Los secretarios de Hacienda, Raúl Rigo, y de Política Económica, Fernando Morra, el subsecretario de Financiamiento, Ramiro Tosi, un vicepresidente del Banco Central, Jorge Carrera, y el subgerente general de investigaciones económicas de la autoridad monetaria, Germán Feldman, despegaron este sábado de Ezeiza con destino al acuerdo técnico con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Los cinco negociarán en la sede del organismo en Washington los detalles del pacto en medio de presiones geopolíticas para arreglar, en un tablero mundial donde Estados Unidos, la Unión Europea y Japón prefieren evitar un impago de la deuda que vence en marzo sobre todo ante la amenaza implícita de la Argentina de buscar en ese caso auxilio en China y Rusia.
Los cinco enviados por el ministro de Economía, Martín Guzmán, y el presidente del Central, Miguel Pesce, serán recibidos por el staff del Fondo, que está más confiado que antes de las elecciones legislativas del 14 de noviembre en la posibilidad de arribar a un convenio. En el equipo negociador del organismo, que lideran la norteamericana Julie Kozack y el venezolano Luis Cubeddu, destacan la “seriedad” con la que reaccionó el gobierno argentino tras la derrota electoral porque pasó de las conversaciones superficiales que venía manteniendo hace casi dos años con el FMI a entrar en los aspectos concretos de un programa económico, condición necesaria para postergar el pago de la deuda de 2022 y 2023 a un periodo que llegue hasta 2032. Los avances en el diálogo por videoconferencia de las últimas tres semanas llevaron a decidir el viaje de la misión argentina al FMI.
El hecho de que Guzmán no vuele ratifica los progresos, porque demuestra que la negociación pasa del nivel político al técnico.
El hecho de que Guzmán no vuele ratifica esos progresos porque demuestra que la negociación pasa del nivel político al técnico. El staff del organismo necesita por reglamento definir los detalles del plan para después elevarlo al directorio, donde se sientan las grandes potencias a votarlo. Sin ese programa, no puede definirse nada aunque cuente con el apoyo de los países. Los Estados Unidos de Joe Biden tienen el 16,5% del poder de voto; el Japón de Fumio Kishida, el 6,1%; la China de Xi Jinping, el 6%; la Alemania que ahora gobernará el socialdemócrata Olaf Scholz, el 5,3%; la Francia de Emmanuel Macron, el 4%; y el Reino Unido de Boris Johnson, otro 4%.
Ni el Departamento de Estado de Estados Unidos ni la Unión Europea quieren que la Argentina se alinee en el mundo con China. Biden invitó a Alberto Fernández a un foro pro democracia al que no ha convidado ni a Xi ni al ruso Vladimir Putin. A los europeos les preocupa que Buenos Aires acepte las posiciones de Beijing en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU. En Wall Street reconocen que hay una preocupación de Occidente de que en medio del tembladeral latinoamericano la Argentina caiga en un impago con el FMI y termine pidiendo ayuda a China, que tampoco está muy satisfecha con la evolución de los contratos de obras en el país. En el centro financiero de Nueva York reconocen que a veces se subestiman los nexos que la Argentina tiene por ser miembro del G20, su vínculo histórico con Europa y el deseo de los Estados Unidos de evitar otro problema en el patio trasero por lo menos hasta el próximo gobierno, en 2024. El interés político de Washington por cerrar enfrenta, de todos modos, la resistencia del asesor del Departamento del Tesoro, el ortodoxo David Lipton, que era subdirector gerente del FMI cuando el organismo otorgó el mayor crédito de su historia al gobierno de Mauricio Macri en 2018. Además, en los Estados Unidos y la Unión Europea se desconciertan con el posicionamiento internacional de la Argentina tanto respecto de los gobiernos de izquierda de Latinoamérica como en sus relaciones con China -con la que el embajador Sabino Vaca Narvaja anunció este miércoles más cooperación espacial, nuclear y en la industria bélica- y con Rusia -que enviará este lunes una misión de su Fondo Soberano de Inversión Directa-. Igual, en Occidente subestiman la capacidad de la billetera rusa, no así de la china.
En Wall Street mencionan que el interés chino por la Argentina radica en que la ven como puerta de acceso a la Antártida y sus minerales.
En Wall Street mencionan que el interés chino por la Argentina radica en que la ven como puerta de acceso a la Antártida y sus minerales. Por ahora el continente blanco no puede explotarse por el Tratado Antártico de 1961. Hasta hace poco, China apostaba también a una alianza con Australia para acceder a futuro a la Antártida, pero se ha roto sobre todo a partir de la entente militar que Canberra selló en septiembre pasado con Washington y Londres.
Más allá de la geopolítica, la redacción del acuerdo con el FMI requiere tiempo, por más que después no funcione y deba renegociarse en tres meses, como ocurrió con el primer pacto que firmó Macri para que le aprobaran el préstamo de US$ 56.000 millones. De ese total, el organismo llegó a desembolsar U$ $44.000 millones y en Estados Unidos se desestima la posibilidad de que se termine de enviar los US$12.000 millones restantes. En cambio, se considera probable que el Fondo restituya a la Argentina los pagos de deuda de septiembre pasado y del actual diciembre, por un total de US$3.800 millones, que irían a reforzar las alicaídas reservas del Banco Central. Este monto había sido enviado como derechos especiales de giro (DEG) dentro del reparto que el organismo hizo en todo el mundo para ayudar a los países miembros a enfrentar el impacto económico de la pandemia.
Una vez que termine la discusión técnica, comenzará la política. Hay dudas en el staff de si llegarán a terminar su tarea para que se debata en el directorio en la semana del 20 al 23 de diciembre. Los técnicos consideran que se trata de un plazo desafiante. En cualquier caso, puede que la negociación avance y la votación quede postergada para enero, después del receso que se toman los burócratas del Fondo por las fiestas. Además, antes de votarse en el directorio, debe aprobarse en el Congreso argentino, lo que requerirá del voto de al menos parte de la oposición. Se espera que el staff del FMI explique el acuerdo a los dirigentes opositores.
Antes de votarse en el directorio, debe aprobarse en el Congreso argentino, lo que requerirá del voto de al menos parte de la oposición. Se espera que el staff del FMI explique el acuerdo a los dirigentes opositores.
Entre los técnicos del Fondo reconocen que el plan que se defina no incluirá el ajuste que piden los comités de bonistas ni se parecerá a la dureza de sus habituales programas. Eso se explica por la resistencia del gobierno de Fernández, pero también porque el Fondo quiere un acuerdo con su máximo deudor y comprende que no puede pedir mucho más en el contexto de una pandemia que aún amenaza al mundo, ahora con la variante ómicron. Además, admiten en el organismo que no pueden pretender resolver en un año lo que la Argentina no ha podido solucionar en los últimos 25. Al igual que el jueves manifestaba la calificadora de riesgo crediticio Moody's, no se espera un acuerdo que facilite el pronto regreso de la Argentina a los mercados internacionales de deuda, a los que perdió acceso en 2018.
Aunque se descuenta que el staff reclame un mayor ajuste en 2022 que el previsto en el proyecto de presupuesto, no se descarta que Guzmán se mantenga firme en su meta de déficit fiscal primario (antes del pago de la deuda) del 3,3% del PBI. Implicaría una reducción del rojo de 2021 del 4%, si se excluye el impacto del aporte extraordinario y por única vez de las grandes fortunas, y se lograría sobre todo con la reducción de los subsidios a la energía y la retirada de los apoyos a empresas y trabajadores independientes por la pandemia.
“El 3,3% es una decisión política. El problema es menos de los números y más de la credibilidad de mediano plazo”, opinó Gabriel Torres, analista de Moody's, ante una consulta de elDiarioAR en una rueda de prensa desde Nueva York. “Lo importante es mostrar que se puede bajar el déficit en el tiempo”, agregó Torres. “Hoy la Argentina está en mejores condiciones que en 2020, pero no como parte de un plan integral, no hay confianza en que el Gobierno va a continuar bajando el déficit fiscal y la emisión monetaria en forma consistente. No está claro hacia dónde va a ir. Por eso, es importante un acuerdo con el FMI, aunque no se cumplan todos los compromisos que se asuman en él”, concluyó el analista.
En el staff del FMI no piden una depreciación brusca de la moneda, han aceptado el argumento de Guzmán de que el tipo de cambio está aún competitivo. Pero en Wall Street sí reclaman un salto brusco.
Torres advirtió que es alto el riesgo de un default de la deuda con el sector privado en 2024 y de una devaluación del peso. En el staff del FMI no piden una depreciación brusca de la moneda, han aceptado el argumento de Guzmán de que el tipo de cambio está aún competitivo, pero en Wall Street, donde sí reclaman un salto brusco, advierten que, aunque el acuerdo mantenga el statu quo en este aspecto, nadie puede predecir lo que sucederá en un año con los dólares paralelos y su impacto en el oficial.
Mientras se negocia el plan, el FMI elaborará internamente una evaluación de lo que fue el crédito al gobierno de Macri. Por normativa interna, dado el monto excepcional de ese préstamo y antes de aprobar un nuevo programa, el organismo debe elaborar lo que se llama evaluación ex post. Un economista noruego, Odd Per Brekk, el número dos del Departamento del Asia y el Pacífico del Fondo, lo está elaborando y el directorio lo tratará en la semana del 20 de diciembre. Fernández lo reclamó el jueves en el cierre de la Conferencia Industrial Argentina, pero no se trató de una exigencia extemporánea ni de un gesto de firmeza sino que la autocrítica es parte del manual de procesos del Fondo. Eso sí, lo que nunca se ha probado es que el organismo cambie sus recetas aunque fallen.
AR