Aunque la dirigencia europea reaccionó a la victoria de Donald Trump enviando el mensaje de que esta vez el continente sí estaba preparado para enfrentarse al líder republicano, con la imprevisibilidad que le caracteriza, y al anunciado recrudecimiento de la guerra comercial, su llegada a la Casa Blanca ha descolocado a la Unión Europea, que todavía calibra cómo actuar ante el nuevo mandato. Los 27, que siempre se jactaron de ser los principales aliados de EEUU, se mueven con pies de plomo para no hacer enojar a los más poderosos del mundo al tiempo que se reivindican como una potencia confiable frente a sus desmanes.
Los líderes europeos se encontraron con que Trump amenazaba la soberanía territorial del continente con ansias expansionistas sobre Groenlandia (un territorio administrado por Dinamarca) cuando su gran preocupación se había limitado a la posibilidad de que dejara de apoyar a Ucrania. A pesar de los intereses históricos sobre la isla, no estaba en las previsiones de los prolegómenos de la toma de posesión. Al noqueo inicial, se suma la proclamada imposición de aranceles generalizados, que podría pasar una verdadera factura al bloque comunitario.
Y, ante esa amenaza, la UE hace equilibrios para mantener los lazos con Trump mientras pelea por no ser víctima del ninguneo. “Esperamos un compromiso positivo con la Administración estadounidense entrante, basado en nuestros valores e intereses comunes. En un mundo difícil, Europa y Estados Unidos son más fuertes juntos”, fue la medida (y tardía) respuesta consensuada por los presidentes del Consejo Europeo y la Comisión Europea, António Costa y Ursula von der Leyen.
La vicepresidenta del gobierno comunitario Teresa Ribera justificó esa salida tibia a los desaires del magnate republicano. “No nos gusta el enfoque de confrontación”, señaló la socialista, que apostó por mantener la “cabeza fría” ante el impredecible escenario que se abre en las relaciones transatlánticas.
Se vende estabilidad
A partir de ahí, la UE sigue un guion: vender sus virtudes, como la estabilidad, para sacar pecho ante inversores u otros aliados. “Nos encontramos en un punto de inflexión mundial ante retos que a veces pueden parecer abrumadores. Sin embargo, en estos momentos de incertidumbre debemos aferrarnos a lo que nos hace fuertes. Europa siempre ha demostrado que podemos convertir los retos en oportunidades si seguimos nuestros valores fundamentales de confianza, continuidad, cooperación, respeto de los derechos y libertades fundamentales y diálogo”, expresó Ribera en una conferencia en Bruselas.
“Las empresas y las economías prosperan con previsibilidad y fiabilidad. Y es aquí donde Europa ofrece una ventaja inigualable: la solidez de nuestras instituciones, la estabilidad social, la elevada formación de nuestros ciudadanos, nuestra fuerte cohesión, nuestra capacidad para resolver problemas, la solidez de nuestros marcos jurídicos y nuestro compromiso con la cooperación multilateral ofrecen la previsibilidad y la fiabilidad que otros pueden echar en falta”, agregó.
Presentarse como un poder confiable es lo que ha hecho un día después Von der Leyen ante el poder económico congregado en Davos. “Europa tiene una economía social de mercado única. Tenemos la segunda mayor economía y el mayor sector comercial del mundo. Tenemos una mayor esperanza de vida, normas sociales y medioambientales más estrictas y menos desigualdades que todos nuestros competidores mundiales. Europa también alberga un inmenso talento, junto con la capacidad demostrada de atraer ideas e inversiones de todo el mundo”, presumió la alemana, que mencionó el empate en patentes con EEUU y China o los acuerdos comerciales con otras regiones del mundo. De hecho, en los últimos días se han acelerado las negociaciones con Malasia o México, tras cerrar en diciembre el polémico pacto con Mercosur.
Von der Leyen está en la cola desde hace semanas para que Trump le dé audiencia mientras el americano dejó claras sus alianzas con los ultras europeos en la ceremonia de investidura a la que sólo invitó a Georgia Meloni y Viktor Orbán, además de líderes de la extrema derecha en la oposición. En Davos, la alemana trató de enviar mensajes conciliadores –“no interesa a nadie romper lazos”– al tiempo que aseguró que Europa no renunciaría a sus “principios” pese al “pragmatismo”.
La relación EEUU-UE representa el 30% del comercio global
Un mensaje que reforzó poco después el responsable de Economía, Valdis Dombrovskis, tras reunirse con los ministros de finanzas de los 27, con los que abordó precisamente el cambio en la Casa Blanca. El lituano dijo que harán todo lo que esté en su mano para tener las “mejores relaciones” y que sean “equilibradas”. “El presidente de Estados Unidos no ha anunciado nuevos aranceles, contrariamente a lo esperado”, dijo Dombrovskis, que recordó que “no hay otras relaciones económicas tan integradas como las de EEUU y la UE” que representan el 30% del comercio global.
La jefa del gobierno comunitario no escatimó en la autocrítica de las carencias que tiene Europa, como la brecha de innovación que lastra su competitividad. “En los últimos 25 años, Europa ha confiado en la marea creciente del comercio mundial para impulsar su crecimiento. Ha dependido de la energía barata de Rusia. Y con demasiada frecuencia ha externalizado su propia seguridad”, agregó la presidenta de la Comisión Europea.
“Mientras nuestros enemigos se coordinan contra nosotros, somos más fuertes cuando les hacemos frente juntos. Espero trabajar con usted en este momento crítico, basándome en los intereses que ambos compartimos”, fue el mensaje de bienvenida de la alta representante, Kaja Kallas, al nuevo secretario de Estado, Marco Rubio.
Dependencia de la seguridad
Si alguien se esforzó por tener a Trump contento ha sido el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, que se reunió con él en noviembre, antes de que tomara posesión. El holandés es consciente de que, por mucho que Europa haya empezado a impulsar su industria de defensa, la organización militar y las relaciones transatlánticas están sometidas a los deseos de Washington.
Ya tiene experiencia en lidiar con el republicano. De hecho, en su etapa como primer ministro se ganó el apodo de “susurrador de Trump” por su capacidad para convencerle. Ahora se ha deshecho en halagos hacia él al asegurar que en el pasado tuvo “razón” en exigencias como la elevación del gasto en defensa al 2%. Y, ahora, Trump sube la apuesta al reclamar a los aliados un umbral del 5%.
Rutte no dudó en avalar la propuesta de Trump: “El 2% no es ni de lejos suficiente (...). Si no lo hacemos, tendremos que empezar a hacer cursos de ruso o irnos a Nueva Zelanda”. El holandés rebajó, eso sí, la cifra al apuntar al objetivo del 3%. España está muy lejos de ese porcentaje y Trump ya ha lanzado una amenaza de aranceles por ello, aunque no ubicara muy bien el país y dijera que es uno de los BRICS.
El que sí se mostró de acuerdo con que el gasto en defensa sea del 5% fue el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, que también en el foro de Davos fue muy crítico con la debilidad europea. “¿Se fijará el presidente Trump en Europa? ¿Ve a la OTAN como algo necesario?”, se preguntó Zelenski, que cuestionó la delegación de la seguridad europea en Washington. “Europa merece ser algo más que un mero espectador, con sus líderes reducidos a publicar en X después de que ya se haya llegado a un acuerdo. Europa necesita dar forma a los términos de esos acuerdos”, dijo Zelenski, según recoge Financial Times.