Ni en la Cámara Argentina de la Construcción (Camarco) ni en la Unión Industrial Argentina (UIA) hay unanimidad, pero sí hay cada vez más constructores e industriales que temen que gane la oposición en las elecciones. Satisfechos en forma casi unánime por que no sea un kirchnerista sino Sergio Massa el candidato presidencial del peronismo, no comparten el entusiasmo de los mercados, los comerciantes, los productores agropecuarios o los banqueros por todos los postulantes pro mercado. A partir de reuniones privadas y públicas que han mantenido con Javier Milei, Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta y sus asesores económicos temen un ajuste mayor que el actual en la obra pública y una apertura económica a la competencia manufacturera importada, con matices claros entre los tres. Claro que también admiten que con Massa la construcción estatal está sufriendo demoras en los pagos y redeterminaciones constantes y también retrasadas en los precios de los proyectos por la inflación galopante, por lo que cae desde un pico recientemente alcanzado, mientras la industria sigue creciendo pero con tensiones permanentes por las restricciones en el abastecimiento de insumos y maquinarias desde el exterior.
Los constructores mantienen una opinión generalizada sobre lo que propone Milei, pese a que entre ellos figura uno de sus promotores y ex empleador, Eduardo Eurnekian. Sostienen que su propuesta de terminar con la obra pública y privatizarla por completo con proyectos público-privados (PPP) que se financien con las tarifas de los usuarios de las infraestructuras resulta inviable. Señalan que ni en los países desarrollados los PPP suponen más de un quinto de las obras proyectadas por el Estado. El resto es obra pública tradicional, que licita y paga el gobierno. Advierten que para que funcionen los PPP se necesita mucho acceso al financiamiento externo, de lo que carece la Argentina y no parece que vaya a cambiar en forma radical pese a un cambio político, y se requiere además de altas tarifas para repagar ese crédito. Se preguntan cómo entonces se harán rutas por donde no se circulan tantos autos y calculan que sólo los accesos a la capital serían posible. Se interrogan cómo se construirán cloacas para poblaciones vulnerables que no pueden abonar tanta tarifa.
Uno de los constructores que mantuvieron reuniones con Bullrich, Larreta y sus equipos técnicos se fue con el mensaje de ambos de que el primer año de gobierno, es decir, en 2024, no habrá obra pública porque no habrá fondos para hacerla, dado el fuerte ajuste fiscal que emprenderán. Uno de ellos evalúa que no hay muchas diferencias entre los asesores económicos de la ex ministra de Trabajo y de Seguridad, Luciano Laspina, y del jefe de gobierno porteño, Hernán Lacunza. En las filas del diputado Laspina niegan que vayan a ajustar las obras y se ufanan: “Va a haber plata para todo. No te comas el lobby de los constructores a favor de Massa”. En el entorno de Lacunza, ex ministro de Hacienda, aseguran que gane quien gane ninguno de los cuatro favoritos va a contar con dinero y tendrá que recortar la obra pública al menos al inicio.
Otro ejecutivo de la construcción advierte que 2024 será un año puente para cerrar las cuentas fiscales y le teme a la insistencia de Juntos por el Cambio de volver a impulsar los PPP, no para toda la obra pública como quiere Milei, sino en parte, como intentó Macri. Aquellos PPP quedaron truncos por la falta de financiamiento por la crisis que estalló en 2018. Ahora el entonces ministro de Transporte de Macri, Guillermo Dietrich, está detrás de Larreta. “La experiencia de las PPP de Macri no fue bueno porque necesitas un mercado financiero que no tenés y las obras terminan siendo más caras”, asegura el ejecutivo. Otros colegas sostienen que JxC quiere reflotar otra idea del ex presidente, la de ofrecer esquemas de negocios a cambio de obra. Por ejemplo, en la administración Cambiemos les ofrecieron a los constructores invertir en riesgo en la Patagonia a cambio de quedarse con hectáreas del campo en cuestión.
En cambio, el dueño de otra constructora rescata la figura de Larreta, más allá del ajuste que prevé el primer año de su eventual gestión en la Casa Rosada para resolver la inflación. Considera que 2025 será otro cantar. Recuerda que en un encuentro el Jefe de Gobierno porteño mencionó que el 30% de su presupuesto de la ciudad iba a obras y que en una gestión nacional los recortes apuntarían a los subsidios a la energía y el transporte y los planes sociales. Por el contrario, observa que Bullrich carece de experiencia en la gestión económica, más allá de su paso por Trabajo en la debacle del gobierno de Fernando de la Rúa, aunque rescata su compromiso de darle transparencia a las licitaciones.
Cuando hablan de Massa, los constructores se sienten más cómodos. Admiten que el ministro de Economía, por la necesidad ajustar algo el déficit fiscal por presión del Fondo Monetario Internacional (FMI), demora los pagos de las obras. A su vez, por la inflación del 114% anual, se deben redeterminar los valores de los proyectos de forma permanente, pero cuando se definen los nuevos números ya pasaron tres meses y se acumuló alrededor de 25% más en el índice de precios al consumidor (IPC). Uno de los empresarios consultados admite que no sabe qué haría Massa si llegase a la Rosada, pero admite que le teme menos que a la oposición. Otro usa una metáfora: “El país es una casa. La oposición quiere tirarla abajo para reconstruirla. Massa quiere refaccionar con la gente adentro. Es relativamente cierto que la mayoría de nosotros preferimos su pragmatismo antes que la incertidumbre de la oposición. Él dice que la obra pública será prioridad, pero ¿qué pasa ahora? Es sólo el 1,5% del PBI. Pero en 2024, con buena cosecha, sin sequía, y sin déficit energético, por el gasoducto, con mayor inversión extranjera, Massa no va a dejar caer la economía y apuntará a la inversión pública”. Un tercero reconoce también que la coyuntura del sector es “complicada”, pero rescata que “con Sergio no va a haber PPP, sino que buscará financiamiento multilateral”. Advierte que la escasez actual de agua potable en Montevideo deja la lección de que no se pueden postergar obras básicas aunque hay problemas de caja.
Entre los industriales es otro cantar. Milei sostiene que no abría la economía de un día para el otro porque admite que provocaría desempleo y tensión social. Alega que primero debe nivelar la cancha bajándoles impuestos y flexibilizando las normas laborales a los empresarios. De todos modos, en la UIA desconfían. “El plan de Milei es inaplicable en el contexto argentino”, opina un dirigente. “Es inviable, hay que hacer acuerdos básicos, con la política, los empresarios, los sindicatos”, argumenta otro. Un tercero agrega: “Con Milei todos corren, es un loco. Y es un mentiroso, dice que ya tiene los dólares para dolarizar. El tipo plantea un liberalismo que no existe en el mundo”. Un cuarto sostiene que los industriales que se juntaron con el aspirante de La Libertad Avanza quedaron “insatisfechos” con sus opiniones.
¿Y Bullrich? “Es muy radical en sus posturas, se entiende que hay que hacer reformas, pero en un contexto de diálogo”, opina el primero de los empresarios fabriles citados. Otro agrega que los colegas suyos que se encontraron con ella salieron “espantados”: “No tiene idea de lo que es un modelo productivo, es más playa que (Elisa) Carrió, que una vez no dijo 'llorones' a los de la UIA. Sólo habla de mano dura en los cortes de calle”. En una de las grandes empresas del sector fabril abogan por la apertura económica, pero advierten que primero deben bajar impuestos, flexibilizar la legislación laboral y mejorar la infraestructura de transporte para poder competir. “Hay que abrir la economía, el tema es cómo llegar a eso”, agregan. Sostienen que si no, se repetirá la experiencia que hubo con Carlos Menem, ídolo de Milei, o con Mauricio Macri, que ahora aparece más cerca de Bullrich que de Larreta.
El Jefe de Gobierno porteño genera más confianza en los industriales que su rival interna. Un empresario recuerda su visita a la UIA: “Estuvo muy bien, no habló nada de apertura, su padre (también llamado Horacio) era desarrollista y estuvo en la Unión”. Claro que Lacunza pregona en privado a favor de pasar de una de las economías más cerradas del mundo a una abierta y rechaza a los que acusan al gobierno de Macri de haber abierto el comercio. Considera que no llegó a materializarlo y aboga por la integración económica con el resto de Latinoamérica, la Unión Europea y Asia. “Igual creo que Larreta se va a medir, no hará las barbaridades de Macri”, se ilusiona el empresario que lo recibió en la UIA. Otro colega comparte su opinión: “Larreta tomó nota de los errores de Macri. No va por el camino de Bullrich. Él y Massa son los que pueden generar los consensos básicos”. “Con Massa y Larreta se puede negociar”, valora otro industrial.
Entre los grandes empresarios de la UIA prevalece el favoritismo por el jefe de gobierno porteño. Entre los dueños de pymes, por el ministro candidato. “A Massa se lo ve pactando con gente de Juntos por el Cambio si llega al poder”, valora un hombre de negocios. Otro colega matiza los dilemas de la mente del industrial medio: “Si tenés mente desarrollista, Massa te llega más. Pero si querés un país ordenado, no te convence. Necesitás paz social, tener calles tranquilas, pero si no podés repatriar dividendos, no tenés acceso a las materias primas, las empresas multinacionales rajan”. Un tercero lo prefiere sin dudas: “Massa es pragmático e inteligente. Mirá cómo sacó de la galera el uso de yuanes para el comercio o para pagarle al FMI, y eso que es el representante de la embajada (de Estados Unidos). Conoce, es audaz, labura. Los que terminan en el peronismo, como él, se dan cuenta de que la salida es industrial -recuerda su pasado juvenil en la Unión del Centro Democrático (Ucedé), que en los 80 encarnó el liberalismo que hoy se ve en el PRO o La Libertad Avanza-. La mayoría de los pymes lo valoran porque en su momento se enfrentó a Cristina, porque se junta con Estados Unidos y con China”. Claro que los empresarios son sólo parte del electorado: influyen con su dinero, pero los que definen son los trabajadores, desde empleados de clase media alta y profesionales hasta obreros y los de la economía popular- y habrá que ver por quiénes se inclinan.
AR/MG