Una infancia abusiva, relaciones déspotas con sus allegados y una adicción al riesgo que es parte de su genialidad pero que en algún momento puede ser el disparador de su ocaso: con estas señas particulares retrata Walter Isaacson al controvertido empresario e innovador sudafricano Elon Musk en una flamante biografia que lo presenta como una figura compleja y atormentada cuya genialidad se ve ensombrecida por su incapacidad para relacionarse con las personas que lo rodean.
Isaacson, cuya especialidad parecen ser aquellos hombres geniales que trajeron innovaciones decisivas a su tiempo -Leonardo Da Vinci, Einstein, Steve Jobs- se convirtió durante dos años en la sombra del Tesla y actual dueño de X -la red social antes conocida como Twitter- para elaborar el complejo perfil del que da cuenta a lo largo de un volumen de 700 páginas que se lanza ahora en Estados Unidos y que llegará en octubre a la Argentina.´
En la vida del fundador de Paypal y propietario de la marca de automóviles eléctricos Tesla, el principio fue un camino lleno de adversidades, acaso las que sembraron la sed de revancha y lo ayudaron a templar su carácter, alistándolo para otros desafíos que se alinearían luego en su carrera empresaria.
La vida de Musk hasta ahora - su difícil infancia en Sudáfrica, sus tormentosas relaciones sentimentales, su éxito como un visionario que construyó SpaceX y Tesla, y su impetuosa decisión de comprar Twitter - se detalla en el libro a través de decenas de entrevistas con su familia, amigos, socios y el propio Musk.
El biógrafo disecciona la controversial figura detrás de Tesla y X, desde su infancia abusiva y las acusaciones de delitos sexuales hasta su capacidad para la crueldad, sus delirios de grandeza y su gusto por el poder desenfrenado.
Castigos físicos y emocionales
Musk, nacido en Sudáfrica en 1971, tuvo una infancia desangelada y traumática, signada por la figura de su padre, un ingeniero y promotor inmobiliario al que el propio magnate llegó a referirse como “un ser humano terrible”. Para más detalles: “Casi todas las cosas malas que puedas imaginar, él las ha hecho”, define en estas páginas.
A la desaprensión paterna, se le sumó también el buylling.“Un día, un grupo lo empujó por unos escalones de hormigón y le patearon hasta que su cara se convirtió en una bola de carne hinchada. Estuvo en el hospital durante una semana”, relata Isaacson, quien sugiere que esta golpiza fue menor a las que le propinaba su padre.
“Las cicatrices físicas fueron menores en comparación con las emocionales infligidas por su padre, un ingeniero, pícaro y fantasioso carismático”, sostiene.
Tanto los episodios de “bullying” como la tormentosa relación entre sus padres (su madre escribió en sus memorias que había tenido “un marido cruel”) marcaron a fuego a un Musk al que la biografía presenta como “un niño vulnerable”; alguien “propenso a bruscos cambios de humor tipo Jekyll y Hyde, con una tolerancia extremadamente alta al riesgo, un anhelo de drama, y una intensidad maníaca”.
“Siempre ha sido un genio loco, pero era un 95 por ciento genio y un 5 por ciento loco. El problema es que ahora el ratio se está invirtiendo”, conjetura Isaacson..
Dinamitando Twitter
Ya pisando el presente, el biógrafo revela una supuesta intromisión del multimillonario en la guerra de Ucrania: según Isaacson, Musk pidió deshabilitar los satélites de la red Starlink utilizados por Ucrania para frustrar un ataque contra la flota militar rusa cerca de la costa de Crimea. ¿Sus motivos? El pavor a que Rusia respondiera al ataque utilizando armas nucleares contra Crimea.
Y por supuesto cuenta los disparadores de una de las decisiones más audaces llevadas adelante por Musk: la de comprar la red social Twitter, que luego rebautizaría como X. Según el biógrafo, ahí estaba el mayor campo de juego del mundo, el patio de recreo global: el empresario no sólo quería tener la pelota; también quería ser dueño del patio de recreo. “La forma en que Musk se precipitó a comprar Twitter y rebautizarlo como X fue un presagio de la forma en que ahora lo dirige: impulsiva e irreverentemente”, escribe Isaacson.
El ensayista reconstruye a Musk como una figura compleja y atormentada cuya genialidad a menudo se ve ensombrecida por su incapacidad para relacionarse a nivel humano con las personas que lo rodean: sus esposas, hijos y aquellos en quienes confió para que lo ayudaran a desarrollar los negocios de exploración espacial y autos eléctricos que lo convirtieron en el hombre más rico de la Tierra.
En la vida de Musk, lo que parece abundar son los claroscuros. “No es una persona alegre; le gusta más el drama oscuro y tormentoso que la cháchara alegre y ligera”, resume el autor, quien durante dos años asistió a sus reuniones, recorrió junto a él sus fábricas, y pasó horas entrevistándole a él, a su familia, amigos, compañeros y adversarios.
¿Son los demonios que mueven a Musk también lo que se necesita para impulsar la innovación y el progreso? es el interrogante que articula todas las líneas del libro, aunque la respuesta queda a criterio del lector. Millonario a los 30, el empresario además de vario millones de dólares acumula tres matrimonios y diez hijos, el primero de ellos fallecido a los diez meses por muerte súbita. Precisamente la pésima relación con otro de sus hijos, Jenna Wilson (Xavier Alexander Musk antes de cambiar de género y de nombre), habría sido otra de las razones que llevaron al voluble emprendedor a lanzarse sobre Twitter.
Así lo explica Isaacson, para quien la compra de la red social del pajarito fue, además de una suerte de ajuste de cuentas, una manera de combatir esa cultura “woke” que, según el magnate, había infectado tanto a su hija como a Twitter. “Los sentimientos 'antiwoke' de Musk se desencadenaron en parte por la decisión de su hijo mayor, Xavier, que entonces tenía 16 años, de hacer la transición”, escribe el biógrafo.
“Necesito cambiar mi forma de pensar y dejar de estar en modo de crisis, como lo he estado durante unos catorce años, o posiblemente la mayor parte de mi vida”, recuerda Isaacson que le dijo Musk en 2022. Tesla había vendido más de un millón de unidades y su creador acababa de hacer podio como hombre más rico del mundo y, explica el biógrafo, le habló con tristeza “de su compulsión por provocar dramas”.
Con información de agencias.
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