“La economía no es una ciencia exacta; en demasiadas ocasiones es posible torturar los datos hasta que sostengan lo que uno quiere”, dice el economista Francisco Eggers y la frase enmarca con precisión el debate que se agitó en las últimas horas sobre la deuda pública.
En una entrevista televisiva el expresidente Mauricio Macri sacó una hoja de papel con un gráfico que, según dijo, probaba que su gobierno emitió menos deuda que el último de Cristina Fernández de Kirchner y el de Alberto Fernández. Según detalló, el promedio anual de deuda generada por Cambiemos fue de US$12.000 millones, mientras que el de Fernández de Kirchner fue de US$17.600 millones y el del primer año de gestión de Fernández fue de US$33.700 millones. El gráfico circuló entre adeptos a Juntos y fue reflotado en cámara por la precandidata a diputada por la Ciudad, María Eugenia Vidal, que remató: “Son datos. Son hechos. Que sigan hablando”.
El ministro de Economía, Martín Guzmán, que tiene entre sus grandes tareas la gestión de la deuda pública, no tardó en ofrecer su versión a la pantalla. Sin alterar el modo zen, introdujo él mismo el tema en la conversación con Luis Novaresio y dijo que el argumento opositor es falso. “Juntos por el Cambio endeudó por US$100.000 millones a la Argentina. ¿Cuánta deuda en dólares tomamos nosotros? Cero. Hay que diferenciar deuda pública en la moneda que no emitimos de la que sí emitimos. Nosotros elegimos no endeudarnos en dólares y reconstruimos el mercado de deuda pública en pesos”.
Lo que permite que cada parte se arrincone y exhiba datos supuestamente inapelables pero incompatibles entre ellos es que no existe un consenso acabado respecto de cómo se debe contabilizar la deuda y cada quien elige la metodología que considera más atinada o, en todo caso, la que le arroja el mejor saldo.
¿Qué cuenta hace cada uno?
El informe en el que se basa Juntos fue elaborado por Guido Sandleris, ex titular del Banco Central, y contempla algo que llama la “deuda pública consolidada”. Agrega a las estadísticas de deuda pública conceptos como compromisos pendientes ante el CIADI, deudas del Plan Gas y “otros” elementos que no se detallan. También suma la deuda del Banco Central.
Según Andrés Asiain, titular del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (Ceso) esta información “no solo es poco clara en cuanto a agregar deudas no contempladas por las estadísticas habituales, y sumar los títulos del Banco Central al endeudamiento del Estado, sino que tampoco diferencia la deuda que el Estado toma con acreedores privados u organismos internacionales de la deuda intra sector público”. “Esto último es de vital importancia, ya que la deuda de un área del Estado con otra área del propio Estado es un registro contable que carece de valor económico sustancial”, apuntó Asiain en una columna publicada en Ámbito. “Si se agregan distintas áreas del Estado para contabilizar sus emisiones de deuda, lógicamente deberían netearse [compensarse] las deudas entre dichas áreas”.
Al descontarse la deuda interna del Estado los números cambian, incluso si se continúa considerando los títulos del Banco Central y las deudas que el macrismo atribuye al CIADI, Plan Gas y otras. Según esos cálculos, el incremento anual promedio en la gestión de Macri fue muy superior a la última de Fernández de Kirchner y estuvo apenas por debajo de la de Alberto Fernández, producto de la emisión de títulos del Banco Central para absorber la fuerte emisión monetaria que requirió atender la emergencia económica durante la pandemia. Si se deja fuera ese concepto (que para Asiain es al menos “inusual”) el endeudamiento neto del sector público durante el primer año de gobierno de Alberto Fernández es de US$325 millones, muy por debajo de los US$11.759 millones de Macri y los US$1.367 millones de Cristina.
Para María Castiglioni, directora de C&T Asesores Económicos, la cuenta que hace Sandleris tiene sentido. “Algunos dicen 'deuda es solamente la deuda externa, no deuda interna o deudas con el Banco Central y en realidad no es así; deuda es todo. Después podremos discutir qué es más conveniente”, señaló. “Incluso si la deuda es en pesos, si el Estado no tiene los recursos para pagarlo y el Banco Central emite, le presta al Tesoro para cancelar esa deuda, eso es inflación; es impuesto inflacionario, que es hiper nocivo. Está todo ligado”, añadió.
De acuerdo con el Centro de Economía Política Argentina (CEPA), en cambio, esa medición agregada que propone Juntos tiene “infinidad de sesgos”, entre los que el más importante es la licuación por las devaluaciones. Al considerar una larga lista de conceptos en pesos (particularmente la deuda con el Banco Central) y expresarlos en dólares, la suba del tipo de cambio que registró el país durante la gestión de Macri —y que implicó un fuerte golpe a las condiciones de vida de los argentinos y argentinas— termina por traducirse en una mejora del resultado final.
Otro de los referentes económicos de Juntos, Hernán Lacunza, también hizo números públicamente y concluyó que “a la deuda la genera el déficit”. Martín Vauthier, economista de Anker Latinoamérica coincide: “En la Argentina siempre se habla de la consecuencia del déficit, que son la deuda o la inflación que se genera en la emisión monetaria, pero nunca se habla de lo que lo causa eso que necesitamos financiar, que es el déficit”, dijo.
En el Gobierno, en cambio, se enfocan la evolución de la deuda pública en moneda extranjera, que es la que advierten como más nociva y responsable de las crisis recurrentes de cesación de pagos porque la única manera de afrontarla es a través de la generación de dólares. Es decir, es la deuda que puede hacer (e hizo) caer al país en default.
Tal como se puede ver en la tabla de Ceso, el incremento anual promedio de esta deuda durante la segunda gestión de Cristina Fernández de Kirchner representó un promedio de US$2.114 millones por año, mientras que en el de Cambiemos fue de casi 10 veces más, de US$20.450 millones. En el primer año de gestión de Alberto Fernández hubo un incremento anual de US$2.779 millones, un valor similar al del último mandato de Cristina Fernández. No es US$0, como dijo Guzmán, porque en el cálculo del Ceso no solo se considera la deuda en dólares con privados (a la que se refiere el ministro) sino también la deuda que sí se contrajo con organismos internacionales como el Banco Mundial.
“Cuando mirás la deuda bruta, si crece o no, y no ves la composición de la deuda no estás entendiendo la naturaleza del proceso y las consecuencias que puede tener hacia adelante”, precisó Mariano Barrera, economista del Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (CIFRA - CTA de los Trabajadores). Para él hay que considerar con qué actores se contrae esa deuda y en qué moneda, lo que arroja cuatro combinaciones: con el Estado en dólares o pesos o con privados en dólares o en pesos, lo que genera distintos efectos.
“Durante el kirchnerismo se canceló deuda con privados y se tomó deuda con Anses y otros organismos públicos y la relación deuda/PBI con acreedores extranjeros en moneda extranjera se ubicó en niveles muy bajos. Eso hace que sea más difícil estar en una situación crítica porque es mucho más fácil de refinanciar”, explicó Barrera, antes de diferenciar el proceso que vino después. “Con el macrismo hubo un cambio de composición: se cambió deuda en pesos por dólares y se canjeó deuda intraestatal por deuda con privados” con el argumento de que “si tenés una economía libre con acceso a los mercados extranjeros nunca hay restricciones porque tenés disponibilidad para refinanciar”, algo que tocó sus límites en momentos como el 2001 y 2018, cuando los organismos internacionales y acreedores externos dejaron de prestarle al país por identificar un proceso insostenible. “En ese momento dejás de tener financiamiento y ahí la restricción externa, que estaba morigerada de forma artificial se manifiesta y empieza un proceso de renegociación, que es más difícil que renegociar con el Estado en una moneda que tenés”.
“En los próximos tres años la Argentina tiene devolver alrededor de US$45.000 millones y, objetivamente, no cuenta con ese capital. Si esa deuda fuera con la Anses emitís un nuevo bono y pateas el vencimiento para adelante”, explicó.
Glosario de la deuda
Como se evidenció en los últimos días, no hay una sola forma de mirar y contabilizar la deuda. El economista Francisco Eggers enumera diferentes alternativas frecuentes para enmarcarla:
-Deuda Tesoro. La más popular en los medios. Se refiere a la deuda del Tesoro Nacional, sumando todas las monedas, todos los acreedores (no distingue entre deudas con terceros y con el propio Estado) e incluye avales otorgados. Es la información que está disponible sin necesidad de procesarla.
Esa información nos dice que a fines de 2007 la deuda de la Administración Central Nacional (o sea, el Tesoro) era de US$144.729 millones y a fines de 2015 era de US$222.703 millones. Un crecimiento US$9.700 millones anuales; pero que fue originado principalmente por deudas con el Banco Central y con Anses. A fines de 2019 era de US$320.600 millones (crecimiento anual: casi US$24.500 millones). A fines de 2020 era de US$333.100 millones (crecimiento: US$12.500 millones) y al 31 de marzo de 2021 seguía en ese valor.
-Deuda como porcentaje del PBI. En este caso las variaciones no dependen solo de la deuda que se tome, sino también de la evolución del PBI real, del valor del dólar y hasta de la inflación. En ese sentido, durante las presidencias de Cristina Fernández de Kirchner el peso de la deuda bajó fuertemente y durante el de Mauricio Macri creció del 52,6% del PBI al 88,8% del PBI. En el primer año de Alberto Fernández subió al 102,8% del PBI, principalmente por la reducción del PBI real en 2020 por la pandemia.
-Deuda del Tesoro con el sector privado y organismos internacionales. Es la que le da comparativamente peor a Macri y mejor a Fernández de Kirchner y Fernández, porque la proporción de la deuda con privados y organismos internacionales en los gobiernos de ellos dos bajó, y aumentó en el de Macri.
-Deuda pública externa. Incluye la deuda de la administración pública nacional, la de las administraciones provinciales y la del Banco Central. Para Eggers, “pone énfasis en el tipo de deuda más peligrosa”, que es la deuda en moneda extranjera. Según sus cálculos en base a datos oficiales, al finalizar 2007 la deuda pública externa era de US$101.873 millones y al finalizar 2015, de US$101.659 millones, lo que arroja un crecimiento neto de 0. Al finalizar 2019 era de US$197.401 millones, con un crecimiento de US$23.935 millones anuales; aumento que se frenó en 2019 por la falta de acceso a los mercados. Si se computa hasta 2018, el aumento en tres años fue de US$95.671 millones (US$31.890 por año). Durante el 2020, la deuda externa se redujo en US$3.641 millones y en el primer trimestre de 2021 (hasta donde llegan los datos) se redujo adicionalmente en US$3.526 millones. “Durante 2021 terminará con una reducción, pero en gran medida gracias al 'maná del cielo' de la distribución de los DEG”, concluye.
-Deuda consolidada. Compensa la deuda intra sector público, pero suma la deuda del Banco Central. “Es útil, pero en general no veo las estadísticas de ese tipo elaboradas seriamente. Si tomo como concepto al total del sector público (incluyendo al Banco Central), no puedo computar las deudas intra sector público. Es como si dijéramos: ¿Cuánto debe esta familia? y le sumamos no solo lo que la familia le debe otras personas, sino también lo que el padre le debe al hijo. Todo indica que el cálculo que hace Sandleris es disparatado”.
DTC