En su informe de “Perspectivas de la economía mundial” que difunde el Fondo Monetario Internacional (FMI) antes de su reunión de primavera boreal, el organismo empeoró las proyecciones que estaban escritas en el acuerdo con la Argentina. El FMI ya no prevé que la economía crezca el 2% sino sólo el 0,02%. Ha dejado de creer que la inflación alcance el 60% sino que vaticina un 88%. Todo un dato que modifica automáticamente los planes del ministro de Economía, Sergio Massa. Por ejemplo, ya no podrá imponerle a los sindicatos una pauta de aumento salarial de sólo 60%, como hasta ahora quería imponer el jefe del Palacio de Hacienda. El bajo desempleo, que quizá es el principal activo económico de este gobierno, subiría del 7% promedio en 2022 al 7,6% en 2023.
De todos modos, las perspectivas son mucho mejores que las del sector privado. El relevamiento de expectativas de mercado (REM) que elabora el Banco Central entre bancos, consultoras, universidades y think tanks indica que la economía caerá 2,7% y el índice de precios al consumidor (IPC) llegaría al 110%.
En cuanto a la situación global, el FMI señaló que “las perspectivas son de nuevo inciertas, rodeadas por las turbulencias del sector financiero, la elevada inflación, los efectos desatados por la invasión rusa de Ucrania y los tres años de COVID-19”. “Según los pronósticos de base, el crecimiento caerá desde 3,4% en 2022 a 2,8% en 2023, antes de estabilizarse en 3,0% en 2024. Se prevé que las economías avanzadas experimenten una desaceleración del crecimiento especialmente pronunciada, desde 2,7% en 2022 a 1,3% en 2023. En un escenario alternativo razonable con mayor tensión en el sector financiero, el crecimiento mundial disminuye hasta aproximadamente 2,5% en 2023, mientras que el crecimiento de las economías avanzadas cae por debajo de 1%. En el escenario base, el nivel general de inflación disminuye de 8,7% en 2022 a 7% en 2023 debido a los menores precios de las materias primas, aunque es probable que la inflación subyacente disminuya con más lentitud. En la mayoría de los casos, es poco probable que la inflación retorne al nivel fijado como meta antes de 2025”, comentó el Fondo.
“La tasa de interés natural es importante tanto para la política monetaria como para la política fiscal, ya que es el nivel de referencia para calibrar la orientación de la política monetaria y un determinante fundamental de la sostenibilidad de la deuda pública”, advirtió el FMI. “La deuda pública en relación al PIB aumentó en todo el mundo durante la pandemia de COVID-19 y se prevé que siga siendo elevada. Los trastornos en las cadenas de suministro y las crecientes tensiones geopolíticas han situado los riesgos de la fragmentación geoeconómica, así como sus beneficios y costos potenciales, en el centro del debate sobre políticas”, agregó.
AR