La inestabilidad económica, la dificultad para acceder al dólar y la promesa de grandes retornos despertó en los últimos años el interés de los argentinos y argentinas por la adopción de monedas digitales. Según un reporte de Americas Market Intelligence (AMI), más de uno de cada diez había incursionado en las criptomonedas hacia fines del año pasado, el doble que el promedio de otros países de América Latina como México, Perú o Brasil.
En total, el 8% de los adultos latinoamericanos reportó haber comprado criptomonedas hacia finales de 2021, grupo en el que destacaron los argentinos (12%) frente a porcentajes menores de peruanos (5%), mexicanos (6%) y brasileños (7%. El estudio, que fue recogido por Alejandro Tejero Vacas para la agencia Télam, es el resultado de 400 encuestas realizadas a usuarios de teléfonos inteligentes de estos países en septiembre de 2021.
El nivel de adopción de criptomonedas en la Argentina –que el informe define como “impresionante”– cobra mayor relevancia si se tiene en cuenta que en Estados Unidos era, según datos del Pew Research Center, del 16% de la población a finales de 2021 y que hace apenas unos años la tecnología blockchain y las criptomonedas era completamente desconocida por la mayoría de la población mundial.
De acuerdo con el estudio de AMI, los primeros usuarios en adoptar criptomonedas en América Latina fueron un grupo conformado por expertos en tecnología, con sesgo hacia personas de clase alta o media alta y de sexo masculino, atraídos en parte por el discurso “antisistema” de las criptomonedas, que no están reguladas por ningun banco central. Sin embargo, la población de consumidores que tienen “curiosidad por las criptomonedas” hoy abarca una franja demográfica que incluye a jóvenes adultos, consumidores de ingresos medios o bajos y consumidores no bancarizados. El 54% dijo que “proteger sus ahorros” es el beneficio clave de las criptomonedas.
El 46% de las personas entrevistadas por AMI que aseguró estar interesada en adquirir criptomonedas expresó inquietudes por el riesgo de fraude, un porcentaje más alto que el 33% de los que ya efectivamente operan con monedas virtuales. Ignacio Carballo, docente, investigador y consultor de Americas Market Intelligence señaló que hay “un imaginario un tanto exagerado sobre el rol del fraude y las estafas en el mundo cripto”.
“Es lógico si uno estudia la historia de las criptomonedas y su uso en un primer momento para actividades ilícitas y, también, producto de nuevas metodologías de estafas”, dijo, aunque sostuvo que no es algo “superlativamante más grande que el que existe en el de las finanzas tradicionales”.
En efecto, las criptomonedas no son necesariamente sinónimo de estafa, aunque sí implican el riesgo derivado de su enorme volatilidad. Se puede ganar mucho o perder mucho, dado que su cotización es muy inestable y no están reguladas por ninguna entidad. Si bien se afirma que Bitcoin y otros monedas digitales se negocian independientemente de los principales mercados financieros, suele verse cierta correlación con otros activos sensibles al riesgo, como las acciones tecnológicas. En escenarios de crisis como el actual, en el que los inversores se mueven a activos más seguros, también se desarman posiciones en criptomonedas. De acuerdo con un indicador de CoinMarketCap que reúne a todas las criptomonedas, su cotización cayó casi 30% desde el pico de fines de 2021.
Además, las criptomonedas no están respaldadas por el gobierno. Si la empresa dueña de la billetera virtual deja de operar o sufre un ataque informático, por ejemplo, ninguna autoridad tiene obligación de actuar para recuperar el dinero. “Como no hay un ente centralizado que las maneje, si envias una criptomoneda a una wallet (billetera virtual) y después querés volver la operación hacia atrás, no hay forma. Entonces aparecen empresas o presonajes que te invitan a que les envíes tus criptos para devolvertelas con intereses, pero si confiás y no cumplen no tenés a quién reclamarle”, dice a elDiarioAR Gonzalo Martínez Mosquera, representante de la criptomoneda Algorand en Argentina.
Las criptomonedas no son necesariamente sinónimo de estafa, aunque la desinformación respecto de qué son y cómo funcionan puede ser terreno fértil para los engaños
Por eso suelen recomendarse como alternativa para los inversores sofisticados, quienes “saben de finanzas”. El punto es que en el último tiempo las empresas que intermedian hicieron un esfuerzo por captar a un público más amplio. Binance, por caso, empapeló la ciudad de Buenos Aires con publicidades que muestran a “personas comunes” como potenciales operadores de criptomonedas: “Enfermero de día, inversor de noche”, “Publicista de día, inversor de noche”, señalan algunos de los carteles.
La falta de información respecto de qué son y cómo funcionan la criptomonedas, sumadas a un contexto económico difícil y la promesa de retornos altos son tierra fértil para el florecimiento de estafas. Hay una treintena de empresas investigadas por ese motivo; desde Generación Zoe –que prometía retornos del 7% mensuales en dólares y tenía su propia criptomoneda, Zoe Cash– hasta Ganancias Deportivas, en Mendoza; Adhemar Capital en Catamarca o Finantech en La Rioja.
Multiplicación de opciones
En la Argentina actualmente hay una decena de plataformas que permiten transaccionar criptomonedas como ArgenBTC, Belo, Buenbit, Defiant, Lemon Cash, Let's Bit, Ripio y Satoshi Tango. Mediante estas plataformas se puede comprar Bitcoin o Ether, las dos principales criptos del mercado, u otras de menor volumen como Cardano, Solana o Matic. También criptomonedas estables (stablecoins), que buscan ser una respuesta a la alta volatilidad y atan su cotización a otro activo externo, por ejemplo al valor del dólar.
Se trata de plataformas que no existían antes de 2018 y que, en pocos años, se alzaron con millones de descargas en sus aplicaciones y de nuevos usuarios, fundamentalmente después de 2020. Entre los factores que están difundiendo a las criptomonedas está su uso para recibir o enviar transferencias de dinero entre países con costos prácticamente nulos frente a comisiones promedio del 5,5% que cobran las empresas tradicionales. De hecho, son una alternativa para quienes exportan servicios al exterior y quieren evitar que sus ingresos sean depositados en bancos locales y convertidos a pesos al tipo de cambio oficial. También sirven para realizar pagos en comercios físicos o virtuales de todo el mundo.
De cara al futuro, Carballo cree que “una regulación puede ayudar a poner claras las reglas de juego y a que los jugadores más tradicionales y con los cuales los consumidores está acostumbrado a trabajar y utilizar sus finanzas puedan sumarse”. “También va a ayudar a hacer pagos con cripto, pero no sólo en eso sino también en experiencia del usuario. El grueso de las plataformas tiene cierta dificultad de uso y eso cada vez va a ir mejorando más”, concluyó. Por estos días, el Banco Central trabaja junto con el Ministerio de Desarrollo Productivo en algún marco normativo para este segmento.
DT con información de Télam