Elecciones en España: Feijóo no podrá formar Gobierno y Sánchez, sí

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El susto fue mayúsculo pero el peligro parece haberse alejado. En principio, el PSOE cuenta con más posibilidades de repetir un gobierno progresista, aunque el PP logra un número algo mayor de votos (en torno a 300.000) que intenta le sirvan para gobernar con su curiosa interpretación de la democracia representativa, basada en mayorías como el propio PP ha demostrado en Extremadura.

De momento, se alivia la preocupación de los demócratas a la total invasión ultra de las instituciones, aunque son muchos los problemas por resolver y muchos los temas que negociar. Feijóo apenas puede contar sino con Vox. Los socios de Sánchez en la legislatura que acaba, en cambio, siguen aportando una cifra significativa de votos. Con algunos cambios: el triple empate en Euskadi entre el Partido Socialista, el PNV y EH Bildu; la subida de esta última formación, que no deja de ser curioso dados los ataques del PP, o la caída de ERC en Catalunya a costa del espectacular ascenso del PSC de Salvador Illa. También exigirán los independentistas contrapartidas a su apoyo que difícilmente serán asumibles para la derecha dura del PP. Junts de Puigdemont en particular.

Notable desgaste ha sido el de los medios y las empresas demoscópicas y habrá que darle un par de vueltas. Oír los lamentos de un buen número de tertulianos por el fallo de las encuestas no hace sino acrecentar el desprestigio de esta profesión, al menos de quienes se sientan a pontificar muy pegada la piel al asiento y los ojos fijos en pantallas. Otros, con perdón, entendemos el periodismo como una observación de la realidad y estos días se han visto demasiadas cosas para no tenerlas en cuenta. Y se las hemos contado. Ahora, tras los resultados, se han apuntado a la palabra: bloqueo. Por favor, qué grima.

PP y PSOE andan pues muy cercanos en porcentaje de voto (otra cosa es la atribución de escaños con la dichosa ley D´Hondt que se los resta al segundo: el PSOE). En el tercer y cuarto puesto también son los datos muy parejos. Vox ha sufrido un batacazo importante, perdiendo casi 20 escaños. El PP le dio un regalo superlativo en las locales para la representación que obtuvo y ahora intentará seguir cobrando su apoyo, pero ya no sirve no le alcanza a Feijóo para la Moncloa. Y no podemos obviar que, para este viaje, Sumar (posible cuarta posición) no necesitaba desmantelar las alforjas de Podemos.

Esta campaña electoral -que se ha prolongado durante varios años en realidad- ha tenido un ingrediente decisivo y transgresor: la comparecencia como actor político -no informativo sino todo lo contario- del poder mediático. Así que también sufren un suspenso profundo. Desde el principio el gobierno de coalición sufrió un verdadero acoso e intento de derribo. Sin razones objetivas para ello. Por supuesto que se pueden hacer mejor las cosas, se deben, pero el rechazo era de raíz. Demasiadas medidas sociales, demasiados avances en libertades. Traigo de nuevo el articulo de The Economist, poco sospechoso de izquierdista, asombrados por la situación de “el exitoso presidente español” que podría perder estas elecciones. Cuando Pedro Sánchez asumió el Gobierno predominaban tres preocupaciones: la economía, la corrupción y Cataluña. Puede argumentar que ha mejorado los tres, dice.

Y fíjense hasta dónde llegan los tentáculos de la manipulación informativa española que, por el contrario, el Wall Street Journal alienta el triunfo en España de “los centristas moderados”. ¡Feijóo y su PP con Vox, centristas moderados! Y es que el diario propiedad del magnate norteamericano Rupert Murdoch tiene como asesor a José María Aznar, al que lleva pagados ya 4 millones de dólares por su labor.

 Las municipales y autonómicas les salieron a pedir de boca. A pesar de las buenas cifras económicas, la situación vivida en esta legislatura con una pandemia y una guerra que incrementa drásticamente la inflación, ha influido en el nivel de vida de muchas personas y en su malestar y no todo ha podido paliarse con medidas que sí se adoptaron. Bastaba al parecer con hablar de la libertad de las cervezas y atacar al gobierno para que algunos tragaran dar a esas políticas mayoría absoluta. La prensa aclamaba la moción con portadas denigrantes para la verdadera información.

Tras el éxito de mayo, se quitaron por completo las caretas. Es curioso que Antonio Caño, el director que hundió el prestigio del que hasta su llegada fue el mejor periódico de España, El País, se haya preocupado por el papel del periodismo en estas elecciones, claro que… desde su punto de vista.

Y no se refería a él o a los medios donde ahora escribe y similares. Las criticas del sector se dirigieron a Silvia Intxaurrondo por su rigurosa entrevista a Alberto Nuñez Feijóo. Venia tras la encerrona del “cara a cara” en Atresmedia y sus presuntos moderadores que adquirieron el protagonismo de su silencio ante la avalancha de mentiras del candidato popular, minando el prestigio que les quedara. Esos dos hitos han sido esenciales en el giro dado en la campaña. Un ametralladora de falacias sin respuesta, y una entrevista en la que el candidato popular quedó en evidencia simplemente por el ejercicio del periodismo que se documentó y preguntó. Las elusiones de errores y actuaciones discutibles de Feijóo tambien han influido. Que hasta The Telegraph hable de su amistad con el narco Marcial Dorado y aquí no importe es muy grave.

Debemos pensar profundamente en todo esto. La desinformación no puede seguir a este nivel que sobrepasa todo escándalo. Porque éste ha sido el marco. Hasta hoy mismo. Se dispararon en unánime actitud partidista las portadas habituales de la prensa escrita y el inefable Francisco Marhuenda se frotaba las manos en un editorial de La Razón soñando con la vuelta a ese “necesario retorno a la normalidad institucional”. ¿A cuál? ¿Saquear las arcas públicas según costumbre? ¿consoliden el secuestro del Poder Judicial que han conseguido dilatar 4 años más de su tiempo constitucional? ¿gestionará para los ricos con la connivencia de millones de abducidos? Lo normal en España. Lo que el gobierno progresista desbarató de alguna manera estos años.

Por todo ello y más, en mi artículo de ayer mismo, concluí así: “Creo que es más que posible que Feijóo pierda en las urnas. Las elecciones de nuestra vida pueden ser las que arranquen las caretas y cojan el impulso para empezar de nuevo. Votar progresismo una vez más es ineludible, exigiendo que ésta sea la definitiva para acometer la obra de limpieza que impida la incertidumbre de hoy. Más izquierda, más democracia. Más conocimiento, total decencia, más responsabilidad”. Pero en serio; más sustos de este calibre, no.