El caso de Alexey Navalny, el principal opositor al Gobierno de Vladimir Putin que fue envenado con un agente nervioso y detenido y condenado por una causa pendiente al regresar a Moscú tras recuperarse en Alemania, vuelve a dividir opiniones entre Rusia y Occidente, pero no aparece como un elemento que pueda poner en jaque al mandatario ruso.
Esta semana, el canciller ruso Serguei Lavrov afirmó que Occidente “se pasa de la raya en su histeria” al pedir la libertad de Navalny, quien debe afrontar una sentencia por malversación de fondos que había sido suspendida en 2014.
Bloguero, abogado anticorrupción, organizador de las principales protestas contra Putin, Navalny se ha convertido en solo diez años en uno de los críticos más relevantes del mandatario ruso.
Según la BBC, su condena se debe a que faltó a sus citas de libertad condicional cuando estaba en coma en un hospital de Alemania, recuperándose de un intento de asesinado mediante el agente nervioso Novichok.
Navalny, de 44 años, regresó el 17 de enero de Moscú, donde fue detenido por las autoridades rusas, tras pasar cinco meses convaleciente. Al hablar con la prensa, el opositor ruso responsabilizó por su salud al Gobierno de Putin, señalando que “pasará a la historia como un envenador”.
Sin embargo, el Kremlin ha negado siempre cualquier clase de responsabilidad en este hecho, ocurrido cuando Navalny estaba viajando en un avión rumbo a Siberia, el pasado 20 de agosto.
El martes, la Justicia rusa hizo efectiva una pena suspendida de 3 años y medio de prisión contra Navalny, que incluye los 10 meses que pasó bajo arresto domiciliario. Si la apelación contra la sentencia no prospera, el opositor se enfrenta a dos años y ocho meses de prisión.
En los últimas semanas, más de 11.000 personas fueron arrestadas en toda Rusia, tras participar en varias manifestaciones reclamando su libertad, y este viernes el Gobierno de Putin expulsó a diplomáticos de Suecia, Polonia y Alemania por haber asistido a las protestas no autorizadas de los seguidores del líder opositor, el pasado 23 de enero.
Esta decisión generó criticas contra el Gobierno ruso por parte de la canciller alemana Angela Merkel, del Reino Unido y del jefe de Estado francés Emmanuel Macron.
El Gobierno del presidente estadounidense, Joe Biden, rechazó el martes la sentencia contra Navalny y exigió la inmediata liberación, así como la Unión Europea (UE) y el presidente Macron.
En medio de la polémica, Estados Unidos y Rusia anunciaron el miércoles una extensión por cinco años más del Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (Start).
Este pacto es uno de los acuerdos más antiguos que existen para la reducción de armamento nuclear entre Washington y Moscú, establecidos durante la Guerra Fría en el siglo pasado.
“Estados Unidos no es un Gobierno monolítico. Hay halcones y palomas en la relación con Rusia; hay rusófilos -muy pocos- y rusofóbicos, muchísimos. Así que usar a Navalny como un ´ariete´ es propio de algunos sectores duros de la Casa Blanca que son antiputinistas a ultranza”, dijo a Télam Marcelo Montes, integrante del Grupo de Estudios Euroasiáticos del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI).
Para este analista, que es experto en política exterior rusa, “estos sectores duros influyeron en la Presidencia del exmandatario Barack Obama, en algún tramo de la época de Donald Trump, así como en esta etapa de Biden”.
“Pero Navalny en los últimos años fue incapaz de armar una fuerza política de carácter nacional. Estuvo proscripto en las últimas elecciones de 2018, debido a sus condenas penales por evasión”, recordó.
El analista opinó que “hasta ahora, la oposición de Navalny es muy vulnerable, ya que no tiene ninguna presencia parlamentaria, lo que facilita la represión del régimen contra todos estos activistas”.
La libertad del opositor al Kremlin también fue reclamada por Josep Borrell, el alto representante de Unión Europea (UE) para la política exterior, quien viajó el jueves a Moscú. “La detención de Navalny podría ser la piedra en el zapato de este nuevo acercamiento”, entre el Kremlin y la UE, consideró la cadena France24.
“Claramente, los intereses económicos y geopolíticos de Rusia y Occidente (las guerras de Libia, Siria y Nagorno Karabaj) están por encima de la cuestión de Navalny”, dijo a Télam el analista Patricio Giusto.
El director del Observatorio chino-argentino añadió que “el caso no va tener la repercusión que la oposición rusa espera en Europa y, cuidado, creo que tampoco en los Estados Unidos, donde hay otras prioridades, ya que la política rusa hoy no está en la agenda” de Biden.
Con información de Télam.
IG