“Abril será el mes más dramático de la pandemia para Brasil” anticipó este lunes el director del instituto Butantan, doctor Dimas Covas. Ese centro de excelencia opera hoy, en San Pablo, dos plantas de producción de la Coronavac. Con notoria desazón, el especialista pronosticó que el gigante sudamericano alcanzará un nuevo y calamitoso récord dentro de 15 días: “Vamos a llegar a las 5.000 muertes diarias”. Sus presagios coinciden con las premoniciones de otro científico brasileño, Miguel Nicolelis, profesor en la Universidad de Duke: “La pandemia está fuera de control. Miles de personas esperan con desesperación ser internadas en una unidad de terapia intensiva, y cada vez son más los que mueren sin conseguirlo” testimonió.
El epidemiólogo Claudio Maierovitch, de la Fundación Fiocruz, coincidió: “Ya estamos en el precipicio, con un número de casos y muertes cada vez más grande”. Según los datos, dijo, Brasil es en la actualidad “el país con mayor número de muertes por día en el mundo”. Los expertos avisaron, reiteradas veces, que hay “una única estrategia para contener la pandemia y reducir el número de víctimas fatales”. Se trata del más estricto lockdown, “lo único que puede garantizar que la mayoría de la población permanezca en casa, y evitar así todo tipo de aglomeraciones, con la prohibición de actividades que no son esenciales” subrayó Maierovitch.
Covas alertó que “la vacuna es un recurso adicional. Pero el combate directo a la epidemia solo se logra a través de disminuir la transmisión (del virus). Y esa transmisión solo disminuirá mediante medidas amargas de aislamiento social”. En línea con la orientación internacional, insistió: “Hay quienes todavía mantienen la visión de que hay que salvar la economía. Y no perciben que, sin consumidores, no existe tal salvación”. Para el investigador, “la clave pasa por reducir el contagio en forma drástica”.
Las voces de los científicos adquieren una fuerza singular, en un momento en que Brasil marcha de récord en récord: ayer superó la marca de los 13 millones de casos de Covid, y anotó 333.153 víctimas fatales. La media móvil de personas contagiadas la semana anterior fue de 63.691 cada 24 horas. Hay consenso entre los gobernantes de los 26 estados y el Distrito Federal, como también de los municipios, sobre el alcance de este nuevo virus y sus variantes: “Nuestros técnicos evalúan que abril será de lejos el momento más trágico desde el inicio de la epidemia” declaró el secretario de Salud de la ciudad de San Pablo, Edson Aparecido. El funcionario prevé que los grupos prioritarios definidos para ser vacunados en primer lugar, y que representan el 37% de la población, recién estarán inmunizados en septiembre. Para acelerar resultados, es preciso que la vacunación alcance diariamente a un millón de personas. El último viernes fueron inmunizados tan solo 300 mil.
En ese escenario, nada cambió en el discurso del presidente Jair Bolsonaro: su prioridad continúa enfocada en la reactivación de la economía y la libertad de los brasileños de ir y venir. La renuncia del general Eduardo Pazuello como ministro de Salud, hace una semana, y su reemplazo por el médico cardiólogo Marcelo Queiroga, no introdujo cambios en la estrategia contra el Sars-CoV-2, a pesar de la crisis sanitaria y política que la semana pasada puso en alerta máxima al gobierno federal. Y al igual que durante el pico de la primera ola, en 2020 el jefe de Estado insistió que, para el combate de este segundo oleaje de Coronavirus y sus variantes, es preciso generalizar el “tratamiento preventivo”. A su nuevo ministro le exige que avale un recetario de medicamentos, con la hidroxicloroquina como elemento central. Se comprobó que el uso de esta droga, antes recetada para la malaria, carece de beneficios y, peor aún, puede provocar muertes. Los efectos infaustos de la cloroquina ya tienen una medición: el remedio produjo un aumento de 558% de notificaciones de impactos adversos, durante el último año.
Bolsonaro tiene en realidad sus cinco sentidos puestos en fortalecer su caudal de simpatizantes, y futuros votantes. Con esa meta que lo obsesiona, emprenderá este miércoles un viaje a tres ciudades. La primera es Chapecó, un pueblo montañoso de 225.000 habitantes en Santa Catarina. Esa parada tiene un sentido: reforzar sus ideas más conservadoras. Va al encuentro de un intendente, Joao Rodrigues, que puso en práctica la esencia del pensamiento bolsonarista para el momento: libertad de salir, aglomerarse, no usar barbijo, y recetar la cloroquina. El presidente juzgó que el alcalde “hace un trabajo excepcional” contra la pandemia. Según Rodrigues “está prohibido hablar de lockdown” en su municipio. Pero según los datos oficiales, a Chapecó no le va tan bien. La tasa de mortalidad creada por el Covid asciende a 243 muertos por cada 100 mil habitantes; es decir, supera con creces el índice nacional que es de 157.
La última parada presidencial será en San Pablo. Planea reunirse con los grandes empresarios de su país, y lo hará nada menos que en territorio de su gran adversario, el gobernador paulista Joao Doria. Bolsonaro pretende convencer de las “bondades” de su gestión presidencial a financistas e industriales. Estos firmaron hace dos semanas un documento con duras críticas a su gestión.
WC