¿Qué importancia tienen los besos y abrazos en la educación de hijos e hijas?

Ana M. Longo

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Los besos y abrazos comunican sin palabras y son gestos de afecto, generalmente sinceros, que simbolizan un 'hola', un 'estoy aquí para ti', un 'te quiero' o un 'perdón'. Si siempre son necesarios, en la edad infantil lo son especialmente. “Es necesario generar un estilo de apego seguro. Estando en contacto y tocándose, el niño se siente a gusto, relajado, reconfortado, incluso caliente y a resguardo”, apunta la psicóloga Ana Sierra, que señala que es importante que niñas y niños aprendan a ofrecer muestras de cariño, sepan expresar sus emociones y se les permita hacerlo del modo que ellos consideran, sin forzarles a actuar cuando sienten desgana.

“El contacto físico desde el nacimiento, el denominado ”piel con piel“, resulta una forma de comunicación no verbal”, afirma Sierra. “Se puede acariciar y comunicar con una sonrisa, con una mirada o una palabra dulce. A medida que los niños adquieren lenguaje tienen otras formas de comunicación”, explica esta experta en trauma y relaciones afectivas. La autora de 'Felices por la vida' recuerda que el apego del niño se genera con las figuras primarias, madre o padre. No hay que olvidar que, aunque los hijos crecen siguen necesitando cuidados y mimos. “Con ciertas acciones, como dar picos en la boca, pretenden sentirse y formar parte de los ritos del clan”, especifica Sierra.

Según la profesional, besar es un modo de obtención del placer, de relajación y bienestar. Sin embargo, añade que el adulto, pese a estar enojado con el niño por algo que haya hecho mal, jamás debe negarle un gesto de afecto. “Que los niños necesiten afectos es positivo porque significa que también lo darán. Tan clave resulta ser cariñoso con ellos como valorar que también lo sean. Asimismo, tienen que aprender a detectar qué les gusta y qué no. En el supuesto de no querer tener contacto físico con alguien por no conocerlo o no sentirse de buen humor, no hay que reprenderles, sino respetarlo”, subraya la experta.

Saber recibir amor y saber darlo

En palabras de Ana Lucía Urrutia Silva, psicóloga especializada en infancia y adolescencia y educadora emocional, el abrazo a los hijos es un poderoso lazo emocional que nutre su autoestima y les brinda seguridad en el mundo. Para ella, es necesario que las familias entiendan que “abrazar no es malcriar”. Dar amor permitirá que, llegado el momento, se independicen en aspectos concretos y tengan capacidad de poner límites, expresar emociones y recibirlas, y de comunicarse más fácilmente.

Desde un nivel científico puede clarificarse que, al abrazar se liberan hormonas del bienestar. Con una duración de 10 segundos se liberan oxitocina y endorfinas

“Desde un nivel científico puede clarificarse que, al abrazar se liberan hormonas del bienestar. Con una duración de 10 segundos se liberan oxitocina y endorfinas (conocidas popularmente como hormonas de la felicidad) que se activan en todo el cuerpo reduciendo los niveles de cortisol, hormona relacionada con el estrés”, justifica. Urrutia describe que las muestras de afecto reflejan calma y pese a que existen creencias y mitos que lo confunden con sobreprotección, es algo totalmente erróneo y, tomar en brazos al niño supone dar importancia al vínculo. “El contacto piel con piel que genera el abrazo ayuda a construir el vínculo emocional que necesitan los niños para 'sentirse sentidos', para su sentimiento de pertenencia. Todo esto repercute en un óptimo desarrollo emocional”, argumenta.

De igual forma, la psicóloga quiere dejar claro que, con respecto a los sentimientos y deseos del niño, se le puede acompañar sin necesidad de beso o abrazo, esto es, “con una presencia empática y sentándonos a su lado; con palabras de cariño y asegurándole que se está ahí para él y validando sus emociones”.

Libre para expresar sus emociones

Esta profesional puntualiza que obligar al niño a dar un beso les manda el mensaje de no poder decidir sobre su propio cuerpo y que no se atenderá a sus emociones. “Pueden tomar una actitud de vulnerabilidad al demostrar afecto de una forma forzada. Esto puede exponer al niño a situaciones de acoso o de abuso”. Además, informa que algunos niños no se sienten cómodos en saludos con beso por factores como la alta sensibilidad, incomodidad si tratan al sujeto habitualmente, irritabilidad porque su sentido del tacto es hipersensible. Pero, en tal caso, la especialista en niños y jóvenes sugiere que se le ofrezca la opción de saludar con un abrazo o un choque de manos.

Alicia Santa Cruz Crespo, directora del Centro de Terapia Infantil PSICOKIDS®, revela que un vínculo emocional seguro sienta las bases para un correcto desarrollo de las habilidades sociales, entre ellas, la empatía, como, de una visión positiva de uno mismo. Estas muestras físicas, los contactos personales e íntimos contribuyen –como dicta la profesional– a que los niños puedan desarrollarse aprendiendo de un modo más saludable y natural a reconocer las emociones propias y las de los demás, algo que les posibilitará enfrentarse al mundo y a los desafíos que este conlleva.

Santa Cruz refiere que el correcto desarrollo emocional permite que los niños asuman la importancia de los estados afectivos que se experimentan en las relaciones humanas, algo esencial para una convivencia óptima en la sociedad. “Los besos y abrazos en la educación con nuestros hijos dotan de una dimensión física a las palabras y a los conceptos de cariño y de amor que les transmitimos en el proceso diario de su educación, y eso les permite poder sentir el apartado emocional”, sostiene Vicente Rico Ferrer, quien pronto publicará su libro Aprende cómo motivar a tu hijo (o alumno) (Editorial Divalentis).

Como manifiesta, la suma de la comunicación lingüística y la kinestésica o el lenguaje corporal, de los abrazos, de las caricias y de los besos generan una metacomunicación superior, más completa y con la capacidad de perdurar más en el tiempo y en la memoria. Rico menciona que “la metacomunicación genera en los hijos una importante sensación de sentirse acompañados en su proceso de educación”. El experto destaca que la ausencia de palabras, caricias o abrazos puede reflejar un desamparo en los niños, que se perciban desasistidos, solos y desorientados en su esencial proceso madurativo. “Pueden generarse severas dudas y vacíos y la falta de comprensión de mensajes necesarios de amor que queramos transmitir en su vida. Privando a los hijos de estos gestos se les limita en la construcción de futuras realidades emocionales en su vida. Por otro lado, es crucial saber que evitan sufrimiento a los hijos y les hacen sentirse más confiados el día de mañana”, expone.