Los restos del fundador del movimiento fascista Falange Española, José Antonio Primo de Rivera, fueron exhumados este lunes del anteriormente llamado Valle de los Caídos, construido por el dictador Francisco Franco.
La tumba ocupaba un lugar “preeminente” en la basílica de dicho monumento, algo contrario a lo que estipula la Ley de Memoria Democrática en España, aprobada el pasado año, que también renombra ese lugar como Valle de Cuelgamuros, ubicado en las cercanías de Madrid.
Los restos de Primo de Rivera permanecieron allí desde la inauguración del recinto hace 64 años, en un lugar próximo a la sepultura de Franco, que permaneció enterrado en el mismo lugar desde su muerte en 1975 hasta su exhumación en 2019, por decreto del Gobierno.
Por decisión de la familia, los restos del fundador de la Falange serán inhumados en el cementerio madrileño de San Isidro, el más antiguo de la capital, donde están enterrados otros familiares, como sus hermanos Miguel y Pilar.
Exhumación acordada
Los trabajos para la exhumación de Primo de Rivera comenzaron a primera hora de la mañana de este lunes, a puerta cerrada y sin presencia de autoridades ni de prensa, coincidiendo con el 120 aniversario de su nacimiento.
El ataúd fue trasladado hasta el cementerio en un coche fúnebre, escoltado por la Guardia Civil y por una larga comitiva, donde viajaban sus familiares.
Todo el proceso se acometió de acuerdo entre el Gobierno y la familia y estuvo exento de la enorme expectación mediática y polémica política que en octubre de 2019 acompañó la exhumación del dictador.
Un centenar de personas, entre ellas muchos curiosos, se acercaron a las puertas del cementerio de San Isidro para esperar los restos, varios de ellos con camisetas y brazaletes con la bandera de España, así como de banderas de la Falange y su simbología, en un ambiente de cierto malestar por la exhumación y la actitud de la familia de Primo de Rivera, que decidió hacerla de manera privada.
Primo de Rivera fue fusilado en 1936, año en que comenzó la Guerra Civil española, tras ser condenado por conspiración y rebelión militar contra el Gobierno de la Segunda República por un tribunal popular.
Su muerte, a los 33 años, lo convirtió en una figura mítica entre los sublevados contra la república y más tarde entre los partidarios del franquismo.
Sus restos pasaron por varias ubicaciones a lo largo de la historia. Tras su enterramiento en Alicante (este), donde fue fusilado, su féretro se trasladó, al finalizar la Guerra Civil en 1939, al monasterio del Escorial, lugar de enterramiento de los reyes de España, en una procesión a pie que duró diez días.
En 1959, tras la construcción del Valle de los Caídos, fue enterrado allí, en un lugar preeminente, hasta que hoy fue exhumado.
Ley de Memoria
La exhumación de los restos de Primo de Rivera responden a la aplicación de la Ley de Memoria Democrática de 2022, que impide la presencia de restos mortales en ningún lugar “preeminente” del recinto, como era el caso.
Además, establece que se resignifique este lugar, que desde su construcción se convirtió en símbolo del franquismo, y en él solo podrán yacer los restos de personas fallecidas a consecuencia de la Guerra Civil (1936-1939), como lugar de reconocimiento y homenaje a las víctimas, y se le considera un cementerio civil.
Primo de Rivera, como víctima de la contienda podría enterrarse en la cripta, pero su familia prefirió que estuviera enterrado en un cementerio católico.
La portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, afirmó que la exhumación de los restos del fundador de la Falange se produjo con “absoluta normalidad” y destacó la importancia de haber hecho este trabajo con “todo el rigor científico y técnico y con todo respeto y acompañamiento a su familia”.
En aplicación de la Ley de Memoria Democrática también exhumaron los restos del general franquista Gonzalo Queipo de LLano de la Basílica de la Macarena de Sevilla (sur) el pasado mes de noviembre.
EFE