Milei y la economía: recesión, deuda e inflación en “el ajuste más grande de la historia de la humanidad”

El primer semestre del gobierno de Javier Milei ha dejado al descubierto las complejidades y desafíos económicos que enfrenta la Argentina. Con un enfoque ligado a evitar una hiperinflación a través de la reducción del déficit fiscal y la emisión monetaria, el programa económico muestra un panorama incierto y preocupante.

En términos de actividad económica, la caída acumulada durante el primer trimestre del año fue del 5,3%, una cifra que no se alcanzaba desde la pandemia del 2020. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), el Estimador de Actividad Económica (EMAE) refleja un retroceso en varios sectores clave como la industria manufacturera, el comercio mayorista y minorista y la construcción, entre otros. 

La producción industrial manufacturera es el capitulo que más peso tiene en la actividad económica por su capacidad de generar empleo y valor agregado. Durante los primeros tres meses del año, la caída acumuló un 14,8%, mientras que, puntualmente, en marzo reflejó una disminución del 21,2%. Si bien hay caídas que son superiores a otras, todos los capítulos que componen el IPI (Índice de Producción Industrial manufacturero) mostraron mermas.

El parate en la economía es tan fuerte que las industrias comenzaron a reducir la utilización de su capacidad instalada. Con la caída de las ventas, la producción se ajusta y las máquinas se apagan. La caída en la utilización de la capacidad instalada de las plantas en marzo —interanual— fue de 13,9 puntos porcentuales, bajando de 67,3% a 53,4%. Este descenso refleja no solo una menor demanda interna, sino también las dificultades para acceder a insumos esenciales, exacerbadas por las restricciones cambiarias.

El caso de la industria automotriz es un fiel reflejo de la situación económica del sector industrial. Federico Hidalgo, economista y especialista en la industria automotriz aseguró que “para esta rama, 2024 significará un año de supervivencia”.

“El año pasado, la industria alcanzo su mayor producción en los últimos 9 años (superando las 600 mil unidades), pero la regulación de importaciones y el forzado estiramiento de pagos a proveedores gestaron parte del problema actual. Desde diciembre se arrancó con la programación de paradas de planta por faltas de insumos y algunas se fueron extendiendo e intercalando hasta marzo y abril, para reacomodar stocks”, planteó Hidalgo. 

El economista señaló que “la devaluación, el brusco salto de los precios y el delay de los salarios fue un golpe contundente para la demanda, que se traduce en una caída acumulada a mayo del 22% de las ventas, variación atenuada por un mayo con precios congelados, actualización del impuesto de bienes de lujo y aumento de la brecha cambiaria”.

“Ante un escenario de menor producción las terminales Toyota, Renault, Mercedes-Benz y Nissan propusieron retiros voluntarios para el personal, Renault ya desvinculó a 270 trabajadores y hay más de 1.000 anotados para el retiro voluntario en Toyota. Esta dinámica se repite en los autopartistas proveedores, que no ven más remedio que ajustar su personal, en el caso de las más pymes para evitar el cierre definitivo”, concluyó.

El plan motosierra y licuadora está teniendo profundos efectos sobre el poder adquisitivo de la población en general. La erosión de los ingresos a causa de una elevada inflación —desde la asunción de Milei como presidente, el índice general de precios acumula un incremento del 107%— y un fuerte rezago en el ajuste de los salarios registrados y no registrados impacta de manera directa en el consumo y, por ende, en las ventas de los comercios.

Según la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), “las ventas minoristas pymes acumulan una caída de 18,4% en el primer cuatrimestre del año”. Uno de los datos más preocupantes que refleja la CAME en su último informe de prensa es la disminución en la venta de alimentos y bebidas, que alcanzó un 23,8% respecto de los primeros cuatro meses del año pasado. También las farmacias sufrieron una caída significativa en las ventas: un 31,3% menos. 

Otro de los indicadores que refleja el acelerado deterioro en el poder de compra de la sociedad es la venta en supermercados. El último informe del INDEC da cuenta de una variación acumulada del -11,5% en el primer trimestre del año.

Lo que no era un problema ahora sí lo es: la caída del empleo

La disminución en el uso de la capacidad instalada, provocada por la caída de ventas y de la producción, trae aparejada una crisis de empleo que está comenzando a iniciarse. Sobre la base de los datos de la Secretaría de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación, se observa que, desde la asunción de Javier Milei, la pérdida de puestos de trabajo alcanza los 62.920. A su vez, el Centro de Estudios de Economía Política (CEPA) estima que, durante marzo hubo una destrucción de 34.166 puestos de trabajo.

Mariana González, economista e investigadora del Centro de Investigación y Formación (Cifra) de la CTA expresó que “las medidas económicas del gobierno de Milei están teniendo fuertes impactos sociales en el mercado de trabajo, respecto de los cuales tenemos aún información oficial parcial” y que “la velocidad de la recesión económica y sus impactos sociales es tal que la información estadística envejece rápidamente”.

“Respecto de la recesión, sabemos que a marzo el nivel de actividad económica general ya había caído 8,4% en términos interanuales, caída que se elevó al 21,2% en el caso de la industria y al 42,2% en la construcción. Esa recesión se asocia a la fuerte devaluación de la moneda del mes de diciembre, al corte casi total de la obra pública y la fuerte reducción del gasto público en general, sumado a una política de apertura y desregulación. Sin dudas ese desplome en la actividad económica tuvo su impacto en materia de pérdida de puestos de trabajo”, planteó González.

La economista sostuvo que “los datos disponibles, que llegan a febrero y se refieren sólo a los puestos registrados, dan cuenta de una reducción de 90.216 puestos en relación de dependencia entre noviembre del año pasado y febrero del 2024”. Por otro lado, dijo, “la inflación ha licuado en gran medida el poder adquisitivo del salario y de las jubilaciones y pensiones”.

“Las remuneraciones registradas muestran entre el mes de noviembre de 2023 y abril del año en curso, una reducción prácticamente del 15% en su poder de compra, que fue incluso mayor en el caso de los trabajadores del sector público: 21,3%. La magnitud de esas caídas sumada a la trayectoria negativa que tuvo el salario en los últimos años implica que cuando se comparan los salarios registrados actuales con los de fines de 2015 se observa una reducción del 40% en su poder adquisitivo”, agregó.

La recesión se asocia a la fuerte devaluación de la moneda del mes de diciembre, al corte casi total de la obra pública y la fuerte reducción del gasto público en general, sumado a una política de apertura y desregulación

El gobierno comienza a ver como el ajuste más grande de la historia de la humanidad tiene efectos inmediatos en la economía real. 

“Aunque no contamos aún con cifras estadísticas oficiales, puede presuponerse que la situación resulta incluso más grave para los hogares cuyos ingresos dependen de ocupaciones informales y que no son actualizados en negociaciones paritarias. Por estas razones, están creciendo en gran medida la indigencia, la pobreza y la desigualdad”, comentó González. 

Según el último informe del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), la pobreza alcanzó al 55,5% de la población durante el primer trimestre de este año, mientras que la indigencia se situó en el orden del 17,5%, lo cual representa un incremento de casi el doble respecto al mismo período del año pasado y de 6 puntos porcentuales respecto al semestre anterior. Esto significa que, aproximadamente, hay 25 millones de residentes pobres y, alrededor de 8 millones son pobres e indigentes —no llegan a cubrir las necesidades alimentarias mínimas—.

En otro plano se encuentran las variables ligadas al sector financiero y externo que están supeditadas a otro de los ítems importantes de la campaña de Javier Milei: sanear el balance del Banco Central de la República Argentina (BCRA) para luego cerrarlo.

Sector externo y finanzas

Según el último dato oficial, durante abril de este año, el intercambio comercial argentino —la suma de las exportaciones y las importaciones— experimentó, en dólares, una disminución del 6,3% respecto al mismo mes del año pasado. Sin embargo, si se analiza el monto de las importaciones, este representa un 22,7% menos que lo importado durante abril del año pasado —7,7% representado en precios y 16,4% en cantidades—. 

Durante el primer cuatrimestre del año, la caída en las importaciones fue del 23,8%, explicado en su gran mayoría por una disminución significativa en las cantidades importadas. Este dato es un fiel indicador de la actividad económica ya que una merma en la producción impacta, directamente, en la demanda de importaciones de bienes finales, intermedios y de capital.

La drástica caída en las importaciones permitió que, durante los primeros cuatro meses del año, se alcance un superávit comercial de US$ 6.157 millones. Este dato es una de las principales explicaciones sobre por qué el BCRA logró una acumulación de reservas internacionales del orden de los US$ 8.000 millones, hasta el 29 de mayo.

La drástica caída en las importaciones permitió que, durante los primeros cuatro meses del año, se alcance un superávit comercial de US$ 6.157 millones. Este dato es una de las principales explicaciones sobre por qué el BCRA logró una acumulación de reservas internacionales del orden de los US$ 8.000 millones, hasta el 29 de mayo

Otro de los elementos que permitió el superávit comercial y la importante acumulación de reservas durante este primer semestre es, sin dudas, el mantenimiento del cepo

La restricción a la compra de divisas tanto para la importación, ahorro y giro de utilidades ha contribuido a reducir, de manera artificial, la demanda general de dólares oficiales. La acumulación de reservas está ligada muy estrechamente a esta dinámica: no se pueden comprar dólares para atesoramiento y, a la hora de demandar divisas para el pago de importaciones, estas —en caso de asignarse— estarán disponibles recién a los 30 días para pequeñas empresas —antes era en 4 meses—.

Otro de los elementos que descomprimió la demanda de divisas fue la emisión de los Bonos para la Reconstrucción de una Argentina Libe (Bopreal) que, en su espíritu inicial, eran títulos emitidos por el BCRA para importadores de bienes y servicios con obligaciones pendientes de pago importaciones de bienes o servicios con registro aduanero. Durante el pasado mes de mayo, el gobierno extendió el alcance de los bopreales al permitir usarlos para la remisión de utilidades y dividendos al exterior.

Sanear el balance del BCRA es, básicamente, acumular más activos que pasivos y, en términos concretos, dólares —reservas internacionales—. En este sentido, el gobierno, a través de la compra de divisas en el Mercado Único y Libre de Cambios (MULC) está logrando un mejoramiento de la hoja de balance. También la famosa “bola de Leliqs” fue, en principio, migrando hacia los pases pasivos -de más corta duración- pero, con la baja de la tasa de interés de política monetaria, el gobierno profundizó un proceso de emisión de deuda desde el Tesoro con el objetivo de reperfilar vencimientos tanto en tiempo como en moneda. Es decir, la deuda que antes tenía el BCRA se está reemplazando por deuda que emite el Tesoro.

Está por verse como los números fríos de la economía impactan en el humor social de los diferentes sectores de la sociedad y cuales serán las consecuencias a mediano plazo del profundo ajuste fiscal que está realizando el gobierno.

IC/JJD