Al frente de la Secretaría de Agroalimentos de Santa Fe desde hace un año, Jorge Torelli es un hombre del sector de la carne y se nota cuando habla. Con un pasado como gerente general del frigorífico rosarino Mattievich y como exvicepresidente del Instituto de Promoción de Carne Vacuna Argentina (IPCVA), su discurso tiene la tensión propia de quien debe alinearse con la política del Gobierno central -que no descarta la posibilidad de subir retenciones o imponer cupos de exportación-, pero conoce de cerca los intereses de los productores.
En diálogo con elDiarioAR, asegura que el precio de la carne se disparó en los últimos meses por una retracción de la cantidad de animales en los feedlots, afectados por factores estacionales, pero también por el aumento del precio internacional de los granos. En ese sentido, avala la necesidad de encontrar un mecanismo para “desacoplar” el mercado interno del externo, pero advierte que eso implica medidas “antipáticas”, “difíciles de implementar y controlar.”
Su jerga sectorial -colmada de tecnicismos vinculados al peso de los animales, el clima y los procesos de cría- se altera con un concepto novedoso. Habla de la generación de los “flexitarianos”, que están reorganizando la matriz de consumo de un país eminentemente carnívoro y a quienes los productores, ya sea por motivos “humanitarios o económicos”, no pueden ignorar.
¿Por qué aumentó tanto la carne durante los últimos meses? Según el INDEC, el aumento fue 57% en 2020, muy por encima del 36,1% de la inflación general.
Normalmente la carne solía acompañar la inflación o se mantenía por debajo, pero el año pasado, particularmente, lo que ocurrió es que con el aumento de los valores internacional de los granos y la sequía tan fuerte comenzó a haber una restricción importante de la oferta. Los costos de producción obligaron a los feedlots a liquidar o bajar su stock para evitar mayores pérdidas, un poco antes de lo que ocurre normalmente. Todos los diciembre, arrancando incipientemente en noviembre, la oferta se retrae porque por el calor los animales no se terminan. Cuando hace mucho calor los animales no se mueven, no comen, no engordan y aumenta mucho el costo productivo. Por otro lado, y a pesar de la pandemia, en diciembre la demanda se puso muy firme y por eso los precios se dispararon. Normalmente son los grandes supermercados los que quieren mantener abastecido y son los que arrastran el precio.
En el Gobierno señalaban la exportación a China como uno de los elementos de presión.
Puede ser que el factor China haya impactado sobre algunas categorías, no sobre las categorías livianas de consumo interno, que son las que más conoce la gente. Puede haber impactado sobre el novillo pesado, sobre la vaca de manufactura que va a la población más vulnerable, de menores recursos. Yo creo que, fundamentalmente, la retracción de la población de los feedlots fue lo que originó esta baja de la oferta: presión de la demanda, precio para arriba. Por otro lado, en algunos lugares que llovió y se mantuvo algo de pasto lo que hizo mucha gente fue tomar una estrategia diferente: la de recriar el animal. En vez de venderlo al feedlot con 180 kilos, lo mantenían a pasto, en el campo, y lo tenían dos o tres meses más, con el costo financiero que eso implicaba, y lo llevaba a 230, 250 kilos antes de venderlo.
Puede que en el futuro haya más competencia por la carne de calidad con lo que se exporta a China, pero hoy ese segmento lo lidera Australia. La Argentina envía vaca de descarte.
¿Qué se exporta a China? ¿La demanda se fue sofisticando?
Algo se exporta de corte de alta calidad, pero fundamentalmente lo que se exporta es vaca de manufactura, o sea, la vaca que no es gorda porque los chinos lo que no quieren es grasa. El gran volumen es de una vaca de descarte. También se agregan algunos otros cortes como el garrón, el brazuelo; cortes que no se consumen en el mercado interno con asiduidad, menos en el verano. Puede que en el futuro haya más competencia por la calidad, pero hoy ese segmento, en China, lo lidera Australia, no nosotros.
¿No hubo especulación con la devaluación, la suba de precios internacionales o remarcación de precios por las Fiestas?
Con los animales no se puede especular, con los granos sí. Al animal no se lo puede sostener sin que se muera de flaco o se pase de gordo. Cuando llegó al kilaje de faena, hay que sacarlo o sacarlo, no se puede retener.
¿Qué cree que va a pasar en los próximos meses con el precio?
Yo creo que si esperamos un poquito el precio se va a tranquilizar. Hace mucho que se viene dando esto de que la carne no se mueve con un crecimiento de precio de forma regular y casi indetectable, sino que escala, hace una meseta de varios meses, y vuelve a repetir. Es una escalera, no una pendiente, por estas disminuciones de oferta y fortalecimientos de la demanda.
Los referentes de la Mesa de Enlace aseguran que los productores primarios no son formadores de precio, porque el gran costo se suma en la cadena que atraviesa posteriormente el producto. ¿Es así?
Hay que ver qué productor, porque tenés diversos segmentos dentro de la producción de animales. El productor criador, el engordador/invernador/feedlotero o el productor integrado; después el matarife, el frigorífico, el carnicero. Sí cada uno de los eslabones de la cadena, que no se comportan como eslabones porque cada uno desconfía del otro, son formadores de precio. Cuando el productor tiene un animal y adquiere una estrategia de recría, por ejemplo, es porque quiere proteger su capital de trabajo y saca los animales más pesados, con otro precio, lo que impacta en toda la cadena.
Cada uno de los eslabones de la cadena de producción, que no se comportan como eslabones porque cada uno desconfía del otro, son formadores de precio.
El consumo de carne está en sus mínimos históricos ¿Esto se explica por un tema de precios o hay también un factor cultural?
El tema de los precios tiene su importancia, pero si vamos a los términos absolutos, nos encontramos con que se siguen destinando casi la misma cantidad de carne que hace mucho tiempo -alrededor de 2.400 millones de kilos al año- al consumo interno, lo que pasa es que lo que está aumentando es la cantidad de argentinos. Además, estamos viendo un cambio de la matriz de consumo, básicamente impulsada por los más jóvenes, que ya no son tan consumidores de carne. No son veganos, no son vegetarianos; son flexitarianos u omnívoros. Consumen carne pero no todos los días de la semana, como si lo hacíamos nosotros o nuestros padres. Además, tienden a consumir todo tipo de carne, por eso creció el consumo de ave, de cerdo.
¿Cómo le parece el impactaría en el sector si se concretara un un aumento de las retenciones o el cupo de exportaciones, se lograría bajar el precio?
Habría que estudiar bien cuáles son las medidas que evalúa el Gobierno central, me imagino que se refiere a retenciones al maíz, soja, no sé si a la carne. En el caso de las soja, que todos los días sube, quizás las retenciones son una medida completamente antipática, pero el gobierno central tiene la potestad de tomarla para regular un poco el mercado. El punto es que de la soja no va nada al mercado, sí el maíz.
Con el maíz se intentó hacer esto de reducir las exportaciones justamente para garantizar el abastecimiento interno y controlar el precio...
Sí, pero el Gobierno dio marcha atrás e hizo bien en hacerlo, porque ya no quedaba prácticamente maíz para exportar. Lo ideal es que el maíz quede dentro de la Argentina para generar agregado de valor, que es transformación en carnes.
¿Pero cómo se hace eso? ¿Se puede dejar conforme a los productores y al mismo tiempo conservar la materia prima y el precio en el país?
Las retenciones te podrán impedir que vos lo exportes, pero el valor del maíz es el precio de pizarra y en definitiva estarán un poquito más abajo que si lo exportáramos, pero no mucho menos.
O sea que no se puede hacer lo que dice el Gobierno de desacoplar los precios y que haya un precio para el mercado interno y otro para el mercado internacional.
Sí se puede, lo que pasa que es un problema hacerlo y controlarlo. Es como desacoplar el dólar; se te genera un mercado negro, aparece toda una historia difícil de resolver por parte del Gobierno central. Pero yo lo veo con mucha decisión al presidente de resolver la situación, pensado en los argentinos.
Estamos viendo un cambio de la matriz de consumo, básicamente impulsada por los más jóvenes, que ya no son tan consumidores de carne. No son veganos, no son vegetarianos; son flexitarianos u omnívoros.
¿El acuerdo de precios de la carne que estableció el Gobierno Nacional está funcionando?
Sí, y en Santa Fe lo estamos ampliando con una política propia. Estamos cerrando un acuerdo con la cámara de frigoríficos de la provincia que van a realizar una bonificación del 5% a los comercios adheridos a un la “Billetera Santa Fe”, que es una aplicación de celular. Cuando pagás con esa aplicación, que puede tener dinero o estar vinculada a una tarjeta de débito se le hace un reintegro del 30% a las 24 o 48 horas, que sirve para seguir consumiendo. Así llega a todos los comercios, porque la gran crítica que tenemos del programa del Gobierno nacional es que no llega a todos lados, que está centralizado en los supermercados grandes.
¿La carne que se ofrece dentro del programa de Nación es de buena calidad? Hubo fotos en redes que mostraban que no.
Yo estoy de acuerdo con el Gobierno de que la mercadería es de buena calidad. Puede haber en 6.000 toneladas uno o dos casos que no marcan la tendencia, como pasó con esta campaña de fotos.
Me hablaba de los flexitarianos y muchas de las personas que deciden dejar de comer carne lo hacen por un posicionamiento político...
No, no, no. Los veganos son alrededor del 2% más o menos de la población. Hay algo después de vegetarianos y después están los flexitarianos, que deben ser entre el 40% y 55% de la población. A los flexitarianos les importa un poco el medioambiente, pero básicamente lo que le interesa es nuevas experiencias, consumir todo tipo de productos.
Pero también hay entre los más jóvenes una demanda de mayor información sobre el origen de lo que comen, interés por que sea sustentable o no implique un sufrimiento animal innecesario. ¿Los productores toman nota de eso?
Los productores y los gobiernos. Nosotros en Santa Fe hemos iniciado un programa de buenas prácticas agropecuarias que contempla como uno de los principales ejes el bienestar animal. Teniendo en cuenta que el bienestar animal se basa en dos premisas fundamentales: una más importante, que es la cuestión humanitaria, pero también tiene una cuestión económica. El manejo de los animales de forma racional conlleva a no tener pérdida económica por golpes y estrés.
El bienestar animal se basa en dos premisas fundamentales: una más importante, que es la cuestión humanitaria, pero también tiene una cuestión económica.
¿Hay crueldad animal innecesaria en la industria?
Puede ocurrir, pero la cosa fue cambiando. Ya no se utilizan perros, el caballo se utiliza muy lentamente, la gente aprendió a no usar el rebenque sino otros elementos como banderas, botellas de gaseosas con piedritas para hacer ruido, que logran el mismo efecto con un poquito más de tiempo.
La carne de laboratorio y los desarrollos de “carne sin carne”, ¿pueden convertirse en una competencia?
No es competencia todavía. Puede serlo en el caso de los países que consume mucho producto industrializado, como el caso de Estados Unidos, que consumen más del 50% de su producción como hamburguesas. Puede ahí incorporarse carne de laboratorio, si dan los costos, pero no reemplazos vegetales, que ya hay legislación que dice que no se puede llamar “carne”.
DT