Una serie de acusaciones recientes, que se hicieron virales en la web y de las que los medios de comunicación oficiales también se hicieron eco, sacude a los seguidores del movimiento #MeToo en China. Uno de los acusados es profesor de la mayor universidad pública del país.
El profesor fue suspendido tras ser acusado de agredir sexualmente a una joven que tenía 16 años en el momento de los hechos. La denuncia, de la que han informado varios medios de comunicación oficiales, es la más reciente de un movimiento #MeToo que suele verse obstaculizado por la censura y la mano dura contra el activismo. El caso sale a la luz poco después de que al menos una docena de mujeres denunciaran el acoso sexual por parte del conocido guionista chino Shi Hang, el cual negó las acusaciones (de hechos que se remontan desde hace más de una década atrás hasta semanas antes de que las víctimas empezaran a hacerlos públicos). En abril también se presentaron acusaciones contra un destacado editor de textos feministas.
El martes por la noche, una mujer realizó una publicación en la red social china Weibo en la que acusó a un profesor de la Universidad de Zhengzhou, en la provincia de Henan, de haberla manipulado y agredido sexualmente hace 11 años, cuando ella tenía 16. La mujer dice que, como resultado, quedó embarazada y que el profesor la acompañó a abortar al hospital.
“Hola, profesor”, escribió la mujer, de acuerdo con la traducción realizada por China Media Project. “Soy la chica a la que lavaste el cerebro, a la que controlaste mentalmente durante dos años y medio, a la que violaste, a la que destruiste”.
A la mañana siguiente, la Universidad publicó un comunicado en el que aseguraba tener “tolerancia cero con la mala conducta moral”. Asimismo, el comunicado informaba de la creación de un grupo especial de investigación. Mientras tanto, el profesor quedó suspendido y aún no respondió públicamente a las acusaciones.
El relato de la mujer y las conversaciones vinculadas a este han sido leídas más de 300 millones de veces, y generaron decenas de miles de comentarios online. Algunos pidieron pruebas, a lo que ella respondió diciendo que podía demostrar el aborto, pero no que éste estuviera relacionado con el profesor. Además, afirmó que no buscaba consecuencias penales para el acusado, pero sí que se supiera su historia.
La enorme mayoría de comentarios parecía a favor de la mujer y algunos citaban el lema maoísta “una sola chispa puede provocar un incendio en la pradera”, utilizado por el movimiento #MeToo chino.
Las anteriores denuncias de #MeToo atrajeron mucha atención en las redes sociales, antes de ser silenciadas por la extrema censura china. Numerosos activistas han sido hostigados o detenidos, entre ellos la periodista y activista Huang Xueqin, que lleva casi dos años en la cárcel sin cargos contra ella.
La estrella del tenis Peng Shuai estuvo desaparecida durante varias semanas tras publicar acusaciones de agresión sexual contra Zhang Gaoli, ex alto cargo del Comité Permanente del Politburó del Partido Comunista de China. La publicación original y todas las conversaciones posteriores fueron objeto de una censura estricta. Tras una campaña mundial para conocer su paradero, Peng Shuai reapareció y se retractó.
Algunos casos son más sonados, como las acusaciones contra Shi Hang y la condena por violación de la estrella pop canadiense de origen chino, Kris Wu. Las publicaciones en línea sobre el caso de la Universidad de Zhengzhou fueron eliminadas y los medios de comunicación oficiales informaron sobre él, aunque citando casi exclusivamente el comunicado emitido por la institución académica.
En palabras de David Bandurski, investigador y director del China Media Project: “La total falta de seguimiento por parte de los medios de comunicación chinos, así como la uniformidad casi absoluta en el tratamiento del caso, sugieren que las restricciones impuestas sobre esta historia ya estaban en vigor a primera hora de la mañana del miércoles, con instrucciones a los editores para que utilizaran únicamente la nota de la Universidad de Zhengzhou y evitaran las fuentes independientes”.
Traducción de Julián Cnochaert.