Mientras el Gobierno ultima los detalles del programa económico que deberá implementar como parte del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, las empresas privadas trabajan en sus propias estrategias para afrontar un 2022 con abultados vencimientos de deuda, en medio de un escenario de falta de divisas y volatilidad financiera.
Según las últimas cifras actualizadas del Banco Central (BCRA), la deuda externa privada totalizó más de 78.000 millones de dólares al 30 de septiembre del año pasado, casi el doble del monto desembolsado al gobierno argentino por parte del Fondo Monetario Internacional tras el acuerdo firmado con el ex presidente Mauricio Macri.
En términos globales la deuda privada descendió 1.2% interanual en ese período. Más de la mitad consiste en préstamos con entidades del exterior (US$26.160 millones) y con tenedores de bonos (US$15.386 millones). Y si bien el descenso también se advierte en el mercado de deuda local en pesos, el problema doméstico es otro: la demanda de financiamiento permanente por parte del Gobierno en un escenario de falta de fondos.
“Hubo un desendeudamiento privado que tiene que ver con la brecha cambiaria”, explica Andrés Wainer, investigador del CONICET y miembro del Instituto para el Desarrollo Económico y Social de Buenos Aires de la CTA.
Para Wainer, en el período 2019-2020 las empresas aceleraron el repago de sus deudas en el exterior aprovechando el acceso irrestricto al mercado de cambios. “Lo que hubo fue un pago de capital (de la deuda). Se podía acceder a dólares oficiales para pagar deuda previa privada, que era una manera de acceder a dólares baratos”, explica.
Por una disposición del BCRA, las empresas con vencimientos de deuda a partir de octubre de 2020 fueron autorizadas a acceder al equivalente del 40% del monto del capital de sus deudas
Las compañías recurrieron incluso a otras estrategias como la cancelación de deuda inter-empresas: el pago de un préstamo entre una firma radicada en Argentina y su casa matriz, por ejemplo, se utilizó como una forma encubierta de remitir utilidades en momento en que el mercado de cambios no permitía esas operaciones. Muchas de ellas también salieron a financiarse al mercado mediante la emisión de obligaciones negociables atadas al tipo de cambio (dólar linked).
El proceso continuó hasta septiembre de 2020, cuando el BCRA puso en vigencia la Comunicación A 7106. Según la norma, las empresas con vencimientos de deuda a partir de octubre de ese año fueron autorizadas a acceder al equivalente del 40% del monto del capital de sus deudas, mientras que el resto debía refinanciarse mediante un nuevo plan de endeudamiento externo con una vida promedio de dos años.
“Barrimos con el grupo de ese sistema”, relata una fuente del área económica del Gobierno sobre la autopercepción exitosa de la gestión del BCRA en relación a la refinanciación de la deuda. “De las empresas que se avinieron al esquema, todas reestructuraron deudas con emisión de papeles internacionales que los llevó a tasas más bajas y plazo promedio de dos años”.
Los principales sectores endeudados son la industria manufacturera y el de minería y petróleo, con una participación del 20% y 24%, respectivamente, en la deuda total, según datos del BCRA. Y aunque la deuda financiera se redujo un 6% interanual en comparación al tercer trimestre del 2020, la constante presión sobre el tipo de cambio y la falta de reservas líquidas representan un frente de riesgo para el sector privado.
Los principales sectores endeudados son la industria manufacturera y el de minería y petróleo, con una participación del 20% y 24%, respectivamente
Paradoja
La reactivación del comercio global, además, también trajo una paradoja: si bien algunas empresas comenzaron a generar ganancias en niveles previos a la irrupción del Covid-19, muchas de ellas también debieron endeudarse para la compra de insumos o financiar sus ventas al exterior. En Argentina, la deuda privada comercial subió 4% interanual en el tercer trimestre del año pasado.
“Si mañana hubiera un aumento de tasas de interés las empresas privadas no se verían afectadas”, afirman desde el Gobierno. “Los pagos correspondientes a los vencimientos privados están previstos en las reservas del Banco Central”. El optimismo oficial se basa en dos premisas: el sostenido precio de los commodities agrícolas y la continua demanda de socios comerciales como China y Vietnam.
Además, creen que el acuerdo con el FMI impactará favorablemente en las condiciones que tendrán las empresas para salir a tomar nueva deuda. “Los ganadores de la licitación del gasoducto de Vaca Muerta lo van a construir con financiamiento externo”, citan como ejemplo.
La deuda privada comercial subió 4% interanual en el tercer trimestre del año pasado
Para Wainer, un acuerdo con el FMI no va a condicionar a las empresas “más de lo que están”. “El acuerdo con el Fondo no supondría más erogaciones de dólares, en todo caso busca recuperar algunos de los que ya se han pagado”, explica. “Si se lleva adelante debería favorecer y no entorpecer de más el crédito externo”.
En el mercado de deuda local el endeudamiento de las empresas privadas también descendió, aunque por otro factor. “En la medida en que el Gobierno no puede colocar deuda afuera, chupa fondos del mercado local y deja afuera a los privados”, explica Fausto Spotorno, de la consultra OJF & Asociados.
Aunque la deuda financiera se redujo un 6% interanual en comparación al tercer trimestre del 2020, la constante presión sobre el tipo de cambio y la falta de reservas líquidas representan un frente de riesgo para el sector privado
Para el economista, la falta de acceso al mercado internacional de deuda por parte del Gobierno a partir de 2018 lo forzó a emitir títulos en el mercado local que terminaron en manos de los inversores, fundamentalmente bancos, y redujo crédito disponible para los privados.
El problema, sostiene Spotorno, es que el tamaño del déficit es “enorme” en comparación al tamaño del mercado financiero, y ese factor ha limitado el acceso al crédito local por parte de los privados. Además, en los últimos dos años el rendimiento de los títulos (bonos atados a la inflación -CER-, al dólar -dólar linked-, o en pesos) fue menor al ritmo de crecimiento de la inflación.
Según datos de la consultora, en Argentina la participación del crédito bancario en el PBI es del 14%, mientras que el déficit presupuestario es del 4%. Con una brecha tan corta, sostiene Spotorno, se vuelve difícil satisfacer las necesidades de financiamiento del Gobierno. En países como EEUU, en cambio, el déficit es el 12% pero el crédito bancario representa un 200% del PBI del país.
WC