A principios de este mes, la Comisión de Estupefacientes de la Organización de las Naciones Unidas retiró al cannabis del listado de sustancias más peligrosas, donde compartía espacio con la heroína y otros opiáceos altamente adictivos y sin valor terapéutico. El cambio de mirada, impulsado por las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, no se refleja sólo a nivel global sino también en la regulación de muchos países como la Argentina, donde recientemente el gobierno autorizó algunas posibilidades de cultivo con fines medicinales y donde, incluso, se exploran las oportunidades que puede ofrecer el cannabis desde el punto de vista económico.
El Ministerio de Desarrollo Productivo, que conduce Matías Kulfas, encargó un informe al economista Andrés López, director del Instituto Interdisciplinario de Economía Política (IIEP) y profesor titular de Desarrollo Económico en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, para conocer el potencial del mercado del cannabis en el país. En diálogo con elDiarioAR, López señaló que, por la competencia con otros países de la región, no ve grandes oportunidades para la Argentina como exportadora de “materia prima”, pero sí de productos cannábicos con algún nivel de procesamiento. Además, estimó que si se amplían las posibilidades productivas y se otorga el marco reglamentario adecuado y seguro para los inversores, el cannabis medicinal podría generar US$450 millones anuales sólo en el mercado doméstico.
¿Cómo es la cadena de valor del cannabis y en qué eslabones podría participar la Argentina?
Argentina puede participar en todo. La cadena arranca en el cultivo, que va desde la producción de genética de semillas al cultivo propiamente dicho, que puede ser a campo o en invernaderos. O sea que tampoco depende necesariamente de las condiciones naturales del territorio; se puede cultivar en cualquier parte del país.
El procesamiento es bastante simple. Si bien el uso más interesante de la planta hoy está en las flores, que tienen los cannabinoides, se puede usar toda la planta como compost o incluso para fines de industria textil, o para hacer aceites con las semillas. El cannabis recreativo y medicinal se basa fundamentalmente en cannabinoides que son el THC, que tiene efecto psicoactivo, y el CBD, que no tiene efecto psicoactivo.
En lo relacionado con el uso propiamente medicinal, ¿cómo podría participar?
Ahí tenés por un lado el aceite de cannabis, que es un preparado relativamente simple en lo tecnológico, y tenés los medicamentos en el sentido más estricto, que son los que necesitan ensayos clínicos y pasar por todos los pasos más tradicionales. Actualmente hay sólo dos medicamentos de prescripción aprobados por la Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) basados en cannabis: Epidiolex y Sativex, ambos del laboratorio británico GW Pharmaceuticals.
Para registrar un medicamento como éste, que pase todos los ensayos, necesitás mucha inversión y tiempo. Entonces, ¿la Argentina puede participar en toda la cadena de valor? Sí. Ahora, ¿cuántas empresas argentinas pueden hacer esa inversión en el proceso que implica desarrollar un medicamento de prescripción? Te diría que ninguna.
Salvo que el Estado esté interesado y, como una decisión estratégica, decida generar incentivos.
Sí, pero es todo muy incipiente. Creo que una posibilidad es la vinculación con empresas o inversores extranjeros que estén en este mercado. Israel, que es el país donde se aisló por primera vez el THC, tiene una estrategia de especialización en eso. Dicen: yo hago la investigación, ustedes traigan el dinero.
¿Con la nueva reglamentación de la ley 27.350, publicada el 12 de noviembre pasado, se admite la producción privada para comercializar?
Explícitamente la ley dice que solo puedo cultivar si soy el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), Conicet, si formo parte de la Agencia Nacional de Laboratorios Públicos (ANLAP) o si tengo un autocultivo. Hace poco se inauguró el primer laboratorio de cannabis en la Argentina, Cannava, que es una empresa estatal jujeña y está asociada con INTA. También hay un proyecto de empresas argentinas que impulsaron un cluster cannábico en San Pedro, donde INTA tiene una estación.
Entonces, lo pueden hacer privados o empresas públicas de derecho privado pero en asociación con estos organismos. Después creo que nada prohibiría que empresas que le compren la producción a estos cultivadores puedan vender productos.
¿Cuánto representa, en millones de dólares, el negocio del cannabis?
Según estimaciones privadas, en 2018 el mercado mundial total era de US$ 11.000 millones. El 90% está concentrado en Estados Unidos y Canadá, y el uso estrictamente medicinal representa unos US$ 5.000 de ese total. En 2019, ya calcularon US$ 15.000 millones.
Si mañana la industria se consolida, Colombia nos mata en términos de costos laborales y de condiciones naturales
¿Qué volumen de mercado podría generar en la Argentina?
Nosotros hicimos una estimación —que tiene un montón de supuestos que en la profesión decimos heroicos— basada en el tamaño del mercado medicinal en Canadá. Si tomo ese mercado hoy y lo corrijo por tamaño de población en la Argentina versus Canadá y por PBI per cápita, para dar una idea de poder adquisitivo, eso te da un mercado de US$450 millones anuales. Eso sólo de mercado doméstico y si estuviera todo el aparato regulatorio que habilite que la industria se ponga en marcha, lo que todavía no está. No va a mover la aguja de la economía argentina, pero no sería despreciable.
¿Hay, también, posibilidades de exportar?
Una alternativa sería exportar la materia prima, las flores en particular. En eso Uruguay y Colombia están más adelantados, con empresas invirtiendo, aunque todavía Colombia exportó cero y Uruguay hizo sólo tres ventas al exterior. No es lo mismo exportar zapatillas, que cannabis; las necesidad de certificaciones y controles es mucho más agobiante.
La Argentina no tiene particularmente bajos costos y creo que, si bien hoy podría exportar porque hay pocos lugares donde se puede producir legalmente, si mañana esa industria se consolida, Colombia nos mata en términos de costos laborales y de condiciones naturales. No creo que la Argentina tenga grandes posibilidades de exportar materia prima, pero sí de hacerse un lugar en derivados cannábicos e inclusive productos industriales: textiles o aceites comestibles, por ejemplo, para el mercado de la región y eventualmente Estados Unidos.
¿Cuáles son los principales jugadores del mercado del cannabis hoy?
Hay una decena de empresas cannábicas estadounidenses y canadienses que están por todos lados. De hecho, son empresas que cotizan en bolsa, cuyas acciones llegaron a valer mucho y se derrumbaron hace dos años. Están en Colombia, en Uruguay, y si la Argentina abre el mercado, también van a querer venir acá. Por ahora, en el país está solo Aphria Inc, que importa el aceite de cannabis a través de su subsidiaria en el país ABP S.A.
¿Son firmas que pertenecen a otros sectores o creadas ad hoc para el mercado del cannabis?
En general empresas que se crearon ad hoc, pero algunas tienen inversión de empresas o de inversores institucionales. Está la teoría de que si mañana este mercado arranca, vienen las tabacaleras y plaf, se comen todo, ¿no? También algunas alimenticias están indagando en el negocio. Lo que hacen es sacar licencias en varios lugares y, como las mineras, se quedan ahí hasta que aparezca la oportunidad o se habilite la explotación.
¿Es un mercado, entonces, que va a tender hacia la concentración o podría traer oportunidades para pymes y pequeños productores?
Probablemente el mercado de medicamentos patentados no sea para las pymes, salvo que que asocien. Pero si realmente se muestra que los usos industriales y medicinales —no de medicinas patentadas— son lo que se espera en la industria, va a haber espacio para todos por la diferenciación de producto.
En el cultivo también; si sos una pyme y le querés vender producto a alguien que lo necesita para la industria farmacéutica, vas a necesitar mucha inversión en certificaciones y controles, pero tal vez podés cultivar para vender para otros fines menos demandantes.
¿Qué sugerencias le hizo al gobierno para avanzar en el desarrollo del negocio?
Lo primero que hay que hacer es ampliar las posibilidades para el cultivo de cannabis. Por ejemplo, hay un proyecto presentado por la diputada nacional Mara Brawer para habilitar el cultivo de cáñamo, que es una variedad de cannabis con muy baja concentración de THC. En segundo lugar, esto tiene que salir del mercado gris y Anmat tiene que habilitar la venta de productos cannábicos que hoy se consumen sin control estatal y no sabés qué tienen. Con ese marco regulatorio, las empresas ya podrían comenzar a pensar en las inversiones que necesita el desarrollo del mercado.