Las mil caras de Diego Maradona, sus looks, sus momentos, sus estados de ánimo, afuera y adentro de una cancha, todo eso fue sintetizado en las 18 imágenes pintadas por el artista Maximiliano Bagnasco que forman una exposición callejera en el barrio porteño de Caballito.
La idea nació el 25 de noviembre, día de la muerte de Diego, de la que mañana se cumplirán seis meses, cuando Bagnasco volvió de su taller y se puso a pintarlo. Sus 90 mil seguidores de Instagram se convirtieron en testigos privilegiados de la filmación a detalle de cada aspecto. “Un día después de que te fuiste, te hice este cuadro”, posteó al otro día.
La voracidad de las redes y la explosión cibernética lo viralizó en un abrir y cerrar de ojos. Los 22 años de trabajo tomaron un impulso nunca visto, en un momento “justo” en el que se combinaron su talento y la figura pública “más trascendente del mundo”.
Sin ser futbolero, a Bagnasco se lo nota amante de Maradona y con el pasar de los minutos se apasiona cada vez más, como si se tratase del pintor español barroco Diego Velázquez, uno de sus referentes con el pincel, o de Quino, dibujante al que copiaba en su infancia.
Cada imagen es un pasaje de la vida del astro y tan realista que hasta en varias ocasiones el artista recibió elogios y pedidos laborales desde todo el mundo. El teléfono le explotó desde ese día, cuando Diego murió y “nada volvió a ser igual”.
Por ahí se ve al Maradona con el pelo rubio en las playas cubanas, momento clave en su vida para la rehabilitación de su adicción a las drogas; en otra se lo aprecia joven, con un tapado de piel y una copa de champagne, en una imagen que supo ser la tapa de la revista 'El Gráfico'; también se lo ve fumando un habano con su tatuaje de 'El Che'; o simplemente con la ropa de entrenador de la Selección en el 2010.
Cada una de las obras mide 1,20 por 1,20 metro y se hicieron en madera de fenólico. Y a diferencia de un cuadro de interior, el artista usó aerosol e hidroesmalte, que son los materiales resistentes para paredes y murales en el exterior, con el objetivo de que los fanáticos puedan verlas al aire libre, en tiempos donde el coronavirus obliga a evitar los espacios cerrados.
La muestra se ubica en las afueras del paseo gastronómico “Patio de los lecheros”, en avenida Donato Álvarez y Bacacay.
La selección de las imágenes las hizo el mismo Bagnasco con un diseñador y en total eligieron 18 para la exposición. Las que más le gustaron, una dentro y otra fuera de la cancha.
“Dos imágenes de las que más me gustaron fueron la que está Diego con Goyco cuando nos silbaron el himno, enojado. Es de mis preferidas. Y la otra es la que está afuera de la cancha en una Navidad con la copa de champagne y el tapado de piel. Dije, este Diego tiene que estar”, aseguró.
“En el caso de la 'Mano de Dios' no la hice porque desde el punto de vista artístico nunca vi una foto que quede bien retratada. Hacer a Diego es divertido, tenés looks, ropas, aspectos físicos, de todo y mucho”, reconoció.
Hijo de familia de clase trabajadora, al punto que ayudó a su padre en los cerramientos de hierro y aluminio en obras de construcción cuando la crisis de finales de los noventa y principio del nuevo milenio se hizo sentir en el país, siempre vio en Diego a la “esperanza” de quienes vienen de “abajo” para llegar a “ser alguien en la vida”.
“No lo podía creer cuando me enteré, pasaba canales para ver si era mentira. Lamento no haberlo conocido en vida, me reprocho no haber hecho más para cruzarlo. Me pasó como a todos, creíamos que Diego siempre iba a estar ahí. A mí me marcó el Mundial de Italia”, le contó a Télam, mientras el fanatismo se apodera y un poco deja su maravillosa obra de lado.
“Cuando era más chico lo dibujé con sus hijas, me fui hasta Avenida Segurola y Habana y pude dárselo a Dalma. Más tarde, como me tocó también pintar su mural en el santuario de Argentinos tuve contacto con Jana y también me llamaron Gianina y Diego Junior. De alguna manera me asociaron con Diego”, relató con alegría por su conexión entre sus dos pasiones.
La obra de Bagnasco se destacó entre miles y miles que aparecieron en cada rincón del planeta y frente a la consulta, lo atribuyó a “dos cosas que se dieron”.
“Esto no hubiese sido posible si yo no pintaba al Diego. Al hacerlo, mi trabajo llegó a todo mundo pero también mucha gente lo hizo y no le pasó lo mismo que a mí. Me encontró en un momento que mi producto ya era llamativo y se volcó en una de las personalidades más fuertes del mundo”, apuntó.
Pero no solamente hizo cuadros para esta exposición, también sus manos dejaron plasmados a Diego en un lugar a donde sus fieles se acercan cada día: el santuario de Argentinos Juniors.
“La gente de Argentinos Juniors vio el trabajo y un cuadro que hice y salió en PH, un programa de Telefe, y me llamaron para hacer la imagen del santuario. De golpe todo el mundo estaba atrás de mi persona”, detalló.
“Conozco al presidente de Argentinos Juniors y cuando arrancó la cuarentena estábamos hablando de hacer algunos diseños”, rememoró.
El proyecto se concretó el 3 de diciembre cuando Cristian Malaspina lo llamó y a los dos días, llegó con sus implementos y en compañía de Dreier Salamanca, un joven colombiano, y comenzaron con lo más grueso, ya que el final se hizo el día de la inauguración.
Para el artista, la imagen fue sin “mucho detalle” por eso lo sorprendió la repercusión y la buena recepción que tuvo en la gente, acerca de su labor en una pared de más de cuatro metros de ancho y tres de largo. Ahí reposan miles de ofrendas hechas por los fanáticos.
Bagnasco, que a los estadios de fútbol solamente se solía acercar para los recitales de rock, también es el autor del mural en River como conmemoración a la Libertadores ganada en 2018 contra Boca en Madrid.
Un amante del arte. De amplio recorrido. Pasó de ser el artista de Plaza Francia para “ayudar a la familia”, a trabajar en agencias de publicidad, bares y boliches con caricaturas en vivo, a también retratar y dibujar para bandas internacionales como Megadeth, con apenas 17, Guns N' Roses, y otras.
“No hay rasgo de Maradona que me resulte complejo. Me los sé de memoria. Me gustan sus labios y cejas como tono distintivo”, aseguró tras una vida entre lápices, pinceles y aerosoles, que lo llevaron a retratar también a Mariano Mores y Jorge Guinzburg en las paredes del paso nivel de la avenida Nazca en Capital Federal.