Murió Jean-Paul Belmondo, una de las máximas figuras del cine francés

elDiarioAR

6 de septiembre de 2021 12:03 h

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Jean-Paul Belmondo, una leyenda del cine francés, murió este lunes a los 88 años. “Estaba muy cansado desde hacía algún tiempo. Se apagó tranquilamente”, confirmó su abogado, Michel Godest, a la agencia AFP.

Dueño de un carisma sin igual, el actor, realizador y artista fue una de las figuras más taquilleras de la historia del cine de Francia. Su nombre fue una marca registrada, sobre todo entre fines de los ‘70 y casi toda la década del ‘80. También conocido como 'El magnífico' y 'El profesional', se convirtió en la imagen de una generación entera, caracterizado por su cautivadora sonrisa.

Apodado en el mundo del cine como “Bébel”, Belmondo participó en 80 películas, algunas de ellas inolvidables, como “À bout de souffle” (“Sin aliento”, “Al filo de la escapada”) o “L’homme de Rio” (“El hombre de Rio”). Bronceado y con presencia ganadora, el actor fue una de las estrellas de la llamada Nouvelle Vague antes de hacerse mundialmente famoso por sus papeles en comedias y films de acción.

Al igual que su compinche eterno, Alain Delon, fue uno de los gigantes de Francia: ambos triunfaron encarnando a mafiosos, detectives, ladrones y policías, aunque con perfiles diferentes que se complementaban tanto dentro como fuera de la pantalla.

Su último trabajo fue en 2009, cuando participó en la película “Un homme et son chien” (Un hombre y su perro) de Francis Huster.

Nació el 9 de abril de 1933 en Neuilly-sur-Seine, un suburbio acomodado de París, y se crió en una familia de artistas. Su padre de origen italiano era un reconocido escultor. Soñaba con ser actor de teatro, y para eso, se inscribió en el conservatorio.

Tras lanzarse muy joven a la actuación en algunos films, fue Jean-Luc Godard, el papá de la Nouvelle Vague, quien detectó su talento y le confió en 1960 el papel protagónico junto a Jean Seberg en Sin aliento. “Después, de la noche a la mañana, me fui a Italia a rodar cuatro películas seguidas. El teléfono no paraba de sonar: hubiese podido hacer veinte por año, si quería”, contó una vez.

Su afición por el boxeo, otra coincidencia con Delon, lo desvía hacia papeles más físicos del cine policial y de aventuras. También empieza a hacer comedias más livianas junto a estrellas de la talla de Claudia Cardinale, Gina Lollobrigida, Catherine Deneuve y Sofía Loren. Algunas se convirtieron en parejas, como Ursula Andress y Laura Antonelli.

La acción en el cine le da un impulso en la taquilla mucho más potenciado que el arte que había conseguido con algunas producciones de Godard. De esta forma, empezó su camino al mainstream internacional con Borsalino, El magnífico y El profesional, entre otras.

Había sufrido un derrame en 2001 y su salud fue muy delicada desde entonces, pero se recuperó tras una larga convalecencia y pudo recuperar buena parte de su cuerpo, además de su famosa sonrisa burlona.

Conocido como “el actor más feo del cine francés”, supo explotar su nariz desviada -consecuencia de la práctica juvenil del boxeo- con una irresistible personalidad que le daba un tono seductor que marcó a toda una generación de admiradores.

Fue quizás la estrella más popular de los años 60 y, sin embargo, nunca había buscado ese destino: “Quería ser payaso, siempre iba al circo. Fue solo eso lo que me gustó. Boxeo y circo”, aseguraba.

NB

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