Los peligros de exponer a Taylor Swift, su jet privado y las nocivas emisiones “de lujo”

Mónica Zas Marcos

4 de agosto de 2022 09:32 h

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La crisis climática no empezó esta semana, pero sus consecuencias palpables sumadas al paquete de políticas públicas que están tomando gobiernos como el de España convirtieron el asunto en portada mediática. Todos los desastres, climáticos o no, tienen a sus hombres de paja, gente a quien señalar, y una de ellas fue Taylor Swift.

La cantante estadounidense es la que más vuelos hizo a bordo de su jet privado en 2022, pero no está sola. El ránking de diez famosos, publicado por la compañía Yard y calculado por el bot Celebrity Jets, tuvo una gran repercusión. Detrás de Swift aparecen el productor Jay-Z, marido de Beyoncé, el director de cine Steven Spielberg o la presentadora Oprah Winfrey, emitiendo entre 4.000 y 7.000 toneladas de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera cada uno.

Los cálculos corren a cargo de Jack Swenney, un estudiante de programación de 19 años al que Elon Musk ofreció 5.000 dólares si dejaba de tuitear la huella de carbono de los vuelos privados de los famosos. No solo se negó, sino que su perfil automatizado Celebrity Jets suma miles de seguidores. Difunde ubicación del despegue y el aterrizaje, modelo de avión, tiempo de trayecto, cantidad de CO2 emitido y dueño del jet. Eso no significa que estos últimos estén siempre dentro.

Taylor Swift se justificó diciendo que ella no es la única que hace uso de la aeronave. También el rapero Drake dijo que en la mayor parte de los trayectos cortos, su avión va vacío. Pero la mayoría de las veces ni siquiera hace falta que otros los “cacen” porque las propias celebrities presumen de sus viajes en jet privado en las redes sociales. Kylie Jenner provocó una ola de rechazo al subir una foto en medio de dos jets en la que bromeaba sobre elegir entre ambos. Los hábitos de los ricos provocan fascinación y rechazo, pero pocas veces a este nivel. No obstante, los expertos alertan de que esta reacción puede ser contraproducente.

“El fenómeno de exponer a los famosos me parece, como mínimo, delicado”, piensa Bruno Martín, divulgador científico y activista climático. “Decir que el cambio climático es solo culpa de las personas ricas por usar jets privados es desviar el foco de los cambios estructurales que hay que hacer en los hábitos de consumo de toda la población mundial”, alerta. Martín se refiere a quienes usaron el ránking para criticar los esfuerzos que se piden a nivel individual.

“Los llamamos los del tuit de los sorbetes”, dice Héctor Tejero, doctor en bioquímica, ecologista y diputado de Más Madrid. “La gente tiene fijación por decir que para qué vas a reciclar, ir en bicicleta o usar sorbetes de cartón si luego van los ricos o las empresas y contaminan mucho más”, explica. Tejero diferencia entre la gente que busca el clic fácil y la que lo hace con buena intención y evidencia la desigualdad climática, “pero al final es desmovilizador, una forma de autojustificación moral”. “Para mí es caer en una falacia del falso dilema y echar balones fuera”, suscribe Martín. “Hay que afrontar los cambios radicales en nuestro propio estilo de vida”.

Los jets privados, un problema menor

Ninguno de los expertos consultados ni activistas contra el cambio climático están a favor de los hábitos nocivos de los famosos. Pero alertan de otro peligro: “Los jets privados son una cosa totalmente inmoral por la cantidad de emisiones por pasajero que lanzan, sobre todo si los comparamos con un vuelo comercial. Se deberían prohibir. Pero en la escala global de emisiones, no son un porcentaje muy grande”, admite Bruno Martín.

“Los jets privados son el mal”, comparte Tejero. Es un medio de transporte de ultralujo, minoritario y ultracontaminante que emite 10 veces más contaminación que el avión comercial y unas 50 veces más que el tren. “Lo que pasa es que su contribución al cambio climático es muy limitada: en 2019 se estima que los jets privados que despegaron de España emitieron unas 203 kilotoneladas de CO2, menos de lo que emite en un solo día el transporte terreste. El 0,06% de las emisiones totales de España”, desvela el doctor en Bioquímica y Biología Molecular.

Los jets privados son el mal, pero su contribución al cambio climático es muy limitada

Tampoco el CO2 de la aviación es el único elemento contaminante que produce el transporte. “Dentro de las emisiones globales, el transporte es un 15%. De ese porcentaje, la aviación supone menos del 10% y, de ahí, los jets privados son un 2 o un 4%”, recalca Martín. “No son un problema grave per se porque hay muy pocos ricos comparados con toda la gente que hay en la Tierra”, compara. Lejos de creer que no se deben regular, los expertos abogan por incluir los aviones privados dentro de políticas más ambiciosas y transversales. “No basta con prohibirlos”, resume Tejero.

Entonces, ¿por qué indignan tanto? “Es gente conocida, fácil de ponerle cara y de relacionarla con tu propia vida. Los empresarios petroleros de EEUU, ejecutivos y grandes inversores tendrán una huella de carbono peor que la de Taylor Swift y mucho más poder estructural, pero nadie los conoce. No es casualidad que los que protagonizan estos ránkings sean gente de la farándula”, explica el bioquímico. Por su parte, el divulgador de Scienseed cree que el poder de estas personas es su relevancia simbólica.

“Las costumbres que lucen los cantantes, actores y personas famosas son problemáticas, porque en su faceta pública llevan una vida de hiperconsumismo y de hipermovilidad. Desmovilizan o, peor aún, incitan al consumo y perpetúan la idea de que el éxito es tener y gastar cada vez más, algo que choca frontalmente con los límites físicos que tiene nuestro planeta”, cree Martín, y pone como ejemplo los videoclips de los raperos con ropa de marca o coches y motos carísimas. “Es el principal problema con las emisiones de lujo, que se hacen desde la opulencia innecesaria y desmoralizan a la ciudadanía. Los gobiernos deben atajarlas por su peso simbólico, no porque tengan un impacto enorme en la escala global de emisiones de gases de efecto invernadero”, diferencia.

Las costumbres de cantantes, actores y personas famosas son problemáticas, porque desmovilizan o, peor aún, incitan al consumo y perpetúan la idea de que el éxito es tener y gastar más

Transición por presión social

Teniendo en cuenta todos estos matices, Héctor Tejero considera positivo que se exponga a los famosos que lo hacen mal y que estos, por primera vez, tengan que justificarse por sus hábitos. “La transición ecológica va a surtir efecto por presión social y exponiendo a los que son irresponsables o poco sostenibles”, asegura, pero pide alejarse de las comparaciones con el día a día de los ciudadanos.

En cambio, Bruno Martín no cree que “este tipo de denuncias sean sintomáticas de una sociedad más comprometida con la crisis climática”, más bien ve “una reacción fácil de quien sabe que la crisis climática es un problema urgente de nuestro tiempo pero no ha asumido todavía su parte en la solución”.

La transición ecológica va a surtir efecto por presión social y exponiendo a los que son irresponsables o poco sostenibles

Por otro lado, regodearse en los ránkings de los famosos puede provocar desafección hacia las políticas ecologistas: “Me parece normal y razonable que la gente vea estos comportamientos de los ricos y se sienta estafado o estafada y crea que es injusto que le pidan cambios en el consumo mientras ellos siguen con sus vidas hipercontaminantes. Pero yo a esta gente le diría que la crisis climática no se va a solucionar si una persona deja de volar, por muy rica o muy pobre que sea”, advierte Martín.

Una de las estrategias que el comunicador persigue en sus escritos y en su pódcast Ecoinsomnes es la de convertir el rechazo hacia estas “emisiones de lujo” en un aliciente para mejorar nuestros propios esfuerzos. “Hay una tendencia no muy positiva de considerar estos cambios como sacrificios y nosotros los reenfocamos como oportunidades. No todo consiste en una reducción en calidad de vida, ya que el modelo de progreso y de bienestar del futuro va a estar ligado a pensar diferente”, dice esperanzado. Tejero coincide: “El tema del transporte en avión es más interesante en el plano simbólico. La transición ecológica nos va a suponer cambios a todos”. En definitiva, ambos concluyen que “hay que cambiar la percepción de qué es vivir bien”.

MZM