordinadora de talleres de narrativa– está en su forma particular de rodear un asunto, de encontrarle una forma magnética al merodeo, de cambiarle de signo al lugar común –el de la menopausia, el del paso del tiempo–. Un hechizo que se despliega de maneras tan sorprendentes como los signos mutantes que vibran en un cuerpo y en su relación con los demás. Una narración nada común que se compone de fragmentos, como un diario, pero sin fechas concretas ni especialmente estridentes, como el tic tac sigiloso de cualquier día en la vida.
3. Vida en Marta, de Santiago Craig. Lo común, lo insólito, lo sospechosamente excepcional, lo ordinario. Como si alguien pudiera ir metiéndose con una luz en las capas que componen una vida para diseccionarlas, analizarlas y volverlas a encajar en eso que todavía late. Igual que un viajero interplanetario que pisa sobre un suelo que no conoce y no deja de atraerlo. Con la curiosidad incansable de un astronauta que mira por primera vez, que observa maravillado, que quiere poner en palabras.
Con ese espíritu exploratorio, audaz y profundamente poético, Santiago Craig recorre desde su nacimiento hasta su vejez y su muerte la historia de una mujer de clase media argentina en su reciente novela Vida en Marta (Tusquets). Un relato microscópico, sensible, alucinante, que no traza divisiones entre grandes episodios y momentos nimios, que prefiere detenerse en los ecos de lo recordado más que en el bullicio de lo memorable.
Vida en Marta, de Santiago Craig, salió por Tusquets. En este enlace, una entrevista con el autor.
4. La vida por delante, de Magalí Etchebarne. Los cuatro relatos que forman parte de La vida por delante (Páginas de Espuma) ofrecen una aproximación reveladora a distintas rugosidades de la vida de sus protagonistas (la enfermedad, la muerte, el duelo, el fade-out infinito de un amor que no se termina de esfumar).
Con un talento especial para meterse en los pliegues, para echar luz en los abismos, Magalí Etchebarne vuelve a confirmar en este libro que es una de las mejores observadoras de todo eso que no termina de irse y que puede moldear con maestría cuentos encantadores. Rescatista tenaz de esa materia intangible y radiante de la que está hecha la mejor literatura, pareciera tener siempre el oído dispuesto para ir a la pesca de palabras y escenas evanescentes, sin solemnidad, y a la vez sin escaparle al dolor en su versión más áspera.
La vida por delante, de Magalí Etchebarne, salió por Páginas de Espuma. Entrevista con la autora, en este enlace.
5. Noticias sobre el iceberg, de Liliana Heker. “Se me coló esa voz, esa conciencia no ortodoxa que tiene Greta. En algún momento inclusive salió el nombre de la Enana Jodida, que aparece en la novela. No fue al principio, pero apareció. Y se me siguió metiendo y después me gustó mucho hasta se me impuso esa voz y la acepté. Creo también que esta vez solté cierta zona mía, aunque no me lo había planteado mientras escribía. No me planteé que iba a tener mucho humor, pero en general el humor me constituye a mí. Entonces se ve que apareció con bastante naturalidad en esta novela pese a que lo que le pasa a Greta no necesariamente es divertido”, contó Liliana Hekeren esta entrevista con elDiarioAR sobre el germen del personaje que protagoniza Noticias sobre el iceberg (Alfaguara), su última novela.
Greta es, en efecto, una escritora que pasó los 70 años, hace tiempo que no publica ni da entrevistas y vive retirada. Sin embargo, algo que no imagina la hará salir de ese aislamiento que se impuso, cuando dos jóvenes aspirantes a periodistas la contacten para hacerle una nota. Diáfana, corrosiva y llena de miradas alrededor de la escritura y la madurez de las mujeres, Noticias del iceberg marca un regreso fulgurante de Heker a la novela.
Noticias sobre el iceberg, de Liliana Heker, salió por Alfaguara. En este enlace, una entrevista con la autora.
6. La exactitud del dolor, de Horacio Convertini. Un hombre agoniza ensangrentado al comienzo de La exactitud del dolor (Letras de Plata/Urano), de Horacio Convertini. Se llama Juan Rayo, está en cuero y con shorts de boxeo en un paraje desolado.
Esa misma noche, otro hombre que también vive su propio ocaso tiene una pesadilla y se desvela. Se llama Amílcar Zafe y fue entrenador de Rayo cuando el boxeador era una promesa y después una estrella que brilló en varios rings. A partir de entonces, el autor desenrolla una historia atrapante llena de cruces pasados, de traiciones y sobre todo de golpes.
Una de las voces más interesantes de la llamada nueva novela negra argentina, Convertini aprovecha el universo de sueños y desengaños del boxeo para desplegar un relato potente que se cifra en ese mundo, también de glorias y desencantos, que fueron los años ‘90 en la Argentina.
La exactitud del dolor, de Horacio Convertini, salió por el sello Letras de Plata de la editorial Urano. Más sobre el libro, en esta entrevista con el autor.
7. Ahora bien, de Camilo Sánchez. “Es siempre más o menos así. Con mayor o menor pericia se narra, como en un sueño, algo que pudo haber sucedido”, dice Camilo Sánchez en el prólogo de Ahora bien (El Bien del Sauce). Y más que decir, lo desliza con toda calma, como ocurre con las escenas que se despliegan en el texto y que tienen en el centro a Jacques Lacan y al poeta chino François Cheng. El libro se detiene precisamente en un vínculo, a esta altura mítico, que tuvo lugar entre finales de los ‘60 y mediados de los ‘70, cuando el célebre psicoanalista se aproximó al escritor (todavía inédito en aquel tiempo en Francia, con los años Cheng se convertiría en una referencia académica ineludible en ese país) con la intención de retomar algunos saberes chinos que atesoraba desde su juventud.
En el texto de Sánchez, en esa deriva entre lo que fue, lo que la memoria reconstruye o lo que pudo haber sido, Lacan sale de su casa-consultorio con tres libros de autores chinos de su biblioteca y cruza la calle en busca del poeta. Desde ese momento –una mañana de abril de 1969– se encuentran, se pierden en los caracteres que leen y recrean juntos, estudian, se hacen amigos, se elogian (Lacan, de hecho, lleva a Cheng a uno de sus seminarios) y luego vuelven a perderse. Repleto de citas que arman una constelación impactante de lecturas y de autores, Ahora bien se mueve entre la narración de esa serie de episodios –una que está rota de entrada, una que se pregunta si nombrar y vivir son acaso la misma cosa–, el viaje onírico y el libro de memorias. Es que el autor de Ahora bien también hace a lo largo de las páginas su propio vaivén vital entre su recorrido literario y los hitos que lo llevaron como un imán hacia la poesía y la cultura chinas.
Contado a partir de fragmentos pequeños, el extraordinario Ahora bien, hilvana el encuentro de dos vidas para detenerse en un cruce maravilloso de lecturas y de tiempos, para iluminar poéticamente ese hilo infinito que fluye, entre la palabra y la ensoñación, y que solemos llamar literatura.
Ahora bien, de Camilo Sánchez, salió por el sello El Bien del Sauce.
8. La llamada, de Leila Guerriero.“Cada 14 de marzo, durante años, Silvia Labayru festejó con su padre, Jorge Labayru, mayor de la Fuerza Aérea y piloto civil de Aerolíneas Argentinas, el día en que se produjo la llamada que le salvó la vida. El 14 de marzo de 1977 él levantó el auricular del teléfono de su casa, un piso 12 sobre la Avenida del Libertador desde el que se ven el hipódromo de Buenos Aires y la costa uruguaya, escuchó la voz de un hombre que dijo: ‘Llamo para hablarle de su hija’, y respondió con un grito: ‘¡Montoneros hijos de puta! ¡Ustedes son los responsables morales de la muerte de mi hija! ¡Los voy a cagar a tiros!’. O algo así. Para entonces, Jorge Labayru llevaba tres meses creyendo que su hija estaba muerta”, se lee en uno de los fragmentos que integran La llamada (Anagrama) de Leila Guerriero.
Esa escena crucial le sirve a la cronista como una suerte de cordel del que tira para armar con idas y vueltas temporales y una estructura envolvente repleta de observaciones, el retrato de una mujer. Inteligentemente armado a partir de fragmentos –¿cómo sintetizar una vida? ¿cómo condensar esta vida?– en La llamada se superponen capas de la historia de Silvia Labayru.
Las escenas, montadas con maestría por la autora y reconstruidas a partir de decenas de encuentros con la protagonista y con su entorno, además de un centenar de entrevistas que realizó a otros personajes clave, conforman una sucesión. En una secuencia, a todas luces irreductible y para nada lineal, Guerriero narra y describe con todo detalle los días de una mujer que provenía de un linaje militar y llegó a integrar el sector de Inteligencia de la organización Montoneros; que fue secuestrada y torturada por la dictadura cuando tenía 20 años; que debió parir a su primera hija en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) y entregarla a su familia a los pocos días; que fue sometida a una suerte de “reeducación” en ese centro clandestino; que fue violada por militares y por la esposa de uno de ellos; que fue obligada a participar, junto a Alfredo Astiz, de una operación en la que el represor se infiltró en plena dictadura en Madres de Plaza de Mayo y por la que terminaron desaparecidas algunas integrantes de esa organización, familiares de desaparecidos y las monjas francesas Alice Domond y Leonie Duquet; que sobrevivió a la ESMA y vivió controlada por las autoridades militares; que se exilió y fue rechazada por otros exiliados en Europa porque la veían con sospechas por haber sobrevivido; que brindó su testimonio en juicios en los que se investigó, entre otros asuntos, delitos sexuales cometidos durante la dictadura; que cuestiona algunos relatos cristalizados por parte de algunos organismos de derechos humanos; que vive entre España y Buenos Aires luego de reencontrarse con uno de sus grandes amores de la juventud; que no quiere ni puede de ninguna manera pensarse exclusivamente como una víctima eterna.
9. Ruth, de Adriana Riva. Con el humor como bandera. Con impunidad. Con la perspicacia que dan los años y esa mezcla de parsimonia y apuro ineludible: tener todo el tiempo del mundo después de una vida llena de obligaciones y empezar a percibir que las hojas del calendario vuelan. Ruth es una mujer judía de 82 años, viuda y jubilada que pasa sus días estudiando movimientos artísticos, palabras, mapas (“es mi manera de matar el tiempo, porque el tiempo se resiste a matarme”, asegura). A veces va a la ópera con sus amigas, a veces intercambia mensajes con sus hijos, a veces observa como seres muy extraños a sus nietas, por lo general prefiere quedarse en camisón en su departamento porteño y no tiene problema en confesarlo.
Ruth es el título de la última novela de Adriana Riva y el nombre de su protagonista. “Un personaje entrañable, de esos que no será fácil olvidar”, como apunta Federico Falco en la contratapa del libro. La historia está contada a partir de la voz de la propia Ruth, una mujer que se dedica, con agudeza y gracia, a cuestionar algunas imposiciones que pesan sobre las personas. En especial sobre los ancianos, en particular sobre las mujeres de su edad.
Riva, quien como contamos por acá se dedicó a observar con lucidez los vínculos entre madres e hijas en sus libros anteriores (lo hizo en la novela La sal y también en el poemario Ahora sabemos esto) vuelve a lograrlo una vez más en esta novela tramada a partir de un relato luminoso, fresco y encantador.
La novela Ruth, de Adriana Riva, salió por Seix Barral.
10. Caballo de verano, de Hernán Ronsino. Este notable libro de cuentos está separado en dos tramos. Por un lado, en Caballo de verano (Eterna Cadencia Editora) están las historias de Chivilcoy, ciudad natal del autor, las que cabalgan al costado de esas tierras medias bonaerenses, con sus tormentas infernales, con su aridez, con sus instituciones, con sus secretos, con sus rulos familiares, con una temperatura que el autor capta con un tono sensible y austero. Por el otro, hay cuentos si se quiere más urbanos, que rondan lo sórdido y lo misterioso con una narración magnética.
En las dos zonas y una vez más –como ocurría en la novela Una música y sus “tramas menores”– la mirada de Hernán Ronsino se posa con precisión sobre lo que pareciera estar al costado de una ruta. Ese elemento que aparenta ser ínfimo, como el punto donde comienza una tormenta, pero que por su potencia es capaz de desatar tempestades. Con esta publicación, Ronsino vuelve a distinguirse como uno de los autores más interesantes de la narrativa local.
Caballo de verano, de Hernán Ronsino, salió por Eterna Cadencia Editora.
11. La Niña de Oro, de Pablo Maurette. La ansiedad se percibe en el aire: son los días de cuenta regresiva de 1999, de fin de década, de siglo, de milenio. La imagen del futuro –uno redondo, uno que simula la vuelta de página rotunda impuesta por el calendario– está ahí, muy cerquita. Y, sin embargo, en Buenos Aires pareciera que nada cambia: los bares con sus habitués, las charlas y los problemas repetidos, las instituciones con sus burocracias.
Silvia Rey es abogada, trabaja como segunda en una fiscalía e intenta navegar el loop porteño para no quedarse atrapada por esa sensación de impotencia. Ese año, cuando la mujer está a punto de irse de vacaciones, aparece asesinado el profesor de biología de un colegio secundario en circunstancias que llaman su atención. Podría tratarse de un cadáver más, podría evitar el problema de tener que cancelar sus planes, pero ella decide enfrentar la inercia que la rodea, indagar, atar cabos.
La novela La Niña de Oro (Anagrama), de Pablo Maurette, está propulsada por esa insistencia de alguien con ganas de llevar adelante su tarea con nobleza en un sistema en el que muchos callan o prefieren ahorrarse disgustos. Contada con un ritmo vertiginoso, con sofisticación y una serie de personajes delineados por el autor con lucidez (la propia Silvia Rey, pero también su padre, los policías que la rodean, la titular de la fiscalía, un taxi boy albino apodado Copito y una suerte de hechicero africano, entre otros), la historia deja expuestos los entramados muchas veces opacos de cualquier investigación policial. ¿Cuánto de azar, cuánto de deducción, cuánto de intuición y cuánto de casualidad se pone en juego al investigar una muerte violenta? ¿Qué implica “hacer justicia” en estos casos?
Maurette, que venía de publicar ensayos bastante alejados de este universo y que vive en el exterior, decidió retomar una escena que imaginó hace más de 20 años, en una Buenos Aires lúgubre y emprender un viaje por este género que le resultaba lejano.
“Nunca pensé que la iba a terminar escribiendo, nunca fui un gran lector de policiales y me parecía un poco fanfarrón decir ‘voy a escribir un policial’ sin haber leído policiales. Pero un poco antes de la pandemia empecé a leer policiales, muchos, y compulsivamente. Entonces me pareció cada más factible la idea de escribir un policial”, contó el autor en una entrevista con elDiarioAR.
La Niña de Oro, de Pablo Maurette, salió por Anagrama.
12. Pequeña novela de Oriente, de Santiago Loza. “Cuando empecé a hacer esos viajes, sobre todo el viaje a Japón, tenía la idea o el proyecto de escribir allá. Yo me había propuesto escribir una página por día. Pero una vez ahí, algo de la resolución cotidiana del viaje hizo que se volviera imposible escribir. No había forma porque estaba cansado o porque no llegaba. Pasó y no escribí nada. De todas maneras tenía siempre en mi cabeza el proyecto de que ese viaje y el de Corea se iban a completar conociendo China. Y, como con la pandemia no pude viajar a China, de todas maneras empecé a unirlos”, dijo Santiago Lozaen esta entrevista con elDiarioAR sobre cómo se fue armando Pequeña novela de Oriente (Entropía).
El libro es, en efecto, una crónica luminosa contada en segunda persona de una serie de viajes (dos a Corea y Japón y uno fallido, a China) y también un artefacto que se va volviendo cada vez más extraño y más magnético con el correr de las páginas. Algo parecido le pasa al narrador, que en sus vaivenes por aquellas tierras lejanas se deja llevar por el desconcierto como si hubiera sido hipnotizado.
“Algo se le fue armando a él, entre ese deambular al principio más solitario y después con todos los encuentros que va teniendo. A la vez, cuando escribía, tenía la sensación de estar escribiendo algo que no quería olvidar. Pensé: ‘Estoy escribiendo sobre lo inolvidable’. Por más que sea banal. Cuando aparece la necesidad de contar es como si hubiera una parte de la memoria que empieza a reparar algo, a fijar algo así no se pierde”, dijo el autor sobre la publicación.
Pequeña novela de Oriente, de Santiago Loza, salió por Entropía.
AL/DTC
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