Los líderes de las dos primeras potencias mundiales llegaron este miércoles a una conclusión: “el Planeta Tierra es suficientemente grande para que ambos prosperemos. El éxito de uno es una oportunidad para el otro”. Así lo expresó el presidente chino, Xi Jinping, en su breve intervención minutos antes de comenzar una reunión de cuatro horas en Woodside, a las afueras de San Francisco (California) con su homólogo estadounidense, Joe Biden. Al terminar, el mandatario demócrata ha salido a anunciar en rueda de prensa los dos anuncios más notables del encuentro: Estados Unidos y China restablecerán su cooperación en la lucha antidroga, especialmente contra el fentanilo, y sus ejércitos retomarán las comunicaciones a nivel militar, que el Gigante Asiático había suspendido tras la visita de Nancy Pelosi a Taiwán en verano del año pasado.
La cumbre diplomática del más alto nivel, celebrada en el marco del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) en San Francisco, es el segundo cara a cara desde que Biden y Xi son presidentes, y la primera visita oficial del mandatario chino a EEUU en seis años. En una escena preparada al milímetro, Biden ha recibido a Xi en la histórica mansión Filoli –construida en 1917, es el escenario principal de la serie Dinastía, que narra la disputa por la hegemonía entre dos magnates del petróleo–; ambos mandatarios han llegado en coche oficial, se han dado las manos, han saludado a la prensa, han subido las escalinatas y se han encerrado en la finca durante cuatro horas, sentados en una mesa alargada junto a sus equipos de gobierno.
“No es realista que una de las dos partes intente remodelar a la otra. El conflicto y la confrontación tendrá inasumibles consecuencias para ambos países”, ha insistido Xi antes de iniciar la reunión a puerta cerrada. A pesar de la evidente rivalidad en el terreno comercial y geopolítico, que se ha hecho manifiesta durante los doce meses que han pasado desde su último encuentro en Bali, Xi ha insistido en la necesidad de gestionar con responsabilidad las tensiones: “darnos la espalda no es una opción”. Y ha concluido: “el Planeta Tierra es suficientemente grande para que los dos países prosperemos”. En el mismo tono conciliador, Biden ha remarcado: “es primordial que usted y yo nos entendamos, de líder a líder, sin ideas erróneas o fallos de comunicación. Nos tenemos que asegurar de que la competición no derive en conflicto”.
Precisamente, la falta de comunicación entre ambas partes ha evidenciado la fricción entre potencias durante el último año. Especialmente cuando en febrero Washington acusó a Pekín de haber enviado un globo espía sobre el espacio aéreo estadounidense. Una acusación que China negó, alegando que era un artefacto para recoger información meteorológica. Aquel incidente llevó la Casa Blanca a suspender la visita oficial a Pekín de su jefe diplomático, Antony Blinken, y ambos países elevaron el tono con acusaciones cruzadas.
La reunión de este miércoles escenificó un acercamiento entre ambos países, que reconocen sus diferencias, pero se ven obligados a entenderse en asuntos de primer orden: la emergencia climática, la inteligencia artificial, el control de armamento nuclear, la lucha contra el fentanilo o el establecimiento de la paz en conflictos de peso geopolítico como los que se libran en Europa del Este y Oriente Medio. “Nuestra relación bilateral es la más importante en el mundo, y tiene que ser entendida en el contexto de la aceleración de las transformaciones mundiales que se ha producido en un siglo”, ha destacado Xi: “tiene que desarrollarse de tal modo que beneficie a nuestras poblaciones y cumpla con nuestra responsabilidad con el progreso humano”.
Fentanilo y comunicación militar: los “avances” del encuentro
Nadie esperaba grandes anuncios de la reunión de este miércoles. Ni los ha habido, ni se han echado en falta: después de un año de creciente fricción diplomática y comercial, el simple encuentro entre líderes ya ha cumplido el objetivo, escenificar su acercamiento. En la rueda de prensa posterior, Biden ha vendido la conversación como “la más constructiva y productiva” de todas las que ha tenido con su homólogo “desde que ambos éramos vicepresidentes, hace diez años”.
“Hemos hecho importantes avances”, ha asegurado, triunfal: “Me complace anunciarles que, tras muchos años en suspenso, reanudamos la cooperación en materia de lucha contra los narcóticos”. Pero esto no es nuevo: China ya se comprometió en 2019 a frenar el flujo de fentanilo. Desde entonces, “el desafío ha evolucionado”, ha dicho Biden, y ahora “se están enviando sin control ingredientes químicos para producir fentanilo, y en forma de pastillas, hacia el hemisferio occidental”. El presidente, que no ha concretado las medidas que se tomarán, ha agradecido a Xi su “compromiso en este asunto”, pues “salvará muchas vidas”.
Además, “vamos a reanudar los contactos directos de ejército a ejército”, ha anunciado, asegurando que la falta de comunicación de los últimos quince meses –tras la visita de Pelosi a Taiwán en agosto de 2022– “ha sido preocupante, y así es como ocurren los accidentes y los malentendidos”. De este modo, ambos países se comprometen a retomar “comunicaciones directas, abiertas y claras”, para evitar “errores de cálculo que puedan causar problemas importantes”.
La normalización de este tipo de comunicaciones llega en un contexto de creciente preocupación por una escalada regional del conflicto entre Israel y Palestina. De hecho, Biden le habría pedido a Xi que use su influencia sobre Irán para que no trate de entrar en el conflicto, según avanzó en rueda de prensa el asesor de Seguridad Nacional, Jake Sullivan.
Mientras ambos líderes estaban reunidos en California, en Nueva York el Consejo de Seguridad –actualmente presidido por China– adoptaba una resolución para establecer pausas y corredores humanitarios prolongados en Gaza, durante “un número suficiente de días”. Tras cuatro intentos fallidos desde la escalada del conflicto el pasado 7 de agosto, finalmente la medida ha tenido el voto favorable de 12 países, incluido el de China, y tres abstenciones, incluida la de EEUU (junto con Rusia y Reino Unido), que esta vez ha decidido no emplear su poder de veto.
Xi define Taiwán como el conflicto “potencialmente más peligroso”
Más allá de estos puntos de encuentro, que más que acuerdos plasmados en tinta son declaraciones de intenciones, Biden y Xi también han subrayado sus diferencias y desconfianza mutua. Sobre el asunto de Taiwán, principal punto de fricción; sobre la guerra comercial, dado el creciente proteccionismo estadounidense; y, por último, sobre el modelo de sociedad: en la última pregunta en rueda de prensa, improvisada, Biden ha dicho que sigue considerando a Xi como un “dictador”, reafirmándose en lo que dijo a principios de año.
“¿Confías en el presidente Xi?”, le preguntaron: “confío, pero verifico, como dice el viejo refrán”. Esta expresión proviene de un proverbio ruso, “Doveryai, No Proveryai”, que la hemeroteca otorga a los líderes soviéticos Vladimir Lenin y Joseph Stalin, y que también fue usado en ocasiones por Ronald Reagan, en el contexto de las negociaciones para el desarme nuclear. “¿Todavía consideras como un dictador al presidente Xi?”, le ha preguntado otra periodista: “Lo es, en el sentido de que lidera un país comunista basado en una forma de gobierno totalmente distinta a la nuestra”, ha respondido Biden, y ha dado por finalizada la rueda de prensa.
El principal escollo, y “potencialmente el más peligroso en las relaciones bilaterales”, sigue siendo Taiwán. Así lo ha recordado Xi durante la reunión, según el resumen de Biden, quien le ha reafirmado la postura estadounidense: mantiene la política de “una sola China”, la misma que tiene desde que en 1979 reconoció oficialmente a la República Popular China. Según la versión china, Xi le habría dicho a Biden que será “inevitable” la unificación entre China y Taiwán.
Esta unificación, que podría darse por la fuerza, implicaría directamente a EEUU. A pesar de que no tiene firmado ningún tratado que le obligue a salir en su defensa, los vínculos que mantiene Washington con la isla autogobernada son evidentes: la Ley de Relaciones con Taiwán, aprobada el mismo año, compromete EEUU a poner “a disposición de Taiwán los artículos y servicios de defensa en la cantidad que sea necesaria”.
Durante el encuentro, Biden le habría expresado a Xi su preocupación por la creciente actividad militar alrededor de la isla y le habría pedido que respete el resultado de las elecciones presidenciales que celebrará Taiwán el próximo enero. Unos comicios que podría ganar por tercera vez consecutiva el Partido Democrático Progresista, el más lejano a los intereses de Pekín.