El plan económico de Larreta: ajuste fiscal inmediato, liberación gradual del cepo y apertura económica

Ya hay varios anotados para alcanzar la presidencia, pero el primero en lanzar su campaña ha sido Horacio Rodríguez Larreta, el dirigente del PRO que fue funcionario de los gobiernos de Carlos Menem y Fernando de la Rúa y jefe de gabinete de Mauricio Macri en la ciudad antes gobernar los últimos ocho años. Ahora este economista formado en la Universidad de Buenos Aires, con un master en administración de empresas en Harvard, pretende erigirse en candidato de Juntos por el Cambio (JxC) dfy prepara, con Hernán Lacunza, ex ministro de Hacienda de Macri, a la cabeza, un plan económico que tiene dos ejes. El primero, un plan de estabilización. El segundo, otro que pretende impulsar el crecimiento económico.

Larreta parte de la premisa de que no habrá crecimiento sin antes estabilizar, es decir, ajustar. Descree de los que en el peronismo y el kirchnerismo pregonaron la idea de que había que crecer para equilibrar las cuentas fiscales con más ingresos. Considera que primero hay que bajar el gasto. Rechaza la idea del gobierno de Alberto Fernández de bajar de forma gradual el déficit fiscal primario (antes del pago de deuda) y por eso planea reducirlo del 1,9% del PBI previsto en el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para 2023 al cero a lo largo de 2024. Considera que no hay margen para financiar el rojo, ni con emisión monetaria, mala palabra para los ortodoxos, ni con más colocación de deuda doméstica, donde anida la “bomba” que advirtieron Larreta y los demás líderes de JxC

Para eso planifica adoptar ajustes apenas llegue al Sillón de Rivadavia. Poner en la mira gastos que supuestamente están superpuestos entre la Nación y las provincias y que equivalen la friolera de 5 puntos del PBI. Esto abarca desde planes sociales hasta programas de salud y educación. También apunta al déficit de las empresas públicas, que representa menos de un punto. Larreta ha declarado que no quiere privatizar Aerolíneas, como Macri, porque no atisba ningún interesado en comprarla, ni entregársela a los sindicatos pero sin subsidios, como sugiere el diputado Martín Tetaz, pero ha prometido cortar sus pérdidas y promover a sus competidoras. Sostiene que no la financiará con el argumento de que implica emisión monetaria con impacto en la inflación o utilización de impuestos pagados con el IVA de los alimentos en un país con dos tercios de los niños pobres. Apunta contra la cantidad de empleados: alega que Aerolíneas tiene el doble de pilotos por avión que sus rivales. Pero no sólo pretende reducir el déficit de esta sino de todas las compañías estatales. Por ejemplo, alerta contra la firma pública con más empleados: Trenes Argentinos, con 30.000 trabajadores. Habla de “racionalizar”, “eficientizar”.

Subsidios

Por supuesto que pone en la mira los subsidios a la energía, que equivalen a 2 puntos del PBI. Juzga insuficiente habérselos quitados al 30% de la población. Le parece demasiado subvencionar al 70%. Es de prever que la clase media reciba entonces un tarifazo, como en el gobierno de Macri en 2016. Claro que Cambiemos ganó las elecciones legislativas de 2017 con ese aumento sideral. Perdió las presidenciales porque primero se atrasó, después devaluó, la inflación se disparó, la economía se hundió y el desempleo aumentó mientras empresas cerraban.

Con el ajuste inicial, Larreta pretende lograr la confianza para ir liberando el cepo cambiario, pero de manera gradual. No como Macri, de un día para el otro en 2015. En aquel tiempo, el país estaba poco endeudado y un gobierno amigo del mercado podía tomar crédito externo para financiar el déficit o la salida del control de cambios, pero ahora no. Por eso, el jefe de gobierno porteño y su equipo -incluidos Guido Sandleris, Lucas Llach, Rodrigo Pena, Milagros Gismondi, Nicolás Gadano, Gustavo Cañonero, Luis Secco y Andrés Borenstein- opina que hay que ser prudentes y, por tanto, no habrá “movilidad perfecta de capitales” en un principio. Por ejemplo, sí se liberarán los dólares para importar pero no para que las multinacionales giren utilidades a sus casas matrices.

Habrá devaluación, el dólar oficial subirá fuerte respecto de los $ 205 actuales, pero niegan que el de equilibrio sea igual al actual contado con liquidación (CCL), de $ 375. Para que la divisa no se escape les resulta clave “mostrar” equilibrio fiscal. Rechaza dolarizar, como pretende Javier Milei, o fijar el tipo de cambio, como hizo la convertibilidad de Domingo Cavallo en el gobierno de Menem. Tampoco quitará ceros a la moneda, como hizo ese plan en 1991 o el Austral en 1985, con Raúl Alfonsín presidente. “Hay que hacer reformas fiscales... lo demás es magia”, argumentan los economistas de Larreta para desechar otras ideas.

La otra pata radica en el impuso al crecimiento. Para ello, imaginan que con una nueva macroeconomía y nuevos marcos regulatorios, la energía, la minería, la construcción, el sector del conocimiento y el turismo pueden proveer divisas al país y motorizar la expansión para crear empleo. Al igual que Macri, Larreta no sueña con la industria, a pesar de que ofreció un discurso amable con los empresarios de la Unión Industrial Argentina (UIA) en su conferencia del año pasado.

Para alentar a la economía, el precandidato del PRO sostiene que hay que flexibilizar las normas laborales para bajar los costos de contratación. Junto con el senador radical Martín Lousteau ya propuso en su momento eliminar la indemnización por despido pagada por el empleador y reemplazarla por un fondo que pagaría también un sueldo por año trabajado y que sería financiado por empresas y trabajadores a lo largo de la trayectoria laboral.

Otros medios para alentar la economía, según Larreta, radican en simplificar trabas burocráticas y abrir el comercio. Sus economistas pregonan que la Argentina precisa pasar de una de las economías más cerradas del mundo a una abierta. Rezongan contra los que acusan al gobierno de Macri de haber abierto el comercio. Consideran que no llegó a materializarlo. Abogan por la integración económica con el resto de Latinoamérica, la Unión Europea y Asia.

No planean una baja de impuestos apenas llegue al gobierno como medio para alentar el crecimiento. Alegan que una reducción de tributos estará condicionada a que primero baje el gasto público. Recuerdan que ya Macri arrancó bajando retenciones al campo o el impuesto a bienes personales, es decir, a los más ricos, pero terminó agravando el problema fiscal.

AR