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SALUD

Fantosmia: por qué debe preocuparnos sentir olores fantasmas

Foto: Aqua Mechanical

Cristian Vázquez

Diario.es —

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Muchas personas que han padecido de COVID-19 señalan que uno de los síntomas más molestos de la enfermedad es la pérdida del olfato y, por consiguiente, del gusto. Pese a que de antemano pareciera un problema más bien menor, la alteración de esos sentidos genera no solo molestia e irritación, sino también el riesgo de que, por ejemplo, algo se queme o un alimento esté en mal estado y uno no se dé cuenta.

Su pérdida, parcial o total, no es la única disfunción que el olfato puede sufrir. También existen las alucinaciones olfativas. De ellas se habla menos que de las ilusiones ópticas, de las veces en que creemos oír algún ruido que en realidad no ha existido, incluso de sensaciones táctiles equivocadas, como cuando nos parece que el celular nos vibra en el bolsillo cuando en realidad no lo tenemos allí. Sin embargo, los “olores fantasmas” constituyen un fenómeno más común de lo que se podría pensar.

Olores falsos y desagradables

La fantosmia -el trastorno que lleva a una persona a percibir olores que en realidad no están en el ambiente donde esa persona se encuentra- afecta hasta al 6,5% de la población mayor de cuarenta años. Es decir, a una de cada quince personas. A esa conclusión llegó un estudio de 2018, realizado por científicos de Estados Unidos con datos de 7.417 personas.

Según el mismo trabajo, el problema es dos veces más común en mujeres que en hombres y tiende a aumentar su intensidad con la edad. En este sentido, sucede lo contrario que con el sentido del olfato en general, cuya habilidad disminuye con el paso del tiempo. Los efectos de la fantosmia resultan, desde luego, bastante molestos, dado que los olores percibidos suelen ser, además de falsos, desagradables: a quemado, a humo, a sustancias químicas o a alimentos podridos, entre otros. 

Un año antes se había publicado otra investigación sobre el mismo tema. Realizada en Suecia, analizaba una muestra de 2.569 personas de entre 60 y 90 años de edad. Quienes experimentaban fantosmia representaban el 4,9% del total. También en este caso la mayoría fueron mujeres. Los científicos destacaron que nueve personas sentían olores fantasmas con connotaciones autobiográficas: recuerdos de la infancia, un olor percibido durante un incendio muchos años antes o el aroma de sus parejas fallecidas.

Los olores imaginarios producidos por este fenómeno perjudican la calidad de vida de quienes los padecen. Les pueden impedir disfrutar de la comida o sentir rechazo por ella y ser causa de fastidio, ansiedad y, con el paso del tiempo, propiciar un cuadro de depresión. Por ello, conviene acudir a la consulta de un médico para evaluar la situación y tratar de solucionarla.

Posibles causas de la fantosmia

Si bien todavía los científicos no conocen con exactitud las causas de que este trastorno aparezca, coinciden en distinguir básicamente dos tipos de fantosmia: periférica y central. La fantosmia periférica tiene su origen en neuronas sensoriales olfativas, es decir, las células encargadas de percibir los olores.

Esas células están ubicadas en los tejidos de la parte superior interna de la nariz. Los olores llegan hasta ellas por dos vías: la más común, las fosas nasales; la otra, el conducto que las comunica con la garganta. Esa conexión es la que nos permite identificar el sabor de lo que comemos, más allá de si se trata de algo dulce, salado, amargo, ácido o umami.

El origen de fantosmia periférica estaría en esas células sensoriales, que podrían verse afectadas por problemas que van desde rinitis y sinusitis hasta pólipos y tumores nasales. No se deben descartar, por cierto, los problemas dentales o bucales: pueden generar malos olores que no son “fantasmas”, pues existen en realidad, aunque a menudo son difíciles de identificar.

También hay que tener cuidado de las posibles confusiones que pueden causar productos de limpieza, filtros de aire acondicionado y otros elementos externos que generan olores desconocidos. Por eso, siempre conviene preguntar a alguien más si también percibe ese olor.

Olores fantasmas y receptores cerebrales

La fantosmia central implica que el problema se halla en los receptores cerebrales. Resulta, por lo tanto, de mayor riesgo, ya que puede estar asociada con problemas importantes, como migrañas, epilepsia, diabetes, traumatismo craneal, ACV, esquizofrenia y mal de Parkinson. 

Varios estudios han comprobado que, aunque con poca frecuencia, las alucinaciones olfativas forman parte del aura migrañosa, el conjunto de síntomas que preceden a una migraña. Esos síntomas son por lo general visuales (destellos de luz, puntos ciegos, patrones zigzagueantes), pero a veces también incluyen la fantosmia. Un estudio de 2011 señaló que estos olores fantasmas solían durar entre cinco minutos y una hora, y a veces aparecían también antes de un dolor de cabeza que no llegaba a ser una migraña.

Las personas con epilepsia, en muchas ocasiones, también experimentan un aura: es el anuncio de que va a padecer una crisis, que puede ser parcial o generalizada. Sus posibles señales son, además del olor fantasma o de un gusto extraño, una sensación de miedo o de enfermedad, aunque en otros casos, curiosamente, la sensación que produce es de bienestar.

Diabetes y deterioro cognitivo, otras posibles asociaciones

También los pacientes con diabetes y bajo tratamiento con insulina exhiben una significativa tendencia a sentir olores fantasmas. Así lo determinaron los resultados de una investigación realizada por expertos de Estados Unidos, China y España y publicada en 2017. El mismo trabajo exploró también otras disfunciones olfativas, como la hiposmia (pérdida parcial del olfato) y la anosmia (su pérdida total).

Más allá de las asociaciones con esas enfermedades, tal vez el mayor riesgo es que las alucinaciones olfativas sean fruto de un deterioro cognitivo que dé lugar a otras enfermedades, como demencia o Parkinson. Por todas estas razones, es importante consultar con un especialista, pues los olores fantasmas, además de perjudicar la calidad de vida, pueden ser señal de otros problemas. Y si esos otros problemas existen, se pueden tratar con mayor eficacia cuanto antes se detecten.

C.V.

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