Guillermo Kuitca y un nuevo regreso: cómo es la impactante muestra del pintor que se puede ver en el Malba

“Se ve que lo mío es volver. Porque cuando volví acá en el 2003 la pregunta era ‘qué se siente volver’. Y ahora también. Esta es una segunda vuelta, así que se ve que volver es un destino”. Con esas palabras definió el artista plástico argentino Guillermo Kuitca, uno de los más importantes del arte contemporáneo latinoamericano, su muestra Kuitca ‘86, que acaba de inaugurarse en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba). Una exhibición que plantea, de hecho, varios regresos. Por un lado, de una serie de obras que no se encontraban expuestas en el país y que el público local podrá contemplar en el museo porteño. Por otro, del propio artista, quien realizó, junto a las curadoras Sonia Becce y Nancy Rojas, un trabajo de investigación para repasar piezas que en varios casos el pintor creó hace más de 40 años y no volvió a tener enfrente hasta ahora.
La flamante exhibición Kuitca ‘86. De Nadie olvida nada a Siete últimas canciones propone un enfoque curioso para exponer un conjunto de cuadros del artista al cumplirse cinco décadas de su primera exposición individual –la realizó en 1974, con apenas 13 años– y a 22 años de que una parte de su obra se presentara por primera vez en el Malba. Dispuesta en varios espacios del museo, la muestra está compuesta por cuadros que integraron series célebres como Nadie olvida nada, comenzada en 1982; El mar dulce, iniciada en 1983; y Siete últimas canciones, presentada en 1986, mientras que también se puede ver una selección de dibujos, fotografías, cartas, afiches y otros documentos personales–en su mayoría de los años efervescentes del regreso de la democracia en Argentina–, además de una obra con la forma de una maqueta colorida que recrea casi paródicamente el lugar de trabajo de un artista y que Kuitca realizó en 2024. En total, son 77 piezas.

Según contaron las curadoras, las obras elegidas para esta exposición en algunos casos nunca fueron exhibidas y pertenecen a colecciones privadas y públicas, entre otras las del propio Malba y de su propietario, Eduardo Costantini. “La mayoría de estas piezas se encuentran en Argentina; en los últimos años han retornado al país luego de haber sido llevadas al exterior en el marco de distintas exposiciones y haber quedado en ciudades de Latinoamérica, Europa y Estados Unidos”, explicaron.
En todas ellas el sello Kuitca está presente y al mismo tiempo pareciera renacer cada vez, en su reconocible y magnética iconografía compuesta por camas, espaldas, espacios teatrales, muebles, ausencias, indagaciones alrededor de la memoria y la evanescencia cada vez más marcada de la figura humana.
Consultadas en una rueda de prensa sobre las piezas elegidas, las curadoras destacaron que se trata de una selección que da cuenta del trabajo de un artista de talento precoz y al mismo tiempo con una obra madura. Al recorrer las salas, se puede percibir algo de la fascinación de un joven presente en cada cuadro y, a la vez, una fractura expuesta en ellas, una crisis que atraviesa al propio Kuitca veinteañero, cuando se dispuso a indagar en otros lenguajes artísticos, como el teatro. De hecho, como el propio artista destacó, “una figura que surfea toda la muestra es (la célebre coreógrafa alemana) Pina Bausch”, quien lo deslumbró con su estética y su danza-teatro en 1980 en Buenos Aires.

En este sentido, el propio Kuitca señaló: “Llegué (a 1986) como pude. Con mucha fuerza. Pinté esas obras en estado de mucha entrega. Ese año me encontró no sé si en total dominio, porque sería un poco exagerado, pero sí haciendo una obra que tenía que hacer. La muestra de ese año se llamó Siete últimas canciones y yo siempre hice hincapié en que mis cuadros fueran como canciones”.
“La intención es hacer foco en 1986, con fugas puntuales a series icónicas inmediatamente anteriores y posteriores. La estrechez de la ventana temporal –una especie de inicio del Big Bang kuitquiano– trae al presente a ese artista jovencísimo que empezaba a encontrar en las nuevas pinturas, de una carga experimental altísima, un lenguaje muy propio en concordancia profunda con su época”, explicó la curadora Sonia Becce, quien durante la inauguración para el público destacó que por ese movimiento se podría calificar a la muestra como una “anti-retrospectiva”.

Son esos cuadros los que exhibió en aquel año clave, los que lo empiezan a ubicar como una voz resonante en el panorama internacional y también los que hoy cierran la muestra del Malba: “En el año ‘86 hago mis últimas pinturas con figuras humanas”, destacó Kuitca y subrayó que, de hecho, el público podrá ver, hacia el final de la exposición, que uno de los últimos cuadros refleja una especie de pista de aeropuerto. Un tipo de despegue o de despedida, quizá.
Antes, quienes se acerquen al museo, podrán ver, entre otras, una obra de 1980 que lleva como título Del 1 al 30.000. Allí un Kuitca de 19 años dibujó, todavía en dictadura, los números hasta alcanzar la cifra emblemática de desaparecidos.
Sobre el aspecto político de los cuadros de aquellos años, sin embargo, el artista reflexionó en un encuentro con periodistas en el Malba a propósito de esta exposición. Por un lado, dijo que varios de ellos dan cuenta “de un pasaje de la dictadura a la democracia”. “Con altos y bajos”, se trata de “un pasaje al fin”.
“Si a la pintura la queremos forzar a que diga o exprese o dé cuenta de un momento político específico quizá se resista un poco. Al menos en mis manos”, afirmó y agregó: “Pienso en quién era yo en ese entonces con cierta distancia. La pintura permite acercarse y alejarse al mismo tiempo”.
Una obra del presente
“El Kuitca del 86 nos invita a localizar la fuerza en los procedimientos antes que en los temas, en las variaciones lentas y en la táctica de la diseminación antes que en las transformaciones drásticas. Desde una perspectiva geopolítica y asumiendo la crisis del canon modernista del arte, la producción exhibida en esta exposición actualiza las lecturas sobre el entramado discontinuo que constituyen el arte moderno y contemporáneo. En este sentido, potencia la mirada del arte latinoamericano como una miscelánea de relatos parciales propensos a los derrames temporales que habilitan encuentros intergeneracionales”, explicó, por su parte, la curadora Nancy Rojas en uno de los materiales que acompañan la muestra.

En la mirada del pintor, el reencuentro con estas obras, que tienen más de 40 años, “fue sobrecogedor”. “Me fui encontrando paulatinamente con ellas. A veces es como encontrarse con viejos amigos, a veces con viejos rivales. Es rarísimo”, señaló en diálogo con distintos medios.
“La memoria es muy especial. Yo puedo olvidarme de todo. Pero hay una memoria que ni siquiera es visual, que es pictórica. Y ese eco pictórico está en mí. Y se traduce a un presente”, describió.
Kuitca básico
Guillermo Kuitca nació en 1961 en Buenos Aires, donde vive y trabaja (“yo nunca me moví de Buenos Aires, pero mi obra estuvo por varios lados”, bromeó ante la prensa). Realizó su primera exposición individual a los 13 años en la Galería Lirolay de Buenos Aires.
Consultado sobre sus tempranos comienzos en el arte, que según la mitología familiar arrancan cuando iba al jardín de infantes, apuntó: “Me salté el momento en el que uno ‘decide’ ser pintor. Cuando lo pensé ya era tarde. Fui ciertamente precoz”.
Desde 1980, hizo más de sesenta muestras individuales en algunos de los más prestigiosos museos y galerías de arte contemporáneo de Latinoamérica, Europa y los Estados Unidos entre los que se destacan The Museum of Modern Art (MoMA) (Nueva York, 1991), Kunsthalle Basel (Basilea, 1990), Witte de With Center for Contemporary Art (Rotterdam, 1990), Musée d’Art Contemporain ( Montréal, 1993), The Douglas Hyde Gallery (Dublin, 1995), Fondation Cartier pour l’art contemporain (París, 2000), The Drawing Center (New York, 2012). Participó en innumerables muestras colectivas incluyendo las bienales de San Pablo (1985, 1989, 1998), Documenta IX (Kassel, 1992), Carnegie International (Pittsburg, 1995), Gwangju Biennale (Corea, 1995) y 7th Istanbul Biennial (Estambul, 2001). En 2007 fue elegido para representar a la Argentina en la 52a Bienal de Venecia, donde en paralelo formó parte de la exhibición realizada en el pabellón internacional.

Su actividad teatral incluye la creación junto a Carlos Ianni de las obras Nadie olvida nada (1982), Besos brujos (1983) y El mar dulce (1984). En el tramo final de la muestra del Malba se pueden ver varios materiales documentales vinculados con esta etapa.
Años después, en 2002, el artista estuvo a cargo del diseño escenográfico de La casa de Bernarda Alba y en 2022 de Bodas de Sangre, ambas de Federico García Lorca y realizadas con la dirección de Vivi Tellas en el Teatro San Martín de Buenos Aires. En 2003 hizo la escenografía de la ópera Der Fliegende Holländer, de Richard Wagner, en el Teatro Colón de Buenos Aires. En 2007 The Metropolitan Opera de Nueva York presentó su exhibición Guillermo Kuitca: Stage Fright, que reunió sus trabajos sobre planos de teatros de ópera. “Yo descreía mucho de la escenografía, de hecho no participé en teatro en los ‘80 como escenógrafo. Hasta que años después cuestioné esa idea”, dijo durante la reciente conferencia de prensa.
Su actividad docente incluye la creación en Buenos Aires del prestigioso programa para artistas jóvenes conocido como Beca Kuitca, en cuyas cinco ediciones participaron varias generaciones de artistas entre los años 1991 y 2011. En 2004 fue nombrado Profesor Honorario de la Universidad de Buenos Aires, y en 2018 la República de Francia lo nombró Chevalier de l'Ordre des Arts et des Lettres.
Reconocido internacionalmente como uno de los pintores contemporáneos más destacados de América Latina, la obra de Kuitca forma parte de colecciones públicas y privadas, entre las que se encuentran las de MoMA (The Museum of Modern Art), Guggenheim Museum y Metropolitan Museum (Nueva York), Stedelijk Museum (Amsterdam), Museo Reina Sofía (Madrid), Malba (Buenos Aires) y TATE (Londres).
AL/JJD
La exposición Kuitca ‘86. De Nadie olvida nada a Siete últimas canciones se podrá visitar hasta el 16 de junio en el Malba (Figueroa Alcorta 3415, CABA). Más información sobre horarios, precios de los tickets y días de entradas con descuento, en este enlace.
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