Sin hablar inglés en forma fluida, Eduardo M. Sierra, 73 años, es una institución para los traders de soja, maíz y trigo de la Bolsa de Chicago, donde todos los días se negocia el precio de esos commoditties.
Argentina es el tercer productor mundial de soja, pero dado que no consume la oleaginosa como sí hacen los mayores productores globales —Estados Unidos y Brasil—-, la segunda economía de Sudamérica es el principal exportador mundial del commodity y sus derivados, como la harina y el aceite. Por eso, cualquier evento que ocurra en las Pampas —desde un paro en el puerto que demore las exportaciones a la caída de granizo que recorte la producción— influirá rápidamente en el precio de la soja, que esta semana llegó US$500 la tonelada, su precio más alto de los últimos 6 años. Lo mismo ocurre con el maíz. Sin ser el mayor productor mundial, Argentina tiene tantos excedentes del cereal, que es el tercer exportador de ese grano.
De allí que Sierra, quien también pronostica el agroclima de Brasil desde su casa en Villa del Parque, sea palabra santa para los que compran y venden soja y maíz en el mundo. Especialista en agroclimatología, comenzó a colaborar con la Bolsa de Cereales de Buenos Aires en 1968 y, desde hace 24 años, su pronóstico para Argentina y Sudamérica es tomado en cuenta por traders de futuros de soja o maíz, quienes se acostumbraron a leer sus observaciones entre líneas.
Claro que a Sierra no le agrada hablar de precios porque, según él, hay muchas otras variables en la formación de las cotizaciones más allá del clima que dificultan las predicciones. Ahora mismo, según Sierra, desde que Donald Trump perdió las elecciones, muchos fondos de inversión globales se han ido del mercado de las acciones para refugiarse en los commodities y, junto con el clima, ése es uno de los drivers que mueve al mercado. “Los fondos se han ido a los commoditties, buscaron refugio en las cosas físicas, porque no saben bien dónde va Norteamérica,” dijo Sierra. “Tenemos un pato rengo y muchos creen que Joe Biden va a reestablecer la política impositiva de Obama. La perspectiva de aumento de impuestos de alguna manera puede dañar el mercado, pero esa no es mi especialidad. Mi especialidad es la agroclimatología y prefiero hablar sólo de eso.”
-¿Y qué vemos ahí?
Hay una sequía hemisférica que anticipa que todo el hemisferio sur va a tener una producción agrícola menor a la esperada. En este momento, hay sequía en áreas de Brasil, donde el fenómeno de la Niña tendría que estar produciendo lluvia, pero no la hay. Eso es muy notable. ¿Vio que los ríos siguen recontrabajos?
-Sí
Bueno, eso se explica por el hecho de que además del fenómeno de la Niña, estamos transitando algo más fuerte, la circulación polar. Porque justamente, si sólo hubiera una Niña, tendría que estar lloviendo en Minas Gerais, en San Pablo e inclusive en el norte de Brasil. Es decir, en la alta cuenca del Paraná, y esas lluvias llegarían acá porque se alimentan de allí. Pero no está lloviendo. Por lo general, cuando hay Niña, todo lo que es Mato Grosso, Goiás, Minas Gerais, Norte de Mato Grosso y el estado de San Pablo tendría que tener buena lluvia. Lo que estamos viviendo es más que una Niña. Entre esa Niña extraña y el tema de los fondos y la búsqueda de la sangre por parte de los medios, todo es como que se piensa que se está en la antesala del desastre total y suben los precios.
-¿Hasta cuándo va a seguir esta Niña extraña?
La Niña ya está en estado de disipación. Ya estamos en enero. De hecho, queda muy poquito de la Niña, pero algo todavía hay. Si a eso le suma toda la sequía otoño-invernal, estamos muy en el límite de lo que puede ser una cosecha que podríamos catalogar de “regular a buena” a una de “regular a mala”. O como sugieren los medios, directamente “mala”. Ahora estamos en el límite. Yo no puedo asegurarlo, pero creo que nos vamos a quedar de este lado del desastre.
-¿Eso va a ser malo para el país por perdida de producción?
La falta de volumen se compensa bastante con el precio, muchas veces. Porque fíjese, si hubiera 50 millones de toneladas de soja aquí y 120 millones en Brasil, entonces el precio bajaría a US$300 la tonelada. Y 50 por 300, le daría US$15.000 millones. Ahora, hoy con el precio a US$500, una cosecha de 30 millones de toneladas de soja también le daría US$ 15.000 millones de dólares. Entonces por ahí no es menos la recaudación.
-¿Eso cree que puede pasar en marzo con los precios de la soja y el maíz cuando llegue la cosecha de esta Niña extraña?
Mire, estamos entre que sea como la cosecha de 2008-2009 o que no lo sea.
La falta de volumen se compensa bastante con el precio
-Las de 2008-2009 fueron las cosechas más bajas de los últimos 20 años, ¿cree que llegará a tanto?
Yo pienso que no va a ser 2008-2009. Pero de nuevo, del tema precios de la cosecha es muy difícil hablar. Le vuelvo a hacer la pregunta: ¿Qué efecto va a producir Biden? Porque las dos tendencias más tranquilizadoras serían que la Niña afloje, que empiece a llover, que no se pierda tanta producción, que Biden no ponga medidas que afecten a los inversores globales y que los inversores globales regresen a las acciones y salgan de la soja. Ahí, el precio puede bajar a US$350. Ahora, ¿qué pasa si la Niña aprieta fuerte y la producción baja significativamente aquí en Argentina y en Brasil, y a eso le agregamos que Biden hace macanas? ¿Qué pasa? Bueno ahí la soja se puede disparar como en 2012 y llegar incluso a US$700 por tonelada. Ese es el peor escenario.
-Eso sería un récord de precio alcista porque el valor tope fue de US$650 por la sequía en Estados Unidos en 2012.
Sí, pero no sabemos si va a pasar. Son escenarios con esas variables. Y nadie sabe si esas variables van a ocurrir. Veríamos un episodio bien fuera de lo normal que hasta ahora no ha ocurrido. Ahora bien, Chicago cotiza con los rumores y vende con la realidad. Bueno, ahora estamos en precios de rumores porque lo cierto es que no hay existencia para grandes negocios. Por eso el Gobierno tuvo que cerrar los permisos de exportación del maíz, porque no hay y no se sabe cuánto va a haber. Pasa lo mismo con la soja. Es como si le dijeran que la soja sube a US$700 la tonelada hoy, pero lo cierto es que no hay excedentes para vender. Es un precio teórico. En cambio, si en marzo se descubre que perdimos un 40% de la producción estimada y hay 30 millones de toneladas de soja en vez de los 50 millones que se esperan, ahí sí que podríamos entrar a un escenario alcista, que además afectara a los negocios reales.
¿Qué pasa si la Niña aprieta fuerte y la producción baja significativamente aquí en Argentina y en Brasil, y a eso le agregamos que Biden hace macanas?
-Tanto las bolsas de Rosario como la de Buenos Aires mantienen sus pronósticos de soja y de maíz casi llegando a 50 millones de toneladas para las cosechas de marzo. ¿Usted cree que van a tener que recortar esos pronósticos?
Le corrijo una cosa: la Bolsa no hace pronósticos, hace estimaciones. Es decir, toma el área sembrada y estima la producción. Ahora, cuando a eso le suma el estado de los cultivos y el pronóstico del tiempo, puede descubrir que hay menos soja que la estimada. Yo no puedo estimar eso porque no es mi función. Lo mío es sólo el clima. Tengo prohibido hacer estimaciones de producción, y le aclaro que lo que yo le digo no es la palabra de la Bolsa.
-Correcto. No es un pronóstico ¿Cuánto estima usted que habrá que recortar la estimación en marzo?
Hace 52 años que colaboro con la Bolsa. De esos 52 años, llevo 24 años pronosticando el clima. En noviembre el USDA (Departamento de Agricultura de Estados Unidos) estimó que la Argentina tendría 50 millones de toneladas de maíz de producción y 50 de soja. En diciembre, ya con todo ese inicio de sequía que vimos, bajaron apenas en un millón de toneladas la expectativa del maíz y un millón la expectativa de soja, pero son estimaciones que luego hay que verificar. En 2012, la estampida de los precios del maíz se produjo cuando el USDA, ya con los cultivos destruidos, dijo que en vez de 370 millones de toneladas de maíz en el mundo iba a haber 260 millones de un día para el otro. No hicieron ningún pronóstico, fue la estimación y la realidad de un día para el otro.
-Ahora, los traders de Chicago leen sus reportes de clima y ya saben que habrá menos producción de la estimada. No es difícil aventurar que es por esto que están subiendo los precios. ¿O me equivoco?
Hay quienes lo saben y hay quienes no lo saben. Yo creo que los que sí saben y tienen un pronóstico certero son los funcionarios del Gobierno, pero se callan muy bien. Ahora, el hecho de que ellos están esperando una producción menor se refleja en la medida de suspender la inscripción de permisos de exportación de maíz.
-¿Y cuánto sería, según su experiencia de 24 años como pronosticador del clima de la Bolsa y de 52 años colaborando con ellos, ese recorte en el maíz?
Mi experiencia me indica que no tengo que hacer estimaciones de forma pública. En mis pronósticos del clima está claro lo que sé y lo puede leer ahí. Le aclaro que el pronóstico climático de la Bolsa de Rosario, que hace José Luis Aiello, es un pronóstico del clima mucho más severo que el mío. Justamente la política de la Bolsa es que nosotros demos los datos y que cada trader saque sus pronósticos. Nosotros no tenemos que dar información que modifique el mercado.
-Volviendo entonces al clima, ¿cuándo se acaba esta sequía que produce la Niña?
Pero es que ya le dije que más allá de la Niña, hay un fenómeno que está influyendo aún más que no es la Niña: la circulación polar. Es eso que se puede ver hoy mismo. ¿Qué le parece a usted este día fresco en pleno verano? ¿No le parece raro? Bueno, es la circulación polar. Esto era muy común en la década del 50. Venía un calorazo, y después un friacho, porque esta masa de aire, que parece húmeda porque está fría, cuando sube un poco la temperatura, baja la humedad relativa y se seca terriblemente. Esta circulación polar es la que está dando la diferencia.
-¿O sea que esto es más decisivo que la Niña?
Yo le diría en este momento que lo que tenemos es 70% de circulación polar, que le quita humedad a todo el hemisferio Sur del Planeta. No sólo a América del Sur, sino también a Australia y Sudáfrica. Y hay un 30% de influencia de la Niña, que le quitó un poquito más de humedad a la región pampeana. Al mismo tiempo le da un poquito más de humedad a Río Cuarto, Río Tercero, San Luis, lugares donde llovió bien, y también al Noroeste argentino. O sea, la Niña beneficia al NOA, al Suroeste de Córdoba, a San Luis y a Bolivia. Y, cosa rara, al sudeste de Buenos Aires. Pero perjudica la zona núcleo de Argentina, a la Mesopotamia y a Uruguay. A Minas Gerais y a Mato Grosso, la Niña los beneficia, pero lo que les da la Niña, se lo termina sacando la circulación polar que también los deja sin lluvias a ellos. Es una sequía hemisférica.
-¿Y cuándo fue la última vez que vivimos este fenómeno?
Pasó en 2008 y comienzos de 2009, pero la vez que peor nos impactó este fenómeno fue en 1988, que de hecho terminó tirando a Rául Alfonsín en 1989. La de 2008 fue complicada, pero muestra cuánto mejor se manejaron los Kirchner para enfrentar el problema.
-¿Por qué?
Porque no los tiró como a Alfonsín. Les produjo la mala elección de medio término del 2009, pero la aguantaron. A Alfonsín lo tiró la cosecha que siguió a 1988. La mala cosecha le tiró abajo el Plan Primavera. Los Kirchner aguantaron el cimbronazo aunque en esas elecciones legislativas de 2009, perdieron mucho espacio. ¿Se acuerda de los agrodiputados que llegaron al Congreso?
-Sí, claro. Lo que me lleva a pensar que este también es un año electoral. ¿Cómo le va a ir a Alberto Fernández?
Usted insiste en pedirme pronósticos que no puedo hacer porque hay muchos otros ingredientes que escapan al clima. Como hablamos al comienzo, además del clima hay muchos otros factores como el comportamiento de los fondos de inversión globales. Es decir, la mayor suba de precios de los productos agrícolas fue en 2012 por un tema de clima, porque hubo una Niña en el Midwest norteamericano que se llevó 120 millones de toneladas de maíz. Es muy aventurado analizar producción y precios en forma lineal. No es tan sencillo. Por otro lado, no sólo es un tema de producción y clima, sino cómo negocia usted lo que tiene en un momento determinado. En una situación difícil, es mejor tener 30 cuando todos quieren lo que usted tiene, que tener 50 cuando nadie quiere lo que usted tiene.
PR