Además de presidenciales, las elecciones brasileñas del 2 de octubre fueron regionales y legislativas. Diputados renovó por completo sus 513 bancas, y Senadores renovó un tercio de sus 81 curules. En una y otra cámara del Congreso, el Partido Liberal (PL) de Jair Messias Bolsonaro ganó más voces y votos que en la elección general de 2018, cuando también ganó la presidencia. Luíz Inácio Lula da Silva quedó primero en las presidenciales, con al menos cinco puntos de ventaja, y rivalizará con el actual presidente que busca la reelección en el balotaje del 30 de octubre.
En las legislativas, las posiciones del primer y segundo puesto se invirtieron. Pero las distancias entre las dos fuerzas políticas antagónicas son mayores en el Congreso que entre los candidatos a la Presidencia. La ventaja de la derecha es irreversible, e insuperable. El Partido de los Trabajadores (PT) se convirtió en primera minoría en la Cámara baja. Sin embargo, aun con todos sus aliados, la coalición que lidera el PT no reunió las 180 bancas que necesitaría para frenar un impeachment. Antes de que Lula gane en segunda vuelta, la derecha ya tiene en el Congreso todos los votos que necesita para destituirlo.
Si el futuro es oscuro por la derecha para el ex obrero y sindicalista dos veces presidente, tampoco es luminoso por la izquierda. Porque las candidaturas que ganaron bancas para la izquierda son figuras de izquierda sin adjetivos limitativos: son las más la radicalizadas de las que había en la oferta electoral. Su activismo militante conspira contra el centrismo que Lula busca desplegar en las cuatro semanas de campaña para asegurarse repetir en el balotaje su victoria en primera vuelta. Y más allá, conspiran contra la gobernabilidad de una nueva administración petista, e inspiran prudencia a quienes podrían acercársele para derrotar a la alianza oficialistas de centros y derechas.
Los editoriales de la revista norteamericana Jacobin (de izquierda) y el diario Estado de San Pablo (de centro derecha) coinciden palabra por palabra en la formulación de un mismo lamento: “Lula puede llegar a la presidencia, pero Bolsonaro ya ganó”. El PL, partido del presidente candidato Jair Bolsonaro, se quedó con la mayor bancada del Congreso. En 2023 tendrá 99 bancas en la Cámara baja. La federación liderada por el PT de Lula, que integra al Partido Comunista de Brasil (PCdoB) y al Partido Verde (PV), ganó 80 representantes.
Como en todas las elecciones brasileñas desde el fin de la dictadura, el gran ganador en el Congreso fue el llamado Centrão, 'Centrón'. Se lo llama así por que ocupa el corazón de la Cámara baja, y más bancas que todas las otras bancadas, a las que así marginaliza; no porque sea la suya una posición política centrista, ni siquiera de centro-derecha: es derechista. Sólo el núcleo más duro de este Centrón, formado por el PL, Progresistas (PP), Republicanos. e União Brasil, ganó 246 diputados, lo que resperesenta el 48% del total, casi la mitad de la Cámara. La União y los PP anunciaron que formarán un único bloque, que así, con 106 bancas sumadas, se volveríá en el líder de la Cámara baja.
La reconfiguración que resulta del domingo es una ratificación, empoderada, de la composición anterior. La misma derecha, sólo que más fuerte, y casi inquebrantable. El Centrón tiene asegurado que le corresponderán la presidencia de la Cámara de Diputados, la composición mayoritaria de las comisiones de Presupuesto, y el voto dirimente para dar curso, rechazar, postergar, sancionar o no los proyectos de ley. Abogado, ganadero, empresario, el quincuagenario Artur Lira (PP), actual presidente de la Cámara baja, aspira a ser reelecto. En su estado norteño de Alagoas, el domingo obtuvo más votos que cualquier otro diputado federal.
En el Senado, la elección también se vio marcada por una nítida victoria decisiva del Presidente y sus aliados. Para Bolsonaro, es un triunfo más importante, y uno de los objetivos subterráneos pero infatigables de su campaña, porque desde la Cámara alta sufrió los más certeros ataques institucionales durante su presidencia, en especial de parte de la Comisión Parlamentaria de Investigación que lo declaró principal responsable de la mala gestión de la crisis sanitaria de la pandemia (a la vez que inocentó a los gobiernos estaduales con esta concentración de la culpabilidad en la cabeza del gobierno federal). De las 27 bancas votadas, 19 fueron ganadas por la derecha, sea por el PL, sea por candidaturas aliadas al bolsonarismo.
En el caso de las primarias republicanas de los últimos meses en EEUU para elegir los candidatos firmes al Capitolio que competirán en las legislativas de medio término en noviembre, era difícil imponerse al candidato sin bendición de Donald Trump; otro tanto ocurrió en Brasil para el 'bolsonarismo sin Bolsonaro'. Con la bendición del Presidente, todo lucía posible, y el actual vicepresidente, el general retirado Antônio Hamilton Martins Mourão, de ascendencia indígena y acentuadísmo acento carioca, fue elegido senador por el gaúcho Rio Grande do Sul. Para imponerse como senador en su natal estado de Paraná, el ex juez federal del Lava Jato, Sérgio Moro tuvo que reconciliarse con Bolsonaro, de quien había sido altanero ministro de Justicia renunciante del gabinete inicial de 2018. El juez parcial y políticamente motivado que procesó, juzgó y condenó ilegítimamente a Lula, e inhibíó su candidatura presidencial en la elección de cuatro años atrás no debió su triunfo a la épica de la cruzada anti-corrupción, que poco lugar ocupó en las decisiones clave del electorado este domingo, sino a la acolada del ex capitán del Ejército y actual presidente.
Después del domingo, por primera vez en 25 años un nuevo partido tendrá mayoría en el Senado: el PL del presidente Bolsonaro. El conservador Partido Social Democrático (PSD) del actual presidente del Senado, Rodrigo Pacheco, será la segunda bancada. El liberal Movimiento Democrático Brasileño (MDB), fuerza también derechista que actualmente es el mayor partido del Senado, ocupará en 2023 el tercer lugar en la Cámara alta. Pero también tendrá 9 senadores el conservador y nacionalista União Brasil, por lo que habrá dos bancadas en terecera posición. Desde 1998, el MDB retenía la mayoría del Senado cada nueva legislatura; esta es la primera que la pierde, y bajó del primer lugar al tercero. El PT tendrá en 2023 dos bancas más que en 2019, un impulso cuya causa ha sido atribuida sin disidencias a la candidatura presidencial de Lula (según la fórmula 'Lula es más que el PT'). El aumento, sin embargo, relega a los ocho senadores petistas al puesto cuarto y final entre las bancadas senatoriales (o al quinto puesto, si se considera que hay cuatro partidos con más bancas antes que el del ex presidente y candidato Lula).
AGB