El asesinato del líder político de Hamas aleja la posibilidad de un acuerdo para poner fin a la guerra en Gaza

Francesca Cicardi

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Ismail Haniyeh era una de las caras más conocidas del grupo palestino Hamas: jefe de su oficina política desde hace años y mediador en las actuales negociaciones con Israel para un alto el fuego en Gaza. Se cree que no participó en la planificación de los ataques del 7 de octubre contra localidades israelíes próximas a la Franja, donde los milicianos islamistas mataron a más de un millar de personas y secuestraron a unas 250, aunque sí celebró la “hazaña” de sus combatientes.

En la madrugada del miércoles fue blanco de un ataque atribuido a Israel que terminó con su vida y la de uno de sus guardias de seguridad en Teherán. Según los medios de comunicación iraníes, Haniyeh murió sobre las 02:00 hora local, cuando el lugar donde se alojaba fue alcanzado por un proyectil, posiblemente un misil.

El líder islamista había acudido a Irán para participar en la ceremonia de investidura del nuevo presidente, Masud Pezeshkian, el martes 30 de julio. También había visitado Irán en mayo, para asistir al funeral del presidente Ebrahim Raisi, fallecido en un accidente aéreo, pero nada hacía sospechar que esta vez pudiera ser víctima de un asesinato selectivo que lleva el inequívoco sello israelí.

Las autoridades iraníes no dudaron a la hora de acusar directamente a Tel Aviv del ataque. Pezeshkian prometió que su país “defenderá su integridad territorial, su dignidad, su honra y honor, y hará que los terroristas invasores se arrepientan de su cobarde acción”. También el líder supremo de Irán, Alí Jameneí, amenazó con vengarse: “Con este acto, el criminal y terrorista régimen sionista (de Israel) preparó el terreno para un duro castigo y consideramos que es nuestro deber vengar el asesinato en el territorio de la República Islámica de Irán”, aseguró en un comunicado. Teherán declaró tres días de luto por la muerte de Haniyeh, cuyo féretro será despedido en un funeral en la capital iraní el jueves, antes de ser trasladado a Qatar, donde recibirá sepultura el viernes.

Los mediadores, enojados

El líder de 62 años llevaba varios residiendo en Doha, después de haber tenido que salir de la Franja de Gaza. Hamas tiene su oficina política en la capital qatarí, con el beneplácito del Gobierno local y también de Estados Unidos, aliado clave de este pequeño país del golfo Pérsico. Precisamente, desde Doha llegó una de las condenas más duras al asesinato de Haniyeh: “Los asesinatos políticos y los ataques continuos contra civiles en Gaza mientras continúan las conversaciones nos llevan a preguntarnos ¿cómo puede una mediación tener éxito si una parte asesina al negociador de la otra parte?”, dijo el primer ministro y ministro de Exteriores en la red social X. La indignación y frustración del principal mediador en este conflicto hacen deducir que lo ocurrido no hará sino dificultar aún más unas negociaciones muy complejas, que no dieron frutos desde el pasado mes de noviembre –cuando Qatar anunció un acuerdo de tregua y de intercambio de rehenes por prisioneros palestinos–.

También desde El Cairo, otro de los mediadores mostró su enfado porque el ataque contra Haniyeh “socava los esfuerzos incansables de Egipto y sus aliados para detener la guerra en Gaza y acabar con el sufrimiento del pueblo palestino”. En un comunicado, el Ministerio de Exteriores arremetió directamente contra Israel por “la falta de voluntad política para calmar” las tensiones en Oriente Medio, que el Gobierno egipcio teme que se “descontrolen”, sobre todo a raíz de los ataques selectivos del martes y el miércoles.

Tras el asesinato de Haniyeh, crecen aún más los temores a una escalada de la violencia regional, con múltiples frentes abiertos –el martes, Israel bombardeó un edificio en un suburbio de la capital libanesa en el que se encontraba Fuad Shukr, comandante del grupo chií Hizbulá, que aún no confirmó su fallecimiento–. El brazo armado de Hamas, las Brigadas de Al Qasam, alertaron de que el asesinato del líder político del grupo palestino es “un acto peligroso que lleva la batalla a un nuevo nivel y tendrá importantes consecuencias en toda la región”. “El enemigo cometió un error de cálculo al ampliar el círculo de su agresión, asesinar a líderes de la resistencia en diversos ámbitos y violar la soberanía de los países de la región”, agregó en un comunicado.

Temores a una guerra regional

Para evitar precisamente que el conflicto se amplíe a Líbano y a Irán, Estados Unidos puso en marcha la maquinaria diplomática y mantuvo contactos con sus aliados árabes –aunque Washington también está enfrentado a Irán, y considera a Hamas y a Hezbollah grupos terroristas–.

El secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, mantuvo contactos con sus homólogos de Qatar y Jordania, y reiteró en declaraciones desde Singapur “la importancia de lograr un alto el fuego” en Gaza. El jefe de la diplomacia estadounidense no quiso especular sobre “el impacto que cualquier acontecimiento pueda tener”, pero nadie duda de que el asesinato de Haniyeh, nada más y nada menos que en suelo iraní, tendrá una repercusión en el conflicto entre Hamas e Israel y entre el Estado judío y el llamado 'Eje de la Resistencia' (encabezado por Teherán e integrado por milicias como Hezbollah y los hutíes de Yemen). “Lo que sé es que continuaremos trabajando cada día”, afirmó Blinken, para “prevenir una escalada del conflicto”.

Blinken también se vio obligado a dejar claro que su Gobierno no tenía constancia ni estaba implicado en el asesinato de Haniyeh, tal y como declaró al canal de televisión Channel News Asia durante su visita a Singapur. El hecho de que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, visitara Washington la semana pasada generó especulaciones sobre la posibilidad de que Israel obtuviera el visto bueno de su principal aliado para ir por los dos líderes de más importancia de Hamas y Hezbollah que atacó hasta el momento. El pasado enero, ya tuvo como objetivo a Saleh al Arouri, mano derecha de Haniyeh, que falleció en un bombardeo en el mismo suburbio de Beirut que Israel golpeó este martes, conocido por ser el principal bastión de Hezbollah en la capital libanesa.

Jordania, uno de los principales socios de EEUU y también de los países involucrados en la diplomacia regional para evitar que la guerra de Gaza se extienda a su propio territorio, condenó tanto el bombardeo contra Beirut del martes como “el asesinato por parte de Israel” de Haniyeh. El Ministerio de Exteriores señaló en un comunicado “la firme posición de Jordania de rechazo de las violaciones de la soberanía estatal y del derecho internacional”, así como de los “asesinatos políticos”. Otros países vecinos lamentaron la muerte de Haniyeh en un ataque en suelo iraní, algo que Israel ya se había atrevido a realizar anteriormente aunque casi nunca asumió la autoría de bombardeos contra instalaciones nucleares o militares del régimen de los Ayatolás.

Irán solicitó este miércoles una reunión de urgencia del Consejo de Seguridad de la ONU para abordar el asesinato de Haniyeh en su territorio. Rusia, que este mes preside el Consejo en su turno rotatorio, recibió la petición de Irán, que apoyaron China y Argelia, y convocó la reunión a las 16.00 horas de Nueva York. La misión de Irán ante Naciones Unidas envió una carta al Consejo en la que le pide que “condene de manera inequívoca y enérgica las agresiones y atentados terroristas del régimen israelí contra la soberanía de Irán y su integridad territorial”. Además, en la misiva aseguró que “este acto no pudo haber sucedido sin la autorización y el apoyo de inteligencia de Estados Unidos”.

Desde Nueva York, el portavoz del secretario general de la ONU, Stéphane Dujarric, dijo que “la comunidad internacional debe trabajar junta para prevenir urgentemente cualquier acción que lleve a todo Oriente Medio al borde del precipicio, lo cual tendría un impacto devastador para los civiles”.

En Israel, el Gobierno no asumió la autoría del ataque contra Haniyeh, pero sí del bombardeo contra Shukr, que dejó cinco víctimas mortales civiles, según las autoridades libanesas. Sin confirmar lo evidente, Netanyahu se reunió con su gabinete de seguridad y, a la salida, declaró que “Israel se cobrará un precio muy alto por cualquier agresión desde cualquier horizonte”. “Estamos listos para cualquier escenario. Nos mantenemos unidos y determinados a afrontar cualquier amenaza”, agregó. Netanyahu también celebró el ataque que sus fuerzas realizaron contra Beirut el martes, en el que Israel asegura haber matado a Fuad Shukr, el comandante de “mayor rango” de Hezbollah. El movimiento chiita confirmó su fallecimiento unas 24 horas después.

Anteriormente, el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, había afirmado: “No queremos la guerra, pero nos estamos preparando para todas las posibilidades”. Es el mantra que tantas veces repitieron los dirigentes militares refiriéndose a las crecientes tensiones con el vecino Líbano, que alcanzaron su punto más elevado con el bombardeo selectivo contra Skukr en Beirut. El ataque fue llevado a cabo en represalia por la muerte el pasado fin de semana de más de una decena de niños y adolescentes en la localidad de Majdal Shams, en los Altos del Golán ocupados por Israel, donde impactó un proyectil que Hezbollah aseguró no haber lanzado.

FC/CRM