Hubo un tiempo en que los sábados se llenaban los hipermercados. Pero el pasado sábado 12 de abril apenas unos pocos autos estaban estacionados en el híper Carrefour de la avenida Warnes, en La Paternal. Pese a que el día anterior el ministro de Economía, Luis Caputo, había anunciado que el dólar oficial podía subir de los $1.097 de aquel entonces hasta $1.400, y a pesar de que los argentinos tienen incorporado en su memoria que cualquier incremento de la divisa se refleja en los precios, aquel sábado en las góndolas casi no circulaban changuitos.
El lema “no hay plata”, con el que Javier Milei inauguró su presidencia en diciembre de 2023, sigue vigente para los trabajadores. No había pesos en el bolsillo para ir al súper ni para aprovechar el lunes la apertura del cepo cambiario para personas y comprar dólares. Por algo la moneda norteamericana subió sólo 12% aunque el margen habilitado rondaba el 30%. De ahí que las cadenas de supermercados se resistan trasladar el alza de costos a los precios. No es caridad, es supervivencia.
En marzo, el mes en que la inflación saltó 3,7% antes de la devaluación de este lunes, el consumo en los súper cayó 7,1% respecto de un año atrás, según la consultora Scentia. Es una comparación con un marzo de 2024 también en caída. Es decir, bajar del primer al segundo subsuelo. Los autoservicios independientes, que agrupa a supermercados chinos y almacenes, descendieron un poco menos porque los consumidores los prefieren para compras acotadas, pero también redujeron sus ventas 3,7%. Entre los dos canales, el consumo masivo se contrajo 5,4% contra un marzo de 2024 que a su vez había caído un 7,4% respecto de marzo de 2023, cuando apenas crecía 1,6%.
Las ventas que más se caen son las de bebidas con alcohol (-18%) y sin alcohol (-16%) y las compras por impulso (-15%), como las golosinas y otros productos que se ubican cerca de las cajas de los súper. Las de artículos de desayuno y merienda (-1,5%), higiene y cosmética (-3,3%) y limpieza de ropa y hogar (-2%) descienden menos. Sólo crecen y apenas las de alimentos frescos (0,5%) y perecederos (1,2%).
No por nada crecen las ofertas del 50% en la compra de la segunda unidad, a pesar de que era la estrategia de venta que Caputo rechazaba hace un año porque impedía que se reflejara el menor precio en el índice de inflación. Incluso llega a haber descuento del 80% en el segundo huevo de Pascua.
Pero no todo el consumo cae en la sociedad. Los patentamientos de autos nuevos se dispararon en marzo 82%, la construcción mejoró 3,7%; la industria, 5,6%; la exportación, 10,1% y las importaciones saltaron 42% con un tipo de cambio apreciado, que apenas se modificó con la apertura parcial del cepo.
En marzo, cuatro de cada diez argentinos encuestados por la consultora Moiguer consideraba que su situación económica mejoraba. Pero sobre todo así lo percibían en la clase alta (56%). En la media era el 41% y en la baja, sólo el 32%. El director del área de investigación de Moiguer, Martín Eandi, vincula la baja del consumo de marzo a la aceleración de la inflación, así como a la menor llegada de turistas extranjeros y la mayor salida de argentinos al exterior.
Uno de los motivos por los que cae el consumo tiene que ver con la pérdida del poder de compra. Los datos oficiales del salario registrado llegan hasta enero pasado. En el caso del sector privado, los sueldos están 0,7% por encima del ya de por sí bajo nivel heredado del gobierno de Alberto Fernández si se lo ajusta por inflación, según reconoce el último informe del Centro de Investigación y Formación de la Central de Trabajadores de Argentina (Cifra-CTA). Pero sus autores, Pablo Manzanelli y Leandro Amoretti, señalan que si el índice de precios estuviera actualizado de acuerdo con la canasta de consumo actual, donde pesan más las tarifas que a principios de siglo, entonces la remuneración privada estaría 3% abajo. Ni hablar de los sueldos del Estado, por los que pasó la motosierra de Milei: están 16,4% más depreciados que en noviembre de 2023, según la inflación oficial, y 19,5% peor, de acuerdo con el indicador elaborado por Cifra-CTA.
Sólo el 20% de las paritarias firmadas en enero y febrero superó la inflación, según un informe de la consultora CP. El reporte de la firma de Pablo Moldovan y Federico Pastrana lo atribuye a la pauta salarial del 1% que quiso imponer el Gobierno para bajar la inflación, frente a un índice de precios al consumidor (IPC) que no logró domar y ubicar en ese mismo número, sino que fue en escalera: 2,2%, 2,4% y 3,7% en los primeros tres meses del año. Nada de “saludar a la inflación que se va”, como prometía el vocero presidencial, Manuel Adorni, en agosto pasado por la red social X. Encima, con la devaluación de abril, este mes y el próximo el IPC rondaría el 4% o 5%, según anticipan consultores.
“Las paritarias siguen cortas. Continúa la incertidumbre: i) en abril se renegocia el 60% de las paritarias, ii) las próximas negociaciones serán más conflictivas y iii) un rebrote de la inflación puede retroalimentar la dinámica salarial”, advierte el documento de CP. La consultora apunta que este año se interrumpió la recuperación salarial iniciada en septiembre pasado y que en febrero el promedio de las paritarias quedó 4% abajo de la inflación, con hasta 7% en los casos de construcción, el gremio de Gerardo Martínez, y sanidad, el de Héctor Daer, líder de la CGT, mientras que algunos sindicatos aún consiguieron aumentos, como los de entidades deportivas de Carlos Bonjour (9%) y los aceiteros de Daniel Yofra (6%). Los camioneros de Hugo Moyano lograron un 1% de alza real, los de alimentación quedaron en cero, mientras que perdieron 0,8% los bancarios de Sergio Palazzo -que ahora obtuvo una recuperación-, 3,6% los de comercio de Armando Cavalieri y 5,9% los metalúrgicos de Abel Furlán.
El consumo masivo se retrae además porque los consumidores deben destinar más fondos al gasto en otros rubros que se encarecieron más. En el último año, los alimentos y las bebidas no alcohólicas subieron 44,8% de precio, menos que el 57% de inflación, según datos del Instituto de Estadística (Indec) en el área metropolitana de Buenos Aires (AMBA). En cambio, el alquiler de la vivienda, pese a la tan festejada desregulación de Milei y su ministro Federico Sturzenegger, saltó 230%. La luz y el gas, tarifazos mediante, aumentó 156%. Las telecomunicaciones, otro sector desregulado por este Gobierno, se incrementaron 73%. La educación, entre cuotas de colegios privados y útiles escolares, 83%. Con tantos aumentos, no hay plata para el changuito.
AR/DTC