¿Orinar de pie o sentado? He ahí la cuestión de esta revolución. Parece sencilla, y a muchos les resultará sorprendente pero encontrar la respuesta forma parte de un largo debate que se libra en Alemania, donde a muchos niños se les enseña desde pequeños que ser un sitzpinkler (hombre que se sienta para orinar) es lo correcto. Los defensores del sitzpinkler, millones de ciudadanos, mujeres y hombres que cada día se sientan para hacer pis, sostienen que hacer lo contrario es antihigiénico.
Los alemanes no son los únicos: campañas similares a favor de que los hombres se sienten en el inodoro han surgido en otros países: desde Suecia y Japón hasta Taiwán, donde hace ocho años el ministro de Medio Ambiente impulsó una campaña en favor de la micción sentada. No, no es “cosa de chicas”: los futbolistas Leo Messi y Luis Suárez también han confesado que "mean sentados”. Con esta confidencia se cayó un antiguo tabú masculino. Y quién sabe si el pensador de Rodin o el Newton de Blake no están, además de pensando o creando, orinando.
Cada vez hay más hombres han decidido hacer pis sentados. Unos por higiene. Otros porque es más cómodo. Pero, ¿existen razones fisiológicas que lo apoyen? ¿Hay beneficios o perjuicios en orinar en una u otra postura? ¿Y qué puede aportar cómo orinemos a la lucha por la igualdad? Planteamos estas dudas a tres expertas: una médica uróloga, una doctora especialista en sexualidad y una psicóloga especializada en género.
No hay razones de salud
Lo que dice la uróloga: hacer pis parado tiene un soporte fisiológico para los hombres. “A diferencia de las mujeres, ellos tienen la uretra por fuera, es decir, les sale del cuerpo, por lo que pueden orinar de pie sin mancharse las piernas”, explica Silvia Chillón, doctora uróloga. Esto explica que a los hombres, en principio, les sea más fácil hacer pis parados. “De hecho, creo que si las mujeres tuviéramos la uretra por fuera también lo haríamos así”, sostiene Chillón.
Para la uróloga, el debate tiene más de “retorcido que de fisiológico” y mucho que ver con la aparición del inodoro, en el siglo XX. “Antes las señoras también orinaban de pie y se secaban con las dobles faldas. Todos hemos orinado de pie en algún momento de la historia; creo que el debate o la diferencia ha sido más forzada por la existencia del inodoro que por otro motivo fisiológico”, dice. Ahora bien, la cosa cambia cuando un hombre tiene una patología de uretra.
El hecho de sentarse ayuda a que las piernas ejerzan presión sobre el abdomen, y esto le ayuda a orinar, según concluye un estudio en Plos One. “Y a otros pacientes con dificultad para orinar les es más fácil de pie”, aclara la uróloga experta en cáncer de próstata. Más allá de esto, no hay motivo de salud que justifique hacer pis en una u otra postura. Ni repara ni obstruye la próstata. Si un hombre está sano, afirma Chillón, “no hay ninguna razón fisiológica que indique que sentarse sea mejor o peor que orinar de pie. Los hombres sanos pueden orinar sentados sin problema”, zanja.
Hacer pis sin salpicar y sin dejar la tapa abierta
Ana María Segura, médica andróloga, especialista en medicina sexual y reproductiva masculina, tampoco ve ningún beneficio en el hecho de hacer pis de pie. “Y tampoco ningún inconveniente”, señala. Pero el propósito de la revolución social que se libra en el inodoro necesita mayor explicación: la inquietud higiénica.
Digámoslo ya: es más fácil que los hombres que hacen pis de pie salpiquen el inodoro y muchos no se ocupan de limpiarlo cuando acaban. Por eso, si Segura tiene que decantarse, “desde un punto de vista práctico, sentarse es más limpio”, dice.
¿Y si sentarte ayudara a la lucha feminista?
El debate también se disputa en términos de masculinidad. Stehpinklers (los hombres que abogan por hacer pis parados) contra sitzpinklers (los que se sientan). No resulta casual que un enérgico stehpinkler alemán publicara un libro llamado ¿Es orinar de pie el último bastión de la masculinidad? Carmela Cobo, psicóloga experta en género, cree que en cierta medida, para algunas personas puede ser así.
“Puede haber algunos hombres que relacionen hacer pis de pie con la masculinidad y que culturalmente interpreten el hecho de no tener que sentarse o agacharse como un componente de superioridad”, afirma. También hay una parte de construcción social; “que tiene mucho que ver con la juventud”, coincide Segura. Aunque esto no significa, ni mucho menos, que todos los hombres que hacen pis parados sean machistas ni se sientan superiores porque muchos lo harán por inercia.
Aun así, desde el punto de vista de la lucha feminista y por la igualdad de género, Cabo sí cree que sentarse podría ser un gesto bueno. “Es muy diferente que los niños entren al baño y lo dejen salpicado y manchado que enseñarles a sentarse y dejarlo completamente limpio cuando salgan: este gesto sería bueno para la igualdad”, opina la experta en género.
¿Un consejo? Intentarlo sin prejuicios. En un lado del debate tenemos la higiene, la salud pública y unos baños más agradables. También el aporte solidario a la causa feminista. Del otro lado, mucho menos. ¡Ah! y es más cómodo. Palabra de Messi.
E.S.M.