“Escribo estas páginas para hacer público que he expropiado 492.000 euros a 39 entidades bancarias a través de 68 operaciones de crédito. Incluyendo los intereses de demora, la cifra de la deuda es de más de 500.000 euros que no pagaré”. Esta fue la carta de presentación al mundo de Enric Duran, mediante el reparto de 200.000 ejemplares de la publicación Crisis. Era el 17 de septiembre de 2008, exactamente dos días después de la quiebra de Lehman Brothers, y este activista anticapitalista catalán se destapó a sí mismo públicamente como un estafador del sistema financiero que iba a dar el dinero a movimientos sociales y proyectos económicos alternativos.
La historia es conocida. Los medios de comunicación rápidamente le apodaron como el ‘Robin Hood de los bancos’ y Enric Duran, activista altermundista de por entonces 32 años, se convirtió en un referente dentro del universo anticapitalista, especialmente en Barcelona. Su gesta, ilegal pero legítima desde su punto de vista, le llevó a prisión provisional en 2009 –coincidiendo con las movilizaciones contra el Plan Bolonia–. Salió dos meses después, bajo pago de fianza, y su juicio no llegó hasta 2013. La Fiscalía pedía para él ocho años de cárcel por estafa y falsedad documental, pero Duran no se presentó a la vista y desde entonces vive en la clandestinidad, fuera de España. Casi diez años en busca y captura.
Tanto tiempo después, ¿qué fue de Enric Duran? Esta es la sencilla pregunta que se formuló la cineasta Anna Giralt Gris en 2019, mientras grababa los disturbios del procés en Barcelona. Pero lo que ha acabado alumbrando es un documental, Robin Bank, que responde más bien a la pregunta de quién es este activista. Un hombre consagrado a una idea, la de tumbar el capitalismo para construir alternativas más igualitarias, para lo cual estaba dispuesto a jugarse su propia libertad. “Un idealista que nunca ve algo como imposible”, describe la directora. Pero le añade una parte menos complaciente: “Tiene una gran capacidad intelectual, pero también poca comprensión del mundo emocional, de la realidad cotidiana, lo que le hace de trato difícil”.
El documental se estrenó en España el fin de semana pasado en el Festival de Málaga. Su próxima proyección será en la capital catalana, en el Docs Barcelona, la última semana de mayo. No será la primera aparición pública de Duran desde que salió de España. Lo entrevistó ‘Salvados’ en 2015 y un año antes se publicó el documental Retorn, impulsado por la Cooperativa Integral Catalana, una de las iniciativas que él ayudó a poner en marcha, y que sirvió para ofrecer un relato pormenorizado de todos los proyectos que puso en marcha con el dinero que obtuvo en créditos y nunca devolvió.
Duran financió medios de comunicación alternativos, publicaciones de libros e incluso la Marcha por el Decrecimiento en bicicleta. Esto último tuvo lugar en 2008, antes de anunciar su acción contra los bancos. Según Duran, aprovechaba la ruta por las localidades catalanas para ir sacando el dinero de distintos cajeros.
El retrato de Duran, además de los hechos que protagonizó con su estafa a las entidades bancarias, lo construye Giralt Gris a través de cuatro protagonistas. Su madre, que lo describe como un estudiante excelente –un “calculín”– que sufría bullying y que un día decidió que debía dejarlo todo para cambiar el mundo; también el activista y anarquista del Raval Iñaki García, que elogia la integridad y la extrema coherencia de Duran, pero de nuevo sin esconder sus defectos. “Despertaba pasiones pero también fobias. A mucha gente no le gustaba que estuviera todo el día preguntando e insistiendo. Era entrañable y querido por muchos, pero para otros distante”, reconoce. El cuadro lo completan su abogado, Àlex Solà, y su expareja y compañera de militancias, Mayo Fuster.
La cineasta plantea el documental como un viaje en busca de Duran, en el que la historia, el relato de ese Robin Hood que cautivó durante un tiempo a todos los medios de comunicación, parece al final un pretexto. “Esto a él le costó entenderlo, porque él no quería. No quería un retrato de sí mismo, y yo sí, para mí era lo interesante”, explica Giralt Gris.
Tras varios intercambios a través de mensajería encriptada, la cineasta entrevista a Duran mientras éste permanece en un barco, el único medio que ha encontrado para viajar desde Europa a Inglaterra al carecer de documentación en vigor. Allí será el invitado sorpresa en unas conferencias. A sus 45 años, el activista dice no arrepentirse de nada, porque su objetivo es el mismo. “Se trata de aprender de los errores, algunos los he detectado y he aportado cambios. Arrepentirse es algo complicado, porque algunas cosas no las sabes hasta que han pasado y tenías que experimentarlo para llegar a esa conclusión”, razona.
Desde su soledad física, pero conectado con múltiples iniciativas sociales a escala global, Duran explica que sigue preparando acciones para cambiar el sistema. Siempre enigmático, reconoce que no tiene inconveniente en usar identidades falsas para abrir cuentas bancarias –ya falsificó nóminas para conseguir créditos en su día, por ejemplo– en su investigación del sistema bancario. También ha centrado mucho su trabajo en las criptomonedas ¿Y de qué vive? La respuesta no despeja la incógnita: “Realizo varias actividades que no son muy convencionales, ni a veces legales, por lo que no puedo explicar muchos detalles”.
PR