ANÁLISIS

Perú: la segunda vuelta se dirimirá entre un dirigente sindical y la derecha fujimorista

12 de abril de 2021 07:23 h

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Si en algo no sorprendieron a nadie los resultados de la primera vuelta en las elecciones generales peruanas del domingo, fue en que el voto fuese tan fragmentado como lo era la oferta electoral y en que habrá, en consecuencia, segunda vuelta el 6 de junio. Si en algo todos declararon sorpresa, y muchos aun alarma, fue que el único candidato presidencial que ya se sepa con alguna certeza que disputará ese balotaje haya sido el gremialista docente de izquierdas Pedro Castillo, a quien se vincula con Sendero Luminoso. Según la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE),  al 20.931% de las actas procesadas, Castillo obtuvo el 15.865% de los votos emitidos a nivel nacional, seguido por el derechista liberal Hernando de Soto con 14.273%, el derechista conservador Rafael López Aliaga con 13.121%, y la derechista populista Keiko Fujimori con 12.287%

Con 35 millones de habitantes y un padrón electoral de 25 millones, Perú celebró sus elecciones legislativas y presidenciales siendo el país sudamericano con más muertes por Covid-19 cada 100 personas. Aunque el voto es una obligación  y ausentarse a la convocatoria electoral tiene un castigo monetario, muchos votantes que podían permitírselo consideraron mejor pagar los 88 soles (unos veinte dólares estadounidenses) de la multa para evitarse hacer filas antes de votar y entremezclarse, como ocurrió en Lima, con otras filas, de gentes que compraban tubos de oxígeno en el mercado negro. Un padrón electoral de casi tantos varones como mujeres eligió a una docena de partidos, entre los 19 que se disputaban esos lugares, a quiénes ocuparán las 130 bancas de su Congreso unicameral. Y pudo elegir entre 18 candidaturas presidenciales y vicepresidenciales  quiénes pasarán al balotaje del 6 de junio.  

Nadie dudaba de que hubiera balotaje. Tampoco nadie tenía dudas acerca de los resultados de la elección legislativa, que se decidieron el domingo sin más vueltas. El divisionismo trasladó al interior del Congreso la fragmentación exterior de la oferta electoral. No habrá mayorías, y en el nuevo Congreso habrá todavía más fuerzas representadas que en el Congreso actual, que concluye en julio. Sea quien sea que ocupe el Ejecutivo carecerá de respaldo legislativo, y apenas dispondrá, en el mejor de los casos, con 15 bancas fieles. 

El Poder Legislativo peruano es unicameral, pero el Ejecutivo lo desempeñan presidente y dos vicepresidentes. Así lo dispone la Constitución Política del Perú vigente sancionada en 1993. Esta Carta Magna fue redactada en 1992 por un Congreso Constituyente Democrático convocado por el presidente Alberto Fujimori después de haber disuelto el Congreso por la fuerza en un denominado ‘auto-golpe’. La sombra perdurable de Fujimori sigue organizando la articulación de las fuerzas políticas en el Perú. Los candidatos que tienen más probabilidades de rivalizar en el balotaje del 6 de junio se oponen según un antagonismo cuyo eje mayor es la posición respecto a los diez años de Fujicracia peruana (1990-2000).

En primer lugar, está Pedro Castillo. El docente y sindicalista es el candidato presidencial del Partido Político Nacional Perú Libre (PPNPL). Este partido de origen regional -por lo que declara representar al Perú profundo-, fundado por Vladimir Cerrón, dos veces gobernador de la serrana Junín, antiguo foco de Sendero Luminoso, antiimperialista, autodefinido como marxista-leninista-mariateguista, ha cobrado vigor en vísperas de la elección. De algún modo, representa ese Perún indigenista insurgente guerrillero de izquierdas que Alberto Fujimori y su monje negro y asesor de inteligencia Vladimiro Montesinos decían haber cercenado para siempre de raíz.

Castillo supo construir un lugar fuerte entre los maestros peruanos en los dos meses de una importante huelga docente en 2017, cuando encabezó la Conare, una plataforma que pretende reconocimiento legal como gremio y que desplazó al histórico Sutep, aun cuando era público que era la pata de Sendero Luminoso en la actividad sindical. En una actividad que registra a unos cuatro centenares de miles de afiliados, el voto docente puede haber ayudado a su buen éxito electoral.

Antes de ese rol entre los docentes, Castillo -nacido en la provincia de Chota, región de Cajamarca- militó y fue candidato de Perú Posible, el partido de Alejandro Toledo, y sobre el que recayeron decenas de acusaciones de corrupción al punto que desapareció como fuerza política, reseñó la revista Caretas. Pero no está sólo Castillo en esta condición de ‘tránsfuga’ (que por otro lado es rasgo característico de la vida política peruana, en especial de la parlamentaria): en su lista de candidatos al Congreso hay dirigentes con pasado en, al menos, otros siete partidos.

El  casi octogenario economista e intelectual Hernando De Soto tiene un perfil mucho más técnico e intelectual. Para poder competir, acudió a lo que en Perú llaman ‘vientre de alquiler’: se afilió el año pasado a Avanza País (AP), un partido que se reivindica liberal pero en 2006 postuló a la Presidencia al nacionalista Ulises Humala, hermano del después presidente Ollanta Humala. Fue asesor de Fujimori y fue uno de los responsables de las políticas económicas de shock que terminaron con la hiperinflación y resultaron fundamento del crecimiento que el Perú mantendría dos decenios hasta que lo interrumpiera la pandemia de Covid-19. En una reciente entrevista dijo que si llega a la Presidencia, su gobierno no comprará vacunas sino que dejará que lo haga el sector privado, en competencia libre, para que sean distribuidas a través de “la economía social de mercado”.

Conservador, católico practicante, miembro del Opus Dei, enemigo del aborto y del feminismo radical, practica el celibato y la mortificación desde los 19 años: la de Rafael López Aliaga es una candidatura peculiar en una elección tan peculiar como la multitudinaria primera vuelta de las presidenciales peruanas. Empresario sexagenario, director de Peru Holding de Turismo y accionista del Ferrocarril Trasandino, era un desconocido, como lo era su partido, el flamante Renovación Popular, recién fundado en 2020. Perú21 describe así un típico día del célibe hombre de negocios en campaña: “Parte de una estrategia. López Aliaga continuó ayer su campaña en Arequipa, donde se le vio junto a personas disfrazadas de puercos”. Sus enemigos dicen que Aliaga es la versión peruana de Jair Bolsonaro. El empresario lo desmiente: sabe contar, a él le faltan votos, como lo demuestra el que no triunfara en primera vuelta como el actual presidente brasileño.

La hija de Alberto Fujimori, Keiko, era la candidata presidencial favorita para las elecciones del domingo por el partido fujimorista Fuerza Popular. Es la heredera de los principios de enérgica derecha populista y autoritaria de la presidencia de su padre, de quien fue Primera Dama desde 1994, cuando en un contencioso divorcio Alberto se separó de Susana Higuchi, su madre, también política, después congresista por el Frente Independiente Moralizador (FIM). Tan independiente pero menos moralizadora que su madre, Keiko está imputada desde 2017, está imputada por presunto lavado de dinero en la también presuntamente descuidada financiación de sus anteriores campañas electorales; entre 2018 y 2020 pasó 15 meses en prisión preventiva.

De todos los candidatos, es la más feliz por el resultado de la primera vuelta. Sabe que es muy posible que sea ella finalmente la rival de Castillo, y que esta rivalidad le ganará una avalancha de votos del Perú ‘sano’ que le agradece a su padre el haberle puesto secante fin al terrorismo. En la elección de 2011, había sido vencida en el balotaje, con más de medio millón de votos, por el político nacionalista y ex militar Ollanta Humala, quien era entonces el candidato estratégico de Hugo Chávez y del ‘socialismo del siglo XXI’, y quien también fue candidato presidencial en la elección del domingo por su Partido Nacionalista Peruano (PNP).En la última elección, de 2016, Keiko perdió finalmente en el balotaje contra Pedro Pablo Kuczynski. Fue por una diferencia de sólo 40 mil votos.