Según relevamientos a comienzos de año, en el país existen 130 galerías y espacios de comercialización de arte. Estos trabajan para crear estrategias de circulación, distribución, desarrollo y formalización del mercado de arte. En el último tiempo, se han consolidado asociaciones o cámaras de galerías, como MERIDIANO que agrupa 57 de estas ubicadas entre Buenos Aires y Rosario, o FARO que es una asociación profesional sin fines de lucro fundada en 2019, integrada por 25 galerías de la ciudad de Córdoba y la región. También existe JUNTA, la red bonaerense de espacios de arte contemporáneo. Al mismo tiempo, se ha creado GIRO, que congrega galerías de Rosario y Santa Fe.
Hay un diagnóstico compartido por gran parte de este sector, respecto a la necesidad de transparentar las operaciones y ampliar el número de compradores, no sólo por el valor simbólico relacionado a los repertorios culturales, sino porque afecta la economía directa de un número creciente de artistas que viven de su trabajo. Cabe destacar que, desde los múltiples agenciamientos, agremiaciones y asociaciones, se han fijado ciertas exigencias en cuanto a tarifas y buenas prácticas éticas para regular el mercado. Es así como la comercialización de obras, a través de espacios especializados y profesionalizados, garantiza la consolidación de escenas nacionales diversas.
Esta cronista se ha propuesto relevar las tres ferias de arte que tendrán lugar a lo largo de los próximos meses: en septiembre la Feria de Arte Córdoba, en octubre la MicroFeria de Arte Contemporáneo Rosario y en noviembre arteba en la ciudad de Buenos Aires.
Paisaje: producción y fantasía
La Feria de Arte Córdoba se ha desarrollado entre el 16 y 21 de septiembre, en modalidad mixta, con propuestas virtuales y presenciales. Han participado 65 espacios expositivos y galerías, consolidados y emergentes, referentes de Santa Fe, La Rioja, La Pampa, Tucumán, Salta, Buenos Aires y Córdoba, ofreciendo un amplio mapa de voces federales, tanto por les artistas exhibides como por los modos de generar escenarios comerciales.
En esta oportunidad, la Feria no contó con un predio de stands que concentrara la comercialización, sino que cada galería local fue anfitriona de galerías de otras ciudades, a las que alojaron. Una manera novedosa y económica de generar cruces y afianzar alianzas. A la agenda de actividades de los 6 días de feria, se sumaron muestras en espacios autogestivos y cooperativos, así como acciones y performances. Ha sido súper loable que todas las actividades fueran de acceso libre y gratuito; así hubo gran circulación y afluencia de público. “La feria es una fiesta”, nos susurraban con tonada cordobesa, al ritmo de los sucesivos ágapes.
Esta edición de la Feria propuso un sistema abierto, colaborativo y descentralizado de redes entre diferentes actores. En este sentido, la Feria se va perfilando como un espacio para el desarrollo regional de las artes visuales. Con características de funcionamiento “horizontal y rizomática”, esta edición fue organizada junto con la Subsecretaría de Cultura de la Municipalidad de Córdoba, Agencia Córdoba Cultura, Centro Cultural España Córdoba, Fundación Pro Arte Córdoba y FARO, sumado al acompañamiento de Bancor, Universidad Nacional de Córdoba y Universidad Provincial de Córdoba.
La curaduría estuvo a cargo de Gabriela Barrionuevo, Mariana Robles y Luz Novillo Corvalán. En conversación con este equipo, consultamos sobre el impacto del regreso a la presencialidad. Aseveran: “La vuelta a la presencialidad con anclaje en la plataforma virtual fue todo un desafío que sin la articulación público/privado no hubiera sido posible. En ese sentido, se establecieron diálogos con todos los protagonistas para trabajar sobre las necesidades, los protocolos sanitarios y la posibilidad de generar recorridos presenciales. Esta feria se comprende mucho mejor si se la visualiza como un rizoma, con nodos e identidades que forman parte de un mismo cuerpo. El mayor impacto tiene que ver con esto último: volver a estar presentes, a reactivar diálogos sobre arte, fortalecer el vínculo entre el arte y el coleccionista, y posibles nuevos compradores. Sumó de una manera casi determinante el diseño de los recorridos por las topografías cordobesas de la mano de FARO, impulsado mediante la geolocalización y las visitas a los diferentes espacios. Se generó un gran movimiento de personas interesadas en el arte y nuevas posibilidades de ventas que se concretaron”.
Destacan que también los curiosos se volvieron compradores y que, en las últimas horas de feria, se cerraron transacciones fuertes. La virtualidad se volvió un instrumento indiscutido de difusión y una realidad que llegó para quedarse, potenciando las instancias presenciales de venta. En muchos casos, lo que funciona como un disparador desde cualquier plataforma, red social o web deriva en el encuentro. Hubo casos en los que la compra fue puramente virtual, sin tener la obra presente físicamente. Se produjo, así, una mixtura. Gabriela Barrionuevo, del equipo curatorial, refuerza: “Con respecto a las operaciones, cada espacio expositivo o galería participante instrumentó sus propios mecanismos, y el número de posibles compradores se incrementó naturalmente al trabajar en conjunto con espacios de otras localidades. Esta es la clave del éxito de esta Feria: el trabajo colectivo que permite incrementar posibilidades de ventas. Las galerías no han estado solas en esta instancia. Lo innovador se basa en el compartir: público, propuestas curatoriales, coleccionistas, etc. Se han generado nuevos lazos y estrategias que tienen que ver con esta conjunción rizomática. Veremos qué nos depara el futuro con estas nuevas construcciones, que son disruptivas con respecto a lo que se venía haciendo en el sector”.
Las actividades, los recorridos y los circuitos superaron los aforos, tanto presenciales como virtuales, y se tuvieron que ampliar las capacidades de espacio o sala. La agenda fue publicada en la semana previa a la inauguración, y dos días antes ya presentaba aforo completo, dato que confirma el deseo de encontrarse y consumir arte por parte del público específico, el cooperante y el curioso.
Diletantes de los encuentros
Perdone la digresión, lectora o lector, pero teníamos expectativas de comer en El Papagayo del gran Javier Rodríguez, lugar de culto en la ciudad mediterránea, pero por una cosa u otra, no pudimos. Seguramente nos daremos una segunda oportunidad. Mientras tanto, los amigos y amigas del arte y también los coleccionistas viajaron y participaron de manera activa, dejando una estela de turismo cultural y gastronómico por la docta y sus rincones. Lo evidencia el desembarco de la nutrida comitiva liderada por el board de arteba, que ha contado con la anfitrionía del arquitecto José Luis Lorenzo, quien abrió para visitas el Espacio Colón, así como en paralelo a la feria vinculó a coleccionistas fuertes de otras partes del país con artistas, galeristas y coleccionistas de la provincia de Córdoba.
La exposición de la Colección José Luis Lorenzo tenía como título ¿Qué cuerpos?, ¿qué lenguajes? Otra exposición sobre feminismo y género. Se trataba de un ensayo visual sobre los discursos de los feminismos y la teoría queer. El recorrido exhibía formas de evocar los cuerpos y de revisar los usos del lenguaje. En las primeras salas del Espacio Colón se problematizaba sobre corporalidades. Una multiplicidad de identificaciones, autopercepciones, eróticas, deseos y sexualidades aparecían en retratos, objetos y performances de les artistas que integran su colección particular.
En resumidas cuentas, podemos enumerar acciones programáticas y espontáneas que han generado una escena próspera en un contexto ciertamente incierto para el encuentro y el trabajo de les artistas. La Feria de Arte Córdoba, así como todo lo que se origina en este entorno, en notable ebullición para el mercado, coleccionistas y artistas, define un nuevo horizonte. La directora ejecutiva de arteba, Lucrecia Palacios Hidalgo, en conversación con esta cronista, afirma: “En esta nueva etapa de arteba, nos interesa particularmente la construcción de una mirada nacional, que pueda dar cuenta de la riqueza y diversidad de todo el arte argentino. Experiencias como la Feria de Córdoba, en donde la articulación y trabajo en conjunto entre galerías e instituciones de diferentes territorios cobran forma, son fundamentales para expandir este diálogo. Nos entusiasma desarrollar estas conversaciones, entendemos que son fundamentales para crear estrategias entre ferias, galerías y otros actores que fomenten el crecimiento y desarrollo de un mercado nacional para el arte argentino”.
Esta comitiva, integrada por su presidenta Larisa Andreani, Leticia Kabusacki y Eduardo Mallea, visitó la Fundación El Gran Vidrio, galería que representa artistas de relevancia internacional, como Alan Martín Segal, Carla Barbero, César López Negrete, Eugenia Puccio, Guillermo Daghero, José Quinteros, Lucas Di Pascuale, Manuel Molina, Marisol San Jorge, Nahuel Vecino, Nina Kovensky, Roberto Jacoby, Rocío Moreno, Romy Castiñeira, Verónica Meloni, entre otros. Catalina Urtubey, fundadora y creadora de este magnánimo espacio, ha alentado nuevas estrategias para comercializar obras. Actualmente se está exhibiendo Amenazas del miedo de la artista Rocío Moreno. En simultáneo, El Gran Vidrio ha producido la muestra de Marisol San Jorge La piedra en el pan en el Museo de las Mujeres.
Programa oficial en Los Patios
Entre las actividades del programa oficial de la Feria, se destacó el eje “Topografía amigas” que convocó a espacios del país de manera virtual y presencial para discutir sobre el sistema del arte. Por ejemplo, el ciclo de conversatorios virtuales de la Red de Gestión Cultural Pública – Zona RED, “Discordancias: outsiders, nuevas ferias y activismo artístico”, que tuvo de invitades a Ilze Petrone, Patricia Brignole, Celina Hafford, Marcela Rosemberg y Kekena Corvalán, entre otres. Además, se ofreció un ciclo de charlas curado por Emilia Casiva.
El fuerte de la Feria fue la programación de Los Patios, desarrollada en el Cabildo de Córdoba, el Centro Cultural España Córdoba y los museos San Alberto, Tejeda y Marqués de Sobremonte. Con participación de las artistas Rosa Mercedes González, Silvana Montecchiesi, Mariana Guagliano, Cecilia Richard, Leticia Obeid y Sofía Torres Kosiba, se llevaron adelante diversas acciones en distintos patios con intención de vincular expresiones del arte contemporáneo y espacios plenos de historia. Cada artista desarrolló una obra de sitio específico, en torno al bordado, el video, la instalación, el dibujo y la performance.
Nos detenemos a pensar en la obra de Leticia Obeid, a propósito de su intervención en el Museo Marqués de Sobremonte. Obeid sintetiza con agudeza y sensibilidad, abriendo una venta a la reflexión crítica: “A la sombra de un granado en flor es un video de 15 minutos de duración que entrelaza varias líneas de tiempo, cruzando la historia del Museo Sobremonte con la historia de la ciudad de Córdoba, y la experiencia de conocerla y recordarla. Es una obra en la que el sonido de la voz que relata es protagónico, junto a un fabuloso banco de imágenes proveniente del acervo del museo, que tiene una colección de objetos decorativos, domésticos, arte religioso y documentos recolectados y conservados a lo largo de varios siglos. Las imágenes se van sucediendo al ritmo del audio, generando conexiones visuales, chispas, contrastes y nuevos significados a partir de su yuxtaposición, a la manera de un ensayo visual sobre la memoria y la manera en que se forma una colección, y cómo esa selección cuenta una historia propia y se pregunta, por ejemplo: ¿Qué nos dicen los nombres de las calles que en cada ciudad argentina están en un lugar distinto? ¿Qué distingue a una ciudad colonial de otra? ¿Cómo fueron habitados esos territorios trazados en el papel y luego ocupados? ¿Qué de la historia que nos precede recibimos al vivir en una ciudad?”.
La performance Flânerie. Desvío y desvarío de Sofía Torres Kosiba consistió en un recorrido que partió desde el Cabildo, guiando a un grupo de personas por el centro de la ciudad, hasta llegar a los distintos patios de los museos. Cada persona se identificaba con souvenires creados previamente por la artista. Se generaron nuevos caminos en el tejido y el trazado urbano de la ciudad histórica. A la par de su trabajo singular e individual, esta artista ha gestionado junto a otres lo que sucedió en Hotel Inminente.
Temporada Alta en Hotel Inminente
Hotel Inminente está integrado por 25 artistas visuales, diseñadores y productores que viven y trabajan de manera autogestiva en la ciudad de Córdoba, nucleados en un espacio común que favorece los vínculos y el intercambio de experiencias. Las actividades desarrolladas en propuestas colectivas e individuales giran en torno a la creación e investigación en artes visuales, producción audiovisual, arte textil, performance, escritura, pintura, arte sonoro, escultura y prácticas cercanas a la economía popular.
Temporada Alta en Hotel Inminente definió un “paralugar” que constituyó el espacio de intercambio colaborativo entre artistas y gestores con perspectiva federal, echando luz sobre los modos de hacer en el mercado subalterno del arte. La consigna: “Transacciones border, ranchada y posibles relatos durante 4 días”. Sin parar, todo lo que fue sucediendo en ese lugar habla de Córdoba, de sus coleccionistas, de sus artistas que se alimentan en zonas temporalmente autónomas de producción e intercambio. Sí, a lo Hakim Bey, o bien a lo Robert Smithson, o a lo Embrujo, proyecto de la artista y productora Virginia Negri, que desembarcó como tantos otros en la propuesta de este espacio.
Durante la Temporada Alta, el coleccionista Hugo Albrieu presentó su libro Levantar un muro para poder derribarlo, que contó con la edición de Andrei Fernández de Tucumán. Acompañaron el debate María Rocha del proyecto Mantera de Santiago del Estero y Manuel Coll como voz local. Se ahondó sobre las resignificancias de la palabra ‘interior’, el concepto ‘popular’ y las posibilidades de democratización de una colección privada.
Hotel Inminente cuenta de forma habitual con una trastienda de venta de obras, llamada Boutique Flotante, que en esta oportunidad tan propicia de circulación de gente invitó a participar, a producir y a quedarse a un amplio espectro de proyectos con extensión federal, como NN de La Plata, Castillo de Catamarca, Ramos Generales de La Plata, Un Muro de La Rioja , Nda de La Carlota, Vermú de La Pampa, Mantera de Santiago Del Estero, La Imagen Accesible de Mendoza, Laborde de Misiones, Garra de Chaco, Baldío de San Juan, Ivan Rosado de Rosario, Mommia de Córdoba y Embrujo de Rosario. También diversos proyectos de la ciudad de Buenos Aires, como El Dije, ¡Oh No!, UV Uruguay, Selva Negra, Serigrafistas Queer, Galería Grasa, Proyecto Venus, Fundación Start. En paralelo se exhibían, de manera cuidada y razonada, dos colecciones que llevan la reflexión de Alejandro Londero y Gustavo Bruzzone: la de Sara Goldman de Córdoba y la de Marcos Giampani de Buenos Aires, que con lógicas del mutualismo se acompañan, refuerzan y resignifican.
Podemos quedarnos con la memoria del mural en acción del artista Manuel Brandazza en barro vívido, las percusiones en los pulmones amorosos de la música Emiliana Arias, o las performances y lecturas de poesía de Virginia Negri, acciones que han proliferado como caldo de cultivo y matriz de conocimiento artístico en este espacio novel y disruptivo, que generó ansiedad en el arte emergente, mediterráneo y nacional. Nos queda seguir pensando el mercado, el coleccionismo y el trabajo de les artistas en esta feria y en las venideras.
LS