Morón tiene ese no sé qué: su resultado electoral suele reflejar el humor político nacional. Desde 1983 en adelante, fue radical, menemista, aliancista, kirchnerista, cambiemita y en 2019 Alberto Fernández venció a Mauricio Macri por 46% a 40%, casi el mismo resultado que a nivel nacional (48% a 40%). Ahora en sus calles de clase media suburbana se pueden palpitar las primarias de este domingo y el vaivén económico en el que sucederán.
Frente a la municipalidad ya no está más el clásico barcito Curly, que había abierto en 1983 y cerró para siempre en agosto de 2020, tras cinco meses de cuarentena. Pero este julio inauguró allí un nuevo café, Merengue. Al mismo tiempo, a la vuelta reabrió después de tres meses de cierre por restricciones el bingo, como todas las salas de juego de la provincia de Buenos Aires. Allí trabaja Leonel, de 31 años. “Yo siempre voté al kirchnerismo y ahora por primera vez voy a votar en blanco”, confiesa. “Perdí la fe en la clase política, tanto en los partidos de izquierda como de derecha. Veo que piensan solo en ellos. Lo vi con las vacunas. En mi familia murieron por Covid mi suegro y mi abuelo -cuenta Leonel, antes de hacer su análisis de la economía-. El año pasado estuvimos cerrados cobrando el 80% del sueldo y sin paritaria, y con el auto salí a hacer remís. Cayó mucho el poder adquisitivo, cuesta cada vez más pagar los servicios. En mi familia tuvimos muy buenos años con el kirchnerismo, pero ya en el segundo gobierno de Cristina (Fernández de Kirchner) empezó a haber fisuras. Yo tenía mi ideología, pero me defraudaron.”
Actividad, empleo y salario
La economía llega a las primarias después de cuatro meses de caída (-0,4%) de la actividad económica respecto a los cuatro meses previos, una baja que no había sucedido nunca entre las elecciones de 2011 hasta las de 2019 inclusive, según un análisis de Juan Manuel Telechea, director del Instituto de Trabajo y Economía (ITE) de la Fundación Germán Abdala. Pero el empleo creció 0,9%, menos que en los cuatro meses anteriores a las elecciones de 2011, 2013 y 2015, pero más que antes de las de 2017 y 2019 (en el final del gobierno de Macri, el trabajo estaba directamente estancado). El salario real (ajustado por inflación) está en el menor nivel en diez años, pero se viene recuperando el 0,9% en el último cuatrimestre, a diferencia de 2019, cuando bajaba 0,7%. La inflación (52%) es el doble que en los comicios de 2011 a 2017, pero un poco por debajo de la de hace dos años (55%), según el informe de Telechea.
Pese al contexto económico, influido por la pandemia, la herencia macrista y la responsabilidad del gobierno de Fernández, en Morón también están los que siguen fieles al Frente de Todos. Como Matías, que a sus 24 años va parando transeúntes por las calles del centro de Morón para venderles medias. “Voy a votar a Alberto porque ayuda a mi familia, nos dio la tarjeta Alimentar, la asignación por hijo”, cuenta. “A veces comemos sólo fideos porque soy el único que trabaja en la familia. Mis viejos no tienen laburo y tengo una hija. Vivo día a día”, confiesa.
María de los Ángeles, de 27 años, es maestra de nivel inicial, pero desde 2020 no consigue más suplencias por el golpe de la pandemia a los jardines de infantes privados y entonces trabaja como moza desde diciembre pasado. “No sé a quién voy a votar, estoy desactualizada, tengo que informarme sobre quiénes son los candidatos”, admite mientras toma el pedido en una mesa. Hace dos años votó a Macri. “Ahora también voy a votar todo lo que tenga que ver con el cambio. No estoy de acuerdo con el kirchnerismo. Pero no sé si voy a votar al candidato de Macri porque Macri tiene un pensamiento de empresario. Analizaría otra opción”, agrega María de los Ángeles.
No hay plata. No se vende. La gente está con miedo. Esto no levanta
“Horrible”, así define las ventas Mónica, que atiende el local de ropa Emma. “No hay plata. No se vende. La gente está con miedo. Esto no levanta”, describe. En 2019 votó a Macri. “Hubo cosas que no hizo, pero ahora hay que cambiar. Trataría de ver algún candidato NN a ver qué pasa. (Facundo) Manes me interesa, pero no sé”, confiesa Mónica, mientras otras comerciantes vecinas sí están decididas a votar a Diego Santilli porque comulgan con la visión de país del PRO y sostienen que la legislación laboral las desalienta a contratar empleados. Son las mismas que dicen que no conocen votantes kirchneristas más que entre los empleados de la intendencia, los del hospital municipal de Morón, que en los últimos dos años se recuperó del abandono en el que estaba, o en los barrios más humildes del partido.
Agustín, de 22 años, es cajero de un garaje desde hace un mes. Consiguió ese trabajo después de cerrar la pizzería que con un socio manejaba en su barrio. “Cerré porque las cosas aumentaban todos los días y era imposible aumentarle a la gente”, comenta Agustín, que en 2019 votó a José Luis Espert. “Ahora no sé a quién votar porque Espert quiso aliarse con Juntos. A mí me gusta (Javier) Milei. Al resto no le creo. Estoy del lado del liberalismo. Pero la mayoría de la gente es ciega: están divididos entre el Gobierno, por las cosas que les da, y los que no lo quieren, pero no encuentran otra cosa”, describe Agustín las opiniones de sus amigos, familiares y vecinos.
Cerré la pizzería porque las cosas aumentaban todos los días y era imposible aumentarle a la gente.
Economía y elecciones
Diversos centros de análisis económico han interpretado el modo en que la economía llega a las primarias. El Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (CESO), que dirige el columnista de Páginas/12 Andrés Asiain, comparó la actualidad con todas las elecciones desde 2011 y concluyó: “La relación economía-resultado electoral es la más imprevisible de los últimos años. Al ver el nivel de ingresos (sueldos, jubilaciones, salario mínimo) y precios, el Gobierno va a medirse en las urnas con el peor escenario de la última década. Sin embargo, su principal contrincante no tiene grandes virtudes para mostrar ya que es el responsable del deterioro más grande visto en los últimos 10 años. La economía va a jugar de una forma particular en esta elección. La clave está no sólo en el dato coyuntural sobre cómo estamos hoy sino qué perspectivas hay hacia adelante y qué puede ofrecer el Gobierno hacia adelante. La clave está en dar la señal de que los desafíos estructurales de la economía argentina no se van a resolver a costa de las condiciones de vida de las mayorías”. En otro think tank cercano al oficialismo, la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE), donde se desempeñaba Mercedes Marcó del Pont y ahora está Nicolás Zeolla, destaca en su último informe: “De cara a los próximos meses, nos mantenemos optimistas. Al contrario de la interpretación ortodoxa que caracteriza este período como una ‘recuperación electoralista’ a costa de ‘generar desequilibrios’ cuyos ‘efectos adversos tenderían a registrarse antes de fin de año’, consideramos que las condiciones para el desenvolvimiento de la actividad económica continúan mejorando”.
La relación economía-resultado electoral es la más imprevisible de los últimos años.
Telechea, del ITE, también comparó los escenarios económicos de los comicios 2011-2021 y escribió lo siguiente en Cenital: “La economía se encuentra en una situación muy frágil, pero llega a las elecciones con cierto envión, explicado más que nada por la recuperación que vino tras la pandemia, lo cual podría crear un 'momentum' que influya en la decisión”. En cambio, Hernán de Villar, socio de la consultora Alpha, que revisó las coyunturas económicas de las votaciones desde 2015 en adelante, arribó a otro pronóstico: “Estamos bastante peor que en las anteriores elecciones y quedan dos años del mismo gobierno. Tendrían que hacer cambios importantes”.
“El Gobierno llega a las PASO con lo justo”, opina Juan Miguel Massot, profesor de la Universidad del Salvador. “La actividad repuntó un poco, la inflación se estabilizó en el orden del 3% y el dólar no se disparó. Pero no está claro si eso seguirá hasta las generales (de noviembre) y si le alcanza para un triunfo al menos ajustado. Si después de noviembre la economía no sigue recuperándose y la inflación no cede, le convendría tomar decisiones que sean más asertivas para reducir la desconfianza y mejorar las expectativas de consumidores y empresarios, ya que son el mayor obstáculo a corto plazo. El año próximo es fundamental al respecto porque no hay elecciones y un cambio de humor será crucial para las presidenciales (de 2023)”, completa Massot.
El comportamiento del salario real no es nada auspicioso para las intenciones electorales del Gobierno, se está lejos de un estado general de expectativas de reactivación sostenible"
En otra universidad, la de San Martín, el profesor Enrique Dentice, publicó en su síntesis económica: “El comportamiento del salario real no es nada auspicioso para las intenciones electorales del Gobierno, se está lejos de un estado general de expectativas de reactivación sostenible y se aprecia más bien la continuidad del deterioro de la rentabilidad empresarial y la percepción de que se va reduciendo el conjunto de oportunidades empresariales y laborales. El trecho a recuperar es largo para volver a la actividad de 2019. La proximidad de las elecciones hace inviable todo cambio sustancial. Se mantendrán sin cambios las restricciones a los despidos y a la ejecución de deudores, sosteniéndose las transferencias para sectores de bajos ingresos, financiadas básicamente con emisión monetaria. En materia de precios, no se esperan cambios en los controles de precios y de comercio interior y exterior para sostener cierta contención a la economía formal, y mantendrán pisadas las tarifas públicas y, sobre todo, el tipo de cambio”. Veremos si la receta económica se traduce en las urnas de Morón y su espejo, el resto del país.
AR