Emmanuel Álvarez Agis, ex viceministro de Economía: “Lo razonable es aumentar las tarifas entre 20 y 30%”
El consultor propone un punto intermedio entre el alza similar a la inflación que planteaba Guzmán y el 9% que impulsan cristinistas. Advierte sobre los riesgos de sobreestimular la recuperación económica y de postergar el acuerdo con el FMI.
Emmanuel Álvarez Agis sonaba como eventual integrante del gabinete económico de Alberto Fernández en la campaña electoral de 2019, pero finalmente quedó afuera. Ex viceministro de Economía de Axel Kicillof devenido en dueño de una consultora, PxQ, no aclara si por decisión propia, de Fernández o del kirchnerismo, pero en los últimos días fue noticia porque, aunque critica con dureza el acuerdo de Mauricio Macri con el Fondo Monetario Internacional (FMI), dudó que sea judicializable y recomendó que pronto se arribe a una renegociación de ese pacto. Aborda el debate sobre las tarifas, horas antes de que este lunes y martes se discutan las del gas en audiencias públicas.
¿Cómo ve la situación económica?
Si uno mira cómo estaba la situación económica en octubre del año pasado, la pregunta era qué día de diciembre el Gobierno termina devaluando. Me parece que, sin decirlo, el Gobierno aplicó una especie de plan de estabilización. Apreció un poco el tipo de cambio paralelo, bajó el gasto. Y eso permitió que la economía básicamente se activara. Lo que desestabilizaba era la expectativa de devaluación. Hoy la pregunta del mercado es: después de las elecciones, ¿llegan con una macroeconomía razonable o con el auto todo rayado? La Argentina venía discutiendo a un plazo de 30 días. Ahora a seis meses. En cualquier país normal sería raro, pero acá en principio es un aspecto positivo. Ahora la mirada más de fondo es si el Gobierno aprovecha esta estabilización para terminar de ponerle pilares más o menos sólidos a la economía, metiéndose en una discusión con el Fondo. Para mí, el punto con el Fondo no es un acuerdo. El punto es la discusión y qué tenga el acuerdo adentro. No es firmar y los bonos rinden 10% y salimos del pozo. La discusión va a ser bastante profunda. Si lo pospone para después de las elecciones, puede hacer que la economía crezca un poquito más, pero tenés el riesgo de desestabilizar. ¿Cuál es es mi mayor preocupación? Que durante la discusión con el Fondo generemos un escenario parecido al del año pasado con más incertidumbre, más gasto público, más brecha, menos dólares. Ese es el círculo vicioso que hay que evitar. Si el Gobierno se toma más o menos tiempo para discutir con el Fondo, no es una cosa que me quite el sueño. Lo que me preocupa es que el acuerdo que firme sea razonable. Los últimos tres acuerdos no fueron razonables. Si se demoran en firmar con el Fondo, que no se use eso para sobreexigir la economía argentina. Este año puede tener una tasa de crecimiento alta, digamos 8 puntos. Porque cayó mucho y se recuperó muy rápido. Para exigir más allá de esos 8 puntos, básicamente lo que te faltan son dólares. Donde te faltan dólares sabemos lo que pasa. Hay que calibrar las variables en un escenario muy finito, donde obviamente tenés que ganar las elecciones, pero también cuidar la macro.
En el FMI hay posturas distintas, pero funcionarios europeos temen que una demora del acuerdo despierte la tensión por el dólar paralelo…
Hay un dato muy positivo: en octubre del año pasado estimamos cuál era el desafío en términos de financiamiento que tenía el Gobierno este año y lo que nos preocupaba era que para cerrar lo que se denomina técnicamente hablando la brecha de financiamiento este año faltaban US$ 5.000 millones. Si vos pensás en este nuevo precio de la soja, son unos 7.000/8.000 millones de dólares adicionales a las reservas. ¿Cuánto de eso va a la recaudación? Son 2.000 millones. Si a eso les sumás los DEG (derechos especiales de giro, que el FMI repartirá entre sus miembros) por US$3.000 millones, cerraste financieramente el año. Entonces es un escenario un poco inusitado, por lo bueno. El problema es que este año si vos tenés una recuperación de ocho puntos, los pesos que andan dando vuelta en la economía vamos a tener que usarlos para financiar capital de trabajo, para volver a contratar gente, para comprar insumos. Si arriba de eso te llueven pesos, como te llovieron en parte de la pandemia, es obvio que parte de ese excedente va a terminar yendo al dólar. Es un desafío para el Gobierno ir a un año electoral confiando en que el que va a reactivar la economía es el sector privado, algo que usualmente no se hace en la Argentina. Hoy la economía se está recuperando sola, al punto que Guzmán ajustó el gasto en el cuarto trimestre del año pasado y la economía siguió recuperándose. Entonces, hoy es la primera vez desde 2003 que veo una política fiscal contracíclica. Quiere decir que cuando se recupera el sector privado, el sector público se corre. El año de la pandemia fue al revés. Es difícil pensar una política contracíclica en un año electoral, pero es lo que la macro necesita.
¿Con ese impulso del sector privado es suficiente para ganar las elecciones?
No sé. La tasa de recuperación es muy fuerte, pero la Argentina venía de dos años de crisis macroeconómica y, tras eso, la pandemia. El consumo per cápita volvió a niveles de 2005, o sea, la caída fue muy fuerte. Entonces la pregunta es qué va a valorar la gente en las elecciones: ¿lo bajo que estás o la velocidad a la cual estás subiendo? Lo que sé es que macroeconómicamente se te configuró un escenario distinto, sano, dentro de lo que vienen siendo los últimos seis años. Es la primera vez que vos decís que las cosas están más o menos planteadas para que esto salga. Ahora, si exigís el auto, por ahí termina fundiendo el motor. Si lo dejas andar solo, tal vez va recuperando, pero no sé si alcanza para ganar las elecciones. Yo diría que es mejor que pienses cómo no perderlas. Y si el dólar está a 200, te digo que las pierdo.
¿La Argentina necesita un nuevo plan de estímulo como el que acaba de votar Estados Unidos?
Necesitarlo se necesita, pero tendría que estar en dólares y lo puedo hacer en pesos. Entonces no podés hacerlo por más que quieras. Mucha gente cree que la Argentina cayó tanto en 2020 producto de la cuarentena. Yo soy de pensar que caíste tanto porque la plata que pudiste gastar fue muy poca. O sea, Chile y Brasil gastaron más del doble que lo que gastó la Argentina como porcentaje de su producto. Lo cierto es que Argentina está comiendo del plan de Estados Unidos. La Argentina, en términos de crecimiento, va a tener su mejor año desde 2011, con mucho viento de cola. Eso permite que las exportaciones levanten, que el Banco Central compre un poco de dólares.
¿Para qué alcanza la plata adicional que trae la soja: para pagar deuda, para no aumentar tanto las tarifas, para bajar el impuesto a las ganancias?
No, fundamentalmente alcanza para financiar una recuperación de las importaciones, que va a venir explicada por el mayor crecimiento. Y también alcanza para que, cuando los argentinos veamos que el Central se vuelve a llenar de reservas, nos vamos a poner a pensar cómo ganar la plata laburando. Cuando vos ves que el Central se vacía, empezás a pensar cómo ganar plata especulando. La perspectiva de 2021 es buena. El problema es que el punto de partida es de reservas muy chicas. Lo único que tenés que hacer es no gastarte la que te va a venir a cuenta.
Pero va a haber una tentación de usar esa plata adicional… ¿para qué alcanza?
Parafraseando a los Redondos, nuestro informe de esta semana se llama “Maldición. Va a ser un año hermoso”. El año pinta bien. Mi miedo es no te pasés, no quieras que sea recontrabueno porque por ahí lo terminás arruinando. Hoy alcanza para tener una cuenta corriente razonable. Pagos de deuda prácticamente no tenés con el sector privado. Aparentemente, los organismos internacionales van a refinanciar a la Argentina. Vas a tener un Banco Central que, en vez de tener los US$ 3.000 millones de reservas netas de hoy, tal vez termine el año con US$ 6.000/7.000 millones. Es una performance muy buena para un país que viene tan golpeado. Para eso tenés que estar muy ordenado macroeconómicamente hablando.
¿Cuándo es mejor pactar con el FMI: antes o después de las elecciones?
Uno está muy preocupado por qué cosa puedo hacer para potenciar la buena noticia 2021, pero el Gobierno debería concentrarse en minimizar las malas noticias, y la única mala noticia que hay que minimizar es que crezca la brecha cambiaria. El trasfondo de la discusión con el FMI, que no está claro, es que la deuda con el Fondo es impagable a diez años o a 20. No hay forma de pensar que la trayectoria de exportaciones de la Argentina va a poder matchear con el nivel de deuda que se tomó con el Fondo. Para salir de ese embrollo, ¿que tenés que hacer? Lo que hacen todos los países normales del mundo, y los anormales: no pagar la deuda, o sea refinanciar los vencimientos de capital, y concentrarte en pagar un monto de intereses que sea chico. Esa posibilidad la tenés porque los cupones de la deuda reestructurada son chicos. Ahora, si no podés refinanciar los vencimientos de capital, lo único que hiciste fue patearlo para adelante a los privados y ahora estás pensando en patear al FMI. Cuando el mercado vea que tenés los vencimientos apilados en 2025, te va a jugar la deuda en 2023 y si los tenés apilados en 2028, lo hará en 2025. El programa con el Fondo tiene que permitir a la Argentina volver al mercado, no para tomar más deuda, simplemente para rollear la que ya tiene. Salvo que mañana haya un milagro, que Vaca Muerta esté en plena producción, no nos alcanzan los dólares para pagar el capital.
¿Qué características deberían tener un acuerdo con el Fondo para ser bueno?
Empecemos por la negativa. No tiene que tener déficit cero, emisión cero y libre flotación del tipo cambio. Ya sabemos que esa combinación trae tres años de recesión y 53% de inflación. Creo que el Fondo aprendió a las trompadas y con mucho costo para los argentinos que los esquemas que te pueden funcionar para estabilizar países de ingreso medio que tienen moneda no funcionan para uno que no tiene moneda, como el caso argentino. El punto es que si queremos que el Fondo nos diga que está perfecto tener déficit fiscal para siempre, eso no va a pasar. Las discusiones del acuerdo con el Fondo son dos. Una es a qué velocidad vamos recuperando superávit fiscal. Y segundo, quién paga esa joda de tres, cuatro o cinco años hasta estar en un nivel de superávit que te haga sostenible la deuda. Si el Fondo te dice “tranquilo, gradualismo fiscal OK”, ¿cómo lo pago? Con pesos no funciona. ¿Cómo funciona? Algunos piensan que el Fondo nos dio un crédito. Yo creo que por la magnitud de ese crédito más bien se hizo socio de la Argentina. O sea, si la Argentina no se recupera, el Fondo no cobra. Es deseable que el Fondo dé un poquito más de financiamiento largo para ir convergiendo al superávit fiscal. De lo contrario es pararse ahí, hacer un anuncio y decir vamos a tener 4% de déficit fiscal este año. Va a haber un periodista que va a preguntar: “Che, ¿cómo lo van a pagar?” Emitiendo plata. Y así no funciona. ¿De dónde viene el financiamiento para una Argentina que vaya recuperando posición fiscal? El Gobierno empezó a sugerir que el acuerdo con el Fondo le va a permitir destrabar financiamiento con organismos internacionales, que no nos están prestando nada producto de la crisis macroeconómica. Si es así, es el esquema más sano que hay porque te van a financiar barato, largo y para proyectos de infraestructura.
Los acuerdos a diez años del FMI siempre incluyen reformas estructurales. ¿Cuáles podría hacer la Argentina?
Cuando uno mira los últimos diez extended fund facilities (EFF, facilidad de fondo ampliado, que es el acuerdo por diez años), son reformas estructurales que al final del día se tienen que materializar en algo medible. Son dos o tres cosas que creemos que son la madre del borrego en la discusión macroeconómica. La Argentina tiene dos cuestiones: una es una reforma fiscal y la otra, el tema jubilaciones. En cuanto a la fiscal, puede haber un acuerdo porque, mientras tengas más plata para pagar la deuda, al Fondo no le preocupa si se hace por derecha o por izquierda, quiero decir si le cobrás a los ricos más impuestos. Fijate que Macri subió las retenciones. La discusión de jubilaciones va a ser más peleada. Porque la Argentina ha decidido otorgar un ingreso a la vejez y me da la impresión de que el Fondo piensa que un país como la Argentina no puede tener este grado de inclusión previsional. Entonces probablemente te pida un recorte. Creo que para la Argentina sería un error recortar, por razones ético-morales pero también macroeconómicas. Eso nos metería de vuelta en una lógica de ajuste que haría que el PBI sea menor, que la deuda sea muy pesada para un PBI que se achica, etcétera, etcétera.
¿Cuánto deberían aumentar las tarifas: como la inflación, como antes decía Martín Guzmán, o al 9%, como se supone que quiere el cristinismo?
No quiero ser salomónico, pero me parece que está justo en la mitad. Hay mucho olor a que las tarifas están con el mismo nivel de atraso que en 2015. Entonces yo no puedo hacer el congelamiento. La verdad es que los números no muestran eso. La Argentina termina 2020 con un nivel de subsidios de 1,7% del PBI. En 2015 eran 4%. Si vos no subís las tarifas, vas de 1,7 a 2. O sea, no hacés un desastre fiscal. Si la subís 40%, probablemente achiques ese nivel de subsidios, pero para un salario al que le está costando recuperar, le vas a sacar casi un punto. Lo razonable es pensar un esquema de entre 20 y 30%, que además tenga una segmentación. La pandemia, de hecho, te segmentó la gente. Un tipo que siguió en la casa, teletrabaja y no le tocaron el sueldo empezó a ahorrar 15 lucas por mes porque no gastaba nafta, en subte, comer afuera, no gastaba en Mar del Plata. Y otro tipo que laburaba de mozo en Puerto Madero le entró cero por mes. Hoy tenés 40% de pobreza, lo cual quiere decir que tenés que tener 40% de tarifa social para arrancar a hablar. O sea que tenés que segmentar la mitad que se quedó afuera de la pobreza. Es algo que hay que discutir muy de frente con el Fondo. El Fondo le dijo a Macri muy bien felicitado porque tu tarifa social es para el 30% porque tu pobreza era 30%.
¿Qué inflación espera para 2021?
40%. Con estos precios internacionales de las materias primas, difícil que se cumpla la meta del 29%. Requeriría de una apreciación nominal del tipo de cambio que no es conveniente para estos niveles de reservas.
¿Por qué sentarse a negociar con el Fondo una deuda que al Gobierno le parece que estuvo mal otorgada?
Al Fondo no le toca gobernar un país. Al Gobierno, sí. Entonces yo creo que el acuerdo con el Fondo fue el error máximo de Macri. Nos metió en un problema que con suerte nuestros nietos van a poder decir que lo arreglaron. Creo que además el Fondo obró con una impericia, una irresponsabilidad pocas veces vista. Ahora, el que tiene que evitar que el dólar termine en 200 es Alberto Fernández. El Fondo, en cambio, ve que llega a 200, se corre, espera tres meses y vuelve a venir. La Argentina tendría que tener dos estrategias: una, geopolítica, que es discutir en el directorio del Fondo cuál va a ser el resarcimiento para un país al cual le prestan US$ 47.000 millones y alegremente le dicen “úsalo para lo que quieras”, y después vemos cómo el propio Estados Unidos dice que los prestaron para que ganara Macri. Ahora, si vos esperás solucionar el problema macroeconómico de la Argentina teniendo una discusión de esa naturaleza en el Fondo y a que el Fondo tome una decisión, te morís antes. Hay que atajar el lío ahora y no abandonar la estrategia geopolítica.
Por su análisis, lo veo bastante cerca de Guzmán.
Probablemente.
En las últimas semanas, Guzmán ha sido elogiado por Domingo Cavalo y Orlando Ferreres y está siendo discutido por cristinistas. ¿Cómo va a terminar el ministro?
Ojalá que bien, porque terminaría bien la Argentina. Nunca vi un gobierno que echa a un ministro de Economía cuando el PBI está creciendo.
Roberto Lavagna…
Lavagna se fue. No había una cuestión de que “este inútill se tiene que ir porque la economía está toda rota”. Había una cuestión de que el Gobierno quería ir para allá y el ministro, para otro lado. A Guzmán le toca un trabajo que ciertamente es desagradable, que es marcarle al Gobierno cuáles son los límites de lo posible. Vos te sentás con el ministro y le decís: “Che, ¿la economía puede crecer 8?” Sí. “¿Y por qué no la hacemos crecer 10 y recuperamos todo lo de la pandemia?” Y porque no se puede. Decirle a Katopodis “este es el nivel de obra pública que podés hacer y más arriba de esto no” es desagradable. A mí no me llama la atención que lo maltraten, que haya internas, etcétera. Me preocuparía si Katopodis, Ferraresi dijeran: “Che, ¡qué fenómeno Guzmán, me dijo que gaste todo lo que quiera!”. El puesto de ministro de Economía en cualquier país del mundo no es para ganarse amigos. A Guzmán le tocó atravesar un momento muy complicado donde dijo: “Che, en el cuarto trimestre tengo que ajustar porque el dólar llegó a 200”. Y probablemente dentro del Gobierno le dijeron: “Si ajustás, vas a interrumpir la recuperación de la economía”. Si sabés algo de macroeconomía, te das cuenta de que pasó exactamente lo contrario. Lo que hizo fue ponerle solidez a la recuperación de la macroeconomía. Está claro de que uno se queja de que los políticos quieren ganar las elecciones, pero ese es su trabajo. El trabajo del ministro es decir que si nos pasamos de rosca, por ahí chocamos antes de las elecciones.
AR
“Hay mucha gente que tiene mucha ganas a entrar al Gobierno y tal vez vez ve en mí un competidor y trata de descalificar”
¿Por qué no entraste al Gobierno en 2019, pese a que en la campaña se te mencionaba como economista de consulta de Cristina Fernández de Kirchner?
Me tocó llegar a una posición muy alta en el Gobierno muy joven y eso alteró un poco mi vida profesional. Vos te vas de un gobierno siendo viceministro de Economía y sos medio un elefante en un bazar. Un montón de trabajo no lo puedo hacer, pero no porque se me caen los anillos, pero es raro meter a un ex viceministro de Economía como subgerente de un banco. En ese marco empecé a desarrollar mi carrera en el sector privado, ensayando algo nuevo: una consultora que trata de desapasionarse un poquito y mirar la economía con una mirada distinta. Nos fue muy bien. Crecimos mucho durante los seis años que ya llevamos y hoy mi foco está ahí. ¿Eso significa que dejé la política y no me interesa? No, todo lo contrario. Para mí, uno hace política desde distintos lugares. No creo que para hacer política tenés que tener un puesto en el Gobierno. Hoy yo sigo hablando con todos los referentes políticos. Si me llama el Presidente, es prioridad uno, dos, tres. Si me llamara cualquier otro presidente, sería lo mismo. Pero hoy no me parece que para mi desarrollo profesional tenga que volver a la función pública. Cuando la función pública se transforma en un trabajo, en un “a qué puesto voy ahora”, me parece que pierde seriedad e interés para mí.
¿O sea que no entraste al Gobierno porque vos no quisiste o porque no te llamaron?
Es una respuesta que me guardo.
Porque algunos en el kirchnerismo no te veían bien porque entraste al mundo de la consultoría.
Con lo que se denomina kirchnerismo tengo muy buena relación y nunca nadie vino a decirme “estás ganando plata en el sector privado” como una acusación. También es cierto que hay mucha gente que tiene mucha ganas de entrar al Gobierno y tal vez vez ve en mí un competidor y trata de descalificar. Eso no me preocupa. Entiendo los rumores. Entiendo que en un momento en que la macroeconomía estaba al borde del abismo, con el actual presidente hablamos mucho de qué había que hacer, no el plan de gobierno de 2020 sino cómo lograr que cuando Alberto llegara al gobierno tuviera un dólar en el Banco Central.