1986-1988: La prehistoria piojosa
Los relatos más difundidos sobre la prehistoria de Los Piojos —antes del ingreso de Andrés Ciro Martínez como vocalista en 1989— afirman que Daniel Alberto «Piti» Fernández y Daniel Buira se conocieron a fines de 1986 en el Colegio Bernardino Rivadavia de El Palomar. En Villa Bosch, un barrio cercano, vivía Miguel Ángel «Micky» Rodríguez. Los tres adolescentes comenzaron a incursionar en la música: aprendieron a tocar un instrumento y fueron plomos de la banda de Fabiana Cantilo y los Perros Calientes.
Durante esos años iniciales, pasaron varios nombres (Diego Chávez, Rosana Obeaga, Juan Villagra), hubo idas y vueltas, se incorporó Pablo Guerra en guitarra y realizaron algunos pocos shows en lugares como Le Coin, en San Martín, y Always y La Molienda, en Ciudad Jardín, en los que tocaban covers. Precisamente fue Guerra el que sumó a Andrés Ciro Martínez, quien debutó tocando la armónica en una presentación frente al palomarense club Società Italiana di Tiro a Segno (sitas).
Según recoge el libro Del submundo a la gloria, de Leonel Tueso, Piti Fernández recuerda que se llamaron Los Piojos del Submundo, por un tema de Fabiana Cantilo, y reconoce: «En la primera formación, éramos malísimos, no sabíamos tocar». Hacia fines de 1988, se produjo el cambio fundamental: Diego Chávez no parecía interesado en ser cantante —o no le gustaba el rock que pretendía hacer la banda— y fue reemplazado por Andrés Ciro Martínez. Pablo Guerra, de manera contundente, en ese mismo libro señala: «No es que lo rajamos, Andrés lo aplastó. Diego no tenía carisma, Andrés tiene toneladas; subió a tocar la armónica en un tema y la gente se volvió loca». A lo que Daniel Buira suma: «Fuimos muy hijos de puta con Andrés porque le dijimos “si vos querés cantar, hablá con Diego”».
Como indica Tueso: «No había dudas, la figura de Andrés Ciro Martínez, indiscutida ya por ese entonces sobre el escenario, pedía pista y reunía todos los requisitos para ocupar el lugar más preciado, el de frontman». En la misma dirección, añade que todos los miembros de la banda concuerdan en que el alejamiento de Chávez era algo «lógico» e «inapelable».
1989: El huracán Andrés
«Pablo Guerra sugirió que Andrés Ciro se hiciese cargo de la voz [este joven de solo 20 años tenía buena voz, facilidad para componer música y además estudiaba teatro]. Todos quedaron convencidos al verlo cantar una versión con armónica y guitarra criolla del “Blues del traje gris”. Ya no había dudas: Andrés Ciro era el cantante y líder que necesitaba la banda. A partir de ese momento empezó una nueva etapa en la vida de Los Piojos».
En la historia de la banda referida en el sitio oficial
«Banda nueva: Los Piojos».
Voto del Indio Solari para la encuesta del Sí! de Clarín de 1989.
Resumamos brevemente lo que es historia conocida: Andrés Ciro Martínez nació el 11 de enero de 1968 en el Hospital Italiano de la Capital Federal. Hasta los 2 años, vivió en Barrio Norte y luego en Villa del Parque, en donde cursó la primaria en el Colegio Rodolfo Rivarola. A los 10 años, se mudó, junto a su familia, a El Palomar y finalizó los estudios en la Escuela N.° 28 Coronel Atilio Cattaneo. En 1980, su padre, Jorge Ciro Martínez, le regaló la primera armónica, una Hohner Seductora. Cursó el secundario en el Colegio Bernardino Rivadavia de El Palomar, el mismo al que concurrieron algunos de los integrantes de Los Piojos.
En 1982, durante la guerra de Malvinas, Andrés, que vivía enfrente del Colegio Militar, quiso enrolarse como voluntario para ir a pelear, pero no lo dejaron por la edad.En 1986, apenas egresado, comenzó a trabajar en fides, una compañía de seguros. En una entrevista para el Sí! de Clarín, publicada el 11 de noviembre de 1994, contaba: «Laburé un año en una compañía de seguros bajo presión, porque era un compromiso familiar entre mi abuelo y mi jefe. La vida de oficina me enfermaba, primero porque odiaba laburar con gente que nada tenía que ver conmigo y segundo por el ambiente. Odio la onda chupamedias, las injusticias de los jefes que no hacen nada, el mal funcionamiento del sindicalismo y el desinterés de la gente. Finalmente me harté y me fui».
El viernes 30 de mayo de 1986, fue sorteada la clase 1968 para el servicio militar obligatorio, pero Andrés sacó el 183. Tal como se usaba en la jerga de la época, se «salvó» por número bajo. Muchos años después, en 2022, en una entrevista para el programa Caja negra, conducido por Julio Leiva, Andrés contó que era un gran lector, particularmente de historia: antigua (Alejandro Magno, los griegos, los romanos, los persas), argentina y sobre la Segunda Guerra Mundial. Un día, una tía, Marta Durante, le comentó que la mayoría de los profesores de historia eran abogados y ejercían la profesión para vivir. Por eso, en el segundo cuatrimestre de 1986 y el primero de 1987, Andrés cursó el Ciclo Básico Común (cbc) en la Universidad de Buenos Aires (uba) obteniendo muy buenas calificaciones.
El ingreso en la Facultad de Derecho no fue el esperado: hizo dos materias y se hartó, porque no le gustaba el método de aprender leyes de memoria; él prefería los aspectos filosóficos, la teoría del derecho. Tampoco le cayeron en gracia —recordó— los alumnos «con pinta de garca y trajecito que perseguían a los docentes al grito de “profesor, profesor doctor, doctor”, y los militantes que andaban todo el día en los pasillos, y nadie sabía cuándo y si rendían alguna asignatura».
Entre febrero y marzo de 1988, trabajó como cajero en Servicios Eléctricos del Gran Buenos Aires (segba), en la sucursal San Justo. Ese mismo año, se mudó, junto con Micky Rodríguez, a una casa en Villa del Parque. Por esos tiempos, Andrés empezó a incursionar en las tablas. Junto con su amigo Tian Brass (hoy actor y docente), hicieron la obra Zapatos de gamuza azul en el Teatro Estudio El Baldío de El Palomar.
Fue con el mismo Tian con quien compuso la canción «Blues del traje gris», que reflejaba su crítica al mundillo de las oficinas, a la formalidad, a la «careteada», y que integraría el primer álbum de Los Piojos.
En ese año de 1989, lo ubicamos a Andrés reclamando con su novia Irene (a la que años después le dedicó el tema “El Blues de la Ventana”), junto a Estela de Carlotto, por un posible caso de apropiación de una niña llamada Juliana, sobrina del cuñado de su novia. Seguramente Ciro no imaginaría que apenas ocho años después tocaría con su banda para homenajear los veinte años de las Madres de Plaza de Mayo.
Desde su ingreso a la banda Andrés apostó en serio por el proyecto. No sería un pasatiempo, un hobby de fin de semana o una estrategia para la conquista amorosa. Pondría todas sus energías en ese incipiente plan de banda de rock que años después, producto del esfuerzo, de la disciplina, de la constancia y de buenas canciones, se iba a transformar en una de las más importantes de la historia del rock argentino y latinoamericano.
Los Piojos en Villa Gesell
En enero de 1989, quedó establecida la formación de Los Piojos con Andrés Ciro Martínez, en voz y armónica; Pablo Guerra y Daniel Fernández, en las guitarras; Lisa Di Cione, en los teclados; Daniel Buira, en batería, y Miguel Ángel Rodríguez, en el bajo. Esta formación viajó a Villa Gesell: tocaron más de diecisiete veces en una quincena, a cambio de la comida y de prestar sus instrumentos a otra banda.
La seguidilla de recitales se hizo en un lugar llamado Toulouse, ubicado en 110 y la playa, cuyo dueño era Maguila Puccio (uno de los integrantes del clan Puccio, que en la década de 1980 secuestró y asesinó a varios empresarios acaudalados). A uno de esos recitales en Villa Gesell fueron Skay Beilinson y la Negra Poli —el guitarrista y la mánager de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota—, que quedaronimpactados por la banda. Ese año, se incorporó Osvaldo González como mánager y sería artífice del viaje a Francia para tocar en un festival contra el racismo, una experiencia que marcaría a fuego a varios integrantes de la banda.
Durante 1989, Los Piojos realizaron ocho recitales, uno en el Gran Buenos Aires (en City Pop, de Ramos Mejía) y los demás en varios pubs de la Capital (Mad House, Baroqué?,Patán, Caras más Caras, Isis). A excepción de uno, todos se hicieron junto a otras bandas. En Cemento tocaron con Los Dinámicos, Arena, Los Eliot Ness, Marión y Ácido Camboyano, y cerraron el año en Babilonia con los Cerebros Vacíos.
Pero el bautismo de fuego fue el voto del Indio Solari, que para la encuesta anual del influyente suplemento Sí! de Clarín eligió a Los Piojos como la mejor banda nueva de 1989.