María Migliore renunció en agosto pasado al cargo de ministra de Desarrollo Humano y Hábitat porteña, después de ponerse al hombro la integración sociourbana de barrios enteros como el Rodrigo Bueno o el Playón de Chacarita. Lo hizo tras la derrota de Horacio Rodríguez Larreta frente a Patricia Bullrich en las primarias de Juntos por el Cambio, el mismo día en que Jorge Macri venció en la interna a Martín Lousteau. Ahora es directora de integración socioproductiva de Fundar, una organización que preside el empresario informático Sebastián Ceria que se proclama a favor del “desarrollo y la igualdad” y que ha impulsado investigaciones de pensadores progresistas como Daniel Schteingart, Sebastián Etchemendi, Martín Guzmán o Fernando Morra.
—¿Cómo ve al gobierno de Milei?
—Es un gobierno que no me representa. Que sí respeto porque fue elegido por la mayoría de los argentinos, con mucho apoyo en los sectores populares. Es un momento para escuchar y para intentar entender, creo que Milei conectó con un enojo y una frustración muy grande de la sociedad ante una política que hace mucho no estaba dando resultados. Para mí Milei es expresión de todo ese enojo, no la solución. Creo que es un momento para tomar distancia, preguntarse cuáles fueron todas las cosas que nos trajeron hasta acá, e intentar responderlas con honestidad y desde ahí encarar un ejercicio de imaginación política nueva para poder construir futuro. Ante un gobierno que hace de la agresión su arma cotidiana, creo que esa es la mejor respuesta.
—¿Cómo ve la situación social hoy? Me imagino que, además de estar en Fundar, seguirá en contacto con toda esa gente con la que había fundado en su momento el movimiento La Popular...
—Sí, sigo en contacto con varios referentes de la ciudad de Buenos Aires y algunos lugares donde yo trabajaba en la provincia y demás. Eso es para mí parte una parte importante de lo que hago: el poder acompañar y estar en contacto con distintos líderes de distintos lugares que siempre te cuentan y viven las problemáticas desde otros lugares.
—¿Y cómo ven la situación social?
—La situación social en la Argentina venía mal hace varios meses, no es una cosa del último tiempo, pero en este contexto se está agravando. Sí veo que todos los indicadores sociales están tendiendo a a empeorar. Y ante una situación tan delicada es importante que haya una política social robusta que acompañe a los sectores populares, especialmente durante un plan de estabilización.
—Yo me preguntaba por qué no hay un estallido social, no hay saqueos, no hay protestas. Y en el gobierno dicen “duplicamos la Tarjeta Alimentar, la Asignación Universal por Hijo (AUH), lo que iba a comedores era nada más que el 4% del presupuesto del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación y ahora estamos empezando a mandar”. A su vez, en las organizaciones sociales dicen que a los comedores la comida no está llegando, pero ho hay un estallido social porque la gente viene muy disgustada con las políticas anteriores y le está dando todavía un crédito al nuevo gobierno, pero en los hechos come menos y hay caída de venta de alimentos, de leche. ¿Usted cómo la ve?
—Estamos en una situación social que es muy distinta a 2001 y el hecho de que nos preguntemos si va a haber un estallido nos marca de alguna manera que seguimos pensando con esa configuración que vos bien describías. Hay una caída en en el consumo, hay un aumento de la pobreza, hay un aumento del consumo problemático. Eso es algo que es silencioso, pero yo creo que está se estaba profundizando mucho. Y hay un aumento de la violencia. En el caso de Rosario, en los últimos días, se pone en discusión, pero son fenómenos que ya venían consolidándose. La Argentina está estallando de manera silenciosa desde hace tiempo, lo cual nos pone en la obligación de pensar políticas que permitan construir desarrollo. Y se empieza, como decimos siempre, por una economía, una macro ordenada, un plan de crecimiento y la promoción del bienestar. Son todas políticas que tienen que ir juntas.
—¿Qué le parece que está faltando desde la política macro hasta la social?
—Yo puedo hablar de la política social, que es mi ámbito de competencia. Lo que yo no veo es un rumbo claro: la política social necesitaba tener muchas discusiones en la Argentina. Estoy totalmente convencida y lo vengo planteando hace tiempo. Ahora, lo que no se puede es poner en crisis las políticas que venían implementándose sin ofrecer una alternativa mejor. Un tema que estuvo en la agenda de las últimas semanas es el Fondo de Integración Socio Urbana. Es un error muy grande del gobierno el desfinanciar esta política porque es una política que ataca justamente el núcleo de pobreza estructural y se implementó no solamente en Argentina sino en distintos lugares de América Latina, como Medellín, Río, San Pablo, Uruguay. En la Argentina tiene un altísimo nivel de consenso político y se viene sosteniendo en distintos gobiernos. Entonces, si eventualmente hubo una irregularidad, hay que acreditarla, pero eso no significa poner en crisis o desfinanciar o cortar una política que viene mostrando ser efectiva. Si el Gobierno considera la política dacertada, ¿cuál es la propuesta?
—El Gobierno cortó la asistencia a muchos comedores. ¿Hay desabastecimiento? ¿Le parece bien quitarle el poder de distribución de alimentos a las organizaciones sociales?
—La pregunta es más amplia: ¿qué tipo de política alimentaria se quiere tener? Si es una que sea por transferencia directa, si es una que se ejecute a través de comedores de manera directa desde el Estado nacional, si es una en la cual el Estado Nacional compra alimentos y los distribuye. Esa discusión es válida. Yo tengo una mirada en la cual la política alimentaria debería emprender un camino y centralizarse en lo que son programas de transferencia directa como componente principal y aprovechar toda la red comunitaria que hay en la Argentina para realizar otras tareas de trabajo sociocomunitario que son muy necesarias. Ahora, no veo hoy una propuesta de cambio de rumbo. El Gobierno da una discusión por la desintermediación, ¿pero qué quiere decir esto? ¿Desintermediar quiere decir cambiar una organización social por una iglesia? Sin entrar en juicios de valor sobre cada uno, porque creo que hay tantas organizaciones sociales como iglesias que trabajan muy bien. Pero eso no es un cambio de fondo en la política. Al final del día es una discusión política sobre con quién quieren ejecutar. Lo que está faltando es una dirección, un rumbo de hacia dónde se quiere ir. Y, por supuesto que mientras que no hay, no se puede poner en crisis la asistencia básica. Vos no podés cortar de un día para el otro la red de protección social en un contexto tan complejo.
—Otra política que adoptó el Gobierno es eliminar el plan Potenciar Trabajo y dividirlo en un nuevo plan Volver al Trabajo para los menores de 50 años y otro de asistencia social para los mayores de 50 y las madres de cuatro hijos o más. ¿Qué opina?
—El planteo de segmentación del plan era importante. Creo que son dos universos muy distintos quienes están en situación de extrema vulnerabilidad respecto de aquellos que pueden trabajar en mejores condiciones. Pero esa segmentación de entre 18 y 49 años sigue siendo muy amplia. Además hay muchísimas preguntas abiertas sobre cómo se va a implementar. Primero hay que pensar bien los programas, pero después de tener la capacidad de ejecutarlos bien, cómo se va a transicionar entre los beneficiarios del Potencial Trabajo y los nuevos programas, cómo se actualiza el monto, cómo van a ser las capacitaciones, cómo se implementa en los hechos esta desintermediación, si va a seguir siendo un programa que depende del Estado nacional, si va a pasar a depender de Estados provinciales. Yo creo que hay muchas preguntas abiertas que marcarán la capacidad o no de tener éxito.
-Tanto el gobierno de Mauricio Macri como el de Alberto Fernández intentaron hacer ese plan de empalme para que la empresas contraten a la gente que estaban en su momento en el plan, pero muy poca gente que pasó a un empleo formal. ¿Por qué no funcionó y cómo se puede hacer para que esta vez funcione?
--Depende de muchas variables. Una es que se cree empleo privado formal en la Argentina, cosa que no viene sucediendo en el último tiempo. Lo que a mí me parece es que se está pasando de largo algo muy importante: la gran mayoría de las personas que cobra un programa como el Potenciar Trabajo está trabajando de manera informal. Este programa hoy opera más como un complemento de ingresos que otra cosa. La problemática que hay que mirar con muchísima atención es la dinámica de la economía informal. Vos tenés aproximadamente 8 millones de personas que trabajan ahí. El problema es cómo hacer para que todos esos trabajadores y trabajadoras de la economía informal puedan trabajar en mejores condiciones. ¿Cómo los podemos formalizar? ¿Cómo los podemos regularizar para que puedan integrarse al sistema económico de alguna manera, para que puedan ser más productivos, para que su trabajo valga más?
—He visto gente que estaba en el plan Potenciar Trabajo que prácticamente iba una vez por semana a marcar tarjeta, pero también otros que participaban en cooperativas de cartoneros, reciclando basura, barriendo barrios populares, atendiendo comedores. ¿De todo eso no va a quedar nada?
—¿Cuál es la mejor manera de implementar eso? En el Potencial Trabajo se plantearon cuatro cambios. Uno es la segmentación que hablamos. Otro son las condicionalidades: eliminan las condicionalidades laborales y establecen condicionales educativas, lo cual yo creo que es acertado. Lo tercero, supuestamente se elimina la incompatibilidad con tener un trabajo formal. Cuarto: se elimina la intermediación. Acerca de todas las tareas de cuidado que se hacen, por ejemplo, en un barrio, o las tareas de reciclado, o todo ese tipo de trabajo que se hace para contener la situación de un montón de personas que están en proceso de recuperación, tiene que haber una política que acompañe eso definitivamente. La pregunta que yo me hago es si la mejor manera de contener esto es el Potenciar Trabajo. Pero vemos un valor social en la función del cuidado. Necesitamos aumentarla. En la conversación cotidiana en los barrios hay una demanda insatisfecha de centros de cuidados para chicos entre los cero a 3 años. ¿Por qué no apostar a ampliar la cobertura de primera infancia, con esquemas mixtos, con el Estado e intradomiciliarios?
—El secretario de Niñez, Pablo de la Torre, viene de San Miguel, donde tienen esos centros...
—Sí, en San Miguel desarrollaron una red de centros de primera infancia.
—El otro día usted dio una conferencia en la Universidad de Buenos Aires con Matías Kulfas. Facundo Manes se juntó con Daniel Menéndez y otros líderes sociales y funcionarios de Córdoba. ¿Se está reconfigurando la política o no tiene nada que ver?
—Yo siempre aposté por algo que hoy parece que no está de moda: el consenso y el diálogo. Las únicas políticas que pueden tener algo de largo plazo son las que se llevan adelante con consensos verdaderos, que no quiere decir estar de acuerdo en todo, ni acordar traicionando los valores, sino poder sentar distintos actores a la mesa. Y en este momento de la Argentina, a mí me parece recontranecesario fortalecer eso, con lo cual siempre voy a estar a disposición para tratar de pensar la situación, pero sobre todo también para hacernos las preguntas incómodas que permitan entender cómo llegamos hasta acá.
—¿Por qué se fue del Ministerio de Desarrollo Humano a mitad del año pasado?
—Porque yo venía trabajando en el proyecto de Rodríguez Larreta. Yo soy expresión de esa mirada que que él siempre tuvo de ampliar las coaliciones políticas, de sumar gente que viniera con trayectorias diferentes para poder hacer políticas más diversas y de largo plazo. Yo aposté también a ese proyecto presidencial, pero eso no se expresó a nivel nacional. Y las nuevas autoridades de la ciudad consideraron que que había que marcar otro rumbo y yo en ese rumbo no estaba de acuerdo.
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