La presidenta de la Asociación para las Naciones Unidas en España (ANUE) y vocal de la sección de derecho penal internacional del Colegio de la Abogacía de Barcelona (ICAB), Eulàlia Pascual, ve “complicada” la labor que tiene la Corte Internacional de Justicia (CIJ) ante una de sus resoluciones más trascendentes de los últimos tiempos y que comunicará este viernes: decidir si, como le ha pedido Sudáfrica, ordena a Israel un alto el fuego en Gaza.
La jurista aporta las claves para ayudar a entender qué elementos valorará el tribunal para emitir su fallo.
–¿Qué valora la Corte Internacional de Justicia (CIJ) para decidir si ordena a Israel un alto el fuego en Gaza?
–La CIJ escuchó la presentación de la demanda de Sudáfrica y la respuesta de Israel. Ahora la Corte tiene sobre la mesa los elementos objetivos que Sudáfrica presentó como genocidio, y la clave será en si determina si hay que ordenar a Israel un cese en el uso de fuerza militar, o si, por contra, persiste una amenaza por parte de Hamas que impide acordar la medida cautelar contra Israel.
–¿Cuáles son esos elementos objetivos de un genocidio?
–Creo que es el punto fuerte de la demanda de Sudáfrica, que fundamenta bien varios elementos objetivos del genocidio alegados en base a la Convención del Genocidio: desplazamiento forzado de personas, condiciones extremas que hacen difícil la supervivencia, falta de alimentos, agua, y atención médica en Gaza, destrucción total de infraestructuras….
–¿Solo con estos elementos, que vemos en las noticias a diario, la CIJ puede ordenar a Israel un alto el fuego en Gaza?
–No. Para tomar su decisión, además de los elementos objetivos y valorar la amenaza que supone Hamas, la CIJ también tiene que entrar a valorar si, como dice Sudáfrica, es plausible que Israel cometa o sea cómplice de un genocidio en Gaza, es decir, si hay una intención genocida. Y esto creo que es mucho más complicado de valorar para un tribunal. Es una cuestión muy compleja, pero muy interesante a nivel de derecho penal internacional.
–¿Por qué?
–Porque supone entrar a valorar un elemento subjetivo e intencional, que es que Israel tenga la voluntad de destruir al pueblo palestino en su conjunto, no solo, como alega, a Hamas, que, recordemos, fue responsable del ataque a Israel del 7 de octubre.
La decisión de la Corte puede marcar un nuevo precedente en materia de genocidio
–“Los conflictos armados son brutales y cuestan vidas, pero no todos los conflictos son genocidios”, dijo el abogado que representa a Israel, Malcolm Shaw. ¿Dónde se pone la línea roja que separa a una cosa de la otra?
–Esta es la tarea, complicada, que tiene la Corte. Además de la intencionalidad de Israel, otra de las cuestiones a valorar es la proporcionalidad de la respuesta israelí, que es justamente el concepto detrás de la alegación de Israel de que tiene derecho a defenderse de los ataques de Hamas y recuperar a los rehenes. En cualquier caso, es una decisión muy importante porque puede marcar un nuevo precedente en materia de genocidio, y también afectar a otras masacres de las que el mundo parece haberse olvidado, como la de Azerbaiyán en Artsaj.
–Sudáfrica ha puesto como ejemplo de la “intención genocida” de Israel las declaraciones de sus líderes políticos que “deshumanizan” a los palestinos de Gaza. ¿La Corte las tendrá en cuenta?
–Es verdad que ha habido declaraciones imprudentes, pero el lenguaje ha sido destructivo por parte de los dos lados, solo hay que ver los comunicados de Hamas. La teoría nos dice que un jefe de Estado debe guardar la cabeza fría, y es verdad que cualquier declaración incendiaria, venga de donde venga, no ayuda y es un problema. Pero la defensa de Israel intenta contener el alegato diciendo que sus líderes se refieren a Hamas, no al conjunto de población palestina.
–La Corte podría ordenar un cese de la guerra en Gaza, como pide Sudáfrica, pero el tribunal no tiene medios propios para hacer cumplir sus resoluciones.
Es cierto, pero es que una fuerza coercitiva que obligara a cumplir las resoluciones iría en contra del espíritu de las Naciones Unidas.
Se podría llevar este incumplimiento al Consejo de Seguridad de ONU, pero ya se ha visto que Estados Unidos impone su derecho a veto. ¿Cualquier resolución de la Corte que ordene a Israel poner fin a la guerra tiene el riesgo de convertirse en papel mojado?
No tiene por qué ser así. Cualquier nueva actuación tras la decisión de la CIJ y su sentencia se vehicula a través del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Quiero pensar que a Netanyahu le importan un poco más que a Putin las decisiones de los tribunales internacionales, aunque Israel no haya ratificado el Estatuto de Roma que creó la Corte Penal Internacional (CPI).
–¿Se podría ver un juicio internacional a Netanyahu por la respuesta de Israel a los ataques de Hamas?
–Creo que es un escenario muy improbable. Ante la Corte Penal Internacional (CPI) solo pueden acudir países que hayan ratificado el Convenio de Roma, pero hay una excepción que permite al Consejo de Seguridad Naciones Unidas llevar un caso ante la CPI. Aunque parezca que nunca pase nada, quiero recordar que la CPI imputó y tiene en vigor una orden de arresto contra el presidente de Rusia, Vladímir Putin, por crímenes de guerra en relación con la deportación ilegal de niños de Ucrania a Rusia. Cualquier país que ha ratificado el Convenio de Roma puede detener a un imputado si pisa su país, y eso ha limitado los movimientos de Putin. A lo mejor no tiene consecuencias muy vistosas, pero tiene consecuencias.
Es muy triste, pero creo que hoy no se hubiera firmado la Declaración de Derechos Humanos"
–¿Que sea Sudáfrica y no ningún país europeo el que haya llevado a Israel ante el Corte Internacional de Justicia deja a los países europeos sin la autoridad moral de defensa de derechos humanos que se han arrogado?
–Parte de Europa ha asumido que Israel tiene derecho a defenderse y ha decidido no meterse, lamentando, eso sí, las víctimas palestinas, pero ha priorizado el derecho a defenderse de Israel y constatar que es Hamas quien inició la guerra. Pero Sudáfrica tampoco está sola en su demanda, la apoyan países como Colombia.
–¿Es viable la solución de los dos estados? ¿Ve posible que la decisión judicial empuje a una negociación para una resolución del conflicto a largo plazo?
–¿Qué otra solución hay si no es la de los dos estados? ¿La destrucción mutua? Eso sería horrible. No se puede aceptar ni que Israel tenga que desaparecer ni que los ciudadanos palestinos tengan que desaparecer. Una negociación es factible en función de la voluntad de las partes de llegar a un acuerdo. Y para ello hay que ser consciente de que, en una negociación, no se lograrán todos los objetivos y cada parte tendrá que ceder en algo. ¿Hay esa voluntad de negociar una solución a largo plazo? Me temo que no. El actual es un escenario completamente distinto al de las negociaciones de paz de hace años, tanto por los actores del conflicto, en especial Hamas, como por el contexto internacional. Y al final esto creo que cada vez afecta más a la población civil de Palestina, que está atrapada entre Hamas e Israel y viviendo una masacre.
–¿Qué papel ha tenido la ONU en este conflicto? Sus llamadas para una desescalada del conflicto no parecen escucharse
–Naciones Unidas ha reclamado, a los dos bandos en conflicto, corredores humanitarios y un alto el fuego. No puede hacer otra cosa y tiene que seguir insistiendo en ello porque es lo que dice la Convención de Ginebra. Se ha pedido a Hamas liberar a los rehenes como un intento de que luego Israel cese las hostilidades, pero no ha habido muchos avances. Aunque esto ya es una cuestión geopolítica, además de derecho penal internacional.
Hace poco celebramos el 75 aniversario de la Declaración de Derechos Humanos y, aunque es muy triste, creo que hoy no se hubiera firmado. Que el mundo no haga caso a la ONU, más allá de cuestiones geopolíticas, también creo que es porque desde ciertos sectores se ha fomentado una visión de Naciones Unidas como un club de blancos ricos, cuando no es así. Algunos políticos han captado rápidamente esa desafección hacia Naciones Unidas, que hace que no hacerle caso no tenga consecuencias a nivel electoral. Como toda gran estructura, la ONU tiene defectos, pero si no hubiera Naciones Unidas, sería el caos.