La región china de Xinjiang para Estados Unidos es un lugar donde al menos un millón de personas perteneciente a la etnia uigur –minoría musulmana compuesta por 14,93 millones de personas– están retenidos contra su voluntad en lugares que Pekín denomina “centros de formación profesional”, en los que son forzados a trabajar en fábricas. Por su parte, China defiende que las políticas contra esta etnia del extremo noroeste del país ayudan a prevenir el terrorismo y proteger la seguridad nacional.
Con el argumento de defender los derechos humanos y garantizar que ningún producto fabricado con mano de obra forzada en China entre al mercado de Estados Unidos, el presidente Joe Biden aprobó este diciembre la Ley de prevención del trabajo forzoso de uigures. La cadena de supermercados Walmart fue acusada este mes de vetar también los productos de Xinjiang en sus locales de China.
Los consumidores se dieron cuenta de ello al ver la escasez de dátiles rojos y manzanas en las estanterías de Walmart y Sam's Club (que también forma parte del imperio Walmart), frutas que junto al algodón, carbón, azúcar, tomates y polisilicio, son productos estrella de la producción de Xinjiang. Los clientes llevaron su descontento a las redes sociales del país hasta el punto que el tema fue la tendencia principal en Weibo, con más de 170 millones de visitas y más de 10.000 publicaciones. En los posts los usuarios compartían fotos dándose de baja en sus suscripciones con estos locales. Además, la cuenta de la Liga de la Juventud Comunista de China instó al público a participar en un boicot contra Walmart.
Otros negocios occidentales, como H&M o Nike, también han sido objetivos de la ira de los consumidores este año tras declarar que no utilizarían en sus confecciones más algodón de Xinjiang. Las prendas de ropa sueca desaparecieron de Taobao y JD.com, las principales plataformas de comercio electrónico en el gigante asiático, y de internet en general en China. El 90 % del algodón que produce el país viene de esta región, según el Ministerio de Agricultura y Asuntos Rurales de China.
“¿Difundir rumores para boicotear el algodón de Xinjiang y al mismo tiempo querer ganar dinero en China? ¡Ni en sueños!”, escribió en su cuenta de Weibo la Liga de la Juventud Comunista de China en respuesta a la actitud de H&M. Mientras, el popular cantante y actor chino Wang Yibo rompió su contrato con Nike.
También está la cara opuesta, como es la cuenta oficial de Weibo de Carrefour que aprovechó la polémica en torno a su competidor Walmart y publicó varias fotos de manzanas, nueces y calcetines y toallas de algodón en sus estantes junto con etiquetas de color amarillo que decían: “Vengo de Xinjiang”. En China, los más de 200 supermercados de Carrefour son propiedad de Suning.com, uno de los minoristas privados de electrodomésticos más importantes del país asiático.
Pese a que la nueva ley para proteger los derechos humanos de la etnia uigur ha tenido el apoyo de las dos Cámaras, a finales del 2020, el New York Times informó de que gigantes estadounidenses como Nike, Coca-Cola y Apple habían gastado millones para presionar en contra de esta medida. La razón de oposición por parte de las empresas era que esta nueva normativa podría causar estragos en las cadenas de producción que tienen en China.
En 2020, a un informe elaborado por el Instituto Australiano de Política Estratégica (ASPI) reveló que al menos 80.000 uigures han sido trasladados desde la provincia de Xinjiang, algunos de ellos directamente desde centros de detención, a fábricas de toda China que producen para decenas de marcas multinacionales, entre ellas Apple y Nike.
Varios grupos de derechos humanos vincularon a muchas multinacionales con esa región, como Coca-Cola que, según las acusaciones, usaba el azúcar de Xinjiang, o Nike, que fabricaba zapatos con trabajadores uigures en una fábrica en Qingdao. No obstante, tanto Coca-Cola como Nike negaron que estuvieran relacionados con cualquier clase de trabajo forzoso en sus cadenas de suministro.
Pese a que esta nueva ley ha aumentado la tensión entre las dos superpotencias, hay expertos que apuntan que esta norma no es lo suficientemente estricta, ya que la materia prima recolectada en las fábricas de Xinjiang pueden seguir llegando a Estados Unidos si son enviadas a otros países para la fabricación de terceros productos, como la ropa.
Otra crítica en torno a la nueva normativa es que alejar a las empresas de Xinjiang, que produce más de una quinta parte del algodón del mundo, así como el 45% del mercado de polisilicio -material clave para la construcción de paneles solares-, podría alimentar la inflación en un momento en el que los precios al consumidor en Estados Unidos están aumentando a su mayor ritmo en 39 años.