Ucrania confirmó que está retirando sus tropas de sus posiciones en la región rusa de Kursk, donde sus soldados entraron en agosto pasado en una ofensiva sorpresa. La decisión se produce a la sombra del impulso en el frente diplomático, con un alto el fuego temporal sobre la mesa aceptado por Kiev, y supone un revés para Volodímir Zelenski, que vió en las últimas semanas cómo se tambalea la relación con el mayor aliado de su país, Estados Unidos.
El Estado Mayor ucraniano confirmó que sus unidades “se han reagrupado con éxito” en Kursk, “se han retirado a posiciones defensivas más ventajosas y están ejecutando las tareas que les han sido asignadas” dentro de la región de Kursk. La misma fuente dice, no obstante, que aún “continúan las operaciones de combate en la zona de operaciones del grupo de fuerzas Kursk”. Según The Guardian, la retirada se llevó a cabo en etapas, durante dos semanas y, aunque las tropas ucranianas continúan controlando algunas aldeas restantes en la región, soldados involucrados en la operación dicen que probablemente es solo cuestión de tiempo para que concluya la retirada.
No está claro en estos momentos qué porción de tierra está todavía bajo control de los soldados ucranianos. “Es probable que los combates continúen en las afueras de Sudzha y en los pueblos fronterizos durante algún tiempo, mientras los rusos dan por concluida la operación”, dice John Helin, analista de Black Bird Group.
Perder su presencia en Kursk puede tener, previsiblemente, consecuencias para Ucrania en lo referente a la moral y poder de negociación, intensificando la presión sobre Zelenski tras una serie de semanas difíciles por el acercamiento de EEUU a Rusia, debilitando así, su posición en unas eventuales negociaciones de paz.
Kiev esperaba conservar este territorio para usarlo como moneda de cambio en unas negociaciones para poner fin a la guerra. Zelenski había dicho que planeaba jugar la carta de Kursk en unas posibles negociaciones para “cambiar un territorio por otro”, sin aclarar qué parte del terreno ocupado por Rusia pediría a cambio.
Con esta operación –la primera vez que un ejército extranjero ocupaba territorio ruso desde la Segunda Guerra Mundial– Ucrania se anotó sus mayores avances territoriales en 2024 y un estímulo moral en un momento de pesimismo, y también le permitió negociar un intercambio de los prisioneros rusos capturados por ucranianos retenidos por Moscú. Inicialmente, Kiev también esperaba que la operación frenara la ofensiva de Moscú en el este de Ucrania, obligándola a desviar tropas a la defensa de Kursk, pero los avances rusos en el parte oriental no hicieron más que acelerarse el año pasado.
La contraofensiva rusa
Mientras los vaivenes diplomáticos acaparaban el foco mediático, en el campo de batalla, los soldados ucranianos han perdido terreno rápidamente en Kursk bajo la presión de las tropas rusas, cuya contraofensiva ha ido cobrando impulso en las últimas semanas. El Kremlin afirmó el miércoles que el Ejército ruso estaba “avanzando con éxito” y que la dinámica era “favorable” para Moscú. Ese mismo día, Vladímir Putin se vistió con uniforme militar para visitar un puesto de mando en la región, mostrando cuál era su prioridad antes de sentarse en una mesa de negociación.
El revés definitivo llegó con la pérdida de Sudzha, el principal núcleo de población de la región de Kursk ocupado por Ucrania en su incursión y situado a apenas 10 kilómetros de la frontera entre ambos países. El martes, la agencia Tass publicó imágenes que mostraban soldados con la bandera rusa con las que afirmaba que las tropas de Moscú habían entrado en el centro de la ciudad. El jueves, Rusia anunció que había recuperado el control total de la localidad, en la que vivían unos 5.000 habitantes antes de la incursión ucraniana.
Kursk fue el primer “pero” que puso Putin este jueves cuando expresó sus condiciones al alto el fuego de 30 días que Donald Trump quiere que acepte en Ucrania. Preocupado por que se frustrara su ofensiva, el jefe del Kremlin dejó entrever que quiere que Ucrania entregue la totalidad de la región rusa y dijo que la tregua podría ser “ventajosa” para las fuerzas de Kiev justo cuando Moscú las está expulsando de ahí.
Este viernes, en una aparente alusión a la situación en Kursk, Trump ha asegurado que “miles” de soldados de Kiev “están completamente rodeados” y que ha pedido a Putin que les “perdone la vida”. Kiev ha negado que sus militares estén en riesgo de ser cercados por el avance de la contraofensiva rusa. “Las informaciones sobre el supuesto 'cerco' de unidades ucranianas por el enemigo en la región de Kursk son falsos y fabricados por los rusos para manipular políticamente y ejercer presión sobre Ucrania y sus socios”, ha dicho este viernes el Estado Mayor ucraniano en el mismo mensaje en el que confirma la retirada de algunas posiciones. Expertos también han desmentido que haya un cerco ruso a gran escala como sugiere el presidente de EEUU.
La respuesta de Putin no ha tardado en llegar: ha asegurado que las unidades ucranianas que quedan en Kursk deben rendirse. “En caso de que depongan las armas y se entreguen, se les garantizará la vida y un trato digno”, ha dicho.
Los rumores de una retirada ucraniana se habían ido acrecentando en los últimos días. A la misma vez, el presidente ucraniano dejó entrever un repliegue ucraniano. “Nuestras fuerzas en la región de Kursk están cumpliendo con su deber. Los rusos intentan ejercer la máxima presión sobre nuestras fuerzas. El mando militar está haciendo lo que puede para salvar las vidas de nuestros soldados”, dijo Zelenski.
Moscú llevaba intentando expulsar a las fuerzas ucranianas desde agosto del año pasado, después de que Kiev se apoderara de unos 1.000 kilómetros de territorio ruso en su incursión sorpresa, pero, con la ayuda de tropas de Corea del Norte, habían recuperado la mayor parte de ese territorio y su actividad en la zona se había intensificado en los últimos días.
Zelenski ha asegurado este viernes que la operación en Kursk “ha logrado su objetivo”. Pero muchos expertos tienen una visión diferente, y creen que la ofensiva puso a prueba a las ya mermadas fuerzas ucranianas –de hecho, a Kiev la operación le costó críticas–. “Kursk desplazó el conflicto a territorio ruso, y Rusia utilizó algunas de sus mejores unidades para luchar por él, pero también necesitó un número considerable de unidades de élite ucranianas para mantener la posición”, declaró Kofman a The Guardian. “Tácticamente fue un éxito, pero la ofensiva cambió poco la dinámica general de esta guerra y no logró sus objetivos operativos más amplios”.
La región de Sumy, ¿en peligro?
Al calor de la contraofensiva de Moscú, los guardias fronterizos ucranianos están registrando intentos de pequeños grupos de asalto rusos de entrar en la región ucraniana de Sumy, con la que limita Kursk.
A juicio del analista del Black Bird Group, es probable que los ucranianos “completen su retirada hacia posiciones más defensivas en Sumy en los próximos días y semanas”. “Después de eso, la situación es más turbia”, agrega. El grupo de analistas ve probable que los rusos intenten mantener “al menos cierta presión sobre las fuerzas ucranianas” en Sumy.