Los últimos años trajeron un gran cambio en la vida diaria de todo el mundo y también en las rutinas y hábitos. Además de efectos en la salud mental de muchas personas, el aislamiento y la restricción de movilidad pueden tener también efectos en el estado general de salud que se manifestarían ahora en la desescalada y en la vuelta a la “nueva normalidad”.
Seis marcadores para controlar la salud
En este escenario post-COVID, es importante realizarse un chequeo médico y analíticas que permitan ver si ha habido efectos del aislamiento en nuestra vida diaria. Para María Piñedo, especialista en Anestesiología y Reanimación, “la restricción de la movilidad, la reducción del tiempo al aire libre e incluso nuestra dieta son factores muy importantes en nuestros hábitos de vida y condicionan el estado de nuestra salud”.
Como consecuencia de todo ello, están apareciendo problemas como “déficits de vitamina D, magnesio, ácido fólico, calcio, la alteración del perfil lipídico y del control de glucosa”.
- Estudio lipídico: la falta de ejercicio y no consumir alimentos frescos bajos en grasa puede afectar el perfil lipídico, que permite verificar los niveles de lípidos en sangre, que pueden indicar riesgo cardiovascular.
- Estudio glucémico: analiza la diabetes mellitus tipo 2. Los factores que pueden dificultar el control de la glucemia son el sedentarismo, una alimentación inadecuada y el consumo de tabaco y alcohol. Para su control se incluye la concentración de glucosa en sangre o glucemia, además del estudio de la hemoglobina glicosilada y péptido C, marcadores que indican cómo es el control del metabolismo glucémico.
- Vitamina D: la reducción de la exposición al sol ha alterado también la síntesis y activación de la vitamina D, imprescindible en el metabolismo, reguladora de calcio y fósforo, básicos para mantener la masa ósea, favorecer el desarrollo de masa muscular y prevenir enfermedades crónicas como diabetes I y II, hipertensión arterial e insuficiencia renal. Es importante complementar la dieta con yemas de huevo, pescados como salmón, mariscos o sardinas, lácteos y cereales enriquecidos con vitamina D.
- Nivel de magnesio: este mineral se encuentra en pequeñas cantidades en vegetales como espinacas, cereales y nueces, así como en alimentos ricos en fibra. Es importante para la producción de energía, en la contracción muscular, en el funcionamiento del sistema nervioso y en la mineralización ósea.
- Ácido fólico y vitamina B12: necesarios para la formación de glóbulos rojos y el funcionamiento del sistema nervioso central. Están sobre todo en alimentos de origen animal (carne, queso, leche, huevos, etc.), por eso las personas vegetarianas deben controlar el nivel de estas vitaminas.
- Calcio: ayudan a mantener la masa ósea y actúa en el funcionamiento del sistema nervioso, aparato muscular y el sistema de coagulación. Su carencia no suele percibirse hasta que es tarde, con síntomas que van desde fatiga, irritabilidad, ansiedad y depresión.
Este tipo de pruebas no solo son necesarias en “todas aquellas personas con enfermedades crónicas, sino que aportan información muy valiosa para todo el mundo”, admite Piñedo. Debe tenerse en cuenta, además, que puede ocurrir que una persona se encuentre bien pero tenga algún marcador alterado ya que muchos de ellos no producen síntomas. El objetivo es poder tener información para detectar posibles alteraciones médicas (aunque no haya síntomas) y “tomar el control mejorando los que dependen de nuestros hábitos de vida”.
M.Ch.